“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

martes, 26 de mayo de 2009

IMPRESENTABLE

La novillada que lidió la ganadería de “Rehuelga” en Zaragoza el pasado domingo fue impresentable, al menos en tres ejemplares de los que saltaron al ruedo de “La Misericordia” (3º, 4º y 5º) que lucían unas defensas corneas, como se puede observar en las fotografías, impropias de una plaza de primera. De los otros tres, tampoco muy descarados de cuerna: el 2º fue un inválido total y fue sustituido tras derrumbarse al salir de la segunda entrada al caballo; el 1º demasiado bizco del cuerno izquierdo y muy escaso de todo; y el 6º que fue el único novillo que, en mi opinión, tuvo la presencia exigida para una plaza como la de Zaragoza. Todos resultaron, unos más que otros, escasos de fuerza, escasos de bravura, escasos de casta y muy nobles.

La novillada venía precedida de gran expectación entre la afición zaragozana por el excelente juego de la que, esta misma ganadería, presentó el año pasado, con dos novillos excelentes de los que aún recuerdo su nombre -“Caralegre” y “Olivero”- y que dieron un juego excepcional. Pero además de estos dos novillos, toda la novillada estuvo muy bien presentada, tanto de cara como de tipo, y encastada. Por eso duele más que la de este año haya salido al revés en todo, del comportamiento de los novillos podemos achacarlo a ese dicho famoso de que “los toros son como los melones...”, pero de la presentación no, porque eso se ve antes de salir al ruedo y tres de los que salieron el pasado domingo en “La Misericordia” nunca debieron de haber salido.

El juego de la novillada, presentación aparte, también fue decepcionante. Los cornigachos resultaron muy flojos, de escasa bravura y demasiada bobez en la embestida, siempre con la cara alta y sin entregarse en ningún momento. El único que se salvó de la quema fue el 6º, “Fabricante”, de octubre de 2005 y 502 kilos de peso. Este novillo se fue hacia el montado en cuanto lo divisó y empujó hacia las afueras, metiendo los riñones, en una vara larga, en la segunda se abrió de naja en cuanto sintió el palo. No humilló en ningún momento pero fue noble y obediente en la muleta y sirvió para que al tercero de la terna, José Manuel Más, después de un pinchazo y una estocada baja, le concedieran otra oreja, pues en el tercero, ante la petición de la mitad del público, ya le habían concedido una.

Este novillero demostró que sabe lo quiere y supo aprovechar las oportunidades que se le presentaron. Practica el destoreo moderno: pases despegados y hacia afuera que sabe vender bien a la concurrencia. Al finalizar cada serie de vulgares muletazos se alejaba de la cara del novillo en plan triunfal y con cara de satisfacción y los espectadores le correspondían con grandes ovaciones. Así es el toreo moderno, como la vida misma en esta época que estamos viviendo, mucho envoltorio y poco contenido. Al menos demostró ser el más placeado de los tres y que, de momento, tiene claras las ideas y obedece las consignas. De sus compañeros de terna, Mario Aguilar y Juan Luis Rodríguez, poco que decir. Ambos resultaron cogidos, más por su impericia que por otra cosa, a pesar de la nobleza de los novillos que les tocaron en suerte. No se puede uno quedar destapado y descolocado en la cara del novillo porque te cogen, al menos estos que, a pesar de su escasez, aún conservaban un puntito de casta santacolomeña en su sangre.

En resumen, decepcionante novillada de la ganadería que más destacó el pasado año en nuestra plaza de “La Misericordia”, y lo que es más grave, impresentable para una plaza de primera como pretende ser la de Zaragoza, porque la mitad de los novillos que saltaron al ruedo nunca debieron de haberlo hecho. De la otra mitad, en mi opinión, sólo se salva uno.

