“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

martes, 31 de julio de 2007

LA CRÍTICA TAURINA

“Pues señor, que en cuanto me fui ayer tarde a mi puesto ya estaba allí la señá Pascuala, más colorá que el engaño de los matadores y con una sofocación que era lo que había que ver. Aun antes que me sentara a su lado empezó a gritar y a manotear, echando chispas su cara y las diez y nueve sortijas que rodeaban sus diez dedos.
- Ésta es una mala vergüenza, tío Jilena, y si usté, que escribe en los papeles, tiene un poco de crianza, ahora mismo va usté a sacar los avíos y pegar un tute, pero de lo bueno, a la empresa, ¿estamos? Ponga usté al ditao lo que yo diga, y aquí está Pascuala Liendres pa dar la cara a tos los empresarios nacidos y por nacer. Primero: que en esta plaza ha habío siempre espás de cartel. Segundo…”.

Así comienza Peña y Goñi, escribiendo bajo el seudónimo de El Tío Jilena, la crónica que publicó en El Imparcial de la corrida celebrada en Madrid, bajo el título de “Un tute a la empresa”, el día 1 de junio de 1874. A partir de los puntos suspensivos les canta las cuarenta a la empresa reclamando una programación acorde con la categoría de la plaza.

Viene esta introducción a cuento de plantearnos el papel que juegan, hoy en día, los medios de comunicación dedicados a la crítica taurina.

Si echamos la vista atrás podemos observar que las épocas de crisis por las que a pasado la Fiesta de los Toros han coincidido con la ausencia de una crítica taurina independiente. Centrándonos en un ejemplo no muy lejano en el tiempo, del que todavía quedan muchos testigos, la época que va desde "Manolete" hasta "El Cordobés", caracterizada por el afeitado, el sobre y la consiguiente complicidad de la crítica, supuso un retroceso muy serio en la presencia del toro y muchos aficionados se alejaron de la Fiesta y nunca más volvieron. Esto generó, una vez acabado el boom cordobesista, una profunda crisis que costó mucho tiempo superar, durante la década de los setenta hubo un bajón de asistencia de público a las plazas que estuvo a punto de dar al traste con el espectáculo de los toros.

La lenta recuperación tuvo que ver con la irrupción, a caballo entre la década de los sesenta y los setenta, de un grupo de periodistas aficionados, serios e independientes que desde los periódicos, la radio y la televisión pública empezaron una cruzada en contra del fraude y los propagandistas que hasta entonces copaban importantes puestos en los diferentes medios de la crítica taurina.

Díaz-Cañabate y su sucesor Vicente Zabala, hasta su muerte en accidente de aviación en 1995, en ABC, que siempre mantuvo una línea de compromiso con la Fiesta; Alfonso Navalón, una vez destituido el corrupto Gonzalo Carvajal en 1968, en Pueblo; Joaquín Vidal, primero en el semanario humorístico La Codorniz, y posteriormente en El País desde su fundación en 1976 hasta su muerte en el año 2002; Paco Apaolaza, que pasó del Diario de Navarra a la agencia Colpisa, en la que se mantuvo hasta su muerte, en plena Feria de Sevilla, en 1997; Mariví Romero, en TVE y en la radio; más un buen número de periodistas en medios locales y provinciales, formaban un frente de información y defensa de la Fiesta que dieron sus frutos con el resurgir que se produjo en la década de los ochenta.

En la actualidad, y desde hace unos cuantos años, volvemos a estar en un profundo bache, un nuevo intento de imponer el toro disminuido y la torería superficial de los últimos fenómenos, pero con el agravante de que no se vislumbra ningún compromiso por parte de diarios y medios de comunicación para defender los valores que hacen que la Fiesta de los Toros un espectáculo único. Tan sólo Javier Villán, en El Mundo, desde su particular óptica de ver las corridas, mantiene algún tipo de compromiso con la autenticidad; y Rafael Cabrera, en la radio, desde que está al frente del programa El Albero, en la COPE. El resto, y salvo contadísimas excepciones en periódicos y radios locales, es un erial. El País, santo y seña durante los años de Joaquín Vidal, no sólo de aficionados, ha dejado, prácticamente, de interesarse por La Lidia, como se denomina su sección taurina, sólo se ocupa de las grandes ferias y con una extensión más reducida de lo que acostumbraba; y Vicente Zabala de la Serna, sustituto de su padre en ABC, manteniendo una dudosa posición que enturbia la tradicional apuesta de este periódico por la Fiesta, son dos medios perdidos para la lucha contra el fraude y la exigencia de la integridad.

De las revistas especializadas ni hablo porque sus contenidos son claramente publicitarios y, por lo tanto, defensores de los intereses de quién los sostienen con su publicidad y contrarios a los de los aficionados.

La televisión es otro asunto y se merece un análisis más detallado, porque el medio televisivo, con el poder de información y adoctrinamiento que alberga, sí que es un arma que puede ayudar salvar o a hundir la Fiesta definitivamente.

De momento, y salvo contadísimas excepciones, los aficionados, como dice Marcelo Fortín en su artículo en El Chofre, estamos solos. La única esperanza que nos queda es tratar de ser nosotros mismos los que realicemos la crítica que nos niegan los profesionales. Afortunadamente, y no se por cuanto tiempo, disponemos de unos medios que en otras épocas no tenían los aficionados, hoy en día, los Ordenadores e Internet nos posibilitan realizar modestamente esta función, al facilitarnos la edición de publicaciones impresas o electrónicas, con las que podemos llegar a un sector del público asiduo de las corridas de toros.

Es poca cosa, y más si tenemos en cuenta que nos enfrentamos a una apisonadora que cuenta con muchos más medios que nosotros, dedicación exclusiva y que, si puede, nos aplastará... Pero nosotros somos más y nos guía, antes que el beneficio, el amor a esta Fiesta, y si no son los periodistas, como El Tío Jilena haciéndose eco de las protestas de la Señá Pascuala, los que les peguen un tute a los taurinos, debemos de ser nosotros mismos los que lo hagamos.

viernes, 27 de julio de 2007

Los Mimbrales - El Príncipe Gitano

El pasodoble "Los Mimbrales" fue estrenado en el año 1949 por El Príncipe Gitano. Ese año, ya al frente de su propia compañía, estrenó el espectáculo Pinceladas, y este pasodoble, que formaba parte de su repertorio, se convirtió en su mayor éxito. En ese mismo espectáculo, curiosa circunstancia, se produjo el debut como cantante de Carmen Sevilla, hija del letrista Antonio García Padilla Kola.

A partir de ese momento, El Príncipe Gitano, que había debutado como palmero en el año 1942 en la compañia de la bailarina y cantante Mary Paz, donde también actuaba Lola Flores con su famoso Lerele, -composición original del maestro Genaro Monreal, natural de Ricla (Zaragoza)- ocupo un lugar destacado en el mundo de la canción española encabezando su propia compañia.

También hizo sus pinitos en el cine, en donde rodó seis películas, todas ellas de temática taurina. Quizás fuera para calmar el agrio sabor que le había dejado su paso por el toreo, porque El Píncipe Gitano quiso ser torero.

Hoy no voy a extenderme en más cuestiones de su carrera artística, ya habrá ocasión de hacerlo en otra entrada pues el cancionero de este intérprete es extenso en temática taurina. Hoy quiero centrarme en un sucedido que ocurrió el 6 de abril de 1947 en la plaza de toros de Zamora, contaba 18 años de edad y se le presentaba el sueño de su vida, debutar como novillero.

