"Para ver una corrida de toros, es condición indispensable no perder de vista al toro. Es muy importante lo que hace el toro. Donde está el toro, está la corrida. El que sólo mira al torero, ve la mitad. Hay que mirar al toro y al torero, pero primero al toro. Todo gira en el ruedo alrededor del toro. Por él dictó la experiencia de los grandes maestros las reglas de la Tauromaquia, que son las leyes de la gravitación del toreo. El toro, no solamente es el protagonista, es el objeto del espectáculo. El espectador que distrae su vista del toro, en aquel instante deja de ver la corrida. Al mirar al toro, no solamente vemos lo que hace el toro, sino lo que hacen con él los toreros. Y relacionando lo que hace el toro y la intervención del torero, que esto es la corrida, juzgamos. Acabamos de definir la lidia. La posibilidad del toreo, la da el toro. Y de esto, depende el conocimiento del espectador. No olvidemos esta premisa:
el toreo es función del toro."
Con este párrafo comienza el capítulo 1, "de cómo se deben ver las corridas de toros", del libro "Cuando suena el clarín", escrito por don Gregorio Corrochano, en 1961, en respuesta completa y adecuada, técnica y literaria al libro de Ernest Hemigway, "El verano sangriento", en el que el escritor norteamericano relata la ¿competencia? entre Antonio Ordónez y Luis Miguel Dominguín en aquel verano del cincuenta y nueve.
Ahora, cuando ya ha comenzado la temporada española y estamos cerca del comienzo de las primeras grandes ferias del año, traigo este párrafo a escena porque en el se encierra, ni más ni menos, la teoría completa de la lidia, y lo traigo, como dice la canción:
"para que no te olvides, ni siquiera un momento..."
“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala
jueves, 14 de febrero de 2008
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