miércoles, 20 de mayo de 2009

NOVILLEROS

A diferencia de la pasada semana en donde la terna de novilleros parecían imitar a la torería andante en el escalafón superior, al que están próximos a ascender, y durante toda la tarde no pudimos ver ni un solo quite, en la de este domingo los hubo en todos los toros. Presenciar algo que anda tan escaso en los tiempos que corren es digno de agradecer. No vamos a entrar en si fueron mejores o peores los que realizaron unos y con los que les contestaron otros, lo importante, lo relevante del caso, en primer lugar, es su abundancia en tiempos de tanta escasez. Es lo menos que se les puede pedir a los novilleros, que estén en “novilleros”, que se "piquen" entre ellos y que vengan con la disposición de aprender, de poner en práctica todas las cosas que les han enseñado, las que se han inventado, o las que han soñado, y que arriesguen hasta la temeridad con la finalidad de poner en juego -de verdad y ante el toro- su técnica y su concepción del toreo.

De los tres que actuaron el pasado domingo el que más se comprometió con su papel de novillero fue Javier Cortés. Lo intentó todo: toreo con el capote en abundancia y con variedad, hizo quites en los novillos de sus compañeros, replicó en los suyos, trató de hacer las cosas bien con la muleta, ensayó todos los pases que sabía, puso toda su voluntad y dejó algún detalle y la impresión de que quiere ser torero, eso, para un novillero ya es un buen aval. En cambio “Josete” estuvo más desangelado, o es que es así su toreo, porque parecía estar a gusto toreando de la forma en que lo hacía: despegado y hacía afuera. Pablo Lechuga fue el agraciado con la “perita en dulce” que fue su segundo novillo, el quinto de la tarde, noble y colaborador en la muleta que sirvió para comprobar la solvencia técnica y el arte que atesora este aspirante a matador. Lo intentó, en algunas tandas con la derecha logró ligar los pases y llevar al toro largo, porfío con la zurda y consiguió algún buen natural, preparó al novillo con mando y torería para la muerte pero... falló estrepitosamente con la espada: tres pinchazos en los bajos sin soltar, un meti-saca en las profundidades, que hirió de muerte al novillo, y media estocada caída, trasera y perpendicular que hizo doblar a su oponente. Lo que menos me gustó de su actitud es que, ante los aplausos del respetable en reconocimiento por su faena de muleta, después del recital ofrecido con la espada, hiciera un amago de dar la vuelta al ruedo.

También fueron destacables, y en estos tiempos de escasez tampoco suele ser lo habitual, los buenos tercios de banderillas que pudimos presenciar, hasta siete banderilleros se desmonteraron por su buena labor con los garapullos. En general, la lidia de los novillos se llevó con cierto orden y eso permitió el lucimiento de los novilleros en los sucesivos quites que se produjeron. Esa debería ser la tónica general en las novillas, la disposición de los subalternos que, y con más razón en esta categoría, además de ayudar a su torero en el curso de la lidia, deberían ser maestros de la técnica de lidiar que todo el que pretenda ser torero debe conocer y dominar a la perfección. No es que ejercieran esa maestría el pasado domingo en “La Misericordia” zaragozana, pero sí es de justicia decir que, en determinados pasajes de la lidia, los subalternos hicieron las cosas bien, también es preciso denunciar los abusos habituales a los que someten a los novillos y que, muchas veces, les provocan lesiones irreparables. Es el caso, por tomar un ejemplo de la novillada del domingo, de la costumbre de sacar la punta del capote por la bocana del burladero y hacer que los novillos se estrellen contra las tablas. El pasado domingo, a un solo novillo, el tercero, se lo hicieron media docena de veces.

De los novillos de “La Quinta” destacaron los de pelo cárdeno, primero, tercero y quinto, que ofrecieron condiciones de lucimiento, y de entre estos tres el último, “Florecio”, de tres años y medio y 520 kilos de peso, feo de cuerna, bizco y cubeto, en tipo, bien rematado y con culata. Empujó en el primer encuentro con el caballo, pero hizo amagos de huir en la segunda vara, aunque se dejó pegar. En la muleta fue noble hasta decir basta, un “bombón” para hartarse de torear, con prontitud, recorrido y docilidad en la embestida... ¡Vamos! Nada que envidiar a los más afamados “toros artistas” de las ganaderías más selectas. No lo hizo mal Pablo Lechuga que, en varios pasajes de la faena de muleta, consiguió llevar al novillo dominado, pero luego vino el desastre con la espada ya relatado. De los negros, segundo, cuarto y quinto, dos fueron devueltos por inválidos -y sustituidos por dos no mucho más válidos de “Jaralta”- y el otro resultó de la especie del toro soso y bobo tan en boga. En general, a la novillada le faltó picante -con otras palabras, casta- y le sobró nobleza -o dicho de otra forma, bobez-. Dependiendo de lo que busque el ganadero tendrá razones para estar contento o disgustado, él lo sabrá y el tiempo nos lo dirá. Yo, como aficionado, y visto lo visto, quedé más decepcionado que satisfecho.

