“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

miércoles, 29 de abril de 2009

APUNTES SOBRE LA CORRIDA CONCURSO Y LA "OTRA"

Este fin de semana tuvimos la oportunidad de ver en Zaragoza las dos Fiestas; el sábado 25, el festejo de las figuritas de la "prensa del corazón", con los hermanos Rivera Ordóñez acartelados con toritos de procedencia bodeguera; el domingo 26, la Corrida Concurso de Ganaderías con cinco toros muy bien presentados y otro, precisamente de la misma procedencia que los del día anterior, que no estuvo a la altura de las circunstancias, y con tres toreros modestos en el cartel.

Después de ambos festejos llama poderosamente la atención el diferente trato que se ha dado, por parte de la prensa local, a una y otra corrida. De la primera -la de Fran “el medallista” y Cayetano “el modelo”- no se ha hablado para nada del juego de los toros de Algarra que, estando bien presentados, fueron fieles a lo que se espera del toro comercial: escasez de fuerza, docilidad, nobleza borreguil, colaboracionismo... y ha pesar de eso, poco o nada se pudo ver de toreo artístico. Los toros recibieron, como reclaman los profetas de la nueva tauromaquia del muletazo, un par de picotazos y llegaron a la muleta, salvo el último que tuvo cierto poder, aptos para el torero moderno. Pues ni por esas. Cayetano se hartó de dar muletazos deslavazados y sin ninguna ligazón y le concedieron una oreja, solicitada mayoritariamente por voces femeninas poco habituales de los tendidos de las plazas de toros cuando no torea el "modelo de Armani", en su primer oponente. En el sexto, un manso grandón y con algo más de fuerza que sus hermanos, naufragó por falta de conocimientos. El toro metía la cara con clase cuando se le obligaba, pero Cayetano fue incapaz de ligar dos muletazos seguidos. A la salida de la plaza le escuché a más de un aficionado: “Si ha ese toro lo coge Ponce pone la plaza boca abajo”. Porque el toro era de esos mansos que si los obligas se entregan... o se rajan. Con este torero, que domina las posturitas pero no tienen ni idea de la técnica del toreo, no vimos ni lo uno ni lo otro. Su hermano Fran, “el medallista”, que había entrado de rondón sustituyendo a Miguel Ángel Perera, se dice que por imposición familiar, estuvo como acostumbra, como la chata y fue despedido con una bronca monumental. El tercero en discordia, Luís Francisco Esplá, estuvo pero no estuvo, se pasó la tarde sin molestar, y eso que tuvo un segundo toro para hartarse de torear.

Mientras que para alguno de los críticos locales esa tarde habíamos tenido a Juan Belmonte redivivo en el Coso de "La Misericordia", para la mayoría de aficionados había sido una tarde plúmbea y sin relieve, como la mayoría de las que se suceden en las distintas ferias en las que se anuncian figuras del momento con toritos comerciales al uso, como, por ejemplo, lo que está sucediendo tarde tras tarde en la feria sevillana, en donde, según los críticos destacados en la ciudad hispalense, después de un montón de corridas, solo se puede salvar el juego de tres o cuatro toros. En cambio de la segunda, la Corrida Concurso de Ganaderías, la crítica local ha sido unánime en su descalificación. Desde toros mal presentados, limpieza de corrales, inservibles para el lucimiento, sujetos a tercios de varas asesinos que inutilizan los toros para la faena de muleta, santo y seña del toreo moderno, que es el sambenito con el que nos machacan los profetas de la nueva tauromaquia.

Pues bien, en la Corrida Concurso de Zaragoza del día 26 hubo dos toros que echan por tierra todas estas teorías. Dos toros -la mitad de los que han salido en Sevilla hasta el momento- que, cada uno con sus matices, aguantaron un tercio de varas de concurso y luego sirvieron para la muleta. La lástima es que los toreros a los que les tocaron en suerte no estuvieron a la altura de las circunstancias, pero eso es harina de otro costal. Pero vayamos por partes.

