“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

domingo, 17 de junio de 2007

William Lyon - Toros en Madrid

El pasado 13 de junio apareció en el diario “El País” un interesante artículo, que bajo el título de “Toros en Madrid”, firmaba el periodista norteamericano William Lyon.
Pone el dedo en la llaga cuando responsabiliza de la situación por la que atraviesa la fiesta en Madrid a los responsables políticos.
“Si la propietaria de la plaza es la Comunidad de Madrid, el brazo ejecutor de su peregrina política es el Consejo Taurino, una veintena de señores, incluidos representantes de los principales partidos, que son nombrados a dedo. Teóricamente han de fomentar la fiesta y velar por su seriedad, pero en realidad se limitan a aprobar carteles infames, sin rechistar, año tras año.”
Centra su crítica en la política de renovación de abonos, que considera un abuso, y en el proceso de adjudicación de la plaza plagado de irregularidades, haciéndose eco de las denuncias presentadas por cinco organizaciones de aficionados madrileños, y comprobando cómo
“últimamente han brotado en los tendidos pancartas que denuncian un pucherazo y piden la dimisión del Consejo. En marzo, La Voz de la Afición, el boletín de la Asociación El Toro de Madrid, en un "Número Extraordinario y Monográfico Sobre el Pucherazo", lanzó un ataque devastador contra la "corrupción" y el "engaño" de esta política taurina. Periódicos madrileños y la prensa especializada han secundado esta opinión.”
“¿Cómo se pueden mejorar las corridas en Madrid?”,
se pregunta.
“En primer lugar, reducir el número de festejos de la feria porque simplemente no hay toros apropiados ni toreros dispuestos a venir a Madrid durante tantas tardes, como acaba de demostrarse, una vez más. Asimismo potenciar el resto de la temporada, que desde hace décadas es desoladora. En vez de un canon anual tan alto -actualmente más de 5 millones de euros- que restringe los movimientos de cualquier empresa, se ha barajado un retorno a la antigua gestión compartida -CAM y empresa se reparten ganancias o pérdidas- o una gestión directa de la plaza por un equipo especializado, fórmulas ambas que aportarían más transparencia. Hay que animar a los empresarios con imaginación -no darles largas- y contar más con las asociaciones de aficionados, como ocurre en Francia.”
Afirma que “a la fiesta de los toros en Madrid le ha llegado la hora de la verdad” y concluye con una petición muy concreta y directa, porque
“es tiempo de que la CAM se olvide de ganancias millonarias y fomente la fiesta de por sí, casi como un servicio público. El nuevo gobierno puede seguir en la línea triunfalista del dinero fácil, o asumir el reto de darle al pueblo de Madrid una versión íntegra de su fiesta más arraigada.”
Opinión muy interesante la de William Lyon, pero mucho más importante es que en su artículo marca un camino que hasta ahora pocos periodistas, o ninguno, habían planteado públicamente. La responsabilidad de los políticos en todo lo referente a la Fiesta, puesto que ellos son los responsables últimos de la gestión de las plazas, y la necesidad de contar
“con las asociaciones de aficionados, como ocurre en Francia.”
Coincido en estos dos puntos, y desde hace algún tiempo vengo insistiendo en ello, la Fiesta de los Toros es un patrimonio cultural vivo y como tal hay que tratarlo, y de su conservación tienen responsabilidad directa los encargados políticos que en cada lugar les corresponda; y los aficionados, como consumidores que somos de esta manifestación cultural, y como votantes, tenemos el derecho a ser escuchados, a pedir responsabilidades, y a que nuestra opinión ser tenida en cuenta.
Teóricamente, políticos y aficionados, deberíamos ir juntos en la defensa de la Fiesta frente a los que viven de ella. Teóricamente, ambos deberíamos estar interesados en poner freno al fraude y velar porque se cumplan los reglamentos. Teóricamente, deberíamos de ser los más fieles aliados para conducir el porvenir de la Fiesta hacia el futuro que se merece una tradición tan arraigada en nuestra cultura.
Para esto hace falta compromiso. Compromiso de los políticos, colocando en los puestos de gestión de los asuntos taurinos auténticos aficionados y entendidos, que sin duda los habrá en todos los partidos, con un programa claro y honrado para con la Fiesta de los Toros. Compromiso de los aficionados, buscando la forma de articular una organización conjunta que nos pueda representar en cada plaza, en cada comunidad, y a escala nacional. Compromiso de políticos y aficionados de colaborar a todos los niveles para conseguir que la Fiesta sea íntegra, auténtica y justa, los tres pilares en los que se ha sustentado desde hace más de trescientos años.
Actitudes como la mantenida por la de Comunidad de Madrid en la adjudicación de la plaza de Las Ventas, que al exigir un canon tan excesivo esta pasándose al lado de los que viven de la fiesta, están más cercanas al “toma el dinero y corre” que al compromiso necesario.
Los aficionados, como ciudadanos que somos, debemos denunciar estas situaciones y reclamar que con nuestro patrimonio y nuestras plazas no pueden hacer negocio los políticos, que si ocupan el puesto que ocupan es para defender los intereses de los ciudadanos, y en el caso de los aficionados, para defender la Fiesta de los Toros.

P.D.: William Lyon nació en Nueva York en 1940. Cuando contaba 14 años, en un viaje con sus padres por España, al presenciar una corrida de toros, se despertó en él la afición. Se graduó como periodista el 1962 y se estableció en Madrid trabajando en distintos medios. De 1982 a 1986 perteneció a la redacción de “El País”. En este periódico coincidió con Joaquín Vidal con el que trabó una buena amistad a raíz de su afición a los toros. En 1987 publicó “La pierna del Tato. Historias de Toros”, un libro en donde se recogen una serie de relatos sobre la Fiesta, precisamente fue el añorado Joaquín Vidal quien prologó el libro y en él nos explica la basta cultura taurina y el conocimiento que atesoraba este neoyorkino afincado en
Madrid.

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