“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Casta y bravura

Casta y bravura es un pasodoble aflamencado, creación de Rafael Farina, dedicado a la saga de los ganaderos salmantinos Pérez-Tabernero y, además, uno de los más desconocidos de su repertorio, pues es raro encontrarlo en Antologías o Recopilatorios. Compuesto por Bonald y Campoleón, es un homenaje a esta familia de ganaderos que desde finales del siglo diecinueve se vienen dedicando, sin interrupción, a la crianza de toros bravos en tierras de Salamanca. Son, si no la más importante, una de las sagas de ganaderos con más tradición y prestigio, no en vano, en 1980, según el ranking que estableció D. José de la Cal en “Las Ventas, cincuenta años de corridas”, la de D. Antonio Pérez de San Fernando ocupa el primer lugar con 397 toros y 63 novillos, mientras que la de D. Alipio Pérez-Tabernero Sanchón, ocupa el cuarto puesto, tras la de D. Atanasio Fernández Iglesias, y la de Pablo Romero, con 205 toros y 54 novillos lidiados en la plaza de Las Ventas.
En la actualidad la familia Pérez-Tabernero, con todas las ramificaciones surgidas a lo largo del tiempo, sigue oc
upando un importante puesto entre las ganaderías de Salamanca, aunque el juego de sus toros de lidia no estén a la altura de los que nos cuenta la historia. Esperamos, por el bien de la fiesta, que sea pasajero y pronto vuelvan a donde solían.
El intérprete
es Rafael Farina, nombre artístico del gitano Rafael Salazar Motos, nacido, por casualidad, en Martinamor, pueblo cercano a Salamanca, el 2 de julio de 1923. Y he dicho por casualidad porque la historia de nuestro personaje, como la del niño Jesús, comienza en un establo.
Siendo sus padres tratantes de ganado, la vida trashumante que llevaban les hacia andar de un sitio para otro, y en uno de estos viajes, su madre, a punto de dar a luz, tuvo que refugiarse en un establo del citado pueblo en donde nació el que luego sería gran cantante.

Cantó, como tantos, por las calles, en los cafés y en las tabernas en busca de unas monedas. Su gran ocasión se le presento en 1949, en Madrid, donde participó en el homenaje a Juanito Moja
ma (Juan Valencia Carpio), a partir de ese momento pasó de ser una auténtico desconocido a que se empezara a hablar de él en los corrillos artísticos. Las puertas se le abrieron cuando Antonio Márquez, marido y manager de Conchita Piquer, le propuso entrar en la compañía de la tonadillera. Tuvo que enfrentarse a dos problemas que pudo superar a pesar de sus reticencias; el uno, cantar con orquesta, cosa que nunca había hecho, interpretaba una versión de La Niña de Fuego, el gran éxito de Manolo Caracol; el otro, viajar en barco para hacer la Américas, venciendo el pavor que tenía al mar y, además, haciéndolo con documentación falsa, pues viajaba con el pasaporte de su hermano Calderas de Salamanca.
A partir de ese momento el éxito le acompañó, llegando a ser una de las voces más importantes y con mayor personalidad del panorama de la canción española. En su repertorio, la temática taurina tenía especial relevancia, no en vano había soñado, de jovencito, en llegar a ser torero, idea que pronto abandonó, aunque su afición a los toros siguió intacta durante toda su vida. Mantuvo una estrecha relación con toreros y ganaderos salmantinos y trabó especial amistad con Santiago Martín “El Viti”, al que le dedicó un pasodoble y unos fandangos. Consiguió un gran éxito con “Las campanas de Linares” en homenaje a Manolete. En muchos de sus espectáculos usaba indumentaria de torero y daba pases de salón mientras interpretaba sus canciones. Hizo siete películas, en una de las cuales “Puente de Coplas”, hacía el papel de ganadero. Hay que reseñar que, como si un torero fuera, salió en hombros de sus admiradores al finalizar su actuación en varias ocasiones.
Pero de esto y otras cosas relacionadas hablaremos en sucesivas entradas de este Cancionero porque, Rafael Farina, por la gran cantidad de canciones de tema taurino que interpretó, volverá a ocupar nuestra atención en otros momentos.


Casta y bravura
(Bonald, Salazar, Campoleón)

Orgullo del campo charro
sus toros de lidia son
a los Pérez Tabernero
tardes de gloria les dio.

Los toros en la Fontana
suenan tardes de agonía
don Antonio y don Alipio
¡ay! ¡ay!
en su bravura confían.

Dehesa de Salamanca
a sus toros siempre da
la bravura y el trapío
que en la plaza lucirán.

Dehesa de Salamanca
los mayorales ya van
haciendo bravos los toros
haciendo bravos los toros
que gloria siempre les dan.

La muerte con dos puñales
rompe la alborada limpia
se asustan de los jarales
y en el mayoral se fían.

La casta de los toreros
siempre busca la verdad
en los toros salmantinos
en los toros salmantinos
que fama siempre les dan.

Dehesa de Salamanca
a sus toros siempre da
la bravura y el trapío
que en la plaza lucirán.

Dehesa de Salamanca
los mayorales ya van
haciendo bravos los toros
haciendo bravos los toros
que fama siempre les dan.

El vídeo que ilustra esta entrada es una modesta coproducción hispano-francesa que pretende ser un homenaje visual a los toros salmantinos.
Basado en fotos del intérprete y de los ganaderos que nombra la copla, D. Antonio y D. Alipio, y enriquecido con las realizadas por los fotógrafos franceses, y buenos aficionados, Yannick Olivier y Laurent Larrieu, en sus viajes al campo charro. Ambos son colaboradores de la Web “Campos y Ruedos” en donde publican sus fotografías. De nuestra parte, don Pepe se ha encargado de la música, y don José, tan cuidadoso él, del montaje.

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