En segundo lugar saltó al ruedo un toro cinqueño de Prieto de la Cal, “Pajarraco” que, entre un sinfín de capotazos, tomó cuatro varas arrancándose de largo, galopando y empujando, y una segunda al relance del capote de un subalterno que no supo volver a sacarlo a los medios, se creció en banderillas y tuvo tres o cuatro series embistiendo con prontitud, largura y nobleza. Al final el toro se resintió, más que del castigo recibido en varas, por la mala lidia que tuvo que soportar en los primeros tercios y la falta de oficio de su matador en la muleta pues, no en vano, Ricardo Torres hacia años que no toreaba en España y menos ganado de estas características. “Pajarraco” fue un gran toro que tomó cinco puyazos en regla y llegó a la muleta con muy buenas condiciones para el lucimiento de su matador, pero tuvo la desgracia de que éste no estuviera al nivel exigido por el toro. En sexto lugar se corrió un cuatreño de Ana Romero, “Cacerolito”, que a la postre resultó el ganador del concurso y que fue otro toro excelente. Tomó cuatro varas tardeando pero arrancándose al galope hacia el montado, tuvo menos fijeza e hizo sonar los estribos, se dio una costalada, más por empuje que por debilidad, y salió suelto en la última vara, pero luego en banderillas se vino arriba de forma espectacular y en la muleta fue una máquina de embestir. Como todos los toros bravos tenía sus dificultades y había que llevarlo sometido y toreado. Alberto Álvarez, que se había esforzado en hacer una lidia adecuada hasta el momento, aunque sacó buenos pases sueltos, se vio desbordado por la bravura de su oponente y falló estrepitosamente con la espada. Al toro se le dio la vuelta al ruedo y, a juicio del jurado, se llevó el premio al toro más bravo. En resumidas cuentas, dos toros excelentes en una misma corrida, cosa que no ha ocurrido en la presente temporada en ninguna de las ferias de pedigrí que hasta el momento se han celebrado, y que no encontraron los toreros adecuados para lucirse con ellos.

Pues esto a la crítica especializada zaragozana, de forma unánime, le ha parecido una corrida infame que no se debería volver a programar. Lo mismo dijeron, parece que las crónicas estén calcadas, en la Corrida Concurso del año pasado en la que también brillaron dos toros con luz propia: “Farolero”, de Prieto de la Cal; y “Lanudo", de FuenteYmbro. Prefieren el medio-toro bobo, dócil y, la mayoría de las veces, lisiado al que se apuntan los figuritas del momento y con el que no son capaces, como ocurrió el sábado con material apropiado, de sacarle ni una serie rematada. Como dice el refrán: “Para gustos están los colores”. Si ustedes se divirtieron el sábado, deslumbrados por los flash de las fan de los hermanos Rivera, viendo como naufragaban con una corrida a modo, yo lo pase en grande viendo el juego de dos toros -“Cacerolito” y “Pajarraco”- a pesar de los lidiadores que les tocaron en suerte que no consiguieron estar a la altura de la bravura de sus oponentes. Como digo en una entrada anterior, en esta Corrida Concurso faltaron Toreros de Concurso, ese fue el mayor problema, pero eso no es achacable a los toros que se lidiaron sino a quién la programó de esta forma.

Y para concluir una reflexión sobre la entrada registrada en “La Misericordia” en ambos festejos que, por los juicios emitidos, parece ser que es culpa de los que asistimos a ellos. El problema de los aficionados que acudimos a los festejos programados fuera de feria, en Zaragoza, en Madrid, en Sevilla y en cualquier otra plaza española, es que somos pocos, y menos que vamos a ser si periodistas y propagandistas se dedican, en vez de apoyar y publicitar los festejos taurinos, a desacreditar a los que asistimos a ellos asiduamente. Al festejo de la “prensa rosa” que tuvo lugar el sábado, contando con la presencia casi diaria de los hermanos Rivera en revistas y televisiones hablando de sus amoríos, pasarelas y actividades extra-taurinas, acudimos poco más de un tercio del aforo, a ojo de buen cubero, unas 3.500 personas. En la Corrida Concurso del domingo, con un cartel de toreros modestos, poco placeados y poco conocidos, sobre un cuarto de plaza, unas 2.500 personas. Pocas, muy pocas, es cierto. Pero comparando la entrada de un festejo con el otro, el auténtico batacazo, de público y económico, es el de la corrida del sábado. Si el cartel del primer día, con toda la campaña publicitaria de la “prensa rosa” y "programas televisivos del corazón”, sumado a la pegada de carteles de Cayetano por toda la ciudad, sólo es capaz de llevar 1.000 personas más a la plaza, el problema, y gordo, está ahí. No es de extrañar que las figuras no quieran anunciarse fuera de las ferias, y en estas tan sólo en los días señalados. Los figuras solo quieren ir a plaza llena cuando su obligación, si figuras son, sería llenar las plazas.