sábado, 16 de mayo de 2009

JOSELITO: "SILENCIO POR UN TORERO", POR JUANITA REINA

Cuando sucedió la desgracia de Talavera se decía que Joselito se quería retirar de los toros. Cansado de sostener sobre sus hombros la pasión taurina de media España, hastiado de tantos viajes, tantas plaza, tantas tardes de responsabilidad, harto de las exigencias y la incomprensión de los aficionados madrileños, su plaza preferida y en donde había entregado lo mejor de sí mismo, empezaba ha abrirse paso en su cabeza un sueño que venía acariciado desde niño para el momento en el que le faltasen las ganas, como declaró en una entrevista concedida a El Caballero Audaz, seudónimo con el que firmaba sus trabajos el periodista José María Carretero: “... Dentro de unos pocos años, si he perdido facultades y vienen detrás empujando, entonces sí... A pesar de mis pocos años, yo siento dentro de mí la emoción de la vida del hogar... Una vida en el campo..., labrando una dehesa, de ganado manso, por supuesto, y sin perder una corrida de toros como espectador... Ésa es la idea que, como suprema dicha de mi vida, acaricio para lo por venir.”

Cuando sucedió la tragedia de Talavera eran noticias habituales en periódicos y revistas, y tema de conversación popular, la vida privada de Joselito. Corrían como la pólvora algunos de los escarceos amorosos que, como personaje público y famoso que era en la sociedad de la época, se le atribuyeron con algunas de las más famosas cupletistas. Se decía que si Consuelito Hidalgo, si Adelita Lulú, que si la actriz Irene López Heredia... Y también era sabido que al menor de los Gallos le gustaban las mujeres, como le confesó en alguna ocasión: “Las mujeres me gustan más que nada: eso por sabido se calla; como que si yo no torease más que para hombres, ya me habría cortado la coleta... Algunas veces, en esas tardes fatales que tiene uno, cuando casi con las lágrimas saltadas se dejan los trastos de matar y se refugia uno en la barrera..., al volver la cara al tendido, en medio de la hostilidad de los que gritan, se tropiezan nuestros ojos con los ojos bonitos de una gachí que, con la caricia de su mirada compasiva, quiere consolarnos... A mí me ha ocurrido algunas veces esto, y entonces me he ido al toro, como un jabato, con el capote, y animado por el calor de los ojos de la desconocida y he levantado al público haciendo todo lo que sabía y algo más. Mandan mucho fluido unos ojos gitanos.” Pero, por propia experiencia, tenía muy claro el peligro que encerraba distraerse pensando en una mujer estando delante del toro, por eso decía: “En cuanto empiezo la temporada, ni acercarme a unas faldas... La cosa es mortal... La cogida que tuve en Barcelona, que me partí la clavícula, fue por causa de unos ojos negros... había pasado toda la noche anterior mirándome en ellos... Hay veces que se prefiere una cornada ha desperdiciar ciertas cosas...”.

