“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Casta y bravura

Casta y bravura es un pasodoble aflamencado, creación de Rafael Farina, dedicado a la saga de los ganaderos salmantinos Pérez-Tabernero y, además, uno de los más desconocidos de su repertorio, pues es raro encontrarlo en Antologías o Recopilatorios. Compuesto por Bonald y Campoleón, es un homenaje a esta familia de ganaderos que desde finales del siglo diecinueve se vienen dedicando, sin interrupción, a la crianza de toros bravos en tierras de Salamanca. Son, si no la más importante, una de las sagas de ganaderos con más tradición y prestigio, no en vano, en 1980, según el ranking que estableció D. José de la Cal en “Las Ventas, cincuenta años de corridas”, la de D. Antonio Pérez de San Fernando ocupa el primer lugar con 397 toros y 63 novillos, mientras que la de D. Alipio Pérez-Tabernero Sanchón, ocupa el cuarto puesto, tras la de D. Atanasio Fernández Iglesias, y la de Pablo Romero, con 205 toros y 54 novillos lidiados en la plaza de Las Ventas.
En la actualidad la familia Pérez-Tabernero, con todas las ramificaciones surgidas a lo largo del tiempo, sigue oc
upando un importante puesto entre las ganaderías de Salamanca, aunque el juego de sus toros de lidia no estén a la altura de los que nos cuenta la historia. Esperamos, por el bien de la fiesta, que sea pasajero y pronto vuelvan a donde solían.
El intérprete
es Rafael Farina, nombre artístico del gitano Rafael Salazar Motos, nacido, por casualidad, en Martinamor, pueblo cercano a Salamanca, el 2 de julio de 1923. Y he dicho por casualidad porque la historia de nuestro personaje, como la del niño Jesús, comienza en un establo.
Siendo sus padres tratantes de ganado, la vida trashumante que llevaban les hacia andar de un sitio para otro, y en uno de estos viajes, su madre, a punto de dar a luz, tuvo que refugiarse en un establo del citado pueblo en donde nació el que luego sería gran cantante.

Cantó, como tantos, por las calles, en los cafés y en las tabernas en busca de unas monedas. Su gran ocasión se le presento en 1949, en Madrid, donde participó en el homenaje a Juanito Moja
ma (Juan Valencia Carpio), a partir de ese momento pasó de ser una auténtico desconocido a que se empezara a hablar de él en los corrillos artísticos. Las puertas se le abrieron cuando Antonio Márquez, marido y manager de Conchita Piquer, le propuso entrar en la compañía de la tonadillera. Tuvo que enfrentarse a dos problemas que pudo superar a pesar de sus reticencias; el uno, cantar con orquesta, cosa que nunca había hecho, interpretaba una versión de La Niña de Fuego, el gran éxito de Manolo Caracol; el otro, viajar en barco para hacer la Américas, venciendo el pavor que tenía al mar y, además, haciéndolo con documentación falsa, pues viajaba con el pasaporte de su hermano Calderas de Salamanca.
A partir de ese momento el éxito le acompañó, llegando a ser una de las voces más importantes y con mayor personalidad del panorama de la canción española. En su repertorio, la temática taurina tenía especial relevancia, no en vano había soñado, de jovencito, en llegar a ser torero, idea que pronto abandonó, aunque su afición a los toros siguió intacta durante toda su vida. Mantuvo una estrecha relación con toreros y ganaderos salmantinos y trabó especial amistad con Santiago Martín “El Viti”, al que le dedicó un pasodoble y unos fandangos. Consiguió un gran éxito con “Las campanas de Linares” en homenaje a Manolete. En muchos de sus espectáculos usaba indumentaria de torero y daba pases de salón mientras interpretaba sus canciones. Hizo siete películas, en una de las cuales “Puente de Coplas”, hacía el papel de ganadero. Hay que reseñar que, como si un torero fuera, salió en hombros de sus admiradores al finalizar su actuación en varias ocasiones.
Pero de esto y otras cosas relacionadas hablaremos en sucesivas entradas de este Cancionero porque, Rafael Farina, por la gran cantidad de canciones de tema taurino que interpretó, volverá a ocupar nuestra atención en otros momentos.


Casta y bravura
(Bonald, Salazar, Campoleón)

Orgullo del campo charro
sus toros de lidia son
a los Pérez Tabernero
tardes de gloria les dio.