Considero un fracaso mucho mayor el tercio de asistentes que estuvimos en el festejo del sábado, que el cuarto de plaza que se cubrió en la Corrida Concurso del domingo que, además, fue televisada para Aragón y Castilla-La Mancha. También debemos tener presente que para desplazarse hasta Zaragoza para asistir a los toros, por motivos laborales, es mucho peor día el domingo que el sábado y muchos de los que hubieran venido no lo hicieron por ese motivo. Pero parece ser que a los críticos taurinos zaragozanos estas razones no les importan y que la culpa de todos los males que aquejan a la Fiesta en Zaragoza, como dice uno de ellos de forma ingeniosa en su crónica, la tengan “los cuatro del cuatro”. Pues esos “cuatro del cuatro”, y unos cuantos más que no nos sentamos en ese tendido, también tendremos la culpa de los dos toros bravos que pudimos ver el pasado domingo en el Coso de “La Misericordia” y que es posible que, cuando acabe la temporada tras la Feria del Pilar, ante la escasez de ejemplares semejantes, sigamos recordándolos.

miércoles, 22 de abril de 2009

TOROS Y TOREROS DE CONCURSO

En la Corrida Concurso de Ganaderías celebrada el pasado domingo en Madrid se puso de manifiesto que los matadores de turno y sus cuadrillas no estaban a la altura de las circunstancias para enfrentarse a esta modalidad de corridas de toros. Lo que debería ser básico en cualquier profesional que se dedique a este trabajo, como es realizar una lidia adecuada a las condiciones de cada animal que salte al ruedo, y que tendría que ser la primera lección que aprendiera cualquier aspirante a figurar en los escalafones de toreros, subalternos y picadores, no supieron hacerlo. Con ello dieron al traste con todas las expectativas puestas en tan interesante festejo tanto por los ganaderos, como por los aficionados que estuvimos presentes en el coso venteño el pasado 19 de abril.

No voy a entrar en juzgar lo visto ni lo ocurrido en la referida tarde porque ya han sido muchos los que se han ocupado de ello, pero si quiero dejar algunas reflexiones sobre un par de puntos que de haberse planteado de otra forma podrían haber cambiado radicalmente el rumbo del festejo: la incapacidad de los lidiadores y sus cuadrillas para solventar este tipo de corridas, y la elección de los mismos por parte de la empresa encargada de contratarlos.

Empecemos por el segundo punto. Es habitual que cuando se anuncia una Corrida Concurso, en donde se supone que irán los mejores toros de las ganaderías anunciadas, el cartel de toreros sea, como vulgarmente se dice, barato. En vez de contratar a los toreros más capacitados para realizar una lidia adecuada y de acuerdo con las normas que rigen este tipo de festejos, nos encontramos con toreros poco placeados y con escasa experiencia que, antes que dejar ver las condiciones de los toros, buscan su oportunidad. Puede que esta lógica de los empresarios sea debida a dos razones: que la contratación de toreros más placeados y experimentados encarezca el cartel, o que no se encuentren toreros de categoría reconocida que estén dispuestos a participar en este tipo de festejos en el que deben dejar parte de su protagonismo al toro. Si he de tomar partido por alguna de las dos razones lo hago por la primera, porque a un profesional de reconocido prestigio si se le paga lo que se merece seguro que no pone objeciones para figurar en este tipo de carteles.

