“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

miércoles, 24 de marzo de 2010

MÚSICA PARA UN TORO BRAVO: CARTUJANO

"Cartujano" empujaba con fijeza en la 3ª vara que tomaba y el público, puesto en pie, ovacionaba al toro y su bravo comportamiento en el caballo. En ese momento, la "Banda del Maestro Tejera", a una orden de su director, don José Tristán Martín, rompió a tocar. Era en honor de un toro bravo. Un toro con poder de doña María Luisa Domínguez Pérez de Vargas. Un toro cuajado con 526 kilos de peso. Un toro que se lidió en la "Real Maestranza" de Sevilla, durante la corrida del “lunes de resaca”, el 25 de abril de1983. Era el último toro de la Feria: "Cartujano".

El toro había tomado una primera vara demoledora e interminable. Empujando con fijeza, llevó a caballo y caballero hasta las tablas, desmontó al piquero y siguió fijo con el jamelgo, empujando con los riñones. Volvió a encaramarse el picador en lo alto de su montura, metió de nuevo las cuerdas -ante las protestas del público- y siguió dándole fuerte durante un tiempo interminable…un minuto… dos…. El toro, encelado con el caballo, seguía empujando con fijeza, al final, al relance de un capote, deshizo la reunión con el penco y salió de su jurisdicción. Para la segunda vara fue puesto de largo, bastante más lejos de las dos rayas que delimitan los terrenos, tras una breve vacilación se arrancó de nuevo al cite del picador con clase y la cara abajo, empujando, derrochando bravura. El público, expectante ya, reclama a los lidiadores que lo dejen largo para la tercera vara, largo queda, a una distancia similar o mayor que la del anterior encuentro. El toro se arrancó esta vez sin dudarlo, jaleado por los espectadores de la “Maestranza” puestos en pie, raudo y con alegría, y volvió a meter la cara en el peto y, con las mermadas fuerzas que le quedaban después de emplearse a fondo en las dos varas anteriores, volvió a empujar con codicia y fijeza mientras el público rompía en una unánime ovación para el bravo toro. Ese fue el momento en que empezó a sonar la Banda de Música dirigida por el Maestro Tristán: Música para un toro bravo: “Cartujano”. ¡¡¡Ole!!!

La suerte de varas en todo su esplendor. Un toro bravo y con poder entregándose en el caballo; el público, puesto en pie por el resorte de la emoción, jaleando ese derroche de bravura; la Banda de Música subrayando con sus notas esos momentos de excepción… ¿Quién puede negar la grandeza de la suerte de varas? ¿Cómo puede ser que una suerte de la belleza de ésta esté en proceso de desaparición? ¿Por qué no poner todo el empeño en su recuperación como parte fundamental de la lidia que es?...

Pero dejemos a un lado las palabras y las lamentaciones (están sordos los oídos de los que podrían arreglarlo) y pasemos a las imágenes que, a fin de cuentas, eran el objeto de esta entrada. Al final de este párrafo enlazo el vídeo subido por el Canal de “DailyMotion” de LcbTV, en donde se puede ver la lidia completa de este toro, “Cartujano”, el último de la última corrida de la feria sevillana de 1983. El toro puso a prueba a Pepe Luís Vargas y su cuadrilla y salieron airosos, que no es poco. Julio Burgos Expósito, a pesar de un primer puyazo demoledor acogido con pitos del respetable, mantuvo el tipo y midió el castigo en el segundo y tercer encuentro; José Castilla cumplió con dos grandes pares; el malogrado Ramón Soto Vargas lidió con conocimiento; y el matador, Pepe Luís Vargas, no se arredró en ningún momento ante el poder, la exigencia y complicaciones de su oponente que se lo quería comer durante la faena de muleta. A destacar la gran estocada, tras un primer pinchazo en lo alto, con la que el matador ecijano puso colofón a la lidia de este bravo toro. Le fue concedida, con todo merecimiento, una oreja. Pero el protagonista indiscutible de ese último acto de la Feria sevillana de ese año fue “Cartujano”, un toro bravo de la ganadería de María Luisa Domínguez Pérez de Vargas, premiado con la vuelta al ruedo y música en su honor. ¡¡¡Casi nada!!!

