Ayer llegó la polémica con la Puerta Grande de Madrid, y la polémica debió de ser tal porque hasta los apologistas más acérrimos del taurinismo lo reseñan, un premio como la Puerta Grande de Madrid no se puede regalar, y si eso ocurre, las campañas de propaganda que pueden hacerse a partir de ese triunfo pierden valor.
Al igual que los aficionados pensamos que la emoción que produce la lidia de un toro de verdad es lo que puede enganchar a los espectadores y aficionarles a esta Fiesta, los taurinos piensan que los triunfos son su "bálsamo de Fierabrás" y por consiguiente el enganche perfecto para llegar a nuevos consumidores.
Pero para desarrollar su estrategia necesitan que en las plazas importantes, las que marcan el curso de la temporada, como lo son Sevilla y Madrid, se consigan triunfos incontestables que les permita defender su campaña de propaganda con cierta solvencia.
La Puerta Grande de ayer no les sirve, demasiado ruido y mucho descontento. Con lo bien que se dieron las cosas en Sevilla, triunfos apoteósicos y hasta unánimes, como en el caso de "El Cid" con el toro de Victorino. Quizás con tanta propaganda de la apoteosis sevillana se ha creado demasiada ansiedad entre los "isidros" madrileños y ayer se desbocaron, y Madrid, al menos durante la feria, debe de guardar las composturas, de un triunfo de verdad en Madrid se pueden sacar "pingües" beneficios.
Quizás los que más perdieron ayer fueron la Puerta Grande de Madrid, que vio rebajada su categoría como premio máximo, y, paradójicamente, el triunfador, pues para unos fue un triunfo menor que sirve de poco, y para otros un escarnio.
Al igual que los aficionados pensamos que la emoción que produce la lidia de un toro de verdad es lo que puede enganchar a los espectadores y aficionarles a esta Fiesta, los taurinos piensan que los triunfos son su "bálsamo de Fierabrás" y por consiguiente el enganche perfecto para llegar a nuevos consumidores.
Pero para desarrollar su estrategia necesitan que en las plazas importantes, las que marcan el curso de la temporada, como lo son Sevilla y Madrid, se consigan triunfos incontestables que les permita defender su campaña de propaganda con cierta solvencia.
La Puerta Grande de ayer no les sirve, demasiado ruido y mucho descontento. Con lo bien que se dieron las cosas en Sevilla, triunfos apoteósicos y hasta unánimes, como en el caso de "El Cid" con el toro de Victorino. Quizás con tanta propaganda de la apoteosis sevillana se ha creado demasiada ansiedad entre los "isidros" madrileños y ayer se desbocaron, y Madrid, al menos durante la feria, debe de guardar las composturas, de un triunfo de verdad en Madrid se pueden sacar "pingües" beneficios.
Quizás los que más perdieron ayer fueron la Puerta Grande de Madrid, que vio rebajada su categoría como premio máximo, y, paradójicamente, el triunfador, pues para unos fue un triunfo menor que sirve de poco, y para otros un escarnio.
Un triunfo que sabe que no es, ni mucho menos, merecido.
ResponderEliminarHablo de los periodistas. Claro que saben que el triunfo no es merecido, por eso no echan las campanas al vuelo y se lo toman comedidamente, porque un triunfo así no es rentable para nadie, ni pueden hacer bandera de él.
ResponderEliminarEl que menos culpa tiene en todo esto es Tejela, al que el "público del día" le regalo una puerta grande que no se merecía, y esto, a la larga, puede ir en su contra.
Esa puerta grande no sirve para nada. La realidad puede con la triste escenificación de ayer.
ResponderEliminarAl final lo que sale perdiendo es la categoria de las Ventas, y con eso perdemos todos
ResponderEliminarEl “reglamento” de Madrid es obsoleto, según mi opinión en ninguna plaza de Toros del mundo mundial, se debe de salir por la Puerta Grande sin haber conseguido dos orejas en un mismo Toro.
ResponderEliminarEl publico de “alubión” puede otorgar “legalmente” una oreja en cada Toro, aunque no se las merezca como es el caso.