“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

miércoles, 27 de octubre de 2010

HACE 10 AÑOS QUE CURRO ROMERO SE FUE DE LOS TOROS

Por estas fechas se cumplen 10 años de la retirada de Curro Romero. Lo hizo con sencillez, sin ruido, en silencio. Lo había comentado muchas veces con sus amigos: "Me iré un día y punto. No sé cuando". Ese día llegó y lo comunicó, una noche de domingo al poco darse por cerrada la temporada del 2000, mediante una llamada telefónica al programa taurino “Clarín”, de RNE. Fue una sorpresa que pilló desprevenidos tanto a los informadores como a los aficionados. No por esperada, dada su longeva edad, fue menor la sorpresa. Curro dijo que se iba… y se fue. Como forma de recordar esta década sin el “Faraón de Camas” en los ruedos, quiero rescatar una secuencia de su vida torera, la de su primera temporada como matador de alternativa en Madrid, las tres corridas que toreo en "Las Ventas" en el año1959.

Curro era un novillero que venía arropado con excelentes credenciales. Tanto Belmonte como Rafael "El Gallo" se habían visto sorprendidos y se habían pronunciado sobre el toreo de aquel chaval de Camas que toreaba diferente. Confirmaba su alternativa, que había tomado en Valencia, por Fallas, en la séptima de abono de la Feria de “San Isidro” y, para la ocasión, se confeccionó un atractivo cartel de toreros sevillano. Pepe Luís Vázquez y su hermano Manolo, como padrino y testigo respectivamente, harían de oficiantes de la ceremonia de confirmación de Curro Romero. El ganado también sería de garantías, los codiciados galaches de doña Eusebia, tan dulces eran que en el mundillo se los conocía como los guirlaches. La lluvia arruinó la tarde y en el tercer toro se suspendió la corrida. Había que esperar otra ocasión. Volvió Romero a “Las Ventas” el 11 de junio, en la corrida del “Montepío de Policía”. Según cuenta Álvaro Arias, “Don Justo”, el de Camas, fin forzar en el toreo de capa, dejó sabrosos detalles “con la muleta, pases largos, hondos, majestuosos, que extendieron por los graderíos un ¡uh…, uh…!, prolongado y profundo. Pero el toro iba a menos y todo quedó en eso” . Pero llegó el 20 de septiembre y las esperanzas en el nuevo torero sevillano se vieron confirmadas, Curro Romero, a la tercera, salía por primera vez por la puerta grande de “Las Ventas”. Fue una corrida que levantó gran expectación, pues se repetía el cartel del día de la confirmación, que hubo de ser suspendida. Pepe Luís y Manolo Vázquez, con gran predicamento en Madrid, y el novel Curro Romero, que ya había desparramado algunas gotas de su esencia en su anterior comparecencia venteña, se anunciaban de nuevo. La reventa hizo su agosto en septiembre. Los toros de Antonio Álvarez imposibilitaron cualquier lucimientos de los tres toreros sevillanos, pero salio el sobrero, “Regatero”, de los temidos “Aleas”, y Curro Romero lo bordó. Le cedo los trastos a don Antonio Díaz-Cañabate, que fue testigo, para que lo explique: "Los espectadores abrieron los ojos nada más ver los dos ayudados por alto iniciales de la faena de Curro Romero. Espatarrado, cimbreante el cuerpo, cargando la suerte con majeza y empaque. Y de aquí para adelante. Una faena de toreo puro. Una faena llena de hermosura, la sin igual hermosura del toreo clásico realizado y realzado con la arrogancia, la finura, y el temple de un muchacho con gran planta de torero. Naturales con la derecha. El solo adorno de dos molinetes. ¡Pero qué molinetes! Lentos, lentísimos, suaves rítmicos, armoniosos. Se despertó Curro Romero y tan luminoso fue su despertar que el crepúsculo vespertino parecía un amanecer. El amanecer del toreo puro, casi siempre nublado por las nubes de lo monótono, de lo vulgar. Mató de una estocada, le concedieron una oreja y salió a hombros".