lunes, 22 de marzo de 2010

EL PROBLEMA DE LOS TOREROS COMO COMENTARISTAS TAURINOS EN LAS CORRIDAS TELEVISADAS

Hace un tiempo, cuando algunas cadenas de televisión se decidieron ha programar las principales feria taurinas en sus canales de pago, se empezó a contratar a toreros retirados para, junto a los presentadores habituales de las cadenas, comentar las corridas de toros. Desde entonces esto viene ocurriendo tanto en los canales de pago como en los de que no lo son. En todas las cadenas de televisión, cuando se programa una corrida de toros, no puede faltar el torero retirado que comenta lo que sucede en el ruedo. Esto que, en un principio, pudiera parecer una buena idea, con el paso del tiempo, creo que se ha convertido, desde mi punto de vista, en una grave equivocación.

Pero vayamos por partes. La función de un comentarista debe ser la de enriquecer con su experiencia y conocimientos las imágenes y el relato de los presentadores de oficio. Ejemplo de ello son las aportaciones de deportistas retirados que ejercen esa función en las retransmisiones deportivas. Para los espectadores, y los propios profesionales del medio, es una aportación interesante que ayuda a ver, y entender, con mayor profundidad y claridad lo que acontecen en el espectáculo en cuestión. Deberíamos pensar que así tendría que ocurrir en las retransmisiones taurinas pero, por las propias características del espectáculo, y después de bastantes años escuchando las opiniones de estos toreros en dichos medios, pienso que no es así y que, además, es perjudicial para la propia salud de la Fiesta de los Toros.

Una constante de los profesionales del toro es abogar por lo que ellos llaman, “humanización de la fiesta”, que no es otra cosa que dulcificar las condiciones de las reses que tienen que lidiar, tanto en la integridad de las defensas de los toros, como en la presencia, la edad y el trapío que presentan a su salida al ruedo. Algo lógico si lo vemos desde la óptica del torero que tiene que ponerse delante de ellos, pero contrario a lo que debe darse al espectador que paga por un espectáculo íntegro y auténtico. Una vez retirados de la profesión, los que han ejercido y ejercen actualmente las labores de comentaristas, no son capaces de separar una y otra época de su trayectoria y se dedican a justificar -a veces de la manera más descarada- lo que acontece en el ruedo, tanto la presencia del ganado que se lidia, como las prácticas de los toreros que deben lidiarlos. Lo que debería ser explicación y ayuda para que los telespectadores comprendan, entiendan y adquieran mayor capacidad para juzgar lo que sucede en el ruedo se convierte en una alegato en defensa de las malas prácticas de los toreros y la escasa presencia de los toros a los que, sobre todo, se enfrentan los denominados “figuras” del momento.

Todos los toreros retirados que hacen funciones de comentaristas, la mayoría de los cuales han sido grandes profesionales y se han ganado en el ruedo el respeto de los aficionados, caen en la misma práctica, justificar los injustificable. Esta incapacidad para deslindar su etapa de profesional en los ruedos con la actual de comentaristas televisivos los incapacita, en mi opinión, para ejercer esta labor. Y no sólo esto, algunos no muestran ningún respeto por los aficionados que religiosamente pagan su entrada y que, por lo tanto, tienen derecho a manifestar su conformidad o disconformidad ante lo que sucede en el ruedo de la manera que crean conveniente, y se dedican desde esos medios con amplia difusión a descalificar las protestas, a veces de manera insultante, de los que exigen verdad e integridad en lo que sucede en el ruedo. Mantener estas opiniones ante los telespectadores, que tienen que soportar sus comentarios ante el televisor, no puede hacer sino daño a una Fiesta que, por su predisposición al fraude, desde siempre -aunque pueda parecer un contrasentido- ha sido controlada y regulada por la policía y las fuerzas del orden.