En cuanto a los profesionales que deben ponerse delante de los toros concursantes debemos destacar, salvo escasísimas excepciones, la falta de recursos para solventar la papeleta que se les presenta con suficiencia. Esto es altamente preocupante porque la labor que deben realizar en este tipo de festejos, que no es otra cosa que aplicar la técnica de la lidia, debería ser considerada lección básica y primera de todo aspirante a torero, sin cuyo conocimiento y dominio no deberían de tener el permiso para ejercer la profesión de toreros. Es como si a un conductor se le concediera el carné de conducir sin conocer el manejo del coche ni el código de circulación. Pero esto nos lleva a un problema más profundo, y que ya muchas veces hemos tratado en este blog, como es la forma en que se enseña en la actualidad la difícil profesión de torero y con qué finalidad se enseña. De esta forma lo que debería ser el “a e i o u” de la profesión, como es dominar los recursos de la lidia, se convierte en algo accesorio porque lo que se pretende no es formar toreros sino triunfadores. A esta situación se ha llegado porque el toro actual, en su abrumadora mayoría, ya sale lidiado, sometido, dominado, a la plaza. En esta premisa se basa todo el entramado de la tauromaquia moderna. Con el toro disminuido, bobo y dócil que se cría en la actualidad se puede prescindir de aprender la técnica y los recursos de la lidia y centrarse en la fabricación de toreros de salón.

Con todo ello perdemos los aficionados que nos vemos privados de un espectáculo que, por los ingredientes que lo conforman, debería ser el más cuidado de todos los festejos taurinos que se programan. Pero los empresarios actuales, guiados por el negocio rápido antes que por la conservación, difusión y engrandecimiento de la Fiesta, no se preocupan de organizar las cosas como debieran, es más, por lo visto, parecen ser que apuestan por el desprestigio de los mismos en vez de por su cuidado y relanzamiento, lo que les daría crédito y prestigio entre los aficionados. Para los toreros modestos que se anuncian en ellos, dada su incapacidad y desconocimiento de la técnica, es un compromiso, un mal trago que deben de pasar, y no se dan cuenta de que una lidia correcta y adecuada les puede hacer ganar muchos enteros en la consideración de los aficionados y abrirles nuevas puertas. Pero todo esto parece no importarles ni a unos ni a otros cegados por los cantos de sirena de los apologistas del toreo moderno que se esfuerzan en desprestigiar este tipo de festejos y todo lo que tenga que ver con la auténtica Fiesta de los Toros. Por eso no es de extrañar que estos nuevos profetas de la tauromaquia moderna carguen contra todo lo que se aparte de lo que se considera actualmente el súmmun de la toreria, como son esas faenas de muleta interminables, monótonas y calcadas las unas de las otras que nada, o muy poco, tienen que ver con los valores eternos de la Fiesta íntegra, auténtica y emocionante que reivindicamos los aficionados y que, no lo debemos olvidar, son los que han permitido su pervivencia durante más de dos siglos.

miércoles, 15 de abril de 2009

LAS CHUFLILLAS Y LA ALTERNATIVA DE CAYETANO

De acontecimiento taurino extraordinario podemos calificar la alternativa de Cayetano en Sevilla pues, además del doctorado del torero de Ronda, ese día reaparecía en la Real Maestranza, tras su vuelta a los ruedos, Juan Belmonte. En la tradicional corrida del Día del Corpus, el 11 de junio de 1925, El Pasmo de Triana, haciendo realidad el sueño del toricantano que un día, siendo camarero en el “Café Cinco Minutos”, de la Línea de la Concepción, del que era propietario su padre, y mientras atendía al trianero, le comunicó su deseo de que algún día fuera el padrino de su alternativa.

Así ocurrió en el día reseñado. La corrida fue un éxito de público, en donde hicieron su agosto los reventas, y artístico. Belmonte consiguió las dos orejas y el rabo en el toro de su reaparición sevillana y, a su muerte, lo pasearon en hombros por el ruedo. Algabeño, que era el tercero en discordia, cortó una oreja en su primer oponente. Y Cayetano, que había estado discreto en el del doctorado, se la jugó en el sexto y también consiguió trofeo. Estuvo bien colocado, oportuno en el quite, templado y dominador con la muleta y certero con el estoque. Le concedieron una oreja y dejaba abierta la puerta de la esperanza. ¿Y los toros? Recogemos lo escrito por Sánchez Guerra: “¿Los toros? De Félix Suárez, salieron manejables y bravitos. Eran muy monos y muy simpáticos. Lo única lamentable es que no hubieran tenido dos o tres años y diez o doce arrobas más cada uno. Lo cual, dadas las circunstancias, es sin duda un buen punto de referencia. Se nota, sin duda, el retorno de Juan”.