Esta es la secuencia taurina de Curro Romero, en su primera temporada de alternativa, en la plaza de “Las Ventas” de Madrid. Han pasado más de cincuenta años y ya hace diez que don Francisco Romero López, “Curro Romero” en los carteles, se fue de los toros y nos dejó con una referencia menos de lo que es el toreo puro y eterno. Es mi modesta aportación para reconocer su paso por el toreo y lo lejana que se encuentra ya la fecha de su retirada. El vídeo que enlazo recoge imágenes de la segunda de las corridas, la del 11 de junio, la que pasó más desapercibida de las tres pero de la que existen algunas imágenes grabadas. Compartió cartel con Curro Girón y Luís Segura para lidiar toros de doña Agustina López Flores. Curro fue el más destacado de los tres y dio sendas vueltas al ruedo en sus dos toros. Es un breve reportaje de lo que hizo el “Faraón” esa tarde en la que dejó algunas gotas de su perfume torero en el coso venteño. Aunque quizás sería más interesante poder ver algo de su quehacer con el “aleas” en septiembre… da gusto ver a un Curro con 27 años, en los comienzos de su carrera, presentando sus credenciales en Madrid. Salud y larga vida, maestro.



lunes, 18 de octubre de 2010

POR UNA REGENERACIÓN MORAL DEL TOREO

Cada vez se escuchan más voces autorizadas que apuntan hacia dentro del sistema taurino como el mayor problema que tiene la Fiesta de los Toros en la actualidad. El último, el filósofo Fernando Savater que lo manifestó claramente y sin tapujos en la presentación de su último libro, “TAUROETICA”. Es una opinión que hasta hace muy poco tiempo solo mantenían los aficionados tachados por el sistema de “radicales” y “reventadores” por el simple hecho de decir la verdad. Ahora son muchos más los que sostienen esta opinión que apunta directamente hacia quienes controlan los hilos del negocio taurino, los “figuras” y el equipo que lo rodea, que son los máximos responsables del funcionamiento fraudulento que cada vez es más visible tanto para destacados personajes de la cultura y el pensamiento que, hasta ahora, con su silencio parecian apoyar el mantenimiento del sistema, como para el público ignorante que, ante la evidencia, empieza a sospechar del engaño del que está siendo víctima.

Ha llegado tan lejos la adulteración del espectáculo taurino, tal ha sido su deterioro, que se enfrenta a otras consecuencias con las que seguramente no contaban los “profesionales”, como es el descastamiento generalizado al que se han sometido las ganaderías que no querían quedarse sin una parte del pastel. Ahora los toros que matan los figuras son unos ejemplares enfermos y sin poder que facilitan el trabajo de los toreros al disminuir el riesgo, pero por contra, se quedan parados más pronto que tarde, lo que imposibilita una labor de lucimiento, con lo que el aburrimiento, el peor enemigo de la fiesta, se apodera del público que, en muchas ocasiones, no vuelve jamás a una plaza de toros.

La oferta del espectáculo taurino actual, después de ver los resultados, queda muy por debajo de lo que el público exige de un espectáculo de masas que no es, precisamente, barato. Si para ser el campeón en cualquier deporte de élite se requieren, además de las condiciones físicas precisas, el esfuerzo y la entrega para competir al más alto nivel, lo que conlleva largas horas de entrenamiento y muchos sacrificios. Los toreros actuales, cuando consiguen un triunfo, no dan esa sensación de competir al máximo nivel enfrentándose a un riesgo claro y definido, como es un toro con trapío y poder, sino de comodidad cuando se enfrentan a unos animales mínimos, despitorrados e incapaces de moverse. Ocurre lo contrario lo que tendría que ser, los pocos toros de verdad que se lidian en la actualidad no los ven los que mandan en el negocio ni en pintura. El toro bobo y casi domesticado que imponen los “figuras” no trasmite sensación de peligro o riesgo, ni a los aficionados, ni al público ocasional. Como en los deportes, el campeón -el héroe- debe de salir del enfrentamiento con los mejores: los toros más serios que existan en el campo. 

Es por ello urgente una regeneración moral del toreo, derribar los falsos iconos levantados a golpe de propaganda y talonarios y volver a los orígenes, al toro que inspire miedo a entendidos y profanos en los tendidos, y el torero que con su saber lidiador y su valor se enfrente a él, le gane la pelea y, si es posible y tiene el duende preciso, lo haga con arte. El torero debe recuperar su condición de héroe popular, no por los líos de faldas o campañas publicitarias, sino en la plaza y frente al toro de verdad.