Los toros en la Fontana
suenan tardes de agonía
don Antonio y don Alipio
¡ay! ¡ay!
en su bravura confían.

Dehesa de Salamanca
a sus toros siempre da
la bravura y el trapío
que en la plaza lucirán.

Dehesa de Salamanca
los mayorales ya van
haciendo bravos los toros
haciendo bravos los toros
que gloria siempre les dan.

La muerte con dos puñales
rompe la alborada limpia
se asustan de los jarales
y en el mayoral se fían.

La casta de los toreros
siempre busca la verdad
en los toros salmantinos
en los toros salmantinos
que fama siempre les dan.

Dehesa de Salamanca
a sus toros siempre da
la bravura y el trapío
que en la plaza lucirán.

Dehesa de Salamanca
los mayorales ya van
haciendo bravos los toros
haciendo bravos los toros
que fama siempre les dan.

El vídeo que ilustra esta entrada es una modesta coproducción hispano-francesa que pretende ser un homenaje visual a los toros salmantinos.
Basado en fotos del intérprete y de los ganaderos que nombra la copla, D. Antonio y D. Alipio, y enriquecido con las realizadas por los fotógrafos franceses, y buenos aficionados, Yannick Olivier y Laurent Larrieu, en sus viajes al campo charro. Ambos son colaboradores de la Web “Campos y Ruedos” en donde publican sus fotografías. De nuestra parte, don Pepe se ha encargado de la música, y don José, tan cuidadoso él, del montaje.