Enrique Castellón Vargas, hijo de una familia calé, nació el 10 de septiembre de 1928 en el barrio de Ruzafa, en Valencia. Desde niño sintió la afición por los toros, y su gran oportunidad se le presentó aquella tarde abrileña en la que debutaba como novillero con picadores. Ese día, cuatro reses de Manuel Arranz se encontraban en los chiqueros de la Plaza de Zamora para ser lidiados y muertos a estoque por El Príncipe Gitano y Gutiérrez Somoza. Las cosas fueron mal, ninguno de los dos novilleros pudieron salvar las dificultades que les presentaron los novillos y no pudieron matar a ninguno, “se armó la mundial” en los tendidos y, tras de su desastrosa actuación, fueron detenidos, llevados a la cárcel y multados, cada uno, con tres mil pesetas de las de entonces.

Al día siguiente, lunes 7 de abril, en El Correo de Zamora, apareció la crónica de la novillada firmada por Mantazos de la que recogemos los siguientes párrafos: “De El Príncipe Gitano sólo diremos que no le conocía nadie como torero hasta que ayer se vistió por vez primera, para torear con caballos, el traje de luces. Suponemos que haya sido este arresto una humorada del famoso cantaor. Su debut como torero -no podemos decir que como matador ya que no mató él a ninguno de sus dos enemigos-, su presentación en público no ha podido ser más desafortunada. Estas humoradas, genialidades si se quieren llamar, que tienen a veces los artistas, son muy peligrosas. Tanto que pueden terminar trágicamente. Que siga cosechando gloria y aplausos en el cante para el que Dios le ha concedido excepcionales facultades. Pues no creemos que pretenda trocar la sólida popularidad que ha logrado en su arte por estas genialidades que ofrecen el ruido tenebroso y los comentarios de los fracasos. ¡Lástima de tarde, y pobres toretes! Posteriormente nos dicen que tanto Somoza como El Príncipe se han retirado de los toros. Bien hecho”. Después de este fracaso buscó otras oportunidades, asistió a numerosos tentaderos, hasta que se convenció que lo suyo era la canción y desistió de la pretensión de querer ser torero. “Yo era medroso. Lo reconozco”, llego a confesar, pero la afición a los toros nunca la perdió, incluso de sexagenario podía vérsele en alguna tienta intentando realizar la faena soñada. Quizá este "Cortijo de los Mimbrales" formaba parte de los sueños forjados por su afición.


Los Mimbrales
(Kola - Palomar - Quiroga)

Brilla en toa la marisma como un lucero
el famoso Cortijo de los Mimbrales,
donde en medio de toros y de vaqueros
se quisieron de niños los dos chavales.
Cuando pasa la luna por el cerrao
y en el campo se abren las campanillas,
canta así el vaquerillo desde el cercao
A la chiquilla...
-
Cortijo de los Mimbrales
en la llana Andalucía,
entre breñas y jarales
guarda una perla escondía.
En la marisma huelvana,
cuna de bravos vaqueros
al despuntar la mañana
me dejo...ay...ay
la que más quiero.
-
Pa la fiesta campera to el señorío
se ha juntao en el Cortijo de los Mimbrales,
y lució el vaquerillo su poderío
derribando a los toros y a los erales.
Y pa hablarle de amores fue un ganaero
a la niña bonita del vaquerillo,
que cegá por el brillo de su dinero
dejó al chiquillo...
-
Cortijo de los Mimbrales
en la llana Andalucía,
entre breñas y jarales
guarda una perla escondía.
En la marisma huelvana,
cuna de bravos vaqueros
al despuntar la mañana
me dejó... ay... ay
la que más quiero.


Nota: De esta canción, además de la creación original de El Pincipe Gitano, sólo he encontrado la versión que grabó Carlos Cano, en el año 1999, en su disco "La Copla, memoria sentimental". La letra que he copiado es la de ésta versión. Las dos me gustan, la de Carlos Cano más sobria y elaborada, la de El Pincipe Gitano con más chispa y un estilo más aflamencado. En la actualidad el famoso "Cortijo de Los Mimbrales" es un establecimiento hotelero.

miércoles, 25 de julio de 2007

El brazo derecho de "Carvajal"

En estos días de verano, apartado del frenesí de noticias y opiniones que circulan por la red, que te fijan en el debate de lo cotidiano, y merced, entre otras cosas, a la avería en mi línea ADSL, y por lo tanto, alejado de la rabiosa actualidad, dedico parte mi tiempo a la lectura.
Una de los libros que tengo entre manos en estos momentos es “La crítica taurina”, una antología, seleccionada y prologada por Javier Villán, de las crónicas de toros y sus autores más representativos desde sus orígenes, hacía finales del siglo XVIII, hasta nuestros días.
Pero el objeto de esta entrada no es hablar de este libro, que sin duda es recomendable para cualquier aficionado, sino resaltar una secuencia histórica en base a algunos de los datos que nos aporta el autor en las páginas de introducción que anteceden a la antología, en la que, curiosamente, uno de los personajes secundarios que aparecen en aquella secuencia, es en la actualidad uno de los actores principales, si no el que más, en el campo de la información taurina.
Hacía finales de la década de los sesenta, cuando Fraga Iribarne era Ministro de “Información y Turismo”, unas declaraciones de Paco Camino denunciando que “tenía que torear una parte de la temporada para los periodistas” originaron un verdadero seísmo en “el planeta de los toros”.
“Este tuvo su epicentro en el diario Pueblo. A raíz de esta denuncia, en un acto público al que asistían algunos de los periodistas directamente implicados, Carvajal sería tomado como cabeza de turco de la corrupción generalizada y destituido”, escribe Javier Villán en la introducción del mencionado libro.
¿Quién era éste Carvajal?
Vayamos a los datos.
Gonzalo Carvajal era el seudónimo que utilizaba Gonzalo Bethencourt, y en aquellos años era el jefe de las páginas taurinas de Pueblo, “buen escritor pero menos preocupado del rigor crítico que de agradar al taurinismo”, nos dice Villán. Cuando, a raíz del escándalo que originaron las declaraciones de Paco Camino, el Ministerio sugirió una intervención para rectificar la situación creada, Emilio Romero, director entonces del diario Pueblo, tomó la decisión de destituir a Carvajal. Para cubrir su puesto fue nombrado Alfonso Navalón, que procedía de Informaciones y El Ruedo, y que en las páginas de Pueblo dejaría algunas de sus mejores crónicas; como segunda de a bordo fue nombrada Mariví Romero, hija del director y, como a lo largo de su trayectoria profesional a quedado demostrado, comprometida con la integridad de la Fiesta; completaba la terna Manolo Molés.
Y aquí viene lo curioso, lo gracioso del caso, porque Manolo Molés, según nos cuenta Villán, “era el brazo derecho de Carvajal.

