En aquellos años, afición sí que había, sí… pero dinero, muy poco… Recuerdo que había que ahorrar mucho para poder ver alguna corrida en Calatayud o en Zaragoza. Algunos aficionados asistían a cuantas su bolsillo les permitían. Para otros muchos, los precios de las corridas eran prohibitivos, los únicos toros que podían ver eran los que salían en las capeas que se celebraban en el pueblo durante las fiestas patronales y las que, por el mismo motivo, se realizaban en los pueblos vecinos. En el aspecto taurino las fiestas de Brea eran las mejores de la comarca. Eran tres días de toros que atraían a una legión de torerillos.
Mi amigo José Luís comentó que no estábamos en lo cierto, que él sabía de uno que había llegado a tomar la alternativa y nos contó la siguiente historia: A mediados de los setenta, un lunes de fiestas y, además, primer día de toros, se fue extendiendo la noticia entre los espectadores que llenaban las gradas de que había un matador de toros entre el público. Se supo pronto quien era por lo bien que dio un par de tandas, unos le conocieron y otros no. Uno de los que no le reconoció fue Manolo, pero el torero si que se acordaba de él, le comentó que habían compartido mesa alguna vez, le preguntó por su suegra, la tia Evarista, quien en alguna ocasión le había lavado la ropa y guardado los trastos. Llevaba prisa el torero, marchaba para Zaragoza, pero antes de partir le dijo a Manolo que saludara a su suegra: “me llamo Miguel, el de Ejea, quizá aún se acuerde de mi".
Evarista García Monge vivió en el nº 24 de la calle Mesones, cerca de las eras, a escasos cien metros de la fuente del Barranco y del lavadero municipal. Muchos años, durante las fiestas, allí lavó la ropa de algún torerillo, uno de ellos fue Miguel "el de Ejea" que, al igual que otros, también llenó el estómago en su casa.
La tia Evarista murió, en Brea de Aragón, el 6 de junio de
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