- Hola don Pepe.
- Hola don José.
- ¿Donde se ha metido usted que hace tiempo que no lo veo?
- ¿Y usted?... Que salió ‘escopetiau’ de la última corrida… ni se despidió...
- De vacaciones. Ya sabe, tenemos la costumbre de tomarnos unos días de descanso cuando acaban las fiestas y debíamos salir esa misma noche.
- Pues yo lo mismo… pero de vacaciones nada. Al pueblo a coger las almendras y darle una vuelta al vino…
- No creo que haya trabajado usted mucho. Seguro que ha pasado más tiempo en el bar con los amigotes que recogiendo almendras.
- Bueno, bueno, don José…que no va a ser todo trabajar en esta vida, además el tiempo no ha acompañado y...
- … Que mejor que echar la partidita.
- Venga ya… menos sorna, que seguro que usted no ha dado ni golpe…
- ¿Y para qué son las vacaciones sino…?
- Pues eso…
- ¿Y ahora qué, don Pepe? Otra vez el invierno, y sin toros.
- Toros, lo que se dice toros, bien pocos hemos visto en todo el año, y cuando por casualidad han salido, los toreros, por lo general, no han estado a la altura de las circunstancias. Y encima, cuando vuelvo, me encuentro con lo que dicen los propagandistas del ‘toreo moderno’ que, sin ningún gramo de objetividad y olvidando que los fracasos más sonados han sido los de las ‘ganaderías comerciales’, se lían a teorizar sobre el ‘fracaso del torismo’, cuando los pocos momentos de emoción que se han vivido esta temporada han sido los proporcionados por toros de esas ganaderías que vilipendian.
- ¡Toma ya! Y toda esa parrafada de tirón ¿Pero usted donde a estado, en el pueblo tumbado a la bartola, o en un seminario de adoctrinamiento?
- ¿Es qué acaso no tengo razón?... Usted mismo, don José, se emocionó y disfrutó como un niño el día de la concurso. Y el otro día, en la de los ‘miuras’, le vi pedir las orejas efusivamente para Millán, y partirse las manos aplaudiendo a “El Fundi” y “Rafaelillo”…
- Es que hubo emoción y eso el lo más importante de la Fiesta…
- Usted lo ha dicho: Emoción.
- Pero también la hubo en la de “El Juli” y “El Cid”.
- No vaya usted a comparar una cosa y la otra, don José… Y del gran triunfador de esa tarde, el que salió a hombros por la puerta grande, ni se acuerda usted, ni nadie.
- No se confunda usted, don Pepe, que a mí ese torero nunca me ha gustado ni me gustará. El arte lo puso el sevillano de Salteras, la mejor faena que ha realizado hasta el momento en “La Misericordia”, en esos instantes también me emocioné…
- Pero menos…
-¿Y usted qué sabe? Las emociones son íntimas y cada uno tiene la sensibilidad en un punto determinado y a mí me gusta el toreo artístico, el que convierte el vendaval de la embestida del toro en suave brisa marina.
- Pero para eso hace falta un toro que embista y, mire usted por donde, los que escogen estos ‘artistas del toreo’ suelen estar más parados que los toros de ‘Gisando’, y los que se mueven lo hacen porque tiene que pasar, pero sin ninguna gana de hacerlo. ¡Ah!, pero entonces sale el figurón de turno, el que se ha llevado el premio a la mejor faena de la feria, y se ‘inventa’ el toro y encima convence… ¡Venga ya!… Eso es un timo.
- Es usted un radical. Hay que ver las cosas buenas de una y otra visión de la Fiesta y ser positivos. No me puede negar usted que este año se han vivido momentos muy buenos de toreros jóvenes, y de ellos hemos hablado en otras ocasiones, y también han salido grandes toros, aunque es preciso reconocer que las ‘ganaderías de garantía’ han fallado más de lo habitual, pero hay que tener paciencia, una mala racha la tiene cualquiera…
- Pero esa benevolencia, don José, no se tiene cuando se trata de las ganaderías que llaman ‘toristas’. Para nada se valoran sus éxitos, es más, por parte de la prensa oficial se ignoran, ahora bien, cuando se trata de un ‘petardo’, sacan el cuchillo y a degüello…
- No se pase usted, don Pepe, que la cosa no es para tanto. La opinión es libre y….
- Y por eso mismo mantengo la mía. Para evitar malentendidos, y puesto que la brecha es cada día mayor, deberíamos llamar a las cosas por su nombre: Esa fiesta menor que promocionan estos profetas del taurinismo moderno, en la que el toro pasa a segundo plano y el torero adquiere el máximo protagonismo, debería denominarse, siendo benévolos, ‘Fiesta de los Toreros’, mientras que a las corridas en donde se corran toros íntegros y en plenitud de condiciones llamarlas por su auténtico nombre: ‘Fiesta de los Toros’. Así las cosas estarían más claras.
“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala
jueves, 30 de octubre de 2008
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