Pero los culpables últimos de esta situación son los responsables de las cadenas de televisión que contratan a estos antiguos toreros para desempeñar esa labor. Esto abre la puerta a otro asunto de largo recorrido en el que no quiero entrar ahora -aunque en este blog ya se ha tratado este tema en otras ocasiones y no faltará en el futuro la oportunidad de hacerlo de nuevo- como es el de la integridad de los periodistas y comunicadores que se encargan de la información taurina. En mi opinión, esta es una de las mayores lacras que debe soportar la Fiesta de los Toros pues la labor de estos informadores y creadores de opinión es vital para su defensa y, sobre todo, para la formación de nuevos aficionados. Una cosa es incuestionable y hay datos para afirmarlo, la salud de la Fiesta ha sido mucho mejor cuando mayor número de profesionales de la información y medios de comunicación se han comprometido con la verdad y la integridad del espectáculo. Por desgracia, la época que está atravesando la Fiesta de los Toros en la actualidad no es, ni mucho menos, la mejor, lo que da idea de la carencia de periodistas taurinos compremetidos con la ética de su profesión, y el fututo, tal y como están las cosas, pinta muy negro.

domingo, 14 de marzo de 2010

VALDEFRESNO, POR MOSTRAR INDICIOS DE RECUPERACIÓN, EN LA PICOTA

En la pasada Feria del Pilar de Zaragoza hubo serios problemas con una corrida de Valdefresno que venía a sustituir a otra rechazada de Domingo Hernández, de los 29 toros que pasaron por los corrales para completar la corrida, 9 eran de los ganaderos salmantinos, al final de tan ajetreada mañana, con un incesante ir y venir de camiones en los corrales de “La Misericordia”, tan sólo uno de Valdefresno se lidió, otro de los Hermanos Fraile Mazas y cuatro de Salvador Domecq completaron la corrida. El problema era que no les gustaban a los toreros -tres de las denominadas figuras del momento, El Juli, El Fandi y Manzanares- el material presentado por la ganadería salmantina. Llovía sobre mojado porque ya la pasada temporada los mandones del escalafón nada querían saber de los toros de Valdefresno. El problema era que se movían, que una ganadería pastueña en años anteriores había empezado a recuperar la casta y eso crea problemas porque para imponerse ante un toro encastado hace falta exponerse y torear, algo que parece que no encaja con la “comodidad” que buscan y exigen, los que pueden exigir, para anunciarse en los distintos festejos que se dan en los pueblos y ciudades de nuestro país.

La corrida celebrada el pasado sábado13 de marzo, en la Feria de Fallas valenciana, no es que fuera para tirar cohetes pero alguno de los toros, como el primero, fue bravo y se vino arriba en el transcurso de la lidia, y otros fueron encastados y tuvieron movilidad, cosa a la que no están acostumbrados la mayoría de los toreros del escalafón actual acostumbrados al toro "colaborador", como le llaman ahora, por lo que ese problema se agrava considerablemente al ir dos de los toreros que hicieron el paseíllo al “hule”. Según informan los partes facultativos -gracias a Dios- nada grave para lo que podía haber sido tal y como fueron las cogidas y el ensañamiento de los toros con sus víctimas. Si la ganadería de Valdefresno tuvo problemas el pasado año para colocar sus toros en los carteles importantes, cosa que había venido sucediendo desde hace años en donde los denominados “figuras” se la disputaban, a partir de ahora va ha ser mucho más difícil, de hecho su comparecencia en las Fallas valencianas ha sido en un cartel menor y fuero de la semana de fiestas propiamente dichas.