lunes, 24 de septiembre de 2007

José Tomás Tour: un éxito

Ayer, en el mismo sitio en donde comenzó, Barcelona, como si de un círculo que se cierra se tratara, concluyó la gira de José Tomás.
Vaya de antemano que en este artículo no se va a tratar ni de los toros que se han lidiado durante la gira, ni de la tauromaquia tomasista; en primer lugar, porque no lo he visto en ninguna de sus actuaciones y, por consiguiente, no puedo juzgarlo; y en segundo, porque doctores tiene la iglesia, sin duda más doctos que yo, que se han ocupado de ello después de haberlo visto y que han expuesto sus razones y convicciones con meridiana claridad y fundados argumentos.
De lo que me quiero ocupar es de apuntar alguna reflexión sobre el fenómeno que ha supuesto la vuelta a la actividad taurina del personaje en cuestión que, debemos admitirlo, ha sido un acontecimiento no sólo entre los aficionados y espectadores asiduos a las corridas de toros, sino también entre una masa de público que poco tiene que ver con los festejos taurinos pero que se ha sentido atraído por el fenómeno mediático desencadenado a su alrededor.
Un dato claro, concreto y muy reciente avala la opinión que voy a sostener. En el último fin de semana han tenido lugar dos festejos en Barcelona, en el del sábado, con un torero puntero del escalafón, El Juli, la plaza registro media entrada. En el del domingo, con José Tomás en el cartel, se llenó. Pero es que los llenos, en todas las plazas donde ha actuado este diestro, han sido la nota predominante de la gira. Esto no se explica si no intervienen una serie de factores, ajenos a la tauromaquia, que han hecho de este producto algo apetecible para los aficionados, espectadores y público en general. La media plaza que estuvo vacía el sábado se llenó el domingo por un publico atraído por cuestiones que poco tienen que ver con los toros y sí, como decía anteriormente, con la fuerza mediática del personaje.
En entradas anteriores ya me he ocupado de analizar el montaje de la gira de José Tomás como si de una figura de la música se tratase, hoy, al dar por finalizada esta gira, hay que concluir que ha sido un éxito, y por ello hay que felicitar, en primer lugar al protagonista, y después, por el trabajo realizado y el diseño de la misma, al equipo de producción de la misma.
En el haber del protagonista, José Tomás, su personalidad retraída y alejada del mundanal ruido, su timidez, su silencio, su soledad, han sido ingredientes fundamentales en la creación de un personaje enigmático, casi místico, recluido en su interioridad, que se proyectaba al público como un ser infeliz que no encontraba sentido a la vida alejado de los toros. El anuncio de su vuelta a la profesión desató la expectación entre los asiduos a este espectáculo y llamó la atención de toda esa masa de público situado en los aledaños de la fiesta, la cultura y el drama que se sintió impulsado a verlo.
El ingrediente de la tragedia y la sangre, portada en los principales medios de comunicación escritos y audiovisuales, vino a corroborar, para el público en general, la impresión de que nos encontrábamos ante un héroe de verdad que, para conseguir la felicidad perdida alejado de los ruedos, volvía a los toros y ponía en juego su vida cada tarde que se vestía de luces.