Corolario: el que había sido el “brazo derecho” del destituido -por corrupto- Carvajal, seguía formando parte del equipo regenerador de la crítica taurina en el diario Pueblo limpio de polvo y paja.
Sin comentarios.
Saquen ustedes sus propias conclusiones.

viernes, 20 de julio de 2007

Preguntas Tontas

Desde hace 15 días, me dicen que por una “incidencia” en la central a la que estoy vinculado, no tengo conexión a Internet y, por lo tanto, vivo al margen de correos, noticias, opiniones y de los debates que se estén produciendo. Supongo que sabrán disculparme los remitentes de correos que no han encontrado respuesta a sus Email. Durante todo este tiempo, alejado de la inmediatez de la actualidad, ideas, pensamientos, ocurrencias… me van pululando por la cabeza, ya lo dice un viejo refrán que conozco desde niño, “el que no tiene que hacer, con el culo caza moscas”, y una de estas ocurrencias es la que aquí expongo.
Quiero abrir un nuevo apartado en donde depositar todas esas “Preguntas Tontas” que de vez en cuando te pasan por la cabeza y a las que no encuentras explicación alguna.
Son esas preguntas que uno se hace ante la evidencia de que las respuestas que se dan ante determinadas situaciones son lo contrario de lo que debería ser y van en contra de la lógica más elemental.
Preguntas y más preguntas que nos conducen ante otra pregunta de más calado, donde quizás esté el quid de la cuestión, que nos permita saber en donde se encuentra la línea roja que separa los intereses de taurinos y aficionados. Esta línea roja es la frontera en donde la lógica pasa a depender de los intereses que defiende cada bando, porque, siguiendo el razonamiento de ese refrán que dice “nadie tira piedras sobre su propio tejado”, debemos de pensar que si los taurinos actúan de esta forma es porque desde la lógica de sus intereses es la forma correcta de actuar.
Desearía que los taurinos fuesen claros, que dejen de “marear la perdiz” y "vayan al grano", que hablen sin tapujos de sus propósitos, de sus planes y proyectos, de su concepto de fiesta y del toro que pretenden. Agradecería que así lo hiciesen porque, de esa forma, quizás pudiera entender la lógica de sus actos y no se produciría en mí la desazón que me invade ante la simple formulación de estas “Preguntas Tontas”.
Preguntas como por ejemplo:
-
¿Cómo es posible que en esta época en que los taurinos se quejan constantemente de la debilidad de la mayoría de los toros que saltan al ruedo, cuando sale alguno que tiene una pizca de fuerza los picadores lo machaquen inmisericordemente en un primer puyazo interminable, del que el toro sale hecho puré, y de esa forma, por la acción directa del picador, lo igualen en falta de fuerza con la mayoría de toros que se lidian actualmente en cualquier coso?
¿No nos decían que la falta de fuerzas era el mayor problema?
¿Acaso no es una contradicción predicar una cosa y hacer justamente la contraria?
-
¿Cómo puede ser, en estos tiempo de globalización y comunicaciones vertiginosas, que siga con la conexión ADSL estropeada después de más de 15 días y me encuentre en el mismo punto del problema que al principio: cansado de llamar, seleccionar opciones, dar mis datos en cada paso, escuchar horribles melodías a gran volumen en los momentos de espera, atender explicaciones sin fruto, reconfigurar lo reconfigurado, tomar nuevos números de expedientes… y el consiguiente “llame usted mañana para ver la evolución de la incidencia”…?
¿No es desesperante?
¿Me están "toreando" de la misma forma que los taurinos nos "torean" a los aficionados?
¿Qué puedo hacer sino volver mañana al cibercafé para poder publicar esta entrada?
-
De esta forma queda inaugurada esta sección. Si alguno de los lectores tiene respuestas a estos interrogantes no dude en comentarla en el apartado correspondiente, su comentario podrá servir de bálsamo para la desazón y, seguramente, para la de otros lectores que se hagan las mismas o parecidas “Preguntas Tontas”.

lunes, 16 de julio de 2007

La despedida de "Lagartijo"

Aquel 7 de mayo de 1893 fue un día glorioso, grande, uno de los más importantes y sonados de mí ya dilatada existencia. Ese día hizo su último paseíllo en la Plaza de “La Misericordia” el gran Rafael Molina “Lagartijo”, que se despedía de la afición zaragozana. En mis tendidos y palcos, además de la afición y las personalidades locales, se daban cita “lagartijistas” de todo el país que deseaban acompañar a su ídolo en la gira de despedida que se iniciaba en Zaragoza este 7 de mayo, y que luego continuaba por Bilbao, Barcelona y Valencia, hasta finalizar el 1 de junio en Madrid. Entre los visitantes no podía faltar un hijo predilecto de la ciudad, por esta época afincado en la capital, don Mariano de Cavia y Lac, escritor, periodista, cronista taurino, y tan partidario de Rafael que F. Blue lo llamaba el “príncipe de la crítica lagartijista”.
Junto a “Sobaquillo”, que era el seudónimo que don Mariano utilizaba para firmar sus crónicas taurinas, no podía faltar su tocayo y también paisano don Mariano Cerezo, gran aficionado y mejor pintor, asiduo y buen conocedor de mis dependencias. Este, además de su presencia, nos dejó para la posteridad un cuadro en donde refleja la efemérides, y muestra, con maestría y precisión, el aspecto interior que tenía en aquellos años esplendorosos del toreo, en los que, no en vano, era una de las plazas más importantes, respetadas y serias de España.

¡Miren, miren!… ¡Miren qué bonita me pintó don Mariano!

¡Qué guapa y engalanada estaba para semejante acontecimiento!

Aunque también debo confesar que fue un día tenso y no exento de polémicas. “Frascuelo” ya se había retirado de los toros, dignamente, hacía tres años; y “Lagartijo”, ya en franca decadencia, siguiendo los consejos de su apoderado había decidido realizar una serie de cinco corridas de despedida, se comentaba entre la afición que con el sólo objetivo de recaudar unos buenos beneficios. Entre los aficionados había resquemor y cierto malestar. El excesivo encarecimiento del precio de los billetes retrajo a muchos y, además, transcendió que el organizador de la corrida, que era el propio apoderado de "Lagartijo" convertido en empresa, estaba de acuerdo con la reventa, con lo cual aumento el revuelo, y también se llegó a conocer que por esta corrida cobraba 30.000 pesetas, un dineral en aquella épocas y un dato que aclaraba muchos supuestos. Por esto, y por toda la polémica que se había suscitado sobre la oportunidad de estas despedidas, los que acudieron a la plaza ya venían predispuestos en su contra.
Ante semejantes circunstancias, con un ambiente enrarecido, y expectación a raudales, comenzó la corrida. Se lidiaron seis toros de Espoz y Mina. El “Califa” cordobés estuvo regular con el primero que saltó al ruedo; mal con el segundo; en el tercero ni fu ni fa; con el cuarto las cosas fueron a mejor y estuvo bien; en el quinto superior, cinco pases de muleta y una gran estocada al volapié terminaron con la vida de su enemigo en no más de dos minutos; con el sexto, y último que estoqueó en mis dominios, volvió a la mediocridad de toda la tarde y fue despedido con indiferencia.
De esta forma, con más pena que gloria, se despedía Rafael Molina “Lagartijo” de Zaragoza, aunque aquí, por lo que pude enterarme con posterioridad, aún tuvimos la suerte de ver algún detalle de su grandeza pasada, porque, salvo en Barcelona que estuvo digno, el resultado fue desastroso en el resto de las plazas que visitó en esa gira de despedida. Tanto en Bilbao, como en Madrid, tuvo que salir protegido por las fuerzas de seguridad. Tal debió de ser la cosa en esa última corrida del ciclo en Madrid, y última de su vida torera, que a nuestro paisano “Sobaquillo” -el que lo bautizó en su día como “el Califa”, el primero y más ferviente de los “lagartijistas” y, además, amigo personal del matador- se atribuye que le soltó a su admirado Rafael al término de la corrida: “Si quieres borrar el tremendo efecto de lo que acabas de hacer, no tienes más remedio que torear en Madrid una corrida a beneficio de los pobres”. Cuentan que "Lagartijo" le volvió la espalda desairadamente, y añaden que desde entonces quedaron rotas las relaciones entre ambos. Son rumores, comentarios que han llegado a mis oídos, no puedo afirmar ni asegurar nada, pero conociendo, después de tantos años, el carácter y la franqueza de los aragoneses, y en concreto al personaje que nos ocupa, que tantas y tantas veces fue espectador desde mis gradas, no es de extrañar que así ocurriera.