Cuando sucedió la desgracia de Talavera se decía que una pena muy grande le reconcomía por dentro, una pena que no le dejaba vivir. Se comentaba que una muchachita sevillana algo más joven que él era el centro de su pasión y que José era correspondido en ese sentimiento. Una pared se alzaba en el camino de ambos pretendientes, los padres de la novia, familia de la alta sociedad sevillana y perteneciente a una importante dinastía ganadera, no toleraban el casamiento de su hija con un personaje que no se correspondía con su clase social. Al cabo de muchos años se pudo saber que aquella muchacha era Guadalupe, hija de Pablo Romero. Se sabe que Guadalupe Romero lloró amargamente la muerte de Joselito y siempre se negó ha contar públicamente sus penas. Murió en la década de los ochenta siendo ya octogenaria y nunca se casó ni se le conoció pretendiente. Quizás, cuando le sorprendió Bailador en la plaza de Talavera estuviera pensando en ella, en dejarlo todo y, aún en contra de la negativa paterna, casarse con su prometida en el momento en que ésta llegara a la mayoría de edad... Quizás ese sueño que lo perseguía desde niño, ese hogar alejado de mundanal ruido en el que “muchas veces quisiera pasar inadvertido”, como confesaba el propio José. Quizás ese sueño, el recuerdo de los ojos de Guadalupe, el anhelo de un hogar y una vida familiar, y más después de la desagradable situación que había tenido que soportar en Madrid el día anterior, en donde rechazaban su presencia, empezaba a tomar cuerpo en su mente y lo veía como algo cada vez más cercano y real. Quizás eso nublase su entendimiento y distrajese su atención en el preciso instante en que Bailador, quinto de la tarde, hirió de muerte a Joselito en la plaza que un día inaugurara su propio padre.

Cuando sucedió la tragedia de Talavera, aquel 16 de mayo de 1920, no se podía imaginar José Gómez Ortega Joselito, que 89 años después del triste suceso que conmocionó -aficionados o no, partidarios o contrarios- a todo el país, seguiría vigente su memoria. Desde entonces existe la costumbre de recordar este día en todas las plazas de toros en las que se dan festejos taurinos y, en señal de respeto, los matadores y sus cuadrillas lucen lazos negros en sus chaquetillas. Desde este Blog nos sumamos a este homenaje y lo hacemos aportando un pasodoble compuesto en su memoria, “Silencio para un torero”, de Quintero, León y Quiroga, e interpretado en su honor por su creadora, la gran artísta sevillana Juanita Reina. Lo estrenó el día que presentó su espectáculo “Olé con olé”, en el teatro Cervantes, de Málaga, el día11 de octubre de 1962. Completamos la entrada con un vídeo en el que la música del pasodoble, interpretado magistralmente por la cantante sevillana, sirve de soporte musical a imágenes de Joselito y de su multitudinario entierro.

Silencio por un torero
(Quintero-León-Quiroga)

Aquella tarde Sevilla
se puso toda amarilla
quebraíta de color.
Y por el aire caliente
su voz clamó de repente
hay que pena y qué dolor.
Silencio en Andalucía,
rezadle un Ave María
y quitarse los sombreros.
Silencio el patio y la fuente,
que está de cuerpo presente
el mejor de los toreros.

"¡Parece que está dormío, Dios mío,
en su capote de brega!"
Y por Gelves viene el río, teñío,
con sangre de los Ortega.
Suspira bajo su velo
la Virgen de la Esperanza
y arría en señal de duelo
banderas la Maestranza.
Y Sevilla, enloquecida,
repetía a voz en grito:
"¡Pá que quiero mi alegría!
¡Pá que quiero mi alegría,
si se ha muerto Joselito!"

Silencio por un minuto,
pintad los campos de luto
el ciprés y el olivar.
De luto las amapolas
de luto Carmen y Lola
Concha, Pepa y Soledad.
Silencio guarda el romero
silencio el torito fiero
y los bravos mayorales.
Crespones en las divisas
silencio pide la brisa
al pasar por los trigales.

