“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

lunes, 28 de junio de 2010

MADRE MíA COMO ESTÁ EL PATIO

Escuchado, ayer domingo, los programas taurinos de la radio, un par de asuntos, que son altamente preocupantes para la Fiesta de los Toros, me hicieron reflexionar. De un lado, que en todas las ferias de las capitales de provincia y pueblos que se celebran en estos días, y son bastantes, se anunciaban los mismos toreros -los considerados actualmente como "figuras" por sus propagandistas- y, prácticamente, las mismas ganadería o sus sucedáneos de encaste bodeguero. Por otro, y esto es mucho más grave, la escasa presencia de público en los tendidos, una constante que se viene dando este año en todos los sitios, en donde predomina un descenso en la venta de localidades, aún estando acartelados los mandones del escalafón, que amenaza seriamente -por ruinosa- la continuidad de la Fiesta misma.

No son más de una docena los nombres que se repiten en todos los carteles, tanto en plazas de segunda como de tercera, siempre los mismos, rellenando alguna de las combinaciones con algún torero local. De esta forma se cierra la puerta a la gran mayoría de los profesionales que quedan condenados al ostracismo y que, por regla general, torean uno o ningún festejo a lo largo de toda la temporada. Los más afortunados de este pelotón de toreros en paro, como mucho, pueden ser anunciados alguna tarde en la plaza de Madrid para que se estrellen contra un ganado imposible y ante la mirada de muy pocos espectadores y mucho cemento en los tendidos. Si antes podían foguearse toreando varias corridas en plazas de segunda y tercera, ahora ya no pueden hacerlo porque la docena de elegidos por las empresas copan todos los carteles. Por supuesto con toros impresentables, anovillados y afeitados que, escuchando a los diferentes corresponsales de las distintas emisoras, es otra de las características de este verano taurino. Eso sí, las orejas, los indultos y el triunfalismo -una vez pasado el trago de San Isidro, al que acuden, si no pueden evitarlo, a salvar el compromiso- van que vuelan.

Aunque lo verdaderamente preocupante, para la Fiesta y para los propios “figuras”, es las escasas entradas que se registran en los cosos. Preocupante para la Fiesta porque sin dinero en la taquilla poco tiempo de vida le queda a esto. Y para los “figuras”, al darse cuenta de lo insignificante que es su condición al no ser capaces de llevar gente a las plazas. Aunque este es un problema que viene de lejos ya que, desde hace mucho tiempo -y al contrario de lo que sucedía en otras épocas en la que los mandamases se anunciaban en las tardes más flojas de las Ferias Taurinas para llevar más gente a la plaza- exigen figurar en los carteles de los días del santo que, normalmente, va más público a los toros por tradición. Los más optimistas pueden pensar que esto es cosa de la crisis económica y que cuando todo vuelva a su cauce las cosas se arreglaran por sí mismas. No digo que no, que algo tiene que influir, pero me temo que la auténtica crisis que afecta a la Fiesta es la de la mentira y el engaño que la rodea. Los aficionados, cansados de tanta falsedad, están dejando de acudir a las plazas de toros, y los espectadores, que acuden con la sola pretensión de divertirse, se aburren con el espectáculo anodino que tarde tras tardes les ofrecen los pretendidos “figuras” y sus toros de pitiminí.

sábado, 19 de junio de 2010

EMILIO EL MORO - MI TORO NEVAO

Emilio El Moro era el nombre artístico de Emilio Jiménez Gallego, nacido en Melilla en 1924. Con 15 años ganó un concurso en su ciudad natal y durante siete años consecutivos repitió como triunfador. Tanto en su ciudad, como en protectorado español del norte de África, alcanzó gran popularidad, por lo que se deicidio a dar el salto a la península. Al darse cuenta de que en el mundo del flamenco y la copla era muy difícil competir con las primeras figuras del momento, y al estar dotado de sentido del humor, en sus actuaciones alternaba los números flamencos con alguna parodia humorísticas, de esa forma creo un personaje que salia al escenario vestido con chilaba, babuchas y un fez, el gorro típico marroquí, que le cubría la cabeza y, guitarra en ristre, se dedicaba a parodiar los grandes temas de la copla cambiando la letra original por otras de contenido humorístico cargado de sarcasmo. Así se presentó en Madrid en 1949 y de esa forma iba a encauzar su carrera que alcanzó grandes cotas de popularidad en los años cincuenta y sesenta.

