- Hola don Pepe.
- Hola don José.
- ¡Este año nos vamos, a los toros, a Madrid!
- Quién pudiera…y con quién se va usted…
- Con usted, don Pepe… vamos… si quiere…
- ¿Cómo qué conmigo? Yo no tengo conocidos en Madrid.
- Pero yo tengo una sobrina que vive junto a la plaza, este invierno la vi en una fiesta familiar y sabiendo de mi afición me ofreció su casa, además es aficionada y no se pierde una, hasta me dijo que para evitarme líos me sacaría las entradas…
- ¿Pero qué vamos a hacer un par de vejestorios como usted y yo en Madrid en casa de su sobrina? Solo vamos a molestar, con los achaques, las pastillas…
- Venga… venga… don Pepe, que es una semanita…y me ha dicho que no me preocupe, que la casa es grande y ni nos vamos a ver, ella sale por la mañana a trabajar y no vuelve hasta por la noche.
- Pues si no es molestia… vamos… me voy con usted.
- Claro, don Pepe, lo vamos a pasar en grande… además este año está siendo una feria triunfal…
- Tanto como triunfal… no diría yo tanto…
- No me diga que no… si todos los días están cortando las orejas… ni sé cuantas puertas grandes van ya…
- Pero es que ha habido cada oreja, don José… y cada puerta grande… que ni en la verbena.
- No se olvide, don Pepe, que la primera oreja la concede el público con su petición mayoritaria, y el público es soberano y…
- Y la mayoría de ese público soberano no se preocupa, ni de que el ganado ande por los suelos todos los días… ni de que muchos de los ¿toros? que se lidian estén en el límite de la edad… ni de que los toreros, en vez de “cuidarse” de los toros, tengan que “cuidarlos” para que no se les mueran antes de largarnos “su faena”…
- Pero de eso no tienen la culpa ni los toreros ni el público, don Pepe… si la “cabaña brava” esta por los suelos que le vamos a hacer… mucha culpa de que los toros se caigan la tiene ese público de Madrid que solo quiere el toro gordo, fuera de tipo…
- No diga tontadas, don José… ese público lo único que pide es el toro íntegro y con la edad reglamentaria. Si se cumplen esos requisitos, el toro ni estará gordo ni fuera de tipo… ¿Qué menos se puede pedir? Y si de eso se ocuparan los presidentes en los corrales, en cumplimientos de sus obligaciones, muchos menos toros impresentables e inválidos saltarían al ruedo…
- Esta semana que vamos nosotros dicen que es la “torista”. ¿Ya veremos lo que sale por los chiqueros?
- Ya veremos… pero por lo pronto en el paseíllo, “figuras” parece que no vamos a ver muchas, igual eso es una garantía de que al menos vemos toros…
- Pero es sabido que con esos toros poco lucimiento se puede conseguir, y las “figuras” no necesitan ese tipo de esfuerzos para…
- Pero esos toros si que pueden provocar la emoción en los tendidos y ese es el alimento principal de un aficionado. Las “figuras” pueden traernos su refinada ejecución de las suertes, pero la emoción la pone el toro, como dice esa chapita que lucen algunos aficionados en su solapa, “sin toro nada tiene importancia”, y esa es la pura verdad, don José. Lo peor que puede pasar en una plaza de toros es que te aburras, cosa que ocurre con demasiada frecuencia, y eso es porque la emoción brilla por su ausencia.
- Pero no sólo de toros esta hecha esta fiesta, hay toros porque hay toreros dispuesto a torearlos, y hay toros que no se pueden torear.
- De acuerdo don José, de acuerdo… pero hay toros con los que, dándoles una lidia adecuada, y una vez dominados, se pueden alcanzar las cotas más sublimes de este arte, y entonces se detiene el tiempo, se paran los relojes…
- No se vaya por las ramas don Pepe… que esas “cotas tan sublimes” que usted dice se producen muchas tardes en muchos ruedos… hoy se torea mejor que nunca y a veces somos muy exigentes…
- No me ira a comparar un triunfito con un novillejo o torito inválido, cosa que ocurre todas las tardes en cualquier plaza, con la grandeza de hacerlo ante un toro con todas las barbas… esto es otra cosa, y no ocurre todas las tardes… es algo excepcional… el espectáculo más grande del mundo…
- Bájese, bájese de la nube don Pepe… mañana nos vamos a Madrid… y a ver si tenemos suerte.
- Eso es lo que hace falta, suerte.
“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala
lunes, 28 de mayo de 2007
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