Ha pesar del sabor agridulce de la corrida, tengo que decir que aquel 7 de mayo de 1893 fue un gran día, y que tal acontecimiento ha pasado a los anales de la Tauromaquia y de la Pintura. Además, esta actuación no puede emborronar el brillante historial que Rafael Molina “Lagartijo” dejó escrito en este ruedo a lo largo de su dilatada trayectoria.

viernes, 13 de julio de 2007

Los encierros por televisión

- Hola don Pepe.
- Hola don José.
- ¿Cómo lo llevamos? Le veo ha usted algo cansado.
- Los madrugones don José… los madrugones.
- ¿Se levanta muy temprano, o qué?
- Pues claro, para ver los encierros, y como no estoy acostumbrado… pues luego voy arrastrando el sueño todo el día.
- Pues grábeselos usted, como yo hago, y luego los ve mientras desayuna tranquilamente.
- ¡Ni hablar! Los encierros hay que verlos a su hora. Si hay que madrugar se madruga.
- ¡Usted mismo, don Pepe! No se hable más… pero luego no se queje.
- Si no me quejo don José, ha sido usted el que se ha interesado por mi aspecto, y si usted me pregunta yo le contesto.
- ¡Vale, vale, don Pepe! No se moleste usted… Hablando de otra cosa. ¿Supongo que le gustará el nuevo enfoque del encierro que hacen los de la cadena CUATRO?
- ¡Que nuevo enfoque ni que ocho cuartos! El encierro es el mismo de siempre…
- Pero no me negará usted que con los adelantos técnicos con los que cuentan no consiguen integrarnos un poco más en la carrera, meternos entre los que forman parte de ella, acercarnos a las sensaciones de los corredores que se denotan en los primeros planos de sus caras, introducirnos…
- Todo eso puede estar muy bien, pero de los adelantos técnicos no se puede abusar, lo más importante es no perder al toro de la imagen, y sobre todo, no despistar al telespectador con comentarios a destiempo. Eso en TVE lo hacen muy bien.
- ¿Pero usted ha visto alguna vez las retransmisiones de la otra cadena?
- Por supuesto don José, para eso he usado yo el video, y sé de lo que hablo. No les queda mal porque el espectáculo del encierro tiene fuerza por si mismo, pero lo que no pueden pretender es tratar de vendernos como nuevo y diferente algo que conocemos perfectamente los asiduos, los ingredientes son los mismos, y lo importante es el tratamiento que se les dé a esos ingredientes. Hay dos cuestiones importantes, dónde colocar las cámaras para cubrir el recorrido de los toros completamente, y los comentarios que se hagan sobre el desarrollo del mismo.
- ¿Y a usted le parece qué lo hacen mal?
- No, lo que pasa es que me gusta más como lo hacen los otros. Y además creo que con la masificación excesiva y el peligro que ello conlleva, introducir más cámaras y reporteros a lo largo del recorrido no puede hacer sino incrementar la conflictividad. ¡Ah!... y otra cosa muy importante… me parece un gran acierto el silencio de los comentaristas durante el desarrollo del encierro, sonido ambiente y que cada uno vea por si mismo lo que sus ojos le permitan ver. Una vez acabado el encierro, apoyándose en las repeticiones y en los adelantos técnicos que usted quiera, es el momento de ayudar al telespectador a ver lo que por la rapidez con que se desarrollan los acontecimientos no ha sido capaz de captar en directo.
- Pues los jóvenes reporteros de CUATRO están…
- … ¡algunos donde no deben estar! Restando protagonismo a los auténticos protagonistas… encenderían el cohete si les dejaran… incluso el cohete mismo serían si pudieran…
- No sea usted cruel, don Pepe, cumplen órdenes…
- Pues a quien corresponda le quiero decir que los protagonistas de los encierros, desde tiempos inmemoriales, son toros y mozos, seis toros con trapío y miles mozos anónimos que deben de conducirlos a los corrales para su lidia. Para que todo funcione correctamente otra mucha gente desempeña funciones puntuales de gran importancia y deben poder realizar su trabajo con la concentración necesaria, y los “jóvenes reporteros”, como usted los llama, van metiendo el micro y las cámaras hasta en la sopa…
- ¡No se pase don Pepe!… Debe ser por el sueño, o por lo que sea, pero está usted hoy de lo más irritable.
- ¡Es la verdad don José!… a veces se pasan. Lo que nos tienen que dar es el encierro y no la tabarra con los medios con los que cuentan y las unidades móviles desplegadas…
- Pero no me dirá usted que los comentaristas no son de primera línea, gente contrastada, pesos pesados en el mundo de la información taurina, con conocimientos más que sobrados…
- No le niego yo que sean “pesos pesados” de la información taurina, como usted los llama, pero en TVE tienen al mejor, al original, al que más sabe de encierros… No en vano lleva desde el comienzo, un cuarto de siglo ya, al frente de las retransmisiones desde Pamplona. Ha sido corredor, conoce el recorrido al dedillo y es capaz de ver mucho más del doble de lo que cualquiera de los telespectadores vemos durante la carrera. Es un libro abierto sobre el encierro y su historia, en sus páginas tienen cabida las ganaderías, los toros, los corredores, los sucedidos, las anécdotas y las mil vicisitudes que durante tantos años ha ido almacenando en su memoria. A lo largo de su trayectoria como locutor ha mostrado un respeto absoluto por los encierros y sus auténticos protagonistas, tanto que durante muchos años no conocíamos ni su imagen, sólo su voz, por cierto, un voz estupenda para la locución. Para la legión de seguidores de las retransmisiones televisivas de los encierros de Pamplona Javier Solano es un protagonista importante, un auténtico protagonista, y por lo tanto, mientras él siga desempeñando ese cometido no pienso cambiar de canal.

