“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

miércoles, 21 de enero de 2009

ENTENDIMIENTO O DIVERTIMENTO

En la Fiesta de los Toros, a diferencia de todos los demás espectáculos, el público es soberano y los resultados del festejo dependen de su pronunciamiento y, por eso mismo, a la vez que su mayor grandeza, pues es el espectáculo más democrático del mundo en el que cada uno de los asistentes somos jueces, es también su mayor problema. Si lo que buscan los aficionados que asisten a la corrida es entender el comportamiento del toro y el tratamiento que le da el diestro de turno para conseguir su dominio; el espectador corriente va a divertirse, como un acto más del programa festivo de su pueblo o ciudad, y sólo le interesan los resultados, en otras palabras, los trofeos que consiguen los toreros. Aquí está el quid de la cuestión, el mayor problema al que se enfrenta la Fiesta en la actualidad: la diferente intención con la que van público y aficionados a los festejos.

Los grandes problemas que aquejan a la Fiesta, tal y como la entendemos los aficionados, tendrían solución si el respetable exigiese que las cosas fueran de otra forma, si los que son mayoría, el público de feria, no asistiese complacido al infame espectáculo al que nos están arrastrando los taurinos profesionales. ¿Para qué van a cambiar si el espectáculo descafeinado que ofrecen es del agrado de la mayoría de los que ocupan las localidades? ¿Por qué hacer caso a esa escasa minoría de aficionados que todavía resisten en las plazas de toros y a los que abuchean los propios compañeros de localidad? ¿Qué sentido tiene, desde el punto de vista de los profesionales, arriesgarse ante ganado íntegro si a la mayoría del público le da lo mismo y sólo le importan los trofeos conseguidos? La lógica del negocio taurino conduce irremisiblemente a esta situación que para unos, los aficionados, es un fraude, y para la gran mayoría la máxima expresión del arte de Cúchares.

Mientras que para unos, los espectadores, acudir a una corrida es una forma de pasar el rato, un acto social más; para otros, los aficionados, es un ejercicio de entendimiento, análisis y comprensión de las características y condiciones del toro y de los recursos que utiliza su matador para conseguir su dominio y, por ende, el triunfo. Los primeros se aburren, consideran que la corrida es un fracaso, si no hay triunfos, mientras que los segundos, antes que con las orejas cortadas, se entretienen analizando las dificultades que presentan los toros y la técnica que emplean los diestros para sortearlas. La diferencia es grande, mientras unos van a divertirse, los otros acuden a tratar de entender el porqué de las cosas que suceden sobre el ruedo. Dos formas de ver las cosas y hoy en día, por desgracia para los aficionados, son mayoría los primeros. Esto nos lleva, irremediablemente, a la situación actual la cual, es posible, que ya sea irreversible.

Antiguamente la opinión de los aficionados, que aunque eran un grupo más numeroso que los que actualmente acudimos a las plazas no eran, ni mucho menos, la mayoría de los espectadores, era respetada y valorada por la masa que trataba de aprender de lo que decían los entendidos, porque entender lo que sucede en el ruedo entre un toro y un torero no es un ejercicio fácil, requiere conocimientos y muchas corridas vistas, por eso era mucho más respetada la opinión de los aficionados más veteranos. Esa influencia que ejercían en los tendidos hacía que se mantuviera el listón de las exigencias más alto. Hoy en día, en esta sociedad de lo banal, ocurre todo lo contrario, esa opinión forjada a base de estudio y experiencia es tomada a chufla… y así nos va.

La mayor pena, lo más triste de esta situación es que nos conduce hacia un espectáculo que poco tiene que ver con la auténtica Fiesta de los Toros, un espectáculo grandioso y único que se esta convirtiendo en una mojiganga. Es una lástima que esto ocurra pero, en un juego tan democrático como la Fiesta de los Toros en la que el público es soberano, tenemos lo que nos merecemos... lo que quiere la mayoría.

lunes, 12 de enero de 2009

LOS NIÑOS DE LA GABRIELA - LOLA FLORES

Lola Flores estrenó estas bulerías en 1947. Formaban parte de la banda sonora de la película "Embrujo", una de las dos que grabó junto a Manolo Caracol, dirigida por Carlos Serrano de Osma y que, además de este tema, original de Quintero, León y Quiroga, recogía los mayores éxitos de la pareja que formaban estos dos monstruos de la escena que entonces estaban en lo más alto de su popularidad y de su pasión.