Cayetano irrumpió en el planeta de los toros como un ciclón, pasó de becerrista a matador de toros en poco más de seis meses y se doctoró con un bagaje escaso de novilladas en su haber, veinticinco. Mucha culpa de ese rápido encumbramiento la tuvo la célebre frase con que tituló don Gregorio Corrochano, en ABC, la crónica de su presentación en Madrid: “Es de Ronda y se llama Cayetano”. Muchos fueron los aficionados que vieron en El Niño de la Palma a Joselito redivivo, quizás el propio Corrochano, joselitista hasta la medula, escribió esta crónica con esa esperanza, y muchos fueron los que se alistaron en el partido del nuevo fenómeno que, aún antes de demostrarlo en el ruedo, confiaban ciegamente en el torero rondeño. Pero no era el objeto de este artículo extenderme en demasía en el día de la alternativa, ni mucho menos en la trayectoria taurina de Cayetano, sino complementar la entrada precedente dedicada a la intérprete de "Las Chuflillas", la cantante trianera Mikaela, y en cuanto al origen del poema y el título del mismo.

Entre sus admiradores declarados se encontraba Rafael Alberti, joven poeta gaditano, gran aficionado a los toros y que, según sus propias palabras, también cobijo alguna vez el sueño de ser torero y hasta, a instancias de Ignacio Sánchez Mejías, hizo el paseíllo vestido de luces en la cuadrilla de éste, en la plaza de Pontevedra, en junio de 1927, el día que el diestro sevillano se retiró de los toros por primera vez, pero esa es otra historia y en su momento, si se tercia, tendrá su espacio. Ahora centrémonos en el título de los versos dedicados a Cayetano, que en aquellos momentos era el ídolo taurino de Rafael. Esa admiración se concretó en un poema. Con sus versos recién escritos pero aún sin título, fue a visitar a El Niño de la Palma en compañía de José María de Cossío y le explicó a su admirado torero el significado de su poesía:

- Como ve usted, le dijo Rafael, se trata de unos versos ligeros, juguetones, donde el torero le toma el pelo al toro...

- Vamos, le contestó Cayetano, que son unas chuflillas...

Desde aquel momento Alberti adoptó la palabreja utilizada por el protagonista de sus versos y la utilizó como título del poema a él dedicado. Las “Chuflillas de El Niño de la Palma” fueron incluidas en el libro “El Alba del Alhelí”, publicado en 1927. Años más tarde, en el transcurso de una conferencia pronunciada en Berlín, en noviembre de 1932, Rafael dirá: “Este jugar con fuego, este burlarse de la muerte, esquivándola y provocándola a un mismo tiempo, este arriesgar el cuerpo bailando, esta fiesta española del gana y pierde, yo la he visto encarnada en el toreo”.

miércoles, 8 de abril de 2009

MIKAELA - CHUFLILLAS DEL NIÑO DE LA PALMA

Mikaela, “con k de kilo”, como ella misma recalcaba en sus primeros tiempos, era el nombre artístico de Micaela Rodríguez Cuesta. Nació en el sevillano barrio de Triana en 1936, en la calle Castilla, en “Chapina”, cerca de donde vivían toreros como Belmonte o Gitanillo de Triana, y artistas de la canción como Gracia de Triana y, como demuestra su amplio repertorio de coplas taurinas, era muy aficionada a los toros.