miércoles, 11 de julio de 2007

Nuevo debate sobre la torería

Con el nuevo advenimiento de José Tomás al mundo de los mortales se ha abierto entre la prensa taurina, los intelectuales y los aficionados un nuevo debate sobre la “torería” (según el diccionario: maestría, garbo y valor propios del torero). Pongámonos a temblar. Pongámonos a temblar porque cada vez que esto ocurre, el toro sale perdiendo. Examinemos algunos casos.
Ocurrió en los momentos de la competencia entre "Joselito" y Belmonte, lo que se ha dado en llamar la “edad de oro del toreo”, en donde los viejos aficionados y críticos observaron la “irrupción de los fenómenos”, como los denominó F. Blue, con recelo. Denunciaban que su aparición, y el debate generado sobre la “torería” de uno y otro, desembocaron en un empequeñecimiento del ganado, y de esa forma, adaptando el toro al toreo, se facilitó la implantación de una “nueva torería” que traían de la mano los nuevos “fenómenos”.
Ocurrió durante el reinado de “Manolete”, tras la guerra civil, con la cabaña brava diezmada por la contienda y un público necesitado de distracciones que le hicieran olvidar. Un nuevo “fenómeno”, y con él, otro debate sobre la “torería”. De nuevo los aficionados veteranos pusieron el grito en el cielo, nadie les hizo caso. Este nuevo debate nos aportó, y nos dejó para siempre, suertes que habían sido inventadas por el toreo bufo y que a partir de entonces pasaron a formar parte del repertorio de la “nueva torería” (nunca se hubieran imaginado "Charlot" y "Llapisera" que lo que ellos inventaron para hacer reír pasara a formar parte de las suertes tradicionales de la tauromaquia). El toro, como si hubiera sido lavado con agua caliente, volvió a encoger.
Ocurrió con la irrupción de “El Cordobés”, que fue una revolución, no sólo por la “torería revolucionaria” que aportaba el nuevo “fenómeno”, sino también, y sobre todo, por la implantación de un nuevo medio de comunicación, este sí revolucionario de verdad, la televisión, que empezó sus emisiones en esos años. Los viejos aficionados ya no ponían objeciones, simplemente se fueron de las plazas ofendidos por la “nueva torería” que les ofrecía este nuevo “fenómeno”, sus lugares fueron ocupados por miles de espectadores que acudían a ver al personaje, para nada les importaba el toro, pero daban la impresión de saber de toros más que las vacas. Este nuevo “fenómeno” nos dejó la “charlotada” como aportación a la “torería”, ya no la importación de alguna suerte levemente modificada como en la época anterior, no… directamente la “charlotada”. El toro, como se pueden imaginar, fue el que volvió a pagar el pato, pasó a ser insignificante.
Ocurrió con la llegada de José Miguel Arroyo “Joselito”. El toro, después del bache de los años sesenta, se había recuperado un poco, la Fiesta había recobrado pujanza, sobre todo durante las Ferias, y este nuevo “fenómeno” derramaba su “torería” por los ruedos. Andaba, se comportaba de otra forma, recuperaba viejas suertes ya olvidadas, rescataba del aburrimiento a algunos de los viejos aficionados que habían resistido durante los años duros, e ilusionaba a una hornada de jóvenes aficionados que habían llegado a los toros en la década de los ochenta y estaban cansados de los pega-pases del momento. Este nuevo debate sobre la “torería”, por supuesto, también dejó secuelas sobre el toro, esta vez de índole más sofisticada. De acuerdo con los avances de la ciencia veterinaria, se habrían nuevas posibilidades de manipulación, se optó por modificar el toro, sacarlo de tipo, engordarlo, drogarlo, arreglarle los pitones, convertirlo en un mastodonte sin capacidad de movimiento aquejado de lesiones, enfermedades e invalidez (y encima se tuvo la desfachatez, que todavía se sigue manteniendo, de acusar a los aficionados por exigir un toro grande… nosotros… que sólo tenemos derecho a pasar por taquilla). El toro, esta vez más que nunca, seguía perdiendo, porque utilizando los avances que la ciencia se buscaba conseguir otro toro, el toro aparente, que lo parezca pero que no ofrezca peligro.
Como decía al principio, con el advenimiento de José Tomás un nuevo debate sobre la “torería” ha quedado inaugurado. Entre sus partidarios poco se habla de los toros, pero enaltecen cada gesto, cada movimiento, cada mirada, cada pase, cada secuencia de su deambular por el ruedo y, como iluminados por una luz cegadora, son incapaces de ver los defectos, o peor todavía, pueden convertir los defectos de su idolatrado en la base de la “nueva torería”. (Curiosidad histórica: aquel pase que inventara "Llapisera" ha principios del siglo XX, para provocar la risa en su espectáculo de toreo bufo; que "Manolete" convirtió en característico de su repertorio, al que incluso se conoce por su nombre; lo ha convertido José Tomás, a principios del siglo XXI, en pase fundamental de su repertorio).
Me temo que en esta ocasión de los toros ni se hable, porque los toros están empezando a desempeñar un papel secundario en la fiesta, están perdiendo su protagonismo. Los toros son un complemento necesario para la fiesta, pero ya no se valora su comportamiento como antes, ahora se persigue otra cosa, se busca la docilidad; si “colaboran” y facilitan la ejecución de las suertes de la “nueva torería” son alabados (el “toro artista” lo llaman algunos), y en esa dirección animaran a seguir a los ganaderos que quieran vender sus productos; si crean dificultades, o desarrollan peligro, o se comportan de acuerdo con las características que la madre naturaleza les otorgo… no “sirven”, como se dice ahora, serán denigrados, enviados al paredón (el “toro terrorista” le han llegado a llamar algunos), y los ganaderos que los crían, condenados al ostracismo.
Ojalá piense equivocadamente. Ojalá el advenimiento de este nuevo “Mesías”, portavoz y adelantado de esta “nueva torería”, nos conduzca hasta la “tierra prometida” del toreo, con esa esperanza, por remota que sea, quiero terminar esta reflexión. Para ello voy a recurrir al final de la “Carta abierta a don José Gómez Ortega” que en 1912 le escribiera F. Blue a “Joselito”. (Donde pone “Joselito”, póngase José Tomás; donde pone “Gallos”, el nombre de su torero preferido; y a todo esto súmensele 95 años):
“¡Joven Joselito! ¡Fenómeno de los fenómenos! ¡Fenómeno por antonomasia! ¡Asombroso prodigio de la excelsa estirpe de los Gallos! ¡Favorécenos con una inspirada determinación de tu voluntad omnímoda, y conduce a la tauromaquia por el camino de la gloria imperecedera!
Amén.
Con esta oración devotamente rezada, me despido de usted en actitud expectante, y dirigiendo también mis preces al Altísimo para que me dé ocasión de gritarle a diario:
¡viva lo bueno y lo verdadero!
Pero ya lo sabe usted y no lo olvide: ¡¡¡MONAS, NO!!!”