Pero regenerar moralmente el toreo, si no imposible, puede ser un proceso largo y tortuoso que requiere la colaboración de todos. La sociedad ha cambiado y los gusto de la gente también han ido cambiando con el paso del tiempo, pero de lo que no ha renegado el género humano es de la emoción. En busca de la emoción se hacen miles de kilómetros para asistir a un gran campeonato. Lo mismo ocurre con los verdaderos aficionados a los que no les importan las distancias cuando se desplazan a presenciar una corrida de toros que pueda resultar interesante. La emoción no ha perdido vigencia y el gran caudal de la Fiesta de los Toros es, precisamente, ese, generar emoción. Para ello hay que volver a poner las cosas en su sitio y devolverle a la Fiesta su verdad. Que el ganadero críe los toros bravos y fuertes, y que los toreros se ganen la condición de “figuras” matando los mejores toros. Difícil tarea que requiere el sacrificio de la comodidad de los toreros, pero, posiblemente, sea la única solución para que la Fiesta de los Toros sobreviva.

Nota: Artículo aparecido en el número 32 del Fanzine Taurino que publica "La Cabaña Brava" y que ya se puede descargar, en formato PDF, desde su página web picando aquí.

viernes, 15 de octubre de 2010

LA CARA Y LA CRUZ

La cruz fue la corrida de Valdefresno. Después de varios días sin poder acudir a los toros, en mala hora lo hice el 13 de octubre. Tenía cierta esperanza en que algún toro pudiera embestir pues, a lo largo de la temporada, habían dejado detalles para la esperanza, recuerdo uno muy bravo en Valencia, por Fallas, o el juego interesante de algún toro en Madrid, por San Isidro. No es que espera mucho, es la verdad, pero algún detalle… Nada de nada. Mansedumbre a raudales y descastamiento generalizado más que preocupante. El único que ofreció posibilidades, el primero de la tarde, mostraba tal invalidez que imposibilitaba cualquier lucimiento. El cuarto, un novillote con cuatro años justitos, no debió nunca de salir al ruedo pues estaba lesionado de las manos. Todos tenían querencia a las tablas y cinco se rajaron descaradamente y se desentendieron de la pelea. En definitiva, aburrimiento, un desastre de corrida que puede ser la peor de todo el ciclo -y mira que ha habido corridas malas- y que debería hacer reflexionar muy seriamente a los propietarios de esta divisa. Hasta que no muestre claros signos de recuperación, no debería volver a “La Misericordia”.

La cara fue la corrida de Cuadri. Y con ella la ilusión, que prende en el aficionado con facilidad en cuanto un toro se muestra como tal, volvió al día siguiente con los toros de don Fernando Cuadri. Lo primero decir que no hubo espacio para el aburrimiento pues cada ejemplar tuvo su ecuación que resolver. Hubo dos corridas, las de los toros herrados con el “4”, cercanos a cumplir los seis años en apenas dos meses, y los del “5”, más en el tipo de la casa y que ofrecieron mejor juego. Pero vayamos por partes porque después de tantos días de sequía la ocasión lo merece.

De los del “5”, noble y encastado fue el primero, “Berreón” de nombre. Un toro importante desaprovechado por Rafaelillo. A las primeras de cambio se vio que el pitón izquierdo, por el que iba largo y humillado, era una mina y el murciano pareció no haberse enterado. Se empeñó en torearlo por el derecho y solo al final de la faena se echo la franela a la izquierda, cuando el toro ya empezaba a quedarse más parado. Se confirmó una vez más que este torero no da la talla cuando tiene un toro claro. El quinto, “Remendón”, pedía los papeles y López Chaves no los tenía. Después de un primer tercio en el que el toro campó por sus respetos, el salmantino perdió la batalla nada más comenzar la faena, pues no consiguió poderle y se vio desbordado totalmente por las encastadas embestidas del “cuadri” de ahí en adelante. Con la espada un desastre, un compañero de localidad que se entretuvo en contar los intentos con la tizona y el verduguillo contó 8 pinchazos y 8 descabellos… casi nada. Mucho toro para un torero que desde hace años parece que no está en esto. Una pena. El sexto, el más joven y más complicado de la corrida, fue mal picado, mal banderilleado y peor lidiado. Javier Castaño mostró sus carencias como lidiador pues el toro, con peligro y malas intenciones, se revolvía raudo por los dos pitones. Merecía una faena de aliño, doblándose por bajo, pudiéndole… y a matar.