Pero antes de entrar en materia es preciso relatar una curiosa anécdota, ocurrida ayer, que tiene que ver con la elaboración y los contenidos de esta entrada. La idea original era dedicar el mayor espacio de la misma a la protagonista de la canción, Gabriela Ortega Feria, nacida en Cádiz en 1862, bailaora de tronío, que casó con el torero Fernando Gómez "El Gallo" y abandonó la profesión para ser la madre de tres toreros y la suegra de otros tres. Cuando ya había recabado la información necesaria y me disponía a escribir sobre ello vi que lo que pretendía hacer ya estaba hecho. "Juan Pasmo", en el Blog "El rincón de Ordóñez", se habían ocupado de ello y la historia de la "señá Gabriela" ya estaba contada. Esto significó un cambio de los contenidos de este artículo que, en vez de centrarse en la madre de "los Gallo", se va a ocupar de la interprete de la copla, Lola Flores, no de su biografía, harto conocida de la mayoría, sino del amplio repertorio taurino de "La Faraona". Así esta entrada servirá de complemento de la otra o viceversa.

Dolores Flores Ruiz nació, en Jerez de la Frontera, el 21 de enero de 1923. Empezó a cantar en 1939 en su ciudad natal anunciándose como Lolita Flores "Imperio de Jerez". Pronto obtuvo su primer triunfo, y quizás el mayor de carrera, pues no en vano la casa que se construyó cuando ya era una figura consagrada, lleva el nombre de su primer gran éxito: "El lerele". Este número, que la puso de golpe en el primer plano de la actualidad, estaba incluido en el espectáculo "Cabalgata", que se representaba el el madrileño Teatro Fontalba. Pero como decía en el párrafo anterior, dejemos su biografía aparte y centrémonos en su rico repertorio taurino, uno de los más extensos entre todos los interpretes de la copla, y de alguna de sus relaciones con los profesionales del toreo.

Lola Flores, que era una gran aficionada a la Fiesta de los Toros, conoció a muchos toreros a lo largo de su carrera, de muchos fue amiga y compartió fiestas y juergas con ellos, y de uno se enamoró perdidamente, según confiesa ella misma en su memorias. Este no era otro que Rafael Gómez "Gallito", nieto de la "seña Gabriela", que en los primeros años de la década de los cuarenta era una firme promesa y la esperanza para la continuación de la legendaria saga torera de "los Gallo". Al cabo del tiempo, Lola lo recuerda con el cariño y y la fuerza que dejan los primeros amores: "Me enamoré de él, nada más verle, como una loca, como no me había enamorado nunca. De una forma feroz, con un amor juvenil fuerte, que casi, casi daba un poco de susto". La historia acabó bruscamente, el torero no quería comprometerse con ella para nada serio y la jerezana, con dieciocho añitos y una carrera artística en ciernes, tampoco quería continuar una relación sin futuro. "Gallito" se despidió a la jerezana, diciéndole que tenía a la puerta a una señora mayor que ella, dentro de un cochazo impresionante, con chófer, con abrigo de pieles y luciendo unos llamativos brillantes... Y Lola se quedó compuesta y sin novio.

Pero su relación con el mundo de los toros no se acaba aquí. Se da la circunstancia que el representante de la jerezana en sus primeros años de carrera era un antiguo banderillero, "Palmita", que había ido en las cuadrillas Domingo Ortega y Antonio Márquez que, curiosamente, también ejerció de representante artístico de su esposa, Concha Piquer, tras retirarse de los ruedos. Pero esa es otra historia y en su momento tendrá su sitio.

