A San Fermín venimos,
por ser nuestro patrón,
nos guíe en el encierro,
dándonos su bendición.
¡Viva San Fermín!, ¡¡¡Viva!!!
¡Gora San Fermín!, ¡¡¡Gora!!!
Curiosa la numeración que tiene el día de hoy, 07-07-07, si utilizamos esta configuración de fecha. Siete por tres, veintiuno. Uno más dos, tres.
Un número muy taurino y San Fermín.
"Uno, dos y tres / tres banderilleros en el redondel", recitaba Gabriela Ortega.
Pero al margen de esta anécdota numérica, y de resaltar que me gusta el dibujo... porque impone, tengo que confesar que soy un asiduo de las retransmisiones por televisión de los encierros de Pamplona. Me emocionan. La muerte rondando por las calles.
He recorrido las calles del encierro en esos minutos anteriores a la suelta de los toros, he visto las caras de los corredores, las miradas perdidas en las profundidades del vacío, los gestos no controlados, los saltos liberadores de la tensión que se acumula en sus músculos, el silencio, el miedo, la muerte rondando por su mente… no tuve valor para quedarme… a la altura de la curva de Telefónica salí del recorrido, entre en un bar que se encontraba allí mismo y seguí el encierro por televisión… aún recuerdo el ruido y el retumbar del suelo del bar cuando la manada de toros y cabestro pasó a su altura.
En aquel viaje iba acompañado de una amiga, Elvira… ella sí que tuvo valor... ella sí que corrió el encierro… desde la curva en la que yo me había retirado… hasta el ruedo. Fue una de las pioneras, porque esta historia que estoy contando transcurrió en esa época, año más o menos, en que se permitió correr a las mujeres en los encierros. Cuando volvimos a vernos, después de la carrera, me confesó que una fuerza dentro de sí la empujó a correr, que había sentido una emoción indescriptible, única, maravillosa… y una liberación. Nunca lo podré saber, pero por los ingredientes con los que se condimenta este juego, no me extraña.
De esos ingredientes, hay dos que me hacen asiduo de las retransmisiones de los encierros; por un lado, la presencia del toro con trapío (con tan sólo ver los toros de Pamplona se explica tan controvertido término); y por otro, la emoción que me atenaza durante el tiempo que dura el recorrido, pues no en vano, seis toros con toda la barba andan suelto por las calles de Pamplona.
Pero al margen de esta anécdota numérica, y de resaltar que me gusta el dibujo... porque impone, tengo que confesar que soy un asiduo de las retransmisiones por televisión de los encierros de Pamplona. Me emocionan. La muerte rondando por las calles.
He recorrido las calles del encierro en esos minutos anteriores a la suelta de los toros, he visto las caras de los corredores, las miradas perdidas en las profundidades del vacío, los gestos no controlados, los saltos liberadores de la tensión que se acumula en sus músculos, el silencio, el miedo, la muerte rondando por su mente… no tuve valor para quedarme… a la altura de la curva de Telefónica salí del recorrido, entre en un bar que se encontraba allí mismo y seguí el encierro por televisión… aún recuerdo el ruido y el retumbar del suelo del bar cuando la manada de toros y cabestro pasó a su altura.
En aquel viaje iba acompañado de una amiga, Elvira… ella sí que tuvo valor... ella sí que corrió el encierro… desde la curva en la que yo me había retirado… hasta el ruedo. Fue una de las pioneras, porque esta historia que estoy contando transcurrió en esa época, año más o menos, en que se permitió correr a las mujeres en los encierros. Cuando volvimos a vernos, después de la carrera, me confesó que una fuerza dentro de sí la empujó a correr, que había sentido una emoción indescriptible, única, maravillosa… y una liberación. Nunca lo podré saber, pero por los ingredientes con los que se condimenta este juego, no me extraña.
De esos ingredientes, hay dos que me hacen asiduo de las retransmisiones de los encierros; por un lado, la presencia del toro con trapío (con tan sólo ver los toros de Pamplona se explica tan controvertido término); y por otro, la emoción que me atenaza durante el tiempo que dura el recorrido, pues no en vano, seis toros con toda la barba andan suelto por las calles de Pamplona.
Toros y Emoción.
Tras el paréntesis del encierro, cuando en los corrales enchiqueran a la muerte, en la calle, la fiesta continúa:
1 de enero, 2 de febrero, 3 de marzo, 4 de abril,
1 de enero, 2 de febrero, 3 de marzo, 4 de abril,
5 de mayo, 6 de junio, 7 de julio San Fermín.
¡Viva San Fermín!, ¡¡¡Viva!!!
¡Gora San Fermín!, ¡¡¡Gora!!!
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