De los del “4”, más fuera de tipo, el tercero que, siguiendo los vuelos de un capote que asomó por un burladero, remató en tablas y se dejó el pitón derecho en el intento, resultó flojo, noble y colaborador. Castaño se empeño en realizar su clásica faena de arrimón y péndulo cuando el toro pedía otra cosa. No me gustó. El segundo fue el más deslucido de la corrida y el cuarto acabó echándose al final de la faena. En resumidas cuentas, y en mi opinión, dos corridas en una que mantuvieron la atención de aficionados y espectadores, en lo bueno y en lo malo, durante toda la tarde, algo que no había ocurrido en los festejos que, hasta el momento, he podido presenciar en esta Feria del Pilar del 2010. Esperemos que las dos corridas que quedan sigan en esta línea de interés, la de Alcurrucén de hoy, que no la podré ver, y la de mañana, de Partido de Resina, que por los signos de recuperación mostrados esta temporada, la espero con expectación. Ojalá que así sea.

domingo, 10 de octubre de 2010

POR ESTE CAMINO VAMOS DIRECTOS AL DESPEÑADERO

Lo que hemos tenido que soportar en la plaza de Toros de Zaragoza ayer, con la corrida de Juan Manuel Criado, y hoy, con la de Montalvo, es una vergüenza que no admite defensa alguna. No nos ha cogido desprevenidos porque, observando la trayectoria de estas ganaderías, ha sido la constatación de un fracaso anunciado de antemano, pero no por eso deja de ser menos vergonzoso. De trece toros que han salido al ruedo, trece inválidos que se han arrastrado por el albero de “La Misericordia”. Y los toreros, en vez de matarlos para que no sufran más, que sería lo más humano que se podría hacer con semejantes muertos vivientes, poniendo posturitas, intentando lucimientos imposibles, alargando faenas sin conmiseración ni misericordia alguna, y aburriendo al personal sin compasión… Y los presidentes, el de ayer y el de hoy, que tienen la obligación de velar por la integridad del espectáculo y defender a los paganos consumidores, ante la manifiesta invalidez de todos los toros que han pisado el albero zaragozano hasta el momento, haciéndose el longuis, mirando para otro lado, consintiendo la estafa y contribuyendo para que esta fiesta se despeñe del todo… Y los empresarios, más atentos del balance económico que de ofrecer un espectáculo con un mínimo de dignidad que asegure su clientela de cara al futuro, abaratando costos y trayendo saldos infumables… Y los dueños de la plaza, en este caso la Diputación Provincial de Zaragoza, callando, consintiendo y llevándose calentito el dinero del canon de arrendamiento, que no es poco... Y luego dicen que esto se muere… ¿Cómo no se va morir si la están matando a traición, con nocturnidad y alevosía los que viven de ella y que, precisamente, son los primeros que la debieran defender?

viernes, 8 de octubre de 2010

LOS TOROS AL MINISTERIO DE CULTURA COMO UNA FORMA DE HUIR HACIA DELANTE

Cuando los toreros y los profesionales de distintas especies que habitan a su lado están volcados en una campaña para conseguir que la Fiesta de los Toros pase a depender del Ministerio de Cultura -nos podemos imaginar con que intenciones-, son cada vez más las voces de toreros retirados, periodistas e intelectuales que se identifican como aficionados, que consideran esa iniciativa como un error que podría resultar catastrófico.

Pero lo más llamativo de los razonamientos que sostienen es que plantean sin tapujos que la mayor amenaza para la Fiesta está dentro de sí misma, que no son los animalistas ni los movimientos abolicionistas su mayor peligro para su desaparición, ni los políticos que se manifiestan en su pro o en su contra con la vista puesta en la recolección de votos, sino los que, desde dentro, están convirtiéndola en una pantomima exenta del contenido que la ha mantenido viva desde hace siglos y que están consiguiendo que los aficionados y el público estén desertando de las plazas de toros. El último Luís Francisco Esplá, que recibirá este año la Medalla de las Bellas Artes que concede el Ministerio de Cultura -el argumento más sólido de los que plantean el trasvase de Ministerio- ha declarado: "Lo que queremos es llevar a un tullido a agonizar a un hospital. El toreo está en un estado catastrófico y necesita una depuración. Sería una insensatez llevar el toreo a Cultura." 