En el haber de los promotores de la gira, el reconocimiento de haber sabido jugar los resortes necesarios para crear, en un primer momento, el deseo de volver a verlo entre aficionados y espectadores asiduos, cosa fácil, y despertar en la masa, en los que debían de llenar las plazas que hoy por hoy no llenan el resto de toreros del escalafón, la curiosidad por asistir masivamente a ver al héroe. Una campaña de propaganda distinta de lo habitual, por ser distinto el producto; el pronunciamiento de artistas e intelectuales de reconocido prestigio y éxito; reportajes con cuidadas fotografías y entrevistas, alejadas de los tópicos taurinos, en los principales periódicos del país, incluso del extranjero; el silencio y el alejamiento casi cartujo del protagonista, que hacían adivinar una vida monástica y regida por estrictas normas de comportamiento y entrega; una cuidada presentación del evento y la exclusividad de unos pocos festejos escogidos, bien organizados y sin dejar nada al azar, entre otras cosas, han conseguido crear un personaje que trasciende de lo puramente taurino.
Lo cierto es que si pones en cualquier buscador de noticias de Internet el nombre de “toros”, hagan la prueba, el noventa por ciento, o más, de las noticias que aparecen están relacionadas con José Tomás. Esto, indudablemente, indica el éxito y repercusión que ha tenido el montaje de esta gira que ayer concluyó entre público, espectadores y aficionados.
Entre aficionados se ha desatado un intenso debate sobre la forma en que se ha desarrollado esta vuelta a los ruedos de José Tomás, y se ha hablado, con pasión y vehemencia, de la presentación del ganado y de la particular tauromaquia desarrollada por el torero. Sobre este apartado me remito, como decía al principio, a los innumerables artículos de opinión que se han publicado en los distintos medios de comunicación, haciendo hincapié, sobre todo, en los que se han escrito y debatido en los blog y espacios web de aficionados comprometidos con la integridad de la fiesta.
Entre los espectadores asiduos a los toros, la vuelta a los ruedos de José Tomás ha significado un importante suceso que ha venido a dar lustre a una temporada que languidecía entre carteles de la prensa rosa y la comodidad de los, pretendidamente, figuras del toreo en las ferias más importantes y en las de sus propias localidades. Entre estos espectadores no importa la presencia del ganado ni las esencias toreras del personaje, cuenta más la trascendencia del acontecimiento ampliamente publicitado y con una repercusión mediática más allá de lo simplemente taurino.
Entre el público en general, la vuelta de José Tomás ha significado un acicate para acercarse a las plazas de toros y ser testigos de la actuación del héroe jugándose la vida, rondando la tragedia, como cuando Guerrita decía de Belmonte que quien quisiera verlo se diera prisa antes de que un toro lo matara en el ruedo. Entre este público, atraído más por el morbo y lo excepcional, es donde podemos situar lo importante del acontecimiento. Muchos, quizás no vuelvan más a una plaza de toros, pero otros, pueden sentirse atraídos por este espectáculo y convertirse en espectadores asiduos y, quién sabe, en aficionados.

Lo que está claro, y es una realidad, es que la irrupción en la temporada taurina de José Tomás ha significado volver a ver noticias de toros en muchos periódicos y espacios audiovisuales que estaban olvidados de ellas, o que sólo les daban cobertura en los espacios del corazón. Que esto revierta en una renacimiento de la fiesta de los toros está por ver, ojalá que así fuera, porque el comportamiento del público que ha acudido a estos festejos está sujeto a condicionantes que son más del campo de la
sociología que del taurino.

Nota: Para los interesados en conocer las opiniones que sobre José Tomás he sostenido en este blog les remito a la entrada titulada "La vuelta de José Tomás" publicada poco antes de su reaparición en Barcelona.
También pueden leer, si lo consideran oportuno, lo escrito en el articulo titulado "Nuevo debate sobre la torería" publicado el pasado mes de julio.