Pero el gran año de Emilio fue 1952, en el que se consagró. A raíz de la gran popularidad que tenía en España se lanzó, como cabecera de compañía, a la conquista de América en un espectáculo titulado "Tambores sobre América" en el que le escoltaban Tomás de Antequera y Amalia Molina. Su decenio de oro es el que va del año 1958 a 1969. Durante esos años participó en los siguientes espectáculos: En 1958 protagonizaba en el Teatro Calderón de Barcelona "El Congreso del Humor" que le tenia como máxima figura. En el 59 inició una gira, con compañía propia, con "El último tupé", deformación, según su costumbre, del famoso "Último cuplé" de Sara Montiel. Y en 1960 era la segunda figura del montaje "Cita de estrellas" que encabezaban Juanito Valderrama y Dolores Abril. Ese año lo ficha la compañía de Juanita Reina para el espectáculo de Quintero, León y Quiroga "Olé con olé”. 1964 fue otro año importante para Emilio el Moro pues, encabezando su propia compañía, se presenta en el Price de Madrid con el montaje "Flamenco... verano ... y olé" junto a Enrique Montoya. En 1965 sigue en el Price pero, esta vez, con la Niña de la Puebla en un espectáculo de alto nivel flamenco titulado "Así canta Andalucía" con el que haría gira por España. Un año más tarde regresa a Madrid, al Teatro Calderón, con el mismo espectáculo pero potenciado con el añadido de Pepe Marchena como primera figura y Manolo el Malagueño reforzando el elenco. En 1968 era la segunda figura del espectáculo "Buenas noches, España" que encabezaba el Príncipe Gitano. Y para completar el largo decenio que hemos citado, en el 69 Emilio cantaba con el histórico Angelillo y Marisol Reyes en la obra "Flamenco y olé".

Tuve conocimiento de Emilio El Moro escuchando sus discos en casa de un tío mío que se partía de risa con sus bromas, también pude ver algunas de sus actuaciones en TVE y, mucho más tarde, con mayor conciencia musical, pude comprobar que las cualidades del artista melillense no se quedaban en la broma y la parodia solamente pues dominaba todos los palos del flamenco, cantaba con clase y tocaba la guitarra, único instrumento con el que acompañaba sus cantes en muchas de sus actuaciones, estupendamente. En la década de los setenta la estrella de Emilio El Moro fue apagándose lentamente y, cuando murió en Orito, Alicante, en 1987, a causa de una explosión de gas en su casa, ya casi nadie se acordaba de él. Carlos Cano fue de los pocos que se acordaron de esta singular figura de la canción y le dedico una canción, “Las murgas de Emilio El Moro” que apareció en su disco “Cuaderno de Coplas, del año 1984, en el que hacía una sentida dedicatoria: "Para don Emilio Jiménez, Emilio el Moro, que me alegró las colas de la leche americana y el cartón de pobre. ¡A su salud!".

Pero centrémonos en la canción objeto de esta entrada que, con el paso del tiempo, se ha convertido en pura actualidad pues, en su adaptación de “Mi toro nevao”, un tema original de Manuel Villacañas y Francisco Almagro, muy popular en su momento, que estrenó Pablo del Río y que fue interpretado por muchos de los copleros de la época, entre los que habría que destacar la versión de Pepe Mairena, en su letra se acerca, casi proféticamente, a la realidad de lo que sucede hoy en día en el mundo de los toros. Si, como en todas las parodias humorísticas, la exageración es una de sus características, en este momento, y desde el punto de vista de los aficionados, la exageración se ha convertido, casi, en una realidad. Encontré esta canción incrustada en los minutos musicales del último podcast de la “Tertulia de aficionados En el Café de Chinitas” y me propuse hacer un vídeo combinando una actuación de Emilio El Moro en TVE con fotos publicadas, en el último año, en algunos de los blog de aficionados que hay en Internet. A continuación van, la adaptación de la letra para su parodia, el vídeo y el recuerdo para este singular artista de la canción española.

Mi toro nevao 
(Villacañas/Almagro)

Ya está el torito completamente afeitao
pa la Feria de Antequera,
en un cajón del pescao.
El asco de la ribera y es mi torito,
toro nevao.

Lo tengo educao.
Igual pega coces que tira bocaos,
y to lo que sabe yo se lo he enseñao.
Yo soy el maestro
del toro nevao.