Ese es el auténtico problema y no pueden solucionarlo los que lo han creado porque forman parte del mismo. No se cual será la solución, si es que la tiene, pero está claro que ese no es el camino. Quizás sería más acertado, como ha ocurrido en otros momentos de crisis por los que ha pasado la Fiesta, dejar que fuera el propio toro -en su total integridad y con todo el poder que su naturaleza le da- el que pusiera las cosas en su sitio. Muchos, si no casi todos de los que están, saldrían por patas, pero… ¿Quién le pone el cascabel al gato?

martes, 5 de octubre de 2010

NUESTRO GOZO EN UN POZO

Durante los dos últimos fines de semana se ha celebrado en Zaragoza un pequeño certamen de novilladas sin picadores. El último del mes de septiembre dos festejos con carácter de semifinales, y el primero de octubre una final entre los novilleros más destacados de ambas. Sobre el papel, y teniendo en cuenta lo sucedido en el año anterior, una cita interesante pues el premio de volver a torear al domingo siguiente acicató a los participantes en los dos primeros festejos, en ambos se vieron detalles más que interesantes, y a los aficionados que, después de lo ocurrido los días 25 y 26 de septiembre, teníamos ganas de volver a ver a los triunfadores.

El primer fin de semana se lidiaron erales de ganaderías aragonesas, la del sábado 25, de los Hnos. Marcén, de procedencia Baltasar Ibán, en donde destacó un bravo novillo que permitió ver detalles de un valiente novillero colombiano, Luis Miguel Castrillón, que mereció su paso a la final. El domingo 26, una más que interesante novillada de “Los Maños”, de procedencia santacolomeña, vía Pablo Mayoral, en donde cuatro erales ofrecieron buen juego y posibilidades a los novilleros, destacando de entre todos un novillero vallisoletano, Ricardo Maldonado, que demostró cabeza y conocimiento para aplicar a sus dos oponentes, de características diferentes, dos lidias distintas, y mostrando un toreo de corte clásico, tan difícil de ver hoy en día en medio de la invasión de pegapases que nos inunda, y de otro aspirante, Juan Bellido “Chocolate”, al que podríamos encuadrar dentro del nuevo toreo que se esta implantando, despegado, citando con el pico, pasándoselo muy lejos, de abajo arriba y de dentro a fuera y cuya máxima fundamental, teorizada recientemente por los figuras del momento, de descargar la suerte para, dicen, alargar más la embestida del toro. En resumen, podemos decir que no nos aburrimos en ninguno de los dos festejos, sobre todo en el de “Los Maños” que, después de dos años lidiando buenas novilladas sin caballos en “La Misericordia”, se merecen que los podamos ver con caballos para valorar con más certeza su progresión.

Estos tres novilleros citados fueron los que se acartelaron en la final ante novillos de Mari Carmen Camacho. Imagino que los tres vendrían con ganas de dar un paso más en su carrera y demostrar que lo apuntado en su primera cita tenía continuación en la segunda. De la misma forma, los aficionados íbamos a la plaza con la ilusión prendida de ratificar lo visto. Yo, personalmente, por ver de nuevo a Ricardo Maldonado, un novillero en la línea del toreo que me gusta, el clásico, el de siempre, el de mantener los pies firmes en la arena, citar con la muleta planchada, pasarse a su oponente lo más cerca posible y llevarlo lo más atrás posible, hasta el culo, como decían los viejos revisteros.

Pues bien, nuestro gozo en un pozo. ¿Y por qué?, se preguntaran ustedes. Pues, como casi siempre, por culpa del ganado, principalmente por la invalidez de cinco de los seis que saltaron al ruedo, y por la mansedumbre y el descastamiento de todos. ¿Cómo puede ser que unos erales, casi utreros, se derrumben a las primeras de cambio? Se preguntaba acalorado un compañero de localidad. Pues así fue. Tan solo Castrillón, en el de la jota, pudo hacer algo, y a fe que lo logró al principio de la faena cuando consiguió dominar al eral que cerraba la tarde, el único que se mantenía en pie, y que en cuanto se vio podido se rajó y derivó en peligroso.

Al final, nada de nada. Las ilusiones de novilleros y aficionados por los suelos. Y yo me pregunto: ¿Tan difícil era buscar una eralada que ofreciera un mínimo juego? El año pasado así ocurrió, hasta uno de los erales de entonces fue premiado con la vuelta al ruedo y, en general, la novillada de José Vázquez mereció la aprobación de aficionados y espectadores y posibilitó el triunfo de los noveles que la torearon. ¿No podían haber traído una del mismo hierro que tan buen resultado ofreció? Hubiera sido lo justo, aunque, en el corrompido mundillo de los toros, la justicia hace mucho tiempo que anda desaparecida. En resumen, como reza el titulo, nuestro gozo en un pozo y la fiesta de mal en peor, seguramente por los intereses creados que se anteponen a la razón, la dedicación y la afición -aunque con ello se tiren piedras sobre su tejado- que se les debería exigir a todos los que se dedican a organizar funciones de toros.