"¡Parece que está dormío, Dios mío,
en su capote de brega!"
Y por Gelves viene el río, teñío,
con sangre de los Ortega.
Suspira bajo su velo
la Virgen de la Esperanza
y arría en señal de duelo
banderas la Maestranza.
Y Sevilla, enloquecida
repetía a voz en grito:
"¡Pá que quiero mi alegría!
¡Pá que quiero mi alegría,
si se ha muerto Joselito!"


martes, 12 de mayo de 2009

SI ESTOS SON LOS TOREROS QUE VIENEN, APAÑADOS VAMOS

La terna de novilleros que hizo el paseíllo el pasado domingo, 10 de mayo, en “La Misericordia” zaragozana, venía con el aval de ser punteros en su escalafón y con fecha cerrada para su próximo doctorado. Para ello se había preparado una novillada de Javier Molina -Domecq por vía FuenteYmbro- que venía precedida de su éxito en la pasada Feria del “Zapato de Oro”, en la riojana localidad de Arnedo, y el buen sabor de boca que dejó a los aficionados madrileños el pasado año. Todo parecía preparado para pasar una buena tarde de toros, los novillos cumplieron con su cometido y ofrecieron posibilidades de lucimiento, al menos cuatro de los ejemplares presentados, pero los novilleros, que ya deberían de estar cuajados para dar el paso que se disponen a dar, no supieron aprovecharlos.

Después de lo visto me temo que les ocurrirá como a la inmensa mayoría de los que toman la alternativa, que se diluirán en el escalafón superior como un azucarillo en un vaso de agua, porque tuvieron material para salir triunfantes los tres, y los tres fracasaron. En especial el primero de la terna, Miguel Tendero, que venía precedido de cierta fama y al que le tocó un novillo, el cuarto, para bordar el toreo, noble, pronto, con movilidad, que metía la cara y llevaba el morro por el suelo, claro por ambos pitones y, en vez de torear como mandan los cánones, se dedicó a poner posturitas y hacer una faena deslavazada y falta de ligazón que remató con un pinchazo y una estocada contraria de efecto retardado que, por su negligencia para rematar al utrero con el descabello, que para eso está, casi le cuesta el tercer aviso.

Román Pérez, el francés afincado en Salamanca que en su día declaró que nunca iría a los toros con uno del “7” de Madrid, pudo aprovechar su dos novillos, pues ambos tenían condiciones para ello, pero demostró ser un especialista en el trapazo y el trallazo. En su segundo, que derribó en su primer encuentro con el caballo sin llegar a ser picado, y al que le administraron una vara demoledora en su segundo encuentro, lo cambio de forma precipitada y el novillo se vino arriba en banderillas poniendo en dificultades a la cuadrilla. Por el pitón derecho ofrecía algún problema y el novillero no lo quiso ni ver, pero por el izquierdo embestía con claridad y largura y, aunque lo intentó, nada de nada. Le dio un aparatoso revolcón sin consecuencias y lo mató, tónica habitual de toda la tarde, mal. En su primer oponente, un colorado pequeño, bien armado y noble, tampoco hizo nada destacable y pasó por “La Misericordia”, en donde había cortado una orejita la pasada temporada, con más pena que gloria.

Alejandro Esplá, el tercero en discordia, demostró que esta verde... muy verde. Si bien el primero de su lote fue el que más dificultades ofreció, que tampoco fueron tantas, en su segundo, el de la jota, que fue el más bravo del encierro, estuvo a merced del utrero y el miedo transcendió a los tendidos. El novillo de salida se lanzó al galope y, siguiendo el señuelo de un capote que asomo por el burladero de cuadrillas, se estrelló contra las tablas partiéndose un pitón y saliendo rebotando como si de una pelota se tratara. Pensábamos que se había matado, pero se levantó raudo y siguió galopando como un loco como si nada hubiera pasado. En varas fue el más bravo de los seis, empujó con fuerza y metió los riñones en un primer encuentro en el que le castigaron de lo lindo y estuvo a punto de derribar al montado. En la segunda vara también empujó con clase y sacó al picador más halla de la segunda raya. En banderillas no paró de embestir y puso en aprietos a los banderilleros. Llegó a la muleta con recorrido y necesitando mando, mano baja y ligazón, pero se encontró con un novillero falto de técnica y conocimientos, y algo escaso de valor, al que desbordó por completo. Como suele ocurrir cuando hay un toro bravo en el ruedo, quedaron al descubierto todas las carencias del novillero alicantino.