domingo, 8 de julio de 2007

Huapango Torero

Este huapango fue compuesto por Tomás Méndez Sosa y grabado por Lola Beltrán en el año 1956. El guión de la letra es idéntico al que utilizaron Quintero, León y Quiroga para componer su maravilloso pasodoble “Romance de Valentía”, estrenado por Conchita Piquer en 1957. Podemos decir que el segundo se inspiró en el primero, lo mismo da, son dos obras cumbres de la canción de tema taurino, y ambas reflejan un época que ya no volverá.
Tomás Méndez, nacido el 25 de julio de 1927 en Fresnillo (Zacatecas), es uno de los más grandes compositores mexicanos de música popular. A los 24 años emigró de su pueblo, en donde se dedicaba a trabajos relacionados con la minería, convencido de que la composición era su vocación. Se instaló en Ciudad de México, centro musical del país en esos años de oro de la canción mexicana, y en 1954 alcanzó su primer gran éxito con la canción “Gorrioncillo pecho amarillo”. Se le llegó a conocer como el compositor ornitólogo, porque algunas de sus grandes canciones tenian a pájaros como protagonistas, “Cucurrucucu paloma”, “Golondrina presumida”, o “Paloma Negra”. Murió el 19 de Junio de 1995.
Lola Beltrán, cuyo nombre completo era Maria Lucila Beltrán Alcayata, también conocida como “Lola la Grande”, fue una de las más importantes voces femeninas de la canción ranchera, continuadora del estilo de Lucha Reyes. Nació en Rosario (Sinaloa), el 7 de marzo de 1932, cursó estudios de secretariado, lo que le sirvió, cuando se trasladó a Ciudad de México, para ser contratada en la emisora de radio XEW como secretaria. Esa situación, y sus grandes dotes para el canto y la interpretación, le facilitaron sus comienzos, en 1954 participó en su primera película, a partir de entonces intervino en bastantes más de tema musical, pero donde realmente destacó fue como cantante, por las condiciones privilegiadas de su voz, dejó más de 80 discos grabados y actuó por todo el mundo. Murió el 24 de marzo de 1996 en Ciudad de México en plena actividad artística.
Con el mundo de los toros tiene estrecha relación porque contrajo matrimonio con el torero y actor Alfredo Leal, tuvieron una hija, Maria Elena, y posteriormente adoptaron a un hijo, José Quintín.
Alfredo Leal nació en Ciudad de México el 18 de mayo de 1930. Carlos Arruza lo doctoró en la plaza de México el 16 de noviembre de 1952. Vino a España en 1953 y renunció a la alternativa, toreo como novillero en Madrid el 23 de agosto. Regresó a España en 1954, y el 18 de abril, en Sevilla, Cayetano Ordóñez le cedió el toro “Dadivoso”, de Prieto de la Cal. Una semana más tarde, el 25 de abril, es el mismo Cayetano quién le confirma la alternativa en Madrid cediéndole el toro “Encendedor”, de Montalvo. La confirmación en la capital de su país tuvo lugar el 24 de noviembre de 1956, fue apadrinado por Alfonso Ramírez “Calesero", con Luís Miguel “Dominguín” de testigo, ante toros de Jesús Cabrera.
El huapango, también conocido como son huasteco, es un género de música mexicana que se remonta al siglo XVII, surge del mestizaje de la música autóctona con la de influencia española, sobre todo andaluza, en la época de la colonización. De este “Huapango torero” existen muchas versiones, yo he escuchado una cuantas, no tengo duda, la mejor, la que más me gusta, la original que grabó Lola Beltrán acompañada por el Mariachi Vargas de Tecalitlán. De cantantes españoles conozco tres versiones; una de Raphael, histriónica, como es él; otra de Joselito, inapropiada para un niño por el tema y por la voz; y una más de Amaya, más correcta en la interpretación, pero con unos arreglos que me parecen inapropiados. Si no conocen este huapango y están interesados, yo les recomiendo que busquen la versión original, la de Lola Beltrán.


Huapango Torero
(Tomás Méndez Sosa)

¡Toro! ¡Toro! ¡Toro!

Mientras que las vaquillas, ¡so!... en el tentadero
única y nada más, nada más “pa” los toreros,
por fuera del redondel, por cierto de piedras hecho,
sentado llora un chiquillo, sentado llora en silencio.

Con su muletilla enjuga sus lágrimas de torero,
con su muletilla enjuga sus lágrimas de torero,

La noche cae en silencio,
la luna cuelga, cuelga allá lejos,
se empiezan a acomodar
las estrellas en el cielo
y rumbo hacia los corrales
se ve el chiquillo que va resuelto,
él quiere torear un toro
su vida pone por precio.

Silencio... los caporales están durmiendo.
Los toros... los toros en los corrales andan inquietos.
Un capote en la noche
a la luz... de la luna quiere torear...
Silencio...

De pronto la noche hermosa
ha visto algo y está llorando,
palomas, palomas blancas
vienen del cielo, vienen bajando;
mentira si son pañuelos,
pañuelos blancos llenos de llanto
que caen como blanca escarcha
sobre el chiquillo que agonizando.

Toro, toro asesino
ojalá te lleve el diablo,
toro, toro asesino
ojalá te lleve el diablo.

Silencio.... los caporales están llorando.



La versión de Raphael.

sábado, 7 de julio de 2007

07-07-07 San Fermín. Toros y Emoción

A San Fermín venimos,
por ser nuestro patrón,
nos guíe en el encierro,
dándonos su bendición.
¡Viva San Fermín!, ¡¡¡Viva!!!
¡Gora San Fermín!, ¡¡¡Gora!!!

Curiosa la numeración que tiene el día de hoy, 07-07-07, si utilizamos esta configuración de fecha. Siete por tres, veintiuno. Uno más dos, tres.
Un número muy taurino y San Fermín.
"Uno, dos y tres / tres banderilleros en el redondel", recitaba Gabriela Ortega.
Pero al margen de esta anécdota numérica, y de resaltar que me gusta el dibujo... porque impone, tengo que confesar que soy un asiduo de las retransmisiones por televisión de los encierros de Pamplona. Me emocionan. La muerte rondando por las calles.
He recorrido las calles del encierro en esos minutos anteriores a la suelta de los toros, he visto las caras de los corredores, las miradas perdidas en las profundidades del vacío, los gestos no controlados, los saltos liberadores de la tensión que se acumula en sus músculos, el silencio, el miedo, la muerte rondando por su mente… no tuve valor para quedarme… a la altura de la curva de Telefónica salí del recorrido, entre en un bar que se encontraba allí mismo y seguí el encierro por televisión… aún recuerdo el ruido y el retumbar del suelo del bar cuando la manada de toros y cabestro pasó a su altura.
En aquel viaje iba acompañado de una amiga, Elvira… ella sí que tuvo valor... ella sí que corrió el encierro… desde la curva en la que yo me había retirado… hasta el ruedo. Fue una de las pioneras, porque esta historia que estoy contando transcurrió en esa época, año más o menos, en que se permitió correr a las mujeres en los encierros. Cuando volvimos a vernos, después de la carrera, me confesó que una fuerza dentro de sí la empujó a correr, que había sentido una emoción indescriptible, única, maravillosa… y una liberación. Nunca lo podré saber, pero por los ingredientes con los que se condimenta este juego, no me extraña.
De esos ingredientes, hay dos que me hacen asiduo de las retransmisiones de los encierros; por un lado, la presencia del toro con trapío (con tan sólo ver los toros de Pamplona se explica tan controvertido término); y por otro, la emoción que me atenaza durante el tiempo que dura el recorrido, pues no en vano, seis toros con toda la barba andan suelto por las calles de Pamplona.
Toros y Emoción.
Tras el paréntesis del encierro, cuando en los corrales enchiqueran a la muerte, en la calle, la fiesta continúa:
1 de enero, 2 de febrero, 3 de marzo, 4 de abril,
5 de mayo, 6 de junio, 7 de julio San Fermín.
¡Viva San Fermín!, ¡¡¡Viva!!!
¡Gora San Fermín!, ¡¡¡Gora!!!

viernes, 6 de julio de 2007

¿Qué hacer con el Manifiesto?

