“UNA FORMULA SENCILLA, HONRADA Y LEGAL PARA CONCILIAR LOS INTERESES DE LOS BUENOS AFICIONADOS CON LOS MATADORES DE PRIMERA FILA, CON LOS EMPRESARIOS, CON LOS GANADEROS, CON LOS NEO-AFICIONADOS Y CON LOS TURISTAS"
"A pesar de que hoy se habla de toros más que nunca, a pesar de que hoy se dan más espectáculos que nunca, a pesar de que las plazas de toros se llenan hoy como nunca y a pesar de que existe más cantidad de buenos toreros que nunca, es preciso y lamentable reconocer, si queremos ser sinceros, que algo muy importante marcha muy mal dentro de la Fiesta Nacional.
Ese “algo” a que nos queremos referir en esta ocasión, que no marcha bien, es algo tan básico, serio y fundamental cual es “el toro” o protagonista de la Fiesta. Efectivamente; empresarios, madores de primera fila, neo-aficionados y turistas parecen puestos de acuerdo desde hace mucho tiempo para hacer que “el toro” desaparezca de las plazas para ser sustituido por otro animal de su misma especie, pero de edad muy inferior a la reglamentaria.
La mayoría de los actuales llamados matadores de toros, sin excluir a varios de los que más se auto titulan y presumen de valientes (fantoches), han hecho suyo el sabio consejo que el gran Francisco Montes “Paquiro” dejo plasmado en su inmejorable y sesuda tauromaquia o arte de lidiar reses bravas: “Prevengo mucho a los que no sean toreros profesionales, que no se pongan nunca a torear reses de más de tres años, pues son muy peligrosas.”
Todo el mundo sabe, sin embargo, y el genial Domingo Ortega también lo ha dicho: “Si llegara un día en que el peligro y, por tanto, la emoción desaparecieran de las plazas, los aficionados verdaderos se desentenderían de los toros”.
Ese día esta llegando ya, pese a que las plazas se siguen llenando de turistas y neo-aficionados atraídos aún por el histórico espejuelo de la vieja leyenda taurina. Creemos por ello que es temerario para el porvenir de la Fiesta Nacional de España seguir por ese equivocado y provisional camino.
Es muy lamentable e imperdonable que una época taurina tan privilegiada como la actual, por haber alcanzado tan inexplicable y envidiable esplendor económico, gracias a las pantalla de la televisión, en lugar de haber sido aprovechado para sanear, dignificar y difundir la Fiesta, haya servido, sólo y exclusivamente, para que algunos “elementos” componentes del planeta taurino se estén forrando de oro, engañando a la afición de espaldas a la vigente y extensa legislación taurina.
Creemos que tanto la Fiesta Nacional, como los buenos aficionados y la vigente legislación taurina merecen ser respetados por esos señores cuyo único móvil parece ser matar la gallina de los huevos de oro. Esto nos parece intolerable, máxime cuando sin molestar a nadie ni a nada y amparados incluso en la vigente reglamentación taurina, podían proseguir su lucrativo negocio a base de los mismos elementos que mueven esos festivales que venimos criticando. Bastaría para ello que llamaran a cada cosa por su nombre para no engañar a nadie.
En efecto: todos esos buenos negocios taurinos que venimos criticando podían quedar perfectamente legalizados al amparo de la vigente legislación taurina, cumpliendo una sola condición, que, por otro lado, es completamente preceptiva y obligatoria. Es decir, simplemente poniendo en los carteles anunciadores de los diversos festejos taurinos la palabra que corresponda con arreglo a la categoría del mismo, de acuerdo rigurosamente con la verdadera edad de las reses que haya encerradas en los corrales, y no de acuerdo con la categoría oficial de los lidiadores que los van a matar, que es lo que en la actualidad se viene haciendo.
Es ésta la sencilla, honrada y legal fórmula que proponemos a quien corresponda para conciliar los intereses de todos. Con esta formula, los buenos aficionados, entre los que nos queremos contar, es seguro que cuando sintiéramos deseos de “platos poco fuertes” también acudiríamos a presenciar novilladas o una buena becerrada lidiada por matadores de toros, verdaderos ases de la tauromaquia actual, y hasta es posible que aplaudiéramos de buen grado y con buen genio lo que nos gustara, ya que allí no se engañaba a nadie.
Lo que de ningún modo queremos tolerar por más tiempo es ser engañados, de espaldas al vigente Reglamento y de las buenas costumbres.
Si la fórmula que proponemos es tan sencilla, honrada y legal, ¿por qué no se pone en práctica desde mañana mismo, para contento y reconciliación de todos y dar prestigio a la Fiesta Nacional?... ¿O es que la Fiesta Nacional de España está condenada de por vida a sostener sobre sus espaldas el sambenito de la picaresca taurina?... ¿Qué opina “quién corresponda” de los indeclinables derechos del “respetable”, cuya defensa corre de su cargo exclusivo?...”
Ese “algo” a que nos queremos referir en esta ocasión, que no marcha bien, es algo tan básico, serio y fundamental cual es “el toro” o protagonista de la Fiesta. Efectivamente; empresarios, madores de primera fila, neo-aficionados y turistas parecen puestos de acuerdo desde hace mucho tiempo para hacer que “el toro” desaparezca de las plazas para ser sustituido por otro animal de su misma especie, pero de edad muy inferior a la reglamentaria.