Además de la copla que nos ocupa Lola Flores cantó muchas otras de temática taurina. "Abanico de toros", un cha-cha-cha flamenco de León y Solano, en cuya letra se menciona a Salvador Sánchez "Frascuelo", a Rafael Molina "Lagartijo" y a los toros de "Miura", los más cantados en la copla de tema taurino. En 1952 estrena la creación "Ole, mi torero", bulerías de Quintero, León y Quiroga, en donde se nombran los toros del Duque de Veragua. "Conchita Cintrón" es un pasodoble dedicado a la excelente rejoneadora, y torera de a pie, chilena del mismo nombre. En él, además de glosar las excelentes cualidades de la amazona, se nombra a Álvaro Domecq y Díaz y a Juan Belmonte en su faceta de rejoneador. En "Coplas a Antonio Ordóñez", le canta al poderío del torero rondeño, y en "Venga pronto el volapié", bulerías a "Pepe-Hillo", ambos temas son de A. Gallardo y N. Sánchez. Lola Flores también tuvo una excelente relación con los venezolanos hermanos Girón, y a cada uno, César, Curro y Rafael, les cantó un pasodoble, todos fueron compuestos por el poeta, y letrista de muchas de las coplas que cantó "La Faraona", Luis Gómez. "A Gitanillo", original de Felipe Campuzano y Ruiz Venegas, era el título de una copla dedicada a Rafael Vega de los Reyes, yerno de "Pastora Imperio", empresario artístico después de su retirada de los ruedos, que regentó, entre otros, el conocido tablao "El Duende", punto de cita de los flamencos que llegaban a Madrid durante muchos años, y que falleció en accidente de tráfico, en 1969, cuando regresaba de una fiesta en la finca que tenía Luis Miguel Dominguín en Saelices. "Noches de toritos negros" y "Sevillanas del burladero", de P. Flores y García Tejero; "Tengo miedo, torero", pasodoble de A. Kaps y A. Algueró; fueron otras coplas taurinas interpretadas por "La Faraona".

Pero hay uno, el más cantado de entre todos los toreros, al que no le cantó ninguna copla, a Manuel Rodríguez "Manolete", con el que tuvo gran amistad, porque la tragedia de Linares supuso para Lola un duro golpe. Pocos días antes de la fatídica corrida había participado, junto con Manolo Caracol, en una sonada juerga, que Rafael Sánchez "Pipo" cuenta en un libro biográfico con todo lujo de detalles sobre la mala vida del torero cordobés. Quizás por eso nunca puso su voz en ninguna copla dedicada a su memoria. Pero si le cantó a su madre, con la que mantuvo una gran amistad, "Angustias Sánchez" es el título del pasodoble dedicado a ella, original de J. Guardalón y R. Báez... Con el tiempo, alguna de estas coplas tendrá cabida en este Cancionero y, de momento... ya vale.

Como decía en un párrafo anterior, para complementar este artículo y enterarse de los detalles de la vida de la "seña Gabriela", enlazar con el Blog "El rincón de Ordóñez" y leer la entrada publicada en el día de ayer: "Los niños de la Gabriela". Y para que no falte de nada y completar esta entrega, enlazar tres vídeos, ¡¡¡tres!!!, de la copla que nos ocupa:

1º - Extraído de la película "Embrujo", en donde Lola Flores canta la segunda parte de la canción.
2º - Un montaje de "Juan Pasmo", con fotografías de la familia Gómez-Ortega y la canción interpretada íntegramente por "La Faraona".

lunes, 5 de enero de 2009

OTRA EMPRESA, OTRA OPORTUNIDAD

Una nueva empresa se hace cargo de los destinos de la Plaza de Toros de “La Misericordia” para los tres próximos años. Una nueva oportunidad se abre para situar a nuestra plaza en el lugar que le corresponde y consolidarla como una plaza de temporada de primera. Luego ocurre lo que ocurre, que las expectativas creadas se desvanecen desde el primer momento con las primeras decisiones. Es lo que ha venido ocurriendo en todas las ocasiones anteriores en que se ha producido relevo empresarial. Después de un vaivén de empresarios en los últimos años de la década de los ochenta se llegó a la autogestión, una oportunidad, la mejor que se ha presentado hasta el momento, que entre todos la matamos y ella sola se murió, quizás para siempre. Después llegó Ojeda… mejor no recordarlo. Simón Casas… con su palabrería que se lleva el viento. Los Choperas, empresa fuerte, decíamos… que vinieron a recaudar. Y Zorita, gerente de los Hnos. Chopera en su primera etapa en Zaragoza, y empresario sub-arrendado en las dos últimas temporadas.