Cuenta de correo

Don Pepe y don José ya tienen su propia cuenta de correo.
Para los que quieran ponerse en contacto con ellos:
donpepeydonjose@gmail.com

jueves, 20 de septiembre de 2007

Los carteles del Pilar

- Hola don Pepe.
- Hola don José.
- ¿Cómo usted tan temprano por aquí?
- Pues mire, como no tenía mejor cosa que hacer, me he dicho, voy tempranito y le guardo el puesto a don José.
- Muchas gracias don Pepe, se lo agradezco, a veces esta gestión de renovar el abono se alarga demasiado y se hace pesada.
- Y más este año, vea… vea usted la fila que se ha formado.
- Pues no es para tanto porque la feria de este año es flojita…
- ¿Cómo que flojita? Es la mejor de las que hemos tenido en los últimos años…
- ¿Qué me dice?... Faltan toreros, figuras… es una feria barata…
- Pare el carro, don José… los que no están es porque no han querido.
- O por que no les han pagado lo que pedían.
- Pues a Morante le ofrecían el oro y el moro y ni por esas.
- Pero es que Morante de la Puebla cortó la temporada después de los seis toros de Madrid, sus razones tendrá, y además deben ser razones poderosas para despreciar tan suculenta oferta.
- Pues eso, uno que no ha querido… y Castella tampoco.
- También ha cortado la temporada. Pero Cesar Rincón, en su año de despedida, no podía faltar…
- ¿Y cuando ha visto usted torear bien a Rincón en Zaragoza? No se lo que le ha pasado en nuestra plaza, pero nunca, ni en sus años triunfales, ha estado bien, estaba más pendiente del vuelo para Colombia que de otra cosa, y así…
- Vale, vale... don Pepe, aquí nunca ha estado bien, pero…
- No hay pero que valga, además, ni en Madrid, su plaza talismán, y no se porque razón, va a despedirse en la feria de otoño. Igual es que no ha querido… Y Tomás tampoco…
- Es que José Tomás, don Pepe, tenía diseñada esta primera temporada de su vuelta de otra manera…
- Ya, ya… será cosa del diseño, pero lo cierto es que aquí no ha querido venir, como no ha querido ir a Bilbao, ni a Madrid, ni Sevilla, ni a ninguna plaza de primera… además, ya viene Jesusín…
- Jesulín, don Pepe, se llama Jesulín de Ubrique.
- Ese… Jesusín el de Ubrique.
- Jesulín es un gran torero, le puede gustar más o menos pero hay que reconocerle que durante muchos años a estado mandando y, aquí en Zaragoza, no sólo ha triunfado sino que ha regado con su sangre el albero de la Misericordia. Es un detalle por su parte venir a despedirse de los toros en nuestra plaza.
- Pues por mí… aunque se hubiera despedido por carta…
- No sea bruto, don Pepe... Usted que tanto habla de justicia... Un reconocimiento para los que se lo merecen…
- Eso mismo digo yo, don José, premiar a los que se lo merecen, como ocurre con un torero, Rafaelillo, al que usted y yo vimos jugársela con aquel toro de Dolores Aguirre en Madrid. Está anunciado una tarde en los carteles del Pilar.
- Bueno… claro, eso también es de justicia... pero, en general, es una feria a la que le falta algo, no se… carteles más rematados…
- ¡Tontadas! Los que no están es porque no han querido. Mire usted, don José, mi sobrino Pepito, que está al tanto de los mentideros y metido en los foros esos de Internet, ya me dijo hace tiempo que se comentaba que los carteles más problemáticos de cerrar han sido los de Fuente Ymbro y Alcurrucén, que no había toreros para esos toros. ¿Qué le parece?
- Pero es que esos toros…
- ¡Qué pasa con esos toros! ¿No andan todas las figuras pidiendo toros bravos y con movilidad? Ahí los tienen. Lo han demostrado. Pero cuando los tienen no los quieren. ¿Acaso esas ganaderías son de las duras? Porque si es así, que baje Dios y lo vea.
- Pero no me puede negar usted que es una feria más torista que torerista: Miura, Cebada, Ibán, La Quinta.
- ¿Y…?
- Que con esos toros no es posible el lucimiento y las figuras…
- Prefieren toros que no se muevan, que colaboren, que no tengan cuernos… vamos… lo que vemos en todas las ferias, toros por los suelos, dóciles y sin fuerza.
- Pero los que dan relumbrón a una feria son las figuras, don Pepe, siempre ha sido así, y ya sabe que, por ser quién son, tienen fuerza para exigir el ganado.
- Y así va la Fiesta, don José… de capa caída.
- Pues lo dice toda la prensa…
- La prensa que diga lo que quiera. La única pega que le pongo yo es la corrida de Victorino, triunfadora el año pasado. ¿Se acuerda? ¡Vaya corridón! Siendo justos, debería estar en los carteles. Pero, a pesar de eso, la feria me parece una buena feria. Aunque si por mi fuera...
- Si por usted fuera resucitaba a Lagartijo y Frascuelo.
- No se pase, don José... Lo importante es que haya toros y emoción en el ruedo, si así ocurre saldremos todos contentos y no nos acordaremos ni de figuras, ni de ésta conversación.
- Ya lo veremos.
- Ya lo veremos.
- Ande… pase usted que ya es nuestro turno.
- Por favor… pase usted primero.
- Muchas gracias, don Pepe.