Los principios que defiende el "Manifiesto de Aficionados por una Fiesta Íntegra, Auténtica y Justa" son irrenunciables para cualquier aficionado a la Fiesta de los Toros, pero el Manifiesto es tan sólo un papel, y si una vez leído, por más justo que nos parezca lo que dice, lo dejamos olvidado en el baúl de los recuerdos, de nada sirve, es papel mojado.
Ahora bien, si las ideas que defiende nos mueven a aportar nuestro granito de arena, si nos ayudan a poner los pies en el suelo y ver la cruda realidad que nos rodea, o nos induce a plantearnos entre los aficionados de nuestra plaza qué problemas tenemos y cómo podemos solucionarlos, entonces el Manifiesto se convierte en un arma.
¿Qué hacer con el Manifiesto? Cada uno lo que crea conveniente, porque sólo cada uno sabe hasta donde llega su compromiso con la Fiesta, pero si están interesados, si tienen alguna opinión que exponer, alguna noticia o iniciativa que comunicar, o alguna experiencia que contar, lo pueden hacer en el Blog del Manifiesto, allí es donde se encuentra alojada esta entrada que bajo el titular "¿Qué hacer con el Manifiesto?" nos platea algunas propuestas al respecto.

miércoles, 4 de julio de 2007

"La Misericordia"

“La Misericordia” es mi nombre. “Plaza de Toros de La Misericordia de Zaragoza” es demasiado largo, me gusta más “La Misericordia” a secas. Aún existe otro nombre por el que también se me identifica, “Coso de Pignatelli”, en honor del impulsor de mi construcción. Prefiero “La Misericordia”… es un nombre con mensaje, encarna la virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los trabajos y miserias de los ajenos.
Soy de las plazas de toros más viejas de España, después de La Maestranza de Sevilla, la segunda más antigua de las de capitales de provincia, incluso soy más vieja que la mítica plaza de Ronda. Mi construcción se remonta a 1764, por lo tanto, a fecha de 8 de octubre, que fue el día de mi inauguración, cumpliré 243 años. Durante todo este tiempo muchas historias dignas de mención han sucedido en mis dependencias, algunas de ellas las iremos rememorando a partir de ahora, no seguiré ningún orden, irán surgiendo a salto de mata, conforme la ocasión las traiga a mi memoria.
En esta primera remembranza me centraré en establecer mis orígenes y características, y, como no podía ser de otra manera, recordare el día en el que comenzó esta andadura que ha llegado hasta el momento presente, y que debe de seguir manteniéndose viva en el futuro.
Los solares que se eligieron para mi construcción respondían al nombre de “Campos y Eras del Toro”, se habían barajado otros emplazamientos, junto al Mercado Central, o la plaza de los Campos Elíseos, en el cruce con el paseo Sagasta, he incluso existió un avanzado proyecto de erigir una plaza de toros en las proximidades del actual Teatro Principal, precisamente junto al lugar en donde hace más de 2000 años había un teatro romano. Al final, entre unas cosas y otras, fui emplazada en este sitio, que como su propio nombre indica, debía de tener una relación muy directa con el toro y las fiestas que con él se realizaban.
Como ya he dicho, fue don Ramón de Pignatelli, que era regidor del “Hospital y Casa de Misericordia” en aquel tiempo, quién impulso la idea de mi creación con motivos benéficos, pensando que los beneficios de mi explotación servirían para ayudar al sostenimiento de la obra tan noble que dirigía.
Forma parte de la historia la rapidez con que fui construida, en tan sólo 70 días, dicen los más exagerados, lo cierto es que en Abril se firmaron las escrituras del solar y en octubre, para las fiestas del Pilar, estaba lista para ofrecer festejos. Dicen que el arquitecto del proyecto, don Julián de Yarza y Zeballos, se inspiró en la plaza de toros de Aranjuez para construirme. También dicen que costé 640.000 reales de vellón y que se tardaron 20 años en amortizalos.
Mis características al término de la obra las podemos concretar de la siguiente forma:
Medidas: diámetro exterior, 85 metros; diámetro del ruedo, 61 metros.
Capacidad: 8000 espectadores repartidos en once filas de tendido, gradas con balconcillo y 104 palcos de andanada.
Infraestructuras: corrales, chiqueros y patio de caballos.
Materiales: cantería, mampostería, ladrillo y madera.
Como queda dicho, y como estaba acordado, la plaza estaba lista para su inauguración durante las fiestas Pilar de ese año 1764. Para las funciones que se anunciaban los días 8 y 13 de octubre, se contrató al mejor diestro que se podía anunciar en ese momento, Martincho, natural de Ejea de los Caballeros, tierra de toros, importante enclave de la provincia Zaragoza y capital de la comarca de “Las Cinco Villas”. Es de suponer que para este fasto los toros también serian de relumbrón, y seguramente también vendrían de tierras ejeanas, pues no balde, en aquella época, los toros que allí se criaban tenían fama de ser los más caros por ser los que mejor resultado daban en el ruedo.
Fue un día grande, don Ramón, las autoridades de la ciudad, los tendidos repletos… es posible que ese día también estuviera entre el público un joven aficionado y aspirante a pintor, que emigró a la corte de Madrid, llegó a ser el pintor de la familia real, y alcanzó fama universal tanto por su pintura, como por la crónica de su tiempo que nos dejó en cuadros y dibujos. Su nombre era Francisco de Goya y Lucientes, y digo que es posible que estuviera porque, en la fecha de mi inauguración el pintor debía de contar con 18 años de edad, y teniendo en cuenta su temprana afición a los toros, no creo que pudiera faltar a semejante acontecimiento si es que se encontraba en Zaragoza. Pero de esta época de su vida pocos datos se tienen, sí se sabe que entre 1763 y 1766 andaba entre Madrid y Zaragoza tratando de conseguir, sin éxito, una beca para la Real Academia de Bellas Artes de Madrid, este dato es el que me permite dudar sobre su presencia o no entre el público que llenaba los tendidos ese día.
Cuando en 1816 apareció una colección de grabados bajo el título de “Tauromaquia”, y entre ellos aparecían dos láminas de Martincho realizando sendas temeridades en la plaza de toros de Zaragoza, el sueño volvió a renacer en mí… podía haber sido cierto…quizás esos dibujos fueran el recuerdo de lo visto por “don Paco el de los toros", como se le conocía en los ambientes taurinos por su afición, aquel primer día de mi existencia.
Antes de concluir esta primera entrega, quisiera agradecer a todos los cronistas que han ido dejando noticias de lo acaecido en mi ruedo a lo largo de tantos años, y en especial, a don Benjamín Bentura Remacha, gran acaparador de datos sobre mi existencia, y fuente inagotable que mantiene viva mi memoria.
Una vez… hace años… en uno de los múltiples espectáculos musicales y de variedades que han tenido lugar dentro de mi recinto, un cantante, de nombre Bambino, llegó a lo más profundo de mis cimientos con una copla que decía: “el tiempo no pasa que pasan los hombres” reflexioné… desde hace casi un cuarto de milenio, muchos toros, muchos toreros, muchos aficionados han pasado por mis dependencias... y yo sigo aquí plantada... quizá sea cierto eso de que "el tiempo no existe... el tiempo no pasa que pasan los hombres", como dice la copla.

martes, 3 de julio de 2007

Más de José Tomás

Sin Peto (máxima autoridad del PI hasta la llegada de la verdadera), reflexiona sobre el tema de moda, José Tomás, y lo hace desde un enfoque totalmente distinto a los conocidos hasta el momento. No adelanto nada más, alojados en la Web de la A. C. "La Cabaña Brava", pasen y lean las entradas tituladas: "¡Maldita sea la mano que mata a un perro!", sobre el visionado de unas imágenes del día de la reaparición; y "Los Intelectuales", sobre lo escrito en el día de ayer, en el diario "El Pais", por Fernando Bergamín Arniches.