En estas dos últimas temporadas, en las que en la práctica ha ejercido de empresario Ignacio Zorita, se abrió un cauce de dialogo con la “Plataforma de Aficionados de Zaragoza” que concluyó en una especie de acuerdo tácito para la programación de la temporada. Basado en la idea del equilibrio, se trataba de asegurar la presencia de cuatro hierros de los llamados “toristas” en la Feria del Pilar, así como la "Corrida Concurso de Ganaderías" y la serie de novilladas englobadas bajo la denominación “Los orígenes de la bravura” durante el 1º Ciclo . Mal que bien, con algún que otro mosqueo, no exento de algunas tensiones y siendo generosos, el acuerdo se cumplió. Hace unos días la Diputación Provincial de Zaragoza, propietaria de la plaza, decidió que “Ruedos de Aragón S.L.”, empresa de la familia Zorita, y de la cual es administrador general el padre, Ignacio, sea la encargada de organizar las próximas temporadas en el coso zaragozano. Aunque es un cambio menor, es un importante cambio, pues si bien la persona que va a regir “La Misericordia” en las tres próximas temporadas es la misma que los ha regido durante las dos últimas, las condiciones en las que lo va ha hacer son mucho más favorables que las que tenía hasta el momento.

Es por eso que la oportunidad que se abre con este cambio puede llegar cargada de cosas positivas si se enfoca con visión de futuro y con la intención de quedarse, no tres, ni cinco años, sino muchos más. Deshacerse del lastre que suponía el pago anual de una considerable cantidad de dinero a los Hnos. Chopera puede hacer rentable la explotación de la plaza y, en esas condiciones, es posible ser atrevido y afinar un poco más los objetivos a medio y largo plazo. Consolidar “La Misericordia” como plaza de temporada y situar la Feria del Pilar entre las más serías y mejores de panorama taurino es una tarea que, a medio plazo, puede ser asequible. Las bases ya están puestas, hay que seguir por ese camino, pero es preciso corregir errores, trabajar con tiempo, no dejar cabos sin atar. Sería un error pensar que ya está todo hecho y que ahora, después de conseguido el objetivo de ser empresario de Zaragoza, es tiempo de recoger los frutos. Trabajar con la vista puesta en el futuro, con planes a largo plazo, que se supone es el sueño de todo empresario, requiere compromiso y trabajo diario, y duro, desde ya.

Es indudable que una de las cosas que hay que mejorar es la presentación de las corridas de la Feria del Pilar. Para consolidar ese ciclo no basta con que las denominadas “corridas toristas” vengan de ganaderías escogidas, en tipo y con el trapío requerido. Es preciso que las “corridas comerciales”, las que solicitan las figuras, sean de lo mejor de cada ganadería, cabezas de camada a ser posible, con la edad cumplida y la misma integridad que las otras. Sólo cuando se alcance ese nivel podremos decir que la Feria del Pilar de Zaragoza es un ciclo completo y de primer nivel, que no se divide en una parte seria con toros serios, para aficionados, y otra con ganado a modo para la mojiganga y el triunfalismo verbenero. Sólo cuando se ofrezca un cartel rematado en toros y toreros la feria aumentará su prestigio y podrá interesar a aficionados de otras latitudes que podrán desplazarse hasta nuestra ciudad a ver toros. No hay que olvidarse de la privilegiada situación geográfica de Zaragoza, tanto de las principales ciudades del noroeste de la península, como del sur de Francia, quizás, en la actualidad, la zona con más cantidad de aficionados interesados y dispuestos a viajar por la fiesta de los toros. Pelear porque, a pesar de las fechas, estén los mejores toreros, puede ser un trabajo duro y, por supuesto, conllevara mayores gastos; asegurarse de que las corridas estén bien presentadas y, cada una en su encaste, parejas, necesitara dinero, buen ojo y seguimiento; pero ese es el objetivo, si eso se consigue se habrá dado el paso más importante para consolidar la Feria Taurina del Pilar.