En resumidas cuentas, lo interesante de este festejo valenciano ha sido ver como los toros de Valdefresno han recuperado algo de movilidad y casta, lo que es una evolución positiva que agradecemos los aficionados. Lo malo para los ganaderos -y para la fiesta y la afición en general- son las dificultades cada vez mayores que encontraran los ganaderos salmantinos para colocar sus toros en los festejos de postín con las “figuras” en liza, lo que redundara, por una parte, en su menor cotización, y por otra, en que muchos de sus toros se los tendrán que comer con patatas, pendiente esta que, si los ganaderos no rectifican y no transigen en su intención de recuperar la casta, los llevará, más pronto que tarde, a que su ganadería quede relegada, como tantas otras, en el olvido. Son tantos los ejemplos que ilustran esta apreciación que sobran las palabras.

viernes, 12 de marzo de 2010

EN CUESTION DE TOROS: FRANCIA SUBE Y ESPAÑA BAJA

Una de las formas de medir la repercusión social de un espectáculo es por las publicaciones y manifestaciones culturales que sobre él se producen. El caso de la Fiesta de los Toros no se diferencia del resto. Los libros publicados, las revistas especializadas, la presencia en la prensa diaria, las películas o documentales videográficos que se producen, la música que inspira… todos ellos son datos para medir la salud de dicho espectáculo. Ha día de hoy, y según la cantidad de productos se ofrecen sobre el tema taurino en uno y otro sitio: Francia sube y España baja.

En lo que llevamos de siglo XXI, y atendiendo a los datos de libros y revistas publicados, la Fiesta de los Toros goza de mucha mejor salud al norte de los Pirineos que al sur. Muestra de ello es que en los últimos años la mayoría de las publicaciones que se ocupan del “planeta de los toros” vienen de tierras francesas, tanto en cuanto a los libros, como a las revistas taurinas, una de las cuales, “Terres Taurines”, ha empezado a publicase esta misma semana en nuestro país traducida a nuestro idioma, algo absolutamente novedoso en el territorio taurino español. Esta proliferación de publicaciones es una muestra del interés que despiertan entre los aficionados del país vecino el tema de los toros, las ganas de saber, aprender, de entender la fiesta y dar importancia al principal protagonista de la misma que no es otro que el toro. Un ejemplo es la gran cantidad de plazas en las que se asiste a las corridas con a un rito: Se estudia el toro, la lidia que se le da, la capacidad de los toreros para desarrollarla de forma correcta, la forma de ejecutar la suerte de varas por parte de los picadores, el trabajo de los subalternos y los defectos o virtudes de las faenas de muleta. Muchos aficionados franceses acuden a los toros con la intención de entender lo que ocurre en el ruedo antes que ha divertirse. Este interés por la Fiesta de los Toros en Francia se refuerza con la cantidad de actos que se organizan alrededor de los festejos taurinos y con la disposición de las autoridades y los aficionados para involucrarse en el montaje y desarrollo de los festejos y todo lo que los rodean.

En España, en la década de los ochenta, ocurrió algo parecido. Después de los estragos producidos por “El Cordobés” y sus formas, que dejaron el mundo del toro -y al toro mismo- por los suelos, y que fueron la causa por la que muchos aficionados dejasen de ir a las plazas de toros, hubo un resurgir de la afición: Se recuperó algo el trapío y la presencia del toro en las plazas; viejos maestros volvieron y dictaron lecciones de torería que no pasaron desapercibidas ni para los críticos, ni para los viejos o nuevos aficionados; una nueva generación de toreros trajeron interés y clasicismo a un escalafón viciado y amanerado; y algo muy importante y que ahora no ocurre, una serie de críticos taurinos de influyentes diarios ejercieron su profesión con independencia y compromiso. Esta leve recuperación del espectáculo taurino ilusionó a los aficionados que resistieron la debacle de las dos décadas anteriores y atrajo la atención de nuevas hornadas de aficionados que se acercaban a la Fiesta con ganas de aprender, de conocer, de entender el significado de la lidia y disfrutar con la emoción y el arte, si se da, en una tarde de toros. Esto dinamizó el mercado editorial, nuevas colecciones de libros taurinos aparecieron y otras remozaron su contenido, a la vez se produjeron obras en otras disciplinas artísticas y el alicaído mundo de los toros tomo aire.

