Ese año había sido pródigo para el almeriense José Padilla, reconocido aficionado a los toros,

Pero no acabo aquí su atribulado nacimiento. Una vez creada la composición había que estrenarla. Por aquella época existía la costumbre de que los autores de reconocido prestigio cedieran la exclusiva del estreno de sus obras a los interpretes que pagaran una cantidad estipulada, solía ser de quinientas pesetas, de las de entonces, unos tres euros de hoy en día. La cupletista que tuvo el honor de estrenar esta canción, después de pasar por taquilla, se llamaba Mary Foncela, la presento en el “Edén Concert” de Barcelona, pero no produjo ni frío ni calor. Días después, no tuvo reparos el maestro Padilla en ofrecerle el estreno a otra cupletista, por supuesto, tras satisfacer la cifra acordada, Carmen Flores, a la que ya conocía por haber sido quien estrenó “La Violetera”, pero tampoco caló en el respetable su interpretación de la extremeña. Aún tuvo lugar un tercer estreno, con la consiguiente retribución al autor, por parte de Blanquita Suárez, donostiarra de nacimiento, que había debutado con quince años en “Eldorado”, situado en la plaza de Cataluña de la Ciudad Condal, pero “El Relicario” seguía sin encontrar su intérprete.
Pero ocurrió una coincidencia, cosas de la vida, que significaría para esta canción su consagración definitiva.

Desde entonces, ha sido muy grande la repercusión de esta canción en todo el mundo, y muchas las versiones que se han hecho, a destacar, por su popularidad y dramatismo, la que interpreta Sara Montiel en la película “El último culpé”, en donde sale a escena con ropas similares a las utilizadas por la Meller en su creación primera.
Raquel Meller, cuyo nombre verdadero era Francisca Marqués López, era natural de Tarazona de Aragón, en donde había nacido el 9 de marzo de 1888. Hija de Telesforo Marqués, herrero de profesión y apodado “El Cojo de la Venta”, y de Isabel López. Acuciados por las estrecheces económicas, la familia emigró a Barcelona, ciudad en pleno crecimiento hacia finales del siglo XIX. Estuvo al cuidado de una tía monja, pero no gustándole el porvenir que se le presentaba si seguía los consejos de su tía, volvió con su familia, en donde ya eran siete hermanos, y se puso a trabajar de modistilla.
Trabajaba en un taller del centro de Barcelona y no paraba de cantar mientras realizaba su trabajo, por allí solía pasar una artista de varietés, Marta Oliver, que la había oído cantar, admiraba su belleza y sabia de sus penurias económicas. Le propuso debutar en el cabaret “La gran peña”, y eso ocurrió en 1907 con el nombre de “La Bella Raquel”. A partir de ese momento empezaba una carrera que la llevaría hasta la cúspide de su profesión, pronto cambio su nombre por el de Raquel Meller, cuando su notoriedad fue creciendo, de las varietés se pasó al cuplé, más decente y adecuado para todos los públicos, que en aquella época era el género de moda. Se presento en septiembre de 1911 en el “Arnau” y se convirtió en la cupletista más admirada del país. Su fama se fue acrecentando sin parar, incluso fuera de nuestras fronteras, en 1919 decidió marcharse a París, capital del mundo en esa época, y allí, en el “Teatro Olympia”, se consagró y comenzó su imparable éxito internacional que la llevó a ser considera la cantante más famosa de su tiempo.
El auge de este género musical se marchitó, y la estrella de nuestra cantante también, con el comienzo de la IIª Guerra Mundial,

Desde entonces, y ya en franco declive, participo en diferentes espectáculos de segunda fila, en galas benéficas o prestigiando con su nombre diferentes revistas, como la de “Melodías del Danubio”, de los vieneses Arthur Kaps, Franz Joham y Hertha Frankel, que tan populares llegaron a ser en nuestro país y en los primeros años de nuestra TVE. En esta revista que acabo de citar, se da la paradoja de que Raquel Meller tuvo la oportunidad de estrenar un pasodoble taurino que alcanzaría gran popularidad, años después, en la voz de otras cantantes, se trataba del conocido “Tengo miedo torero”, música original de Augusto Algueró, padre, y letra del austriaco Arthur Kaps. La última vez que actuó, ya muy mermada de facultades, en público fue en Barcelona, en el año 1961. Murió, aquejada de una afección cardíaca, en Barcelona el 26 de julio de 1962. Y ya vale…
José Padilla - Armando Oliveros - José Castellví
yendo hacia El Pardo lo conocí;
era el torero de más tronío
y el más castizo de ‘to’ Madrid.
Iba en calesa pidiendo guerra
y muy garboso vino hacía mí,
tiró la capa con gesto altivo
y descubriéndose me dijo así:
Pisa morena, pisa con garbo,
que un relicario, que un relicario me voy hacer,
con el trocito de mi capote,
que haya pisado, que haya pisado tan lindo pie.
él toreaba y a verle fui,
nunca lo hiciera que aquella tarde,
de sentimientos creí morir.
Al dar un lance cayó en la arena,
se sintió herido miró hacia mí.
Y un relicario sacó del pecho
que yo enseguida reconocí,
cuando el torero caía inerte,
en su delirio decía así:
Pisa morena, pisa con garbo,
que un relicario, que un relicario me voy hacer,
con el trocito de mi capote,
que haya pisado, que haya pisado tan lindo pie.
Para completar la entrada y enriquecer la escucha, también incluyo el vídeo de la versión que Sara Montiel hizo de "El Relicario" en la película "El último culpé".