El segundo objetivo debería encaminarse hacia la consolidación del primer ciclo de la temporada. La "Corrida Concurso de Ganaderías" a pasado a formar parte del pliego y debe seguir por la senda marcada, convirtiendo “La Misericordia”, por un día, en el centro de las miradas de todos los aficionados del planeta taurino. El otro reto son las novilladas englobadas en el ciclo “Los orígenes de la bravura”. Es una idea buena, y más es estos tiempos de predominio del mono-encaste y de la cada vez más escasa programación de festejos menores. Hay que apostar por ello y buscar la forma de que se conviertan en cita obligada de los novilleros punteros de cada temporada. Alguna forma abrá de hacerlo, además de publicitarlas más, habría que dotarlas de algún tipo de premio, tanto en metálico, como con la programación de los triunfadores en las dos novilladas picadas que se incluyen en la feria pilarista. Además, no vendría mal a los aspirantes a doctorarse en el escalafón de matadores medirse con novillos serios y cuajados en una plaza de primera, y más si, además de cobrar, triunfar tiene premio. Hay cosas que se pueden hacer, o al menos intentarlo, una apuesta de futuro y por el futuro de la Plaza de “La Misericordia” seguro que conlleva sus riesgos, hay que invertir tiempo y dinero, pero ese es el trabajo de los empresarios, poner la imaginación y las iniciativas para sacar rendimiento a este negocio.

Otra empresa, otra oportunidad. Siempre la misma canción. Esperemos que esta vez los acontecimientos vayan por la senda que ya está marcada y no se den pasos en falso, ni se produzca una marcha atrás. Después de dos años de comunicación y diálogo está demostrado que es una buena fórmula y que puede dar sus frutos. Ojala dentro de unos meses, al hacer balance de la temporada, podamos celebrar algún pequeño avance, es lo que más me gustaría, pero de momento, y después de la primera declaración de intenciones tras la concesión de la plaza, no puedo estar de acuerdo con la propuesta de cambiar dos novilladas sin picadores, a las que obliga el pliego, por una corrida de toros y otra de rejones. Las novilladas son necesarias para el futuro de la fiesta y lo lógico sería que en vez de reducir su número se incrementaran. Además chirría proponer en la oferta “la creación definitiva de una Escuela Taurina de Zaragoza, incluida de pleno derecho en la Federación Nacional de Escuelas de Tauromaquia, en cuyo caso aportaremos a la misma la cantidad de 6.000 euros, además de otras acciones especificadas en la Memoria”, y en ese mismo documento plantear la desaparición de dos de las tres novilladas sin picadores exigidas. A pesar de este primer desacuerdo espero que, volviendo a lo que escribí en el primer párrafo, no se desvanezcan con las primeras decisiones las expectativas creadas.

viernes, 2 de enero de 2009

PERIODISMO Y PUBLICIDAD

Uno de los grandes problemas que la fiesta de los toros tiene en la actualidad es la falta de buenos críticos taurinos, ya no están, ya han desaparecido los grandes cronistas que podían influir con sus críticas en la afición y en el rumbo mismo de la fiesta, los que tenían fuerza en la dirección del periódico, los que hacían que, aun habiendo coincidido en la misma corrida, apreciaras cosas de las que tú no te habías percatado y, de esa forma, hacían que aprendieras, que enriquecieras tú opinión, que entendieras mejor la corrida… De eso se lamentaba, con estas o parecidas palabras, José Luis Lozano, en una larga charla en un salón de “El Cortijillo”, recuperándonos del frío tras haber visto la camada que tiene para este año. Recordaba a “Corrochano”, a su amigo “Clarito”, del que nos mostró una foto cuando ya nos marchábamos, y daba gran importancia a los que en cada ciudad, como en el caso de “Don Indalecio”, en Zaragoza, se ocupaban de la crónica local con estilo, conocimiento y compromiso con la profesión. Recordaba algunas crónicas legendarias que habían servido para lanzar a algún torero… “Es de Ronda y se llama Cayetano”“La talla de Montañés”… Ahora no queda nadie… se lamentaba.

Es una opinión que comparto al cien por cien y es un tema del que ya se ha escrito en este Blog. La labor de la crítica no sólo es necesaria sino imprescindible, como en cualquier otra actividad artística o deportiva, la crítica es el alimento de la afición, y si no véanse las páginas que ocupa el denominado “deporte rey”, no sólo en los periódicos deportivos dedicados, casi en exclusiva, al fútbol, sino en todos los diarios generalistas de tirada nacional o local. Y si hablamos de otros medios de comunicación, como la radio o la televisión, en donde disfrutan de los mejores horarios de la parrilla, la brecha se hace mucho más profunda. No es cosa de comparar, hoy en día, los toros con el fútbol, hubo otro tiempo, que ya pasó, en que las cosas eran radicalmente distintas y la importancia social de uno y otro era, exactamente, la inversa. Pero no es hora de lamentaciones, las cosas están como están y, a partir de ahí, es preciso partir.