Soy el peor ganaero
de los campo de Coruña.
Mis toros no tienen cuernos,
no tienen más que pezuñas.
Y este que tengo apartao
yo quisiera, yo quisiera
que no fuera degollao,
que de un dolor se muriera
este torito nevao.

Empiece usté la corría.
(No me da la gana)
Por Dios, señor presidente,
empiece usté la corría.
Debiera darle vergüenza
haberme traío esa porquería.

La gente pedía
que a tiros los guardias le quiten la vía,
y el toro en la arena pingaba y mordía,
mandando toreros pa la enfermería.

Soy el peor ganaero
de los campos de la Mancha.
Mis toros son tan mansitos
como gambas a la plancha.
Y este torito nevao
que no ara y que no tira
por un burro lo he cambiao
y me ha buscao la ruina
este torito nevao.

viernes, 4 de junio de 2010

ESPLÁ Y BEATO - HACE UN AÑO

Mañana, 5 de junio, se cumple el aniversario de la despedida de Luís Francisco Esplá de “Las Ventas” madrileñas. Aquel día dio una lección de toreo que puso de acuerdo, y volvió locos, a todos los presentes en el coso venteño. ¿Qué es lo que había hecho Esplá para conseguir tan súbitamente convencer y rendir a todos ante su labor con el toro “Beato”? Torear. Ni más, ni menos. Simplemente torear. Lo que no había hecho nadie a lo largo de todo aquel ciclo de “San Isidro” que agonizaba y lo que, en la actualidad, no hace ninguno de los pegapases del escalafón. De ahí la importancia de aquel momento. De los presentes entonces en la plaza madrileña, una mayoría apabullante no había visto torear de verdad en su vida, lo que habían visto era una novedad absoluta para ellos y debieron sentir en su cuerpo una sensación que jamás habían sentido. Esto es lo único que los diferenciaba de los aficionados veteranos que, aún a pesar de la degradación del espectáculo y el tostón de todos los días, seguían acudiendo a la plaza con la ilusión de sentir lo que se siente cuando se ve torear así, con un toro y sin trampa ni cartón. El alicantino, más dominador que artista, y con un conocimiento total de los secretos de la lidia, no se ha distinguido nunca por el pellizco artístico ni por la plasticidad, y ese día también fue fiel a su estilo, pero explicó en unas pocas tandas de muletazos como se domina y torea a un toro bravo. La explosión de júbilo que se produjo en los tendidos solo se explica si para la mayoría, acostumbrada al encimismo y los pases de uno en uno de la torería moderna, era nuevo y sorprendente lo que veían. Ambos, aficionados veteranos y espectadores de feria, normalmente enfrentados, se pusieron de acuerdo ese día y declararon triunfador a Esplá por el simple hecho de torear como se debe torear.

       

Pero este artículo no estaba pensado para hablar de aquella faena a un año vista, ya se ha hablado mucho y más que se hablará, sino para recomendar la visión del vídeo que lo acompaña, que recoge la actuación del maestro alicantino aquel día con el toro "Beato", y plasmar las reflexiones que me produce la letra de la canción que lo acompaña. El tema es una ranchera interpretada por Cuco Sánchez que lleva por título “Hace un año”:

Hace un año que yo tuve una ilusión,
hace un año que hoy se cumple en éste día, 
recordando que en tus brazos me dormía
que yo inocente, muy confiado, te entregué mi corazón.

Porque la faena de Esplá al toro “Beato” significó para los aficionados un reencuentro con el toreo puro y les devolvió la ilusión después de un ciclo nefasto en donde, salvo aislados detalles de "Morante", nada se había visto. Después de una sobredosis de pegapasismo sin otro fundamento que estar diez minutos delante de la cara del toro durante más de un mes de toros, ver a un torero que hace lo que tiene que hacer: parar al toro, templar su embestida y ligarle varias tandas de muletazos, fue un regalo que ya no esperaban a esas alturas del ciclo madrileño. Sirvió para recargar las pilas de la ilusión por la Fiesta y la justificación para volver a los toros una temporada más.

Ese tiempo tan feliz no volverá,
mi cariño lo pagaste con traiciones,
me has dejado sólo crueles decepciones
pero anda ingrata, como pagas otro así te pagará.