Pero la situación de esos años ochenta, por desgracia, está muy lejana de la que se da hoy en nuestro país, en donde se aprecia una creciente falta de interés por la Fiesta de los Toros en todas las esferas sociales que amenaza seriamente su futuro. Salvo días contados relacionados con las fiestas patronales, el público no acude a las plazas, no interesan los toros ni siquiera a los aficionados aburridos por el “camelo” que pretenden vendernos nuestros taurinos de cabecera. Esta falta de afición y el desinterés del publico en general, que solo acude a los toros a divertirse y pavonearse en los tendidos en periodos feriales y fechas señaladas de su localidad, hace que no sea rentable las publicaciones taurinas, en consecuencia, la oferta editorial desaparece y la cultura taurina adelgaza. El ejemplo más claro en los años que llevamos de siglo XXI en nuestro país lo tenemos con José Tomás. El único torero que ha merecido la atención de los escritores, articulistas o músicos españoles en estos años es el diestro de Galapagar. Dicho sea de paso: es el único torero que despierta interés entre los aficionados y público en general, prueba de ello es que es el único que agota las entradas en todas las plazas en donde actúa. El resto de los toreros del escalafón, salvo alguna excepción puntual, no interesan ni a los aficionados, ni al público, ni al mundo de la cultura.

Ojala que este auge de la Fiesta de los Toros en Francia se sepa aprovechar para fortalecer la Fiesta y no se despilfarre, como ocurrió en España en los años ochenta -con nuevos aficionados en los tendidos y el interés por los toros de una buena parte de la sociedad española- por no saber, o no querer, utilizar el auge de los Toros para revitalizar la Fiesta seriamente dentro de los cauces de la integridad y poner freno a las pretensiones “humanizadoras” y fraudulentas de los taurinos que, apoyados por gran parte de la crítica taurina -escrita, hablada o televisada- y con el consentimiento, en contra de sus obligaciones, de las autoridades encargadas de controlar y velar por la pureza de la Fiesta, dieron al traste con esa oportunidad. El momento de vitalidad por el que parece atravesar la Fiesta de los Toros en Francia quizás sea una de las últimas esperanzas que nos quedan a los aficionados de hoy en día, que no se malgaste la oportunidad y que sirva de ejemplo.

domingo, 7 de marzo de 2010

LOS POLÍTICOS Y LA FIESTA DE LOS TOROS

A raíz de iniciarse en el Parlamento catalán los debates sobre la Fiesta de los Toros la clase política se ha lanzado al ruedo. A la iniciativa catalana para erradicar en su territorio las corridas de toros se opone la de la Comunidad de Madrid, anunciando su intención de declararla “Bien de Interés Cultural”, y las de otras Comunidades Autónomas que anuncian propuestas en esa misma dirección. De esta forma el debate de los toros se convierte en un territorio más de confrontación política que, más que beneficiar a la Fiesta, le puede dar su estocada definitiva si sólo se plantea desde la óptica electoralista y no con el objetivo de tomar, de una vez por todas, el toro por los cuernos y analizar en profundidad los motivos de la deteriorada situación por la que atraviesa la Fiesta y la iniciativa para devolverle la integridad y la verdad que nunca debió perder.

Los políticos -ya que controlan la inmensa mayoría de las plazas de toros y la reglamentación de los espectáculos taurinos- tienen la obligación, derivada de su responsabilidad pública, de velar por la pureza de los espectáculos que se organizan en los cosos que están bajo su responsabilidad y de que en ellos se cumpla el reglamento al pie de la letra. Su primer objetivo es garantizar a los consumidores la integridad de un espectáculo por el que pagan en taquilla una considerable cantidad de euros. Si mantuvieran esa actitud con rigidez muchos de los males que aquejan hoy en día a la Fiesta se habrían atajado a su tiempo. Pero si entran en el debate, puesto que de un "Bien de Interés Cultural" se trata, deben de hacerlo desde una perspectiva distinta a la de la confrontación partidista y territorial. Se deben analizar en profundidad las causas del deterioro que traspasa una Fiesta legendaria y que amenaza ruina, más que por el debate entre contrarios y partidarios, por el uso y abuso de los que viven de ella. Atajar esa sensación de fraude generalizado que existe y ser valientes a la hora de poner las cosas y a los profesionales en su sitio. Una Fiesta que se ha mantenido en candelero durante cientos de años sustentada en la emoción y el riesgo se ve ahora amenazada por su mayor enemigo, el aburrimiento. Los mayores culpables de que la situación haya llegado a extremos tan preocupantes son los que han controlado, manejado, manipulado, maniobrado, extorsionado y maniobrado con la profesión de la que viven en aras de la comodidad: los taurinos que han hecho del abuso uso.