Si estos son los toreros que vienen, apañados vamos. Pero es que, además, esto es lo habitual, y lo grave, actualmente en el escalafón novilleril. Lo que debería ser una escuela de aprendizaje para curtirse en esta dificil profesión, se convierte en un mero trámite obligatorio que hay que salvar cuanto antes para convertirse en matador y ver si suena la flauta por casualidad. Luego ocurre lo que ocurre, que la inmensa mayoría se pierden en el anonimato en cuanto dan el paso al escalafón superior y si, por casualidad, alguna vez se les presenta una oportunidad la desaprovechan, porque ni saben los fundamentos de la lidia, ni tienen idea del arte de torear, ni nadie se ha preocupado de enseñarselo. El pasado domingo en “La Misericordia” zaragozana se les presentó una clara oportunidad para el triunfo a los tres y -“como el agua que entre las manos se nos va”, que cantaba Bambino- los tres la perdieron.

sábado, 2 de mayo de 2009

CACEROLITO O PAJARRACO

- Hola don Pepe.
- Hola don José.
- Hoy, y sin que sirva de precedente, creo que vamos ha estar de acuerdo usted y yo.
- Depende, don José. Depende de lo que me diga usted.
- Ya le digo, de antemano, que vamos ha ser de la misma opinión en el asunto que le voy a plantear.
- Usted dirá, pero no le de más rodeos a la cosa y vaya al grano.
- Pues quiero hablarle del toro que resultó ganador de la Corrida Concurso celebrada el pasado domingo en nuestra querida plaza de “La Misericordia”, don Pepe, de “Cacerolito”, ese bravo ejemplar de la ganadería de Ana Romero.
- Pues mire usted, don José, me parece que va a ser que no, que esta vez tampoco vamos ha estar de acuerdo, porque yo me quedo con el toro de Prieto de Cal, con “Pajarraco”, que me pareció mejor presentado, más bravo y más completo.
- Pero ese toro llegó a la muleta con poca fuerza y se apagó antes, en cambio “Cacerolito”, al que se le dio la vuelta al ruedo por petición del público, se creció en banderillas, se vino arriba en la muleta y fue una máquina de embestir.
- Pero no debe usted de olvidar que llevó una lidia mucho más ordenada, se le dieron los capotazos justos y, por esa razón, llegó más boyante a la faena de muleta. En cambio “Pajarraco” sufrió un sin fin de capotazos deslavazados que le restaron fuerza para los tercios posteriores de la lidia. Pero vayamos por partes y empecemos por el principio, por el tercio de varas en donde, yo creo, el de Prieto de la Cal fue muy superior.
- ¡Ya estamos con el tercio de varas! No se puede centrar todo en la suerte de varas, don Pepe, porque también cuenta el juego del toro en los restantes tercios de la lidia, pero si usted lo quiere así, hablemos primeramente de eso, porque “Cacerolito” recibió cuatro varas en toda la regla arrancándose de largo y al galope.
- Pero hizo sonar los estribos, no empujó, se repuchó del caballo, no lo castigaron tan apenas y en la última, la cuarta, le costo dios y ayuda acudir al montado, haciendo amagos de no querer ir, pensándoselo mucho y saliendo suelto nada más sentir el hierro. En cambio “Pajarraco”, tomo cinco varas, la segunda al relance de un capote del subalterno que no supo sacarlo hacia los medios para volver a colocarlo en suerte, pero en las otras cuatro se arrancó de largo y empujó con fuerza, no hizo amagos de querer irse y recibió mucho más castigo, además, como le decía anteriormente, de la desastrosa lidia que tuvo que soportar en ese tercio.
- Ni exagere con el suyo, ni menoscabe el mio, don Pepe, porque “Cacerolito” en banderillas se vino arriba y fue bravo y noble en la muleta, y lo que es más importante, llegó al último tercio con más fuerza que el de Prieto de la Cal y ofreció mucho juego a su matador, lastima que...
- .... Alberto Álvarez, que en el papel de lidiador estuvo correcto toda la tarde, intentando hacer las cosas como se tienen que hacer en una Corrida Concurso, no estuvo a la altura de la bravura y la clase del toro.
- Tenga usted en cuenta que para toreros tan poco placeados como los que hicieron el paseíllo el pasado domingo es un compromiso enfrentarse a toros como los que saltaron al ruedo y si, además, salen un par de toros bravos pues...