Debutó en la compañía del Príncipe Gitano con el nombre artístico de Rocío del Carmen recorriendo toda Andalucía. Después de este periplo por tierras andaluzas dio el salto a Madrid, en donde actuó durante 32 semanas seguidas en el programa radiofónico “Cabalgata de fin de semana”, en donde alcanzo gran popularidad y cosechó sus primeros éxitos. Fue el presentador de este programa, Bobby Deglané, quién la bautizó con su nombre artístico definitivo: Mikaela. Por esa época también debutó en el teatro con el espectáculo musical: “El pleito del último cuplé”. Durante tres meses ininterrumpidos actuó, como primera figura, en el Teatro Goya de Madrid. A raíz de este éxito fue contratada para viajar a México, en donde permaneció seis semanas en el Teatro Afro. Y allí, en el país azteca, se le abrieron las puertas del cine. En 1960 fue contratada para una película sobre la vida del gran compositor Agustín Lara. En total fueron trece las películas en las que participó. Pero dejemos a un lado sus andanzas cinematográficas y centrémonos en su vertiente musical, y con más detenimiento en su repertorio taurino, que es el que nos interesa en este Blog.

A lo largo de su carrera grabó alrededor de trescientas canciones de los principales compositores de la copla española. En un disco grabado y editado en EEUU a comienzos de los años sesenta, con un exquisito acompañamiento instrumental a cargo de la Orquesta Montilla bajo la dirección del maestro Manuel García Matos, se incluyen varios cortes de ambiente taurino: Unas “Coplas a Paquiro”, de García Padilla y García Matos, dedicadas al legendario Francisco Montes; el pasodoble “¡Eh, toro!”, de Camilo Murillo y A. Segovia, que cuenta la historia de una ganadera; y “El ganadero”, pasodoble de Segovia y San Julián, que relata las peripecias del hijo de un ganadero que no quería ser torero, como su padre pretendía, y acaba muriendo en un tentadero en presencia de su arrepentido progenitor. En sucesivos trabajos siguió grabando canciones de tema taurino, como la copla dedicada a Manolete “Córdoba tuvo un torero”; el popular tema “La luna y el toro”, de Sarmiento y Castellanos, del que tantas versiones se han realizado; o el curioso “Tengo miedo torero”, original de Augusto Algueró padre, la música, y del austriaco afincado en España en los años cuarenta Arthur Kaps, la letra, y que en 1946 estrenara la gran cantante aragonesa Raquel Meller.

Pero merece la pena detenerse en dos producciones muy concretas que tienen relación con dos grandes poetas españoles olvidados por el régimen surgido de la guerra civil y que demuestran la valentía de esta cantante trianera en una época en que hablar de estos dos personajes era considerado delito. Según confesó la propia Mikaela en una entrevista en TVE en 1988, estos dos trabajos fueron los más interesantes de toda su carrera. El primero de ellos, grabado en 1966, eran las “Canciones populares españolas” recogidas por Federico García Lorca y grabadas en los primeros años treinta por Encarnación López La Argentinita y el propio Federico al piano, con la financiación del torero Ignacio Sánchez Mejías. En esta ocasión lo hace con los arreglos y la dirección de Rafael Ibarbia. El otro es al Lp publicado en 1970 bajo el título “Mikaela canta poesías de Rafael Alberti” y en donde se recoge la canción que es el objeto de esta entrada, las “Chufillas de El Niño de la Palma”.

En ese año el poeta gaditano aún se hallaba exiliado, desde el final de la guerra civil, en Roma. Hasta allí viajaron Mikaela y su representante para convencer a Rafael Alberti de que le autorizara la grabación de alguno de sus poemas. Entre la doce de poemas escogidos figuraban cuatro de temática taurina: “El toro azul de Picasso”, que abría el disco; “Joselito en su gloria”, que Alberti escribió a instancias del cuñado de José, Sánchez Mejías, cuando éste lo invitó a Sevilla y lo encerró en la habitación de un hotel hasta que el poeta terminó el trabajo requerido; “Verte y no verte”, una elegía dedicada al propio Ignacio al poco tiempo de morir en Madrid a causa de la cogida de Manzanares; y estas “Chuflillas de El Niño de la Palma” que nos ocupan. Estos y el resto de poemas incluidos en el citado Lp fueron musicados por el excelente compositor Antón García Abril y grabados con el soporte de una Orquesta Sinfónica que él mismo dirigió.