Pero, como en otras ocasiones, pongamos un símil deportivo, ya que ahora el papel de héroe social que antiguamente tenían los toreros los ocupan deportistas de élite y, sobre todo, futbolistas. Para ser el número uno en una especialidad deportiva hay que hacer mil sacrificios, dedicar horas sin cuento al entrenamiento, pasar miles de pruebas antidoping y de selección, esforzarse al máximo durante años y jugarse el tipo las veces que haga falta. El héroe suele ser el campeón, el primero, el número uno, puesto ganado en feroz competencia con el resto de participantes, pero además debe ser limpio y legal porque en caso contrario pierde el favor del público y se le sanciona severamente. La Fiesta de los Toros, cuando era la preferida del público, compartía muchos de estos valores, en los tendidos prendía la pasión y los toreros competían entre sí por ser los mejores cada tarde, intentando la suerte más arriesgada, el mayor arrojo, o la mayor perfección en su labor ante el toro. Pero es que también competían lo ganaderos, en cada corrida y en cada toro iba, más que sus ganancias, su orgullo. Eso era lo que hacía grande la Fiesta, lo que la situaba en el primer puesto de los espectáculos preferidos por el público. Esos valores son los que le han servido para mantenerse durante tantos años en candelero y los que, en aras de la comodidad y el negocio, se están perdiendo si no se han perdido del todo todavía.

La gente sigue llenando los tendidos cuando presiente o intuye que hay emoción en el espectáculo que se le ofrece. Lo estamos viendo estos últimos años con el fenómeno de José Tomás. Sin entrar en la mayor o menor pureza de su toreo, la propuesta que ha sabido transmitir el torero de Galapagar de entrega, verdad, peligro y compromiso en todas sus actuaciones hace que se llenen las plazas de toros incluso en festejos fuera del abono ferial, cosa que no consiguen ninguno de los considerados figuras del momento. Es un dato claro y reciente que habla por sí solo de que el público, al margen de la crisis y el precio de las localidades, va a las plazas si cree que va a presenciar un espectáculo verdadero y único. A pesar de esta evidencia, los taurinos, como los avestruces, prefieren seguir con la cabeza metida en un agujero mientras sigan llevándoselo calentito y con el menor esfuerzo. Ese fraude es el que hay que atajar y ese debería ser el centro del debate en el que se deben embarcar los políticos para que la Fiesta recupere el esplendor de otras épocas. Si la plaza de Barcelona se llenara cada día de corrida, como ocurría hace unos cuantos años dos veces por semana, y los toreros despertasen la expectación del héroe, como los futbolistas de élite de ahora, nadie se atrevería a proponer la prohibición de las corridas de toros en Cataluña, como no se oponen los que apoyan la prohibición a los festejos populares, más cruentos si cabe que las corridas, en los territorios del Bajo Ebro.

Si de verdad quieren los políticos que la Fiesta de los Toros sea “Bien de Interés Cultural”, que sin duda lo es, y siga siendo Patrimonio Cultural y Artístico de la Humanidad, que también lo es, deben entrar a fondo en el debate, contando con todos los sectores del negocio, incluidos los consumidores, y poner el dedo en las llagas de corrupción y fraude que la están llevando de forma acelerada a una muerte cierta, no por las prohibiciones que le puedan caer encima, que a lo largo de la historia han sido muchas y todas las ido superando, sino por la propia acción de los que, en vez de engrandecerla y reforzarla de cara al futuro, se aprovechan de ella sin escrúpulos.