“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Miguel "el de Ejea"

Aquella tarde, en el bar, cuando acabó la corrida de toros que ofrecían por la televisión, unos cuantos nos quedamos comentando lo que habíamos visto. Poco a poco fuimos remontándonos en el tiempo, estábamos recordando cosas de hace muchísimos años, de cuando éramos unos críos, de cuando los primeros televisores se instalaron en nuestro pueblo, concretamente en los bares, a principios de los años sesenta.

Me acuerdo perfectamente que cuando había una corrida de toros retransmitida, las fábricas de zapatos paraban y los bares se llenaban de partidarios de las maneras de El Viti, o de las de El Cordobés. El tio Pajas, que había vivido muchos años en Madrid y había sido abonado de Las Ventas, era partidario de los toreros clásicos; el tio Chaparro era cordobesista. Sus encontrados puntos de vista solían acabar en discusiones que había que atajar para que no llegasen a mayores.

En aquellos años, afición sí que había, sí… pero dinero, muy poco… Recuerdo que había que ahorrar mucho para poder ver alguna corrida en Calatayud o en Zaragoza. Algunos aficionados asistían a cuantas su bolsillo les permitían. Para otros muchos, los precios de las corridas eran prohibitivos, los únicos toros que podían ver eran los que salían en las capeas que se celebraban en el pueblo durante las fiestas patronales y las que, por el mismo motivo, se realizaban en los pueblos vecinos. En el aspecto taurino las fiestas de Brea eran las mejores de la comarca. Eran tres días de toros que atraían a una legión de torerillos.

De esos maletillas o torerillos estuvimos hablando en el bar aquella tarde; de cómo eran; de donde venían; de a donde irían. Solían dormir en lo pajares, se aseaban en la fuente del Barranco, y en alguna casa cercana a esos lugares les guardaban el hatillo, con la ropa y los trastos de torear, hasta la hora de comenzar la capea. Llegamos a la conclusión de que ninguno de los torerillos de entonces habían pasado de ahí, de maletillas, pues nunca vimos en la televisión a ninguno de ellos vestidos de luces.

Mi amigo José Luís comentó que no estábamos en lo cierto, que él sabía de uno que había llegado a tomar la alternativa y nos contó la siguiente historia: A mediados de los setenta, un lunes de fiestas y, además, primer día de toros, se fue extendiendo la noticia entre los espectadores que llenaban las gradas de que había un matador de toros entre el público. Se supo pronto quien era por lo bien que dio un par de tandas, unos le conocieron y otros no. Uno de los que no le reconoció fue Manolo, pero el torero si que se acordaba de él, le comentó que habían compartido mesa alguna vez, le preguntó por su suegra, la tia Evarista, quien en alguna ocasión le había lavado la ropa y guardado los trastos. Llevaba prisa el torero, marchaba para Zaragoza, pero antes de partir le dijo a Manolo que saludara a su suegra: “me llamo Miguel, el de Ejea, quizá aún se acuerde de mi".

Evarista García Monge vivió en el nº 24 de la calle Mesones, cerca de las eras, a escasos cien metros de la fuente del Barranco y del lavadero municipal. Muchos años, durante las fiestas, allí lavó la ropa de algún torerillo, uno de ellos fue Miguel "el de Ejea" que, al igual que otros, también llenó el estómago en su casa.

La tia Evarista murió, en Brea de Aragón, el 6 de junio de 1985, a los 82 años de edad. Miguel "el de Ejea" no era otro que Miguel Peroprade Gracia, Cinco Villas. Tomó la alternativa en la plaza de Zaragoza el 11 de octubre de 1972. Murió en accidente de tráfico, el 9 de agosto de 1983, a la vuelta de una capea en la que había participado como director de lidia.

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