Conforme se van sucediendo las actuaciones de José Tomás desde su reaparición, es curioso comprobar el alineamiento en dos bandos claramente diferenciados de los profesionales de la prensa taurina.
Mientras que a unos les parece todo maravilloso y, olvidándose de enganchones y toros, le regalan los más pomposos adjetivos para adornar sus crónicas; a otros les sugiere los calificativos más bajos y resaltan en sus crónicas todos los defectos y, paradojas de la vida, en esta ocasión no se olvidan de criticar lo que otras veces si se olvidan, como es la insignificancia de los toros preparados para estos festejos o similares.
Lo curioso de este alineamiento es que no hay término medio: es bueno o malo, gloria o infierno, Mesías o Barrabás… ¿Por qué esa radicalidad en las posturas de cada bando? ¿Están basadas en distintas formas de entender el “toreo moderno” o responden a “otros intereses”?
No creo que se trate de diferencias sobre la concepción del toreo que ahora se practica, porque, como queda demostrado a lo largo de su trayectoria profesional, son capaces de defender una cosa y la contraria con la mayor soltura y sin despeinarse, para eso son profesionales de la prensa taurina y, no podemos olvidarnos de ello, son parte del negocio. Es más fácil pensar que esta radicalización de las posturas responde a “otros intereses” que tienen más que ver con cuestiones económicas que taurinas.
La forma en que se ha montado lavuelta de José Tomás está más cercana a la de una producción musical que a la de un torero. Una parte considerable del éxito de este negocio reside en desarrollar una campaña de promoción que haga llegar la noticia a amplios sectores de la población que, sin ser aficionados a los toros, pululan por los alrededores de la Fiesta. De acuerdo con las leyes y necesidades de mercado actuales, más que un torero, lo que se pretende vender es un héroe, pero un héroe necesita una leyenda, y esa leyenda la deben contar, fotografiar, pintar, dibujar, cantar, poetizar… las gentes del mundo de la cultura.
En eso están desde hace años, desde que creyeron intuir las cualidades que posee José Tomás para encarnar el personaje mediático que necesitan, y en eso van a seguir empeñados, empujando para tratar de situarlo como un nuevo icono cultural que traspase los limites del mundo de los toros, y que pueda reportar mayores beneficios, porque, en el fondo, todo esto no deja de ser un negocio, y los que han invertido en este negocio no estarán dispuestos a perder su posición de privilegio ahora que están desarrollando su plan.
Mientras que a unos les parece todo maravilloso y, olvidándose de enganchones y toros, le regalan los más pomposos adjetivos para adornar sus crónicas; a otros les sugiere los calificativos más bajos y resaltan en sus crónicas todos los defectos y, paradojas de la vida, en esta ocasión no se olvidan de criticar lo que otras veces si se olvidan, como es la insignificancia de los toros preparados para estos festejos o similares.
Lo curioso de este alineamiento es que no hay término medio: es bueno o malo, gloria o infierno, Mesías o Barrabás… ¿Por qué esa radicalidad en las posturas de cada bando? ¿Están basadas en distintas formas de entender el “toreo moderno” o responden a “otros intereses”?
No creo que se trate de diferencias sobre la concepción del toreo que ahora se practica, porque, como queda demostrado a lo largo de su trayectoria profesional, son capaces de defender una cosa y la contraria con la mayor soltura y sin despeinarse, para eso son profesionales de la prensa taurina y, no podemos olvidarnos de ello, son parte del negocio. Es más fácil pensar que esta radicalización de las posturas responde a “otros intereses” que tienen más que ver con cuestiones económicas que taurinas.
La forma en que se ha montado lavuelta de José Tomás está más cercana a la de una producción musical que a la de un torero. Una parte considerable del éxito de este negocio reside en desarrollar una campaña de promoción que haga llegar la noticia a amplios sectores de la población que, sin ser aficionados a los toros, pululan por los alrededores de la Fiesta. De acuerdo con las leyes y necesidades de mercado actuales, más que un torero, lo que se pretende vender es un héroe, pero un héroe necesita una leyenda, y esa leyenda la deben contar, fotografiar, pintar, dibujar, cantar, poetizar… las gentes del mundo de la cultura.
En eso están desde hace años, desde que creyeron intuir las cualidades que posee José Tomás para encarnar el personaje mediático que necesitan, y en eso van a seguir empeñados, empujando para tratar de situarlo como un nuevo icono cultural que traspase los limites del mundo de los toros, y que pueda reportar mayores beneficios, porque, en el fondo, todo esto no deja de ser un negocio, y los que han invertido en este negocio no estarán dispuestos a perder su posición de privilegio ahora que están desarrollando su plan.
Por lo tanto, no es de extrañar la radicalización de las posturas entre los dos bandos, que casualmente, y salvo contadas excepciones, se corresponden con los grupos mediáticos más poderosos y enfrentados del país. Yo no sé como se concretan ni contabilizan las prebendas y ganancias en este negocio, me lo puedo imaginar, pero por la violencia del enfrentamiento, puedo intuir que deben de ser suculentas.
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