Pero la Fiesta, traicionera como la protagonista de la canción, ha seguido el curso impuesto por los apologistas y propagandistas del “toreo moderno” y lo de Esplá y “Beato” ha quedado en un mero espejismo, en una tarde que fue afortunada porque ese día, un torero que se retiraba después de más de 30 años de profesión se cruzó con un toro que le permitió dictar su última lección de toreo. Pura casualidad. Después, más de lo mismo: ponerse al hilo del pitón, citar con la muleta retrasada, descargar la suerte -dicen- para alargar la embestida, dar los pases de uno en uno, el arrimón… y el toro parado, inválido, a ser posible sin cuernos y, como mucho, chochón… porque en el momento que se mueve con algo de casta cunde el pánico. En lo que ahora es considerado como el momento principal de la lidia, la faena de muleta, se ha reducido el repertorio de pases hasta quedarse tan solo en dos… y de ligar ni hablamos. Aunque todavía es más preocupante el empobrecimiento de la técnica de la lidia porque los jóvenes matadores, y no digamos los novilleros, son incapaces de resolver el mínimo problema que les presentan sus oponentes. Todo esto es fruto del nuevo toreo y nos lleva a un espectáculo soporífero en donde, incluso con los toros que eligen los “figuras” para lucirse, fracasan estrepitosamente y aburren tanto a los aficionados -cosa que no les preocupa y ojala que no volvieran más- como a los espectadores de feria que van a divertirse y pedir orejas… y ese ya es otro cantar.

El recuerdo de tu amor quiero olvidar,
me quisiera emborrachar de sentimiento,
te quisiera yo borrar del pensamiento
pero es inútil, que borracho más y más me he de acordar.

Ha pasado un año entero y estamos peor que el pasado. Este año, todavía menos. Solo se puede salvar una faena de “El Cid”, atornillado por la responsabilidad, y un tercio de quites, en la última del ciclo, que resultó ser la de Beneficencia, en donde "Morante de la Puebla" no solo cuajo muy buenos pases con el capote, y una media verónica llevando el toro hasta donde la espalda pierde su casto nombre, sino que también hizo despertar del letargo a sus compañeros que le respondieron con orgullo y torería en los quites. Pasado ese momento volvieron a la vulgaridad y el aburrimiento al respetable. Ahí esta la diferencia entre el uno y los otros. Morante de la Puebla, posiblemente sea el único torero con vitola de “figura” que conserva la torería clásica que ha sido condenada por el “toreo moderno” a desaparecer. Algunos pocos más quedan, es el caso de Juan Mora, toreros veteranos a los que se les cierran las puertas no sea que vayan a destapar, en una tarde cualquiera, las carencias de los nuevos fenómenos. Craso error. ¿No se dan cuenta los taurinos modernos que lo que emociona, engancha, y hace enloquecer de verdad a la gente es el toreo clásico? ¿No son claros los ejemplos de Esplá hace un año, “El Cid” hace unos días, o "Morante" en el tercio de quites del último día? Nada. Como Paco Martínez Soria en la película “Don Erre que Erre”, los que controlan el cotarro taurino, están manoseando y corrompiendo los valores que han mantenido viva a la Fiesta durante siglos y, como un amor descarriado, la están encaminando hacia la pendiente de su propia destrucción.

Pero el tiempo es justiciero y vengador,
y a pesar de tu hermosura placentera,
si hoy te sobran muchos hombres que te quieran,
verás más tarde, no habrá nadie que se acuerde de tu amor.

Hace un año que yo tuve una ilusión.

Ojala que estas reflexiones solo sean una ensoñación metafórica producida por el letargo de tantas tardes soporíferas soportadas y que la Fiesta de los Toros tome un nuevo rumbo ilusionante para todos los aficionados recuperando y fortaleciendo sus señas de identidad. Mientras tanto, siempre se puede volver a ver el vídeo.

