Por eso siento indignación cuando al publicarse los carteles de las primeras ferias importantes de la temporada -Castellón, Valencia y Sevilla- veo que Rafaelillo, un TORERO -así, con mayúsculas- que en la pasada temporada se ganó el puesto por su trabajo en el ruedo, no figura en ninguna corrida, ni aún en las duras de pelar. ¿De qué le ha valido el esfuerzo realizado, en Madrid y en las demás plazas en las que ha toreado este TORERO -así, con mayúsculas- si lo que se ha ganado, a sangre y fuego, en los ruedos se lo roban en los despachos? ¿De qué su demostrada honradez y capacidad profesional? ¿De qué su entrega y el valor derrochado en las escasas tardes en las que fue anunciado tras su paso por Las Ventas?
Es, sin duda, una injusticia. Pero es algo más que un acto de injusticia aislado; es una práctica que se viene realizando desde hace años ante la pasividad de los espectadores y la impotencia de los aficionados; y es algo mucho más grave que una injusticia, pues socava uno de los pilares fundamentales de esta Fiesta, porque, no debemos olvidarlo,
Por eso me indigna esta injusticia cometida contra Rafaelillo, y en su nombre incluyo el de todos los toreros que sufren de lo mismo. Ya se que mis palabras se quedaran tan solo en eso, palabras, y que poca influencia van a tener en nada ni en nadie. Ya se que son como un grito en el desierto que ni se escuchará en los despachos de los negociantes taurinos, ni en los de los políticos que les consienten -y hasta les subvencionan- sus tejemanejes. Pero no puedo quedarme callado, no puedo dejar de decirlo... Que, al menos, queden reflejadas en este espacio virtual y que se pierdan o se expandan por
Yo (que en una de las primeras entradas de este Blog dejé escrito, el día después de presenciar su actuación en Madrid, un artículo bajo el titular de “Emoción” en el que trataba de recoger alguna de de las sensaciones que me produjo la visión de su trabajo) opino, que el trato recibido por Rafaelillo, un TORERO -así, con mayúsculas- como la copa de un pino, en los carteles de las primeras ferias importantes de la temporada -Castellón, Valencia y Sevilla- es, para él y para muchos otros toreros del escalafón que reciben el mismo trato,
una gran INJUSTICIA -así, con mayúsculas- .
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