- Pues pasa lo que pasó... Pero no desviemos la conversación hacia ese terreno porque aún me queda algo que decir sobre “Pajarraco” para completar mi argumentación sobre las razones que me llevan a afirmar que fue más bravo y completo que el que resultó agraciado con el premio.
- Siga usted con su razonamiento, don Pepe, aunque no me negara que, si bien en varas puede que fuera más completo el de Prieto de la Cal, en banderillas y en muleta mi defendido lo superó con creces y, según mi opinión, la bravura de un toro no se debe medir sólo en la suerte de varas, sino en el conjunto de la lidia.
- En mi opinión, don José, en eso también superó “Pajarraco” a “Cacerolito”, pues si bien es cierto que el primero llegó más justo de fuerzas al último tercio -no debemos olvidarnos de la desastrosa lidia a la que se le sometió que le restó muchos de los muletazos que el toro tenía, y el mayor castigo que recibió en varas-, en banderillas estuvieron a una altura similar, y en el tercio de muleta, el de Prieto de la Cal, tuvo tres o cuatro series embistiendo con largura y nobleza que su matador, Ricardo Torres, no supo conducir en ningún momento. Otro gallo hubiera cantado si en vez de encontrarse con el matador que le tocó en desgracia hubiera estado en otras manos.
- Pero la prontitud y la entrega de las embestidas de “Cacerolito” llevaron la emoción a los tendidos y, quizás por eso, el público se inclinó por este toro y solicitó la vuelta al ruedo unánimemente, y el jurado le concedió el premio.
- Y porque, no se olvide usted, veníamos de ver tres toros que defraudaron, como fueron los de Escolar, Alcurrucén y, sobre todo, el de FuenteYmbro. Y otra cosa más que debemos tener presente, después de un tercio de varas menos emocionante que el del segundo toro, cuando se vino arriba en banderillas y en la muleta el público, que estaba con ganas, quedó más impresionado y volcó sus preferencias hacia “Cacerolito”.
- Pero no me puede negar usted, don Pepe, que fue un gran toro, como también lo fue “Pajarraco”.
- De eso no caben dudas. En eso, y sin que sirva de precedente, estamos de acuerdo, ambos fueron dos buenos toros, y como ocurrió el pasado año con “Farolero” y “Lanudo”, tardaremos tiempo en olvidarlos.
- Y más con lo que está saliendo por las principales plazas, don Pepe. Yo que sigo la feria sevillana por la televisión estoy decepcionado con el juego de los toros que están saliendo al albero de la “Real Maestranza”, con esos toros inválidos no se puede torear, la cosa se está pasando de castaño oscuro, y de todas las corridas que he visto no han salido dos toros que se acerquen ni de lejos a los que pudimos ver aquí, en “La Misericordia”, el pasado domingo.
- En eso también estamos de acuerdo, don José, lo de Sevilla está siendo de vergüenza, porque además de inválidos los toros son impresentables para una plaza de primera categoría como la sevillana, y en toda la feria no han salido dos toros que se acerquen en presentación y en juego al ofrecido por “Pajarraco” y Cacerolito”. Ambos fueron dos grandes toros, bravos y nobles que, después de los fuertes tercios de varas que soportaron, sirvieron para la muleta, echando por tierra las teorías de esos periodistas modernos que descalifican las corridas de este tipo aduciendo que se sacrifica el toro en el primer tercio dejándolos inservibles para el toreo actual que, según esos nuevos profetas de la tauromaquia moderna, se basa única y exclusivamente en la faena de muleta. El pasado domingo en la Corrida Concurso de Zaragoza quedó demostrado todo lo contrario, si los toros tienen el poder que debe tener un toro de lidia aguantan perfectamente el primer tercio y llegan al último con la fuerza suficiente, y si además, como ocurrió en “La Misericordia” con nuestros dos protagonistas, resulta que son bravos y nobles, quedan aptos para el lucimiento en la faena de muleta que, entonces, ante toros íntegros y con poder, si que toma la dimensión de faena grande.