Desde siempre la estocada ha sido el momento culminante de la faena, los toreros que tienen el rango de matadores lo tienen por eso mismo, porque su misión última en cada toro es darle muerte y hacerlo, si es posible, guapamente. Muchos trofeos se han conseguido precisamente por la estocada, incluso un pinchazo en lo alto merece el aplauso de los aficionados si se ha ejecutado con rectitud. No hay que olvidar que el momento de la estocada es el único en que se pierde de vista la cara, el peligro del toro, y todo lo que se debe hasta ll
egar a ese momento, el de más riesgo, esta fundamentado en una técnica que se llama lidia y que consiste en preparar el toro para darle muerte con la mayor facilidad, guapeza y eficacia posible.Todo esto, dogma sagrado de la tauromaquia, parece ser que no tiene importancia actualmente, la estocada ha pasado a ser algo secundario, una forma de deshacerse del toro, sin importar ni como se ejecuta la suerte ni donde caiga el estoque, lo importante, lo que se valora entre críticos, comentaristas y espectadores de feria es que el estoque entre entero, sin importar donde ni como, y que el toro muera rápido y a ser posible sin hemorragia.
Esta pérdida de valor de la suerte suprema, nombre por el que también se conoce a este momento y que deja bien clara su importancia, lleva invariablemente a que no se le preste la atención debida en su aprendizaje. Al pasar a ser una suerte secundaria, un compromiso para deshacerse del toro con prontitud, se realiza de cualquier forma y de mala manera.
Vaya como ejemplo esta tira de fotografías que recogen algunas de las entradas a matar que se realizaron ayer tarde en La Misericordia de Zaragoza a los toros de La Quinta. De esa forma, con esa colocación, con esa manera de empuñar la espada, con ese manejo de la muleta no se puede matar bien a un toro nunca.
Para estocada buena la de Fundi, una vez más, ayer a un toro de Adolfo.
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