La mayoría de los actuales llamados matadores de toros, sin excluir a varios de los que más se auto titulan y presumen de valientes (fantoches), han hecho suyo el sabio consejo que el gran Francisco Montes “Paquiro” dejo plasmado en su inmejorable y sesuda tauromaquia o arte de lidiar reses bravas: “Prevengo mucho a los que no sean toreros profesionales, que no se pongan nunca a torear reses de más de tres años, pues son muy peligrosas.”
Todo el mundo sabe, sin embargo, y el genial Domingo Ortega también lo ha dicho: “Si llegara un día en que el peligro y, por tanto, la emoción desaparecieran de las plazas, los aficionados verdaderos se desentenderían de los toros”.
Ese día esta llegando ya, pese a que las plazas se siguen llenando de turistas y neo-aficionados atraídos aún por el histórico espejuelo de la vieja leyenda taurina. Creemos por ello que es temerario para el porvenir de la Fiesta Nacional de España seguir por ese equivocado y provisional camino.
Es muy lamentable e imperdonable que una época taurina tan privilegiada como la actual, por haber alcanzado tan inexplicable y envidiable esplendor económico, gracias a las pantalla de la televisión, en lugar de haber sido aprovechado para sanear, dignificar y difundir la Fiesta, haya servido, sólo y exclusivamente, para que algunos “elementos” componentes del planeta taurino se estén forrando de oro, engañando a la afición de espaldas a la vigente y extensa legislación taurina.
Creemos que tanto la Fiesta Nacional, como los buenos aficionados y la vigente legislación taurina merecen ser respetados por esos señores cuyo único móvil parece ser matar la gallina de los huevos de oro. Esto nos parece intolerable, máxime cuando sin molestar a nadie ni a nada y amparados incluso en la vigente reglamentación taurina, podían proseguir su lucrativo negocio a base de los mismos elementos que mueven esos festivales que venimos criticando. Bastaría para ello que llamaran a cada cosa por su nombre para no engañar a nadie.
En efecto: todos esos buenos negocios taurinos que venimos criticando podían quedar perfectamente legalizados al amparo de la vigente legislación taurina, cumpliendo una sola condición, que, por otro lado, es completamente preceptiva y obligatoria. Es decir, simplemente poniendo en los carteles anunciadores de los diversos festejos taurinos la palabra que corresponda con arreglo a la categoría del mismo, de acuerdo rigurosamente con la verdadera edad de las reses que haya encerradas en los corrales, y no de acuerdo con la categoría oficial de los lidiadores que los van a matar, que es lo que en la actualidad se viene haciendo.
Es ésta la sencilla, honrada y legal fórmula que proponemos a quien corresponda para conciliar los intereses de todos. Con esta formula, los buenos aficionados, entre los que nos queremos contar, es seguro que cuando sintiéramos deseos de “platos poco fuertes” también acudiríamos a presenciar novilladas o una buena becerrada lidiada por matadores de toros, verdaderos ases de la tauromaquia actual, y hasta es posible que aplaudiéramos de buen grado y con buen genio lo que nos gustara, ya que allí no se engañaba a nadie.
Lo que de ningún modo queremos tolerar por más tiempo es ser engañados, de espaldas al vigente Reglamento y de las buenas costumbres.
Si la fórmula que proponemos es tan sencilla, honrada y legal, ¿por qué no se pone en práctica desde mañana mismo, para contento y reconciliación de todos y dar prestigio a la Fiesta Nacional?... ¿O es que la Fiesta Nacional de España está condenada de por vida a sostener sobre sus espaldas el sambenito de la picaresca taurina?... ¿Qué opina “quién corresponda” de los indeclinables derechos del “respetable”, cuya defensa corre de su cargo exclusivo?...”
Nota: Este artículo fue escrito por el aficionado don Luis Gilpérez García, del Ateneo de Estudios Taurinos, y apareció publicado en el Semanario Gráfico de los Toros “El Ruedo”, el 15 de septiembre de 1964. A pesar de haber sido escrito hace cuarenta y cuatro años, con la sola sustitución de un par de frases, se convertiría en una opinión de máxima actualidad y, tanto la denuncia como la solución, podríamos firmarla cualquiera de los aficionados a la Fiesta de los Toros que todavía seguimos conservando una pizca de esperanza. Hagan la prueba, sustituyan la frase y la palabra que aparecen en el documento remarcadas en negrita por las que les propongo a continuación: 1- cambiar “pero de edad muy inferior a la reglamentaria” por “pero inválido, colaborador y afeitado” , 2- cambiar “edad” por “presencia y trapío”. Tal y como esta el patio, más las fotos, los vídeos y las noticias que nos llegan de las distintas plazas que programan corridas de toros estos días, nos queda un artículo oportuno y de la máxima actualidad.
Cuarenta y cuatro años mintiendo ya está bien; como son los taurinos, si les creciera la nariz como a Pinocho todos, padecerían cervicoartrosis. Qué poco aman la fiesta.
ResponderEliminar