martes, 1 de junio de 2010

EL PULSO

Cuando el 5º novillo fue conducido por las mulillas al desolladero se produjo un curioso pulso en los tendidos, por un lado los que ovacionaban al presidente porque, a pesar de la estruendosa petición de sus seguidores, no había concedido ningún trofeo al novillero que había concluido su labor con más pena que gloria y un bajonazo infame, y los partidarios del novillero que abroncaban al usía por todo lo contrario, por no conceder las orejas a su torero. Fue un momento curioso, una pequeña anécdota pero que revela una contradicción que subyace desde siempre entre los que acuden a las corridas de toros: los que van a tratar de entender lo que sucede en el ruedo y los que van a la plaza tan sólo a divertirse. No es la primera vez que ocurre esto en la plaza de “La Misericordia” zaragozana, es más, ocurre habitualmente. Lo diferente, en esta ocasión, es el resultado de la confrontación pues, el pasado domingo 30 de mayo, el pulso lo ganaron los que ovacionaban al presidente por haberse mostrado inflexible y, de esta forma, evitar un mayor deterioro en la seriedad de una plaza que, como la de Zaragoza, no lo debemos olvidar, es de 1ª categoría.

De la novillada, en general, poco se puede decir que no se haya dicho en otros artículos que se han ocupado de ello. Por más dócil que salga el toro -novillo en esta ocasión aunque, por su apariencia, bien podían haber pasado por toros-, los toreros -novilleros en esta ocasión-, no saben que hacer con él. Vienen con un faena estructurada desde el hotel y en el momento que su oponente, que no es un animal racional- se aparta del guión previamente establecido pierden los papeles y quedan a merced de lo que les depare la suerte. Eso pasó con los dos que venían más aprendidos, Patrick Olivier y Alberto López Simón, que no entendieron a sus novillos y, en diferente grado, pues estuvo mejor el madrileño que el francés, no dijeron nada, y con el tercero, Imanol Sánchez, de la tierra, con valor pero más verde que una lechuga y que si no salió por la puerta de la enfermería fue porque sus dos novillos, de la especie bodeguera noble y colaboradora habitual, eran dos hermanitas de la caridad. La novillada de Torres Gallego: gorda, floja, sosa... y como las desgracias nunca vienen solas, el único que parecía potable, "Jamaicano" de nombre, que acudió al caballo con alegría, lo machacaron sin piedad en una primera vara demoledora y, por si eso no fuera poco, una banderilla se introdujo hasta más de la mitad de su longitud en el agujero dejado por la pica, los subalternos tardaron el quitársela y, cuando comenzó la faena, el novillo, que llevaba una media estocada en todo lo alto algo contraria, empezó a morirse, cosa que ocurrió mediada la faena, cuando el novillero tuvo que montar rápidamente la espada antes de que el novillo se derrumbase del todo.

Como digo en el primer párrafo de este artículo, en mi opinión, lo más interesante fue el pulso que se produjo a la muerte del 5º de la tarde en los tendidos. Además, pienso que otorgar triunfos baratos y sin contenido lo único que puede hacer es equivocar al aspirante a torero, jugar con una ilusión que no tiene una base real y que solo puede conducir a un desenlace malo, engañar con falsas promesas y caducos cuentos de “La lechera” a jóvenes con valor y, seguramente, con dinero que invertir en un proyecto de incierto futuro para el ponedor y pingües beneficios para los que trafican con la ilusión del neófito. Lo que sí, en cambio, debería hacerse, para subsanar la absoluta carencia de conocimientos de la técnica de la lidia de los novilleros actuales -y de gran parte del escalafón de matadores- y para que adquirieran un mínimo imprescindible de torería, es organizar muchas más novilladas, con picadores y sin ellos, es la única forma de que los aprendices aprendan. Es algo que como, de motu propio, los empresarios no lo hacen, debería estar regulado por la diferentes administraciones que tienen responsabilidades en la cosa de los toros, según la categoría de las plazas, estar obligados a organizar un determinado número de festejos menores en cada ciclo taurino, pero esto, como casi todo lo que tienen que ver con el mundo de los toros, es pedir peras al olmo…

... Pero, al menos, en la última novillada del primer ciclo zaragozano, la cordura y la sensatez se impusieron en el palco presidencial -en este aspecto, no en cuanto a la negativa de devolver el primer inválido de la tarde incapaz de dar dos pasos sin caerse- y en los tendidos. Por más que alborotaron los partidarios de Imanol Sánchez exigiendo trofeos sin ningún fundamento para su paisano, las palmas de los que ovacionaban al presidente se crecieron, acallaron la bronca y ganaron el pulso. Visto lo sucedido en tardes recientes, que se han regalado las orejas, es fácil hacerse una idea de como estuvo el novillero en cuestión... quizás, hasta haya sido un favor... Y “La Misericordia” mantuvo su nivel y su dignidad.