lunes, 2 de julio de 2007

El "negocio" José Tomás

Conforme se van sucediendo las actuaciones de José Tomás desde su reaparición, es curioso comprobar el alineamiento en dos bandos claramente diferenciados de los profesionales de la prensa taurina.
Mientras que a unos les parece todo maravilloso y, olvidándose de enganchones y toros, le regalan los más pomposos adjetivos para adornar sus crónicas; a otros les sugiere los calificativos más bajos y resaltan en sus crónicas todos los defectos y, paradojas de la vida, en esta ocasión no se olvidan de criticar lo que otras veces si se olvidan, como es la insignificancia de los toros preparados para estos festejos o similares.
Lo curioso de este alineamiento es que no hay término medio: es bueno o malo, gloria o infierno, Mesías o Barrabás… ¿Por qué esa radicalidad en las posturas de cada bando? ¿Están basadas en distintas formas de entender el “toreo moderno” o responden a “otros intereses”?
No creo que se trate de diferencias sobre la concepción del toreo que ahora se practica, porque, como queda demostrado a lo largo de su trayectoria profesional, son capaces de defender una cosa y la contraria con la mayor soltura y sin despeinarse, para eso son profesionales de la prensa taurina y, no podemos olvidarnos de ello, son parte del negocio. Es más fácil pensar que esta radicalización de las posturas responde a “otros intereses” que tienen más que ver con cuestiones económicas que taurinas.
La forma en que se ha montado lavuelta de José Tomás está más cercana a la de una producción musical que a la de un torero. Una parte considerable del éxito de este negocio reside en desarrollar una campaña de promoción que haga llegar la noticia a amplios sectores de la población que, sin ser aficionados a los toros, pululan por los alrededores de la Fiesta. De acuerdo con las leyes y necesidades de mercado actuales, más que un torero, lo que se pretende vender es un héroe, pero un héroe necesita una leyenda, y esa leyenda la deben contar, fotografiar, pintar, dibujar, cantar, poetizar… las gentes del mundo de la cultura.
En eso están desde hace años, desde que creyeron intuir las cualidades que posee José Tomás para encarnar el personaje mediático que necesitan, y en eso van a seguir empeñados, empujando para tratar de situarlo como un nuevo icono cultural que traspase los limites del mundo de los toros, y que pueda reportar mayores beneficios, porque, en el fondo, todo esto no deja de ser un negocio, y los que han invertido en este negocio no estarán dispuestos a perder su posición de privilegio ahora que están desarrollando su plan.
Por lo tanto, no es de extrañar la radicalización de las posturas entre los dos bandos, que casualmente, y salvo contadas excepciones, se corresponden con los grupos mediáticos más poderosos y enfrentados del país. Yo no sé como se concretan ni contabilizan las prebendas y ganancias en este negocio, me lo puedo imaginar, pero por la violencia del enfrentamiento, puedo intuir que deben de ser suculentas.

domingo, 1 de julio de 2007

Toreros con trajes de luces

Quizás fue la primera vez que vi toreros vestidos con trajes de luces. Volvíamos en el autobús de la comida de "La Dehesa", seguramente ya camino del pueblo, cuando de repente se formó un revuelo dentro del vehículo, “¡los toreros, los toreros!”, gritaban unas voces alteradas por la emoción, “¡mira, mira, son los toreros!”, todos nos agolpamos en las ventanillas, eran los toreros que se dirigían, a pie, hacia la entrada de la plaza rodeados por un gentío impresionante. El autobús se hallaba parado, retenido por tan brillante paseíllo, bajamos a tierra, mi padre me cargo en sus hombros y nos acercamos lo más que pudimos hacia los toreros que desfilaban parsimoniosos hacia la puerta que los conducía al ruedo, no se si llegué a tocar a alguno, pero si puedo asegurar que estuve cerca, muy cerca de ellos. Entre los nombres que me suena haber oído ese día a las puertas de la plaza puede que estuviera el de “El Viti”, también el de Jaime Ostos, es posible… Se deshizo el atasco y el gentío, volvimos a subir al autobús y continuamos el viaje de regreso.
En la época de ese viaje, tendría cuatro o cinco años, de toros y toreros seguro que había oído hablar, porque en casa, entre mi padre y mi abuelo era una conversación cotidiana, y comentaban las noticias que daban por la radio o que traía la prensa, y fotografías seguro que también habría ojeado, mi abuelo era suscriptor del Dígamey cada semana se lo mandaban por correo, pero lo que nunca había visto hasta ese momento eran toreros vestidos con trajes de luces de verdad, y tan cerca. Esa imagen, aunque borrosa por mi corta edad, siempre la he mantenido en mi memoria, más que como una imagen, como la sensación de haber visto algo extraordinario para mí en esos momentos.
Tal día como hoy, pero de hace muchos… muchos años… es el día que estoy recordando.
Domingo de Calderas, día grande de las fiestas sorianas. Habíamos viajado a Soria para celebrar esa festividad y participar en la comida colectiva que se organiza en "La Dehesa". Según me cuenta mi hermana Milagros, unos años mayor que yo, íbamos bien surtidos de provisiones y alegría, también recuerda que al final de la comida congeniamos con nuestros vecinos de la mesa de al lado y acabamos montando una fiesta que llamaba la atención. De nuestra parte, y por lo que a mi familia toca, contábamos con mi abuelo Bernardino, un juerguista de pro y animador nato de cualquier jolgorio o ronda que se le pusiera por delante, y con mi padre Justo, que tenia una garganta privilegiada y cantaba jotas y tangos estupendamente y con mucho estilo, entre los dos formaban una pareja explosiva, amén de los compañeros de excursión que, como recuerda mi hermana, no se quedaban atrás.
En ese escenario se encuadra otra de las imágenes que se quedaron grabadas en mi mente, esta nítidamente, para siempre, “La Dehesa”, un campo enorme, verde y lleno de mesas blancas, con multitud de personas en son festivo pululando un lado para otro. Cierro los ojos ahora mismo y, como si fuera una instantánea, vuelvo a ver "La Deseha". No recuerdo nada más, lo contado sobre la comida y posterior confraternización con nuestros vecinos forma parte de los recuerdos de mi hermana Milagritos.
Ese día debíamos de haber madrugado mucho, desde Brea de Aragón, que es el pueblo donde nací y en el que vivía entonces, había un buen trecho hasta Soria, y más con las carreteras por las que había que transitar, el estado en el que estaban en aquellos años y el parque móvil de que disponíamos. Por aquel entonces había en el pueblo un autobús de viajeros, al que popularmente apodábamos “El Canario” porque el color predominante era el amarillo, y en base a ese vehículo se organizaban todas las excursiones, cada viaje era una fiesta.
Mi madre Virginia, según me cuenta mi hermana, se ponía muy contenta con estas excursiones, y por lo visto, éramos de la partida en todas las que podíamos, yo me acuerdo de otras, pero no es cosa de contarlos aquí. Este viaje ocupa este espacio porque toca tangencialmente con mi afición a los toros, y no podía dejar de mencionar la estancia, aunque a una edad tan temprana, en un enclave sagrado de la tauromaquia, donde el toro y hombre han tenido relación desde épocas prehistóricas, y tampoco podía dejarme en el tintero la primera vez que recuerdo haber visto toreros vestidos con trajes de luces de verdad.
Antes de acabar, y como anécdota añadida, una tercera imagen que me quedó grabada ese día y todavía conservo nítidamente en la memoria. En aquellas fechas, por cuestiones orográficas, no llegaba la señal de televisión a mi pueblo ni a ninguno de los de alrededor, pero mira por donde, camino de Soria debíamos de pasar por Tabuenca, un pueblo que estaba situado en alto, tenia recepción de la señal y un televisor en el Casino. Allí habían ido, de propio, gentes de muchos pueblos, incluido el nuestro, a ver el nuevo invento. Era parada obligada. Fue la primera vez que vi la televisión, recuerdo la imagen de color azulado, y rayas... muchas rayas.
Tal día como hoy, pero hace muchos… muchos años… debió de ser un gran día para mí.

P.D.: La foto no se corresponde con esta historia, puede que sea de un año antes o del siguiente, pero "El Canario" si que es el auténtico.