Mikaela era una mujer de gran personalidad, guapa, con unos grandes y profundos ojos negros, alta, mucho más que la media de las mujeres españolas de aquella época, y valiente. Estuvo en activo hasta finales de los años 80. La causa de su retiro se debió a que le fue diagnosticada una leucemia. Se sometió a un autotrasplante de médula ósea y hasta el final mantuvo un mano a mano con la muerte con la entereza, la valentía y la sonrisa que le caracterizaron durante toda su vida. Murió, con cincuenta y cinco años, en la mañana de Viernes Santo de 1991, en Madrid.

Chuflillas de “El Niño de la Palma”
(Rafael Alberti - Antón García Abril)

¡Qué revuelo!

¡Aire, que al toro torillo
lo pica el pájaro pillo
que no pone el pie en el suelo!

¡Qué alegría!
¡Qué revuelo!

Ángeles con cascabeles
arman la marimorena,
plumas nevando en la arena
rubí de los redondeles.
La Virgen de los Caireles
baja una palma del cielo.

¡Qué revuelo!
¡Qué alegría!
¡Qué salero!

Vengas o no en busca mía,
torillo mala persona,
dos cirios y una corona
tendrás en la enfermería.

¡Qué alegría!
¡Cógeme, torillo fiero!
¡Qué salero!

De la gloria, a tus pitones,
bajé, gorrión de oro,
a jugar contigo al toro,
no a pedirte explicaciones.
¡A ver si te las compones
y vuelves vivo al chiquero!

¡Qué alegría!
¡Cógeme, torillo fiero!
¡Qué salero!

Alas en las zapatillas,
céfiros en las hombreras,
canario de las barreras
vuelas con las banderillas.
Campanillas, campanillas
que nacen en las chorreras.

¡Qué alegría!
¡Cógeme, torillo fiero!
¡Qué salero!

Te digo y te lo repito,
para no comprometerte,
que tenga cuernos la muerte
a mí se me importa un pito.
Da, toro torillo, un grito
y ¡a la gloria en angarillas!

¡Qué salero!
¡Que te arrastran las mulillas!
¡Qué revuelo!
¡Cógeme, torillo fiero!




miércoles, 1 de abril de 2009

¡VAYA CORRIDÓN!