- De nada, don José.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Vídeo de "Romance de Valentía"

Se va completando la sección Cancionero, esta vez con la incorporación de un vídeo de Romance de Valentía interpretado por Concha Piquer.
Se trata de un montaje realizado por un joven aficionado venezolano, amante de la música taurina, que combina fotografías de doña Concha con otras de carácter taurino, la Maestranza de Sevilla o la Macarena.
A partir de este momento esta disponible en la entrada dedicada a este pasodoble monumental. Para ver el vídeo pueden picar aquí.

martes, 18 de septiembre de 2007

La desfachatez de los taurinos

Una vez más, el pasado sábado 15 de septiembre en la localidad zaragozana de Ariza, quedó de manifiesto la desfachatez de los taurinos. En primer lugar, la incomparecencia de uno de los toreros acartelado, Sergio Aguilar. El festejo, que tenia que haber dado comienzo a las cinco y media de la tarde, empezó a retrasarse, veinte minutos después del horario anunciado empezaba el paseíllo con sólo dos toreros de los anunciados, El Renco y Alberto Álvarez, faltaba uno, Sergio Aguilar que, según pude enterarme después, se había negado a torear porque no estaba de acuerdo con uno de los toros que le había correspondido. De lo que no se había enterado él, o no se había querido enterar, es que se trataba de una corrida concurso y en estos eventos manda la antigüedad antes que el sorteo.
Ya ve
stido de torero, media hora antes de la anunciada para el comienzo, y con el dinero en el bolsillo, porque había cobrado por la mañana, dejó plantados: a sus compañeros, que tuvieron que matar la corrida mano a mano; a los organizadores, con el público en la plaza impaciente por el retraso; a los aficionados, que habíamos pagado para ver algo que no vimos; y, en definitiva, a la Fiesta que tenía que soportar otra cuchillada trapera a traición por parte de los que, se supone, deberían tener el máximo respeto por la profesión de la que viven.
El primer toro, un hernández plá de la ganadería de Ignacio Hue
lva, era un tío. Un tío que salió de los chiqueros tullido, pero tenía casta y malas intenciones, un tío duro de pelar. No lo quisieron ver desde el primer momento. En el caballo lo machacaron, sobre todo en una cuarta vara asesina en la paletilla. El toro siguió imponiendo su ley, ni en banderillas ni en la muleta quisieron verlo subalternos ni matador, llegó la hora de matar, el toro con la boca cerrada y a la espera. Después de dos pinchazos y ni se sabe los descabellos, sonaron los tres avisos y hubo que apuntillarlo desde un burladero.
Cuando sonó el tercer aviso, El Renco respiro y se fue raudo hacia el callejón entre la bronca del respetable -aunque deberíamos decir, tal como están las cosas, el irrespetable-. El problema no fueron los tres avisos; el
problema fue que este tipo de toros tienen su lidia y su lidiador no supo dársela; el problema fue que después de dos pinchazos no se puede intentar descabellar un toro entero, avisado y con la cabeza por las nubes; el problema fue que el torero, ajeno a eso de la vergüenza torera, no lo quiso ver en ningún momento y dejó de cumplir con su deber.
Eso no fue óbice para que en el quinto, anovillado, después de una labor aseada y una buena estocada, se le pidieran los trofeos. El presidente le concedió las dos orejas, y uno de sus banderilleros, agarrando el rabo con la mano, se encaró con el presidente, echándole al público encima, haciendo gestos alusivos y pidiendo a gritos la concesión de tan preciada prenda. Los que no habían querido ver al primero de la tarde, un toro, exigían ahora, en el quinto, anovillado, la máxima recompensa, a todas luces desproporcionada, utilizando para ello la presión de un público en fiestas deseoso de conceder todos los trofeos.
Lo más grave de todo, las conclusiones que saco de este festejos, es el
poco respeto que tienen los taurinos por su profesión, y lo de menos es la bronca a El Renco por no querer ver al primero de la tarde, o la que se llevó el presidente, atizada por los banderilleros desde el ruedo. Lo que es de juzgado de guardia es que un torero, media hora antes del paseíllo y ya vestido de luces, con el dinero calentito en el bolsillo, por un quítame allá ese toro, además anovillado, se niegue a torear y ponga en peligro la celebración del festejo y, quien sabe, la posibilidad de ofrecer festejos taurinos en Ariza en un futuro.
El Renco
estuvo renqueando toda la tarde, y Alberto Álvarez, digno, aunque ambos se merecen un aplauso por tirar para adelante con la corrida, pero para mayor información sobre lo sucedido en el festejo les remito a la crónica publicada en la Web de La Cabaña Brava por David Díaz.
A los organizadores, el Ayuntamiento de Ariza, gracias y que no se desanimen, desde este Blog tendrán mi modesto apoyo si siguen intentando llevar a su pueblo una Fiesta digna a pesar de los pesares.

