- Hola, don Pepe.
- Hola, don José… y además, mire por donde, quería verlo a usted.
- ¿Y para qué quería usted verme?
- Pues que el otro día entré en el Blog y pensaba que me había equivocado. Al verlo todo diferente creía que había entrado en otro sitio. Vaya cambio…
- Cosas de mi nieto, don Pepe. Hace un par de días me dijo que había que darle un cambio a la página y ya ve usted.
- Pues lo ha dejado bien, no sé… como más espacioso, más desahogado… y además eso de la radio.
- Es que ahora hacen un programa, se juntan unos cuantos amigos, los domingos a la hora del café, y se entretienen grabando un programa de radio para Internet. “En el Café de Chinitas” se llama. ¿Se acuerda usted de que hace unos años había unos chavales que hacían un programa los domingos por la noche?
- Claro que me acuerdo… menudos eran… Como que de la noche a la mañana desaparecieron de la circulación ¿Cómo empezaba?... “en el Café de Chinitas dijo Paquiro a su hermano”… allí se decían las cosas claras, como a mi me gusta.
- Pues ahora lo podrá escuchar usted por Internet, desde nuestro Blog. El caso es que lo hacen mi nieto y los de su Asociación, los de “La Cabaña Brava”.
- ¿Su nieto es uno de los que hacían aquél programa?
- Claro, Pepito, el mayor de mi primogénito.
- Pues nadie lo diría, don José. Yo pensaba que, si le había salido aficionado, sería como usted… degustador del toreo fino…
- ¡Mi Pepito! Ese es peor que usted. No lo conoce bien, a él y a sus amigos todo les parece poco… siempre más, siempre más… más cuernos, más fuerzas, más casta, más bravos… Menudas trifulcas que montamos cuando vemos los toros juntos.
- Pues nadie lo hubiera pensado, con los antecedentes suyos…
- Educado y buena persona, como el primero, pero en tratándose de toros… ya le digo... peor que usted…
- Pues para que vea lo que son las cosas, don José, el mayor de mi chica, que será de la misma edad que su Pepito, y al que también le gustan los toros con pasión, me ha salido rana… o sea, que cojea del mismo pie que usted… Mi Joselito solo tiene ojos para lo efectista, no entiende, como le pasa a usted, que donde esta el mérito y la grandeza de este juego es en el toro y en lo que se sea capaz de sacar a cada uno de los que te correspondan.
- ¡No me lo puedo creer¡ Su Joselito, viniendo de donde viene, capaz de degustar las finas esencia del arte de Cúchares. No sabe usted lo que me alegro y la gracia que me hace.
- Ya ve lo que son las cosas. Desde pequeño enseñándole las esencias de la Fiesta de los Toros para nada, cabezón como él sólo.
- Lo mismo me ha pasado a mí, don Pepe. ¡Anda que no he perdido yo tardes haciéndole ver, y explicándole, los vídeos de los grandes artistas del toreo! Aún recuerdo el día, y ya hace años de esto, que viendo una gran faena de una excelsa figura del momento, yo, emocionado como sabe usted que me emociono, le pregunto, ¿Qué te parece, Pepito? Y me dice: “ese toro es una birria, yayo”. Me dejó de piedra. Desde ese día supe que en los toros íbamos a ser como el perro y el gato. Y así ha sido hasta el momento.
- Yo no le voy a contar la historia de mi Joselito porque es calcada a la de su Pepito pero al revés. Qué le vamos a hacer. Lo importante, don José, es que ambos son aficionados… y de los buenos. ¿Qué sería de esta Fiesta si no existiera la polémica?
- ¡Si señor! Tiene que haber de todo, don Pepe, ahí está la salsa de este guiso. Pero para que pueda hacer diversidad de opiniones tiene que haber Fiesta, tiene que haber Toros y tiene que haber Toreros.
- Lo primero son los toros, si no hay toros no hay toreros…
- Mas bien al revés, los toros existen todavía porque hay toreros…
- ¡No diga tontadas! La materia prima, lo que da nombre a la Fiesta son los toros, parafraseando a su Pepito, con estos toros que son una birria, poco toreo se puede hacer...
- Deje a mi nieto en paz que bastante me las tengo con él, y mírelo como su Joselito, desde el punto de vista del arte, sin toreros no hay Fiesta de los Toros…
- Vamos a dejar las cosas como están que hoy no venía con ganas de pelea, don José.
- Lo mismo le digo, don Pepe, dejemoslo. Además... se me ocurre una idea, porque… ¿su nieto conoce al mío?
- Creo que no, él, antes que a las tertulias de aficionados sensatos, como las que supongo que asistirá su Pepito, prefiere el patio de cuadrillas, los hoteles…
- Pues igual les va bien conocerse. Hablaré con Pepito y le presentaremos a Joselito, igual, como usted y yo, se hacen amigos, y hasta puede que, si le gusta hablar en la radio, pueda participar en la grabación de ese programa que cuelgan en Internet, “En el Café de Chinitas”. Siempre les vendría bien un contrapeso, una visión no tan negra de la Fiesta como la tiene usted, mi Pepito y los suyos.
- No habíamos dicho que hoy teníamos la fiesta en paz, don José… Aunque puede que tenga razón, hablaré con mi Joselito y le propondré la idea. Quizás, como usted y yo, se hagan amigos, labia no le falta para hablar en la radio o en donde sea, y quizás sirva para que se le encienda la luz del entendimiento…
- Recuerde lo prometido, don Pepe… Puyitas no.
- Es la fuerza de la costumbre, don José… Y hablando de ese programa que me dice que cuelgan en Internet su nieto y sus amigos ¿No quedaría un huequito para nosotros?
- ¡Que me dice!… A nuestra edad. Que cosas tiene, don Pepe. Eso es cosa de los jóvenes, ellos son los que saben manejar esos trastos. Nosotros, ¿cómo lo vamos ha hacer?... ¿qué vamos a decir?… Además, ya nos ayudan bastante manteniendo el Blog a flote y lavándole la cara de vez en cuando.
- ¿Cómo que qué vamos a decir? Si sólo se trata de hablar, el trabajo que lo hagan ellos, los jóvenes, nosotros a largar…
- Pero es su espacio, nosotros no pintamos nada allí, don Pepe. Quizás algún día nos puedan invitar, pero…
- Poco rato, dos o tres minutos, para discutir un poco… ¿No le daría marcha a usted?
- Que cosas dice usted… y que palabrejas utiliza... además ya se está haciendo tarde…
- Venga don José, dígaselo a su Pepito que yo se lo diré a mi Joselito.
- De acuerdo, don Pepe, se lo diré... Mire, ya viene mi autobús… Nos vemos... Adiós.
- Adiós… y no se olvide de decirle algo de lo nuestro a…
“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala
jueves, 4 de diciembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Vaya pues ¡¡¡, va creciendo la familia de aficionaos, no me lo esperaba yo..., pues nada..., a la Radio los cuatro.
ResponderEliminarSalud y suerte.