La última vez que la fiesta dio un pequeño paso positivo, después de los estragos producidos por el ciclón de “El Cordobés”, y en donde se recuperó cierta dignidad en la presentación del ganado, coincidió con una época en donde había varios medios escritos dispuestos a dedicar espacio a los toros, y varios periodistas que estaban capacitados para cubrir ese papel con solvencia, de esa forma se consiguió presionar para salir de la vergonzosa situación en la que había quedado la fiesta después del “fenómeno” y se llegó, tras no pocas zancadilla, a una situación algo menos deteriorada. La existencia de ese frente crítico del periodismo comprometido llevó a numerosos grupos de aficionados a crecerse en los ruedos y fuera de ellos. Durante la década de los ochenta se publicaron numerosos libros taurinos, aparecieron nuevas revistas y en la radio surgieron nuevos programas. La televisión contribuyó con la retransmisión de algunas corridas más que interesantes y, todo ello, consolidó núcleos de afición alrededor de una esperanza remota: que es ésta fiesta, objeto de nuestra afición, tuviera la posibilidad de regenerarse. Y también ocurrió algo no menos importante, algo que hasta ese momento no había ocurrido; varias asociaciones de aficionados empezaron a editar sus propias publicaciones, a tener su propio medio de comunicación.

En estos momentos, unos cuantos años después, en el terreno de la crítica taurina estamos mucho peor que antes, porque ahora no queda nadie. Salvo contadísimas excepciones, tanto a nivel nacional, como local, la estirpe de los críticos taurinos está a punto de desaparecer. La publicidad ha ganado la batalla. Ya lo decía don Antonio Díaz-Cañabate en su “Paseíllo por el planeta de los toros”, para ser torero de postín basta con ser “uno de esos que se forman no ante el toro y sus peligros, sino por la propaganda y sus facilidades”. Para ser torero, ya no hace falta ganárselo en la plaza y ante toros de respeto, es mucho más eficaz contratar una buena agencia publicitaria.

Antaño, incluso en las propias revistas especializadas que vivían de la publicidad de los toreros, se ejercía una crítica feroz, sin miramientos. Hoy en día, ni en los escasos espacios que la prensa escrita dedica a los toros se ejerce crítica alguna, más bien al contrario, parecen ser espacios publicitarios ocupados tan sólo en destacar el corte de apéndices auriculares, sin hacer ninguna referencia al toro lidiado ni a su comportamiento. En su mayoría son periodistas de información con muy pocos conocimientos y escasa afición o, como decía José Luis Lozano... becarios. La radical diferencia con otras épocas es que ahora, en el terreno de la crítica taurina, no queda nadie y, por lo tanto, nadie pone freno a la ambición desmedida de la maquina publicitaria de los taurinos. Esta una de las más tristes realidades, y más preocupantes, del actual planeta taurino.

Quizás ésta sea una batalla perdida para siempre. Quizás la única regeneración posible venga desde abajo, desde los consumidores, desde los aficionados. Hoy en día, con las posibilidades que brinda un medio de comunicación en expansión como es Internet, los aficionados están haciendo la labor de la crítica desaparecida y, si no se puede contar con los conocimientos, la maestría y la sabiduría de aquellos periodistas de antaño, al menos se puede hacer desde los conocimientos, la afición y el compromiso personal de cada uno. Es posible que perdamos con el cambio, seguramente, pero tampoco debemos olvidar que estamos en otra época y que contamos con otros medios. Quizás, con la importancia que está tomando este medio colectivo que es Internet, los aficionados que ya estamos en este lío, más los nuevos que se puedan apuntar, compartiendo la información y la opinión, podamos mantener un frente de crítica abierto a las tropelías consentidas de los taurinos. Y esperemos que, mientras tanto, en unos medios o en otros, vayan surgiendo una nueva pléyade de críticos taurinos que ocupen el vacío dejado por sus antecesores y sean la punta de lanza de la opinión de los aficionados.
Quizás sea un imposible, pero como un deseo para empezar este 2009 puede servir.