domingo, 16 de septiembre de 2007

"Huapango torero" por Raphael

Información para los interesados en la sección Cancionero.
Buceando por YouTube he localizado un vídeo de Raphael interpretando este huapango. La grabación podemos situarla hacia finales de los años sesenta, y Raphael, como es él, la interpreta con pasión y dramatismo, incluso se permite el lujo, en la parte instrumental, de apuntar una larga lagartijera con el cable del micrófono.
El vídeo está alojado en la entrada "Huapango torero" junto con la versión de Lola Beltrán, la letra y la historia de la canción, para verlo pueden picar aquí.

lunes, 10 de septiembre de 2007

"Joselito" mata siete toros

Como colofón de la temporada Joselito se anunció, como único espada, para matar seis toros en mis dependencias. Otro día glorioso se inscribía, con letras de oro, en la historia de la tauromaquia y en la mía en particular. El menor de los Gallos, José, rebosante de juventud y conocimientos quería dictar la última gran lección de la temporada en mi ruedo ya más que centenario. Era el 18 de octubre de 1916, última corrida de la Feria del Pilar.
Ante la ausencia del ídolo local, Florentino Ballesteros, que había tomado la alternativa en la plaza de Madrid al comienzo de la temporada, el 13 de abril, y que se encontraba herido en esos momentos, los hermanos Gómez Ortega, Rafael y José, eran la base de la Feria de ese año. Gallito, en la plenitud de sus facultades, había estado superior en las tres tardes que se acarteló junto a su hermano y, para rematar la faena se aprestaba a liquidar, el solito, seis toros para cerrar las corridas del Pilar.
La expectación era enorme, no sólo entre la exigente afición zaragozana que había aplaudido y premiado su quehacer en las tres tardes precedentes, sino en toda España. Ese día, 18 de octubre de 1916, se dieron cita, en las ya viejas piedras de mis tendidos, muchos aficionados llegados desde otras ciudades y provincias, así como los más reputados cronistas encargados de ejercer la crítica taurina en los principales periódicos del país.
Cinco toros de Contreras y uno de Bueno, sustituyendo a otro de la ganadería titular que había muerto en los corrales durante la noche, saltaron al ruedo. En dos de los lidiados me quiero detener porque han quedado grabados en mi memoria como dos lecciones magistrales del arte de torear, en uno, el segundo, como lidiador inconmensurable que era, y en otro, el sexto, en el que mostró las grandes dotes artísticas que también poseía el menor de la dinastía de los Gallos.
El de Bueno, que se corrió en segundo lugar, fue un toro manso, difícil, que huía, andaba de lado, hacía atrás, defendiéndose en la querencia de un caballo, que no se dejaba torear, obligó a Gallito a desplegar toda la ciencia lidiadora que atesoraba, tirando de él para sacarlo de la querencia, no quitándole la muleta de la cara, no dejándole resollar, consiguió igualarlo un instante que aprovechó para matarlo de una buena estocada. Fue una gran faena, para muchos, la mejor de la tarde, había sido una pelea dura, corta pero intensa, en la que Joselito -el incansable, el poderoso, el más sabio de los toreros- tuvo que echar mano de todos sus recursos para imponerse al toro, tan es así que durante el arrastre del manso de Bueno, rendido por el esfuerzo, se sentó en el estribo desencajado.
Pronto se recupero del esfuerzo y siguió con la lidia de los cuatro que aún esperaban turno en los chiqueros. La corrida trascurría rápida, tanto que cuando salió el sexto toro al ruedo apenas había pasado una hora desde el comienzo. Y ese toro, el sexto, era un toro con toda la barba que, encampanado, requería la presencia de un torero que midiese con él sus fuerzas, y allí estaba ese torero, Joselito, que nada más verlo, sin dudarlo, se fue a su encuentro y con los pies clavados en la arena, sin una enmienda, sin una rectificación, a lo que no hubo lugar, porque cuando se torea así no se pierde terreno, le dio una serie de verónicas de antología que desato la locura en los tendidos. Gallito, crecido, mostró a la concurrencia que además de lidiador era un gran artista, después de las verónicas iniciales hizo quites a punta de capote, galleo con finura y suavidad, banderilleo al quiebro, dio pases naturales monumentales, y tres de pecho de cabeza a rabo. Cuando el toro le pedía la muerte y se disponía a entrar a matar, el público le pidió que siguiera toreando, y él, complaciente y generoso como era, siguió, alargando la faena más de la cuenta lo que le supuso dificultades para matarlo, lo hizo de pinchazo y estocada caída. Si no hubiera hecho caso al respetable y hubiese entrado en el momento que había decidido, cuando el toro le pedía la muerte, seguro que lo mata bien.
El público entusiasmado, pidió el sobrero, y José, aún sabiendo que el toro que quedaba en los chiqueros era hermano del mulo de Bueno que había lidiado en segundo lugar, lo solicitó al presidente. Fue la locura del respetable. El de propina salió con más cabeza, poder y malas intenciones que los otros seis juntos, y Joselito se fajó con él y lo mató de media estocada.
La presentación de los toros no estuvo exenta de polémica, a los más exigentes, salvo el sexto y el sobrero, les parecieron torillos sin poder, ni bravura, ni pitones, ni nada de lo indispensable para dar relieve al trabajo del diestro. Pero su actuación en los dos toros que he referido puso a todos de acuerdo.
La plaza estuvo a rebosar todos los días de la Feria, Nicanor Villa, empresario aquella temporada, estaba exultante por los dividendos recogidos, y entre los propietarios del recinto ya empezaban a circular los planos de la reforma y ampliación que se pretendía realizar para modernizarme y dar cabida a la creciente demanda de localidades que se producía entre los aficionados zaragozanos, no en vano estábamos en los momentos más gloriosos de la Fiesta, en esa época que se denominó la edad de oro del toreo. De esto y de la nueva cara que estaban dibujando para mi los arquitectos hablaremos en otro momento.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Declaraciones, agresiones y aficionados

Después de unos días alejado del ordenador, y de los toros, por motivos profesionales, me encuentro con varios asuntos que han llamado mi atención y de los que quisiera opinar.
Las declaraciones de sendas figuras de la tauromaquia del tomate: Jesulín, en su año despedida ¿provisional? de las plazas de toros; y Rivera Ordóñez, que podría tomar ejemplo de su compañero y dedicarse, como espectador, a ver ese tipo de corridas de toros colaboradores e inválidos que tanto le gustan y que, por desgracia, tanto abundan.
Nos dice, con toda su jeta, el susodicho Rivera Ordóñez: “Yo como torero y como espectador voy a una plaza de toros a ver torear con animales que colaboren en el lucimiento de los matadores.
La fuerza o el vigor de los animales es algo secundario”.