- Hola don Pepe.
- Hola don José.
- ¡Qué! Como cada año, ha sacar el abono ¿no?
- Eso mismo. Y usted... Supongo que vendrá a lo mismo ¿no?
- Pues claro. ¡Que cosas tiene!
- Las cosas las tiene usted, don José. ¿Qué voy a hacer si no en esta fila?
- Era una forma de entablar conversación, don Pepe.
- ¡Pues eso! Entablada queda.
- ¿Y qué me dice usted del comienzo de la temporada? Apunta bien ¿No le parece?
- Sobre todo la corrida de toros. ¡Vaya corridón!
- Eso mismo digo yo. ¡Vaya corridón!
- Ya tengo ganas de que llegué el día de marras...
- Pues no vea las que tengo yo, don Pepe, es un comienzo de temporada importante.
- En eso, y sin que sirva de precedente, estamos de acuerdo, don José, un comienzo de categoría.
- Un cartel de lujo.
- En cuanto a los toros, porque los toreros dejan un poco que desear...
- ¿Cómo que los toreros, si precisamente ahí es donde radica la fuerza del cartel?
- ¿Pero es qué se ha vuelto usted regionalista, o qué?
- ¿Cómo qué regionalista? No le entiendo.
- Porque de Aragón son todos los que torean ese día, don José.
- Vamos a ver, don Pepe. ¿De qué me está hablando usted?
- Del pedazo de corrida de toros que se programa para el domingo 26 de abril, de la Concurso...
- Yo no le hablo de la Corrida Concurso, don Pepe. Me refiero a la del dia 25 de abril, día de San Marcos, el santo más taurino de los que existen en el santoral...
- Ya sabe que yo de santos entiendo poco, don José... Y ya me parecía extraño estar de acuerdo a las primeras de cambio.
- Pero no me puede negar que es un cartelón, uno de los buenos que se pueden programar esta temporada: Con el aliciente de la presencia del torero más mediático del momento, "Cayetano"; la del que causó sensación el pasado año y que por mor de no se qué desavenencias no compareció en la pasada Feria del Pilar, Miguel Ángel Perera; y la siempre agradable comparecencia de un torero como la copa de un pino, muy querido por los aficionados de Zaragoza, porque aquí tomó la alternativa, y más en esta temporada que anda de despedida, Luís Francisco Esplá.
- ¡Amén! Es que no estamos hablando de la misma corrida, don José. Usted me habla de ese montaje con los 'perritoros' de Algarra...
- ¿Cómo que perritoros? ¡Un respeto, don Pepe, qué todos los toros tienen su peligro!
- Unos más y otros menos, don José. Unos más y otros menos.
- Y para hacer el toreo artístico que a mi me gusta, como a muchos otros aficionados, se necesita el toro...
- Colaborador y convenientemente disminuido que se estila en las corridas de los figuras...
- ¡No se pase, don Pepe...! De lo que estoy seguro es que esos toros que se lidiaran en la Corrida Concurso del día siguiente podrán tener presencia pero no sirven para elaborar el toreo artístico que nos gusta a los que tenemos el paladar acostumbrado a saborear lo bueno.
- Pues le recuerdo que usted, don José, el pasado año bien que se emocionó y disfrutó como un enano en corrida semejante.
- Sí, pero no vaya usted comparar lo uno con lo otro. Me emocioné como se emociona uno contemplando una competición deportiva, pero arte, lo que se dice arte... Para eso se necesitan otros mimbres, don Pepe.
- Y seguro que esos mimbres los tienen los 'perritoros' mencionados ¿no? Pues ya lo veremos y compararemos lo visto uno y otro día después de ver ambos festejos.
- Así lo haremos, don Pepe, porque con las alimañas que suelen salir en ese tipo de corridas que a usted tanto le gustan poco se podrá hacer. Pero si tiene suerte "Cayetano", si rompe a bueno algún toro de su lote, no habrá duda, porque el chico de "Paquirri", cuando está inspirado, tiene el arte y el duende del abuelo y del bisabuelo materno juntos.
- Quisiera recordarle, don José, que tanto “El Niño de la Palma”, que era el bisabuelo; como el abuelo, el gran Antonio Ordóñez, con mucha más asiduidad y poderío, cada uno en su momento, lidiaron toros de estas o parecidas ganaderías sin hacer remilgos ni vetarlas cuando la ocasión lo requería. Vayan un par de ejemplos para ilustrar lo que le digo: El bisabuelo, cuando debutó en Zaragoza en 1925, lo hizo con toros de “Concha y Sierra”; el abuelo, después de tomar la alternativa con toros de Galache, en Madrid, en 1951, en las tres siguientes corridas que toreo, recién estrenado el doctorado, se enfrentó a dos corridas de Pablo Romero y una de Prieto de la Cal que, precisamente, ambas están anunciadas en la Concurso d este año. Y un detalle más, cuando Antonio Ordóñez se presentó en Zaragoza como matador de toros, en la Feria del Pilar de ese mismo año, lo hizo ante toros de Javier Moreno, el 14 de octubre, y de "Concha y Sierra", el 17. ¡Ahí es nada! Y con esos o parecidos toros, abuelo y bisabuelo, han escrito algunas de las páginas más sublimes del arte taurino del siglo XX. Lo mismo que el nieto que, como quién dice, está en esto desde hace dos días y está más verde que una lechuga, y ya anda imponiendo ganaderías y compañeros de cartel.
- Pero los tiempos han cambiado y las cosas no son como antes, don Pepe.
- Pues yo no quiero cambiar, don José. El arte grande se hace con toros importantes, y lo que se hace ahora con los toritos ‘a modo’ del momento, como mucho y siendo benévolo, no pasa de boceto.
- ¿Pero...?
- ¡Ni peros, ni peras...! Esa obra artística que busca sólo la puede encontrar en la Corrida Concurso de Ganaderías del día 26 si un toro embiste con clase y enfrente hay un torero con capacidad y que sepa estar a su altura. Que "Cayetano", como sus antepasados, se apunté a esta corrida y demuestre su capacidad lidiadora y artística. Si eso ocurre seguro que nos poníamos de acuerdo usted y yo.