¿Cómo puede decir esto, en público, un torero? ¿Cómo tiene la desfachatez, un matador de toros, de pedir el toro inválido y colaborador? ¿Cómo debería reaccionar el público, que paga sus buenos dineros, ante las intenciones declaradas de ser estafado por parte de uno de los protagonistas? ¿Y la administración? ¿No hace nada para defender los intereses, como consumidores que son, de los espectadores y aficionados? ¿Se plegan al fraude? Unas declaraciones como estas deberían tener una sanción inmediata por parte de los poderes públicos que, no lo olvidemos, tienen la obligación de defender los intereses de los que asistimos a los festejos taurinos. Unas declaraciones como estas deberían llevar, sin lugar a duda, a la retirada inmediata del permiso para ejercer la profesión de torero por hacer apología del fraude.
Pero por el momento, la imposición del toro inválido, afeitado y colaborador es aceptada por las autoridades públicas que, paradójicamente, deberían velar por lo contrario, y esta permisividad nos conduce a situaciones como las que refleja en sus declaraciones el otro personaje motivo de mi atención.
Jesulín nos dice con su habitual desparpajo: “Me ha salido un torillo que me ha dado opciones para torear, ya que tenía un poco de gas y no se caía tanto como el primero”.
Una vez consumado el fraude las figuras del tomate se quejan de la blandura de sus torillos porque se caen demasiado y no les permiten el lucimiento. ¿Pero no habíamos quedado en que la fuerza o el vigor de los animales es algo secundario?
Al menos, hay que agradecer a estas dos figuras del tomate la claridad en sus declaraciones, los que vayan a verlos ya saben a lo que se atienen. No se admiten quejas ni reclamaciones, a riesgo de correr peligro físico, como ocurrió en la pasada feria de Calahorra, con torillos inválidos y colaboradores en el ruedo, el día de la comparecencia de Rivera Ordóñez en el coso riojano.
No es la primera vez que los taurinos, y los de su entorno, defienden sus razones a mamporrazos, seguramente porque la falta de razón, y el fraude, sólo se puede defender con la fuerza. Tampoco es la primera vez que los agredidos, en la taquilla y en el tendido, sean considerados culpables y, además, propuestos para sanción administrativa. ¿De parte de quién están las autoridades? ¿Cuándo empezaran a sancionar a quien incumple de verdad, y todos los días, las normas y principios por los que se rige esta Fiesta? ¿No existe, acaso, un reglamento -o diecisiete- que contemplan esta posibilidad? ¿A que esperan para aplicarlo? A no ser que consideren, como afirmó el encargado de asuntos taurinos de la Comunidad Aragonesa en una tertulia de “La Cabaña Brava”, que “como todos sabemos, los reglamentos están para no ser cumplidos”. En ese caso, sean igual de claros que Jesulín y Rivera, tírenlos a la basura y dígannos, como su acción diaria parece demostrar, que están al servicio del negocio taurino y del fraude, así sabremos a lo que atenernos.
Los aficionados, los que amamos de verdad esta Fiesta, los que pensamos que sin un toro con poder e íntegro nada tiene importancia en el ruedo, no podemos consentir ni el fraude ni la complacencia con el mismo, porque por ese camino vamos irremediablemente hacia la desaparición de nuestra Fiesta, de la Fiesta de los Toros. No podemos ser cómplices ni permanecer callados, por eso adquiere mayor importancia, y recarga mi esperanza, la tercera noticia que fijó mi atención a la vuelta de mis obligaciones profesionales.
Enhorabuena para la "Asociación Taurina el Quite de Calasparra" por organizar el "Primer Encuentro Nacional de Asociaciones y Club Taurinos en Defensa del Aficionado y del Toro". Enhorabuena por organizarlo haciéndolo coincidir con su feria de novilladas, ejemplo de lo que debe ser, y que demuestra, como ocurre en otras plazas, que con toros íntegros y sin figuras del tomate también se puede llenar una plaza. Enhorabuena, a ellos y a todas las organizaciones que participaron en el encuentro, por haber dado un paso más hacia la unidad de criterio de los aficionados para exigir la integridad en las plazas de toros y la defensa de los dos protagonistas más vilipendiados y maltratados del universo taurino, como somos los aficionados y los toros. Y gracias por la lectura y difusión del “Manifiesto de Aficionados por una Fiesta Integra, Auténtica y Justa”, cuyas simples ideas comparto al cien por cien, y que pueden servir para canalizar y unificar los criterios que nos permitan levantar la voz con más fuerza y en más sitios.