En la “Corrida Concurso de Zaragoza” se pudo comprobar que la suerte de varas bien realizada es posible, que tan sólo hace falta que los profesionales encargados de ello la realicen según debe ser. También se puso en evidencia que, cuando esto sucede, el público en general, no sólo los aficionados, se emocionan con su ejecución y los aplausos, como impulsados por un resorte, surgen de sus manos como un torrente incontenible. Igualmente podemos afirmar que lo que en la mayoría de las veces es un tercio sanguinario reprobado por la mayoría de los asistentes a los festejos, conlleva en sí mismo una gran belleza plástica que produce sensaciones difíciles de olvidar por el afortunado que lo contempla cuando se hace según mandan los cánones de la suerte de picar toros.
También podemos deducir que tan bello espectáculo, como es el tercio de varas, no sea del agrado de los profesionales del taurinismo, porque si se le da la importancia que por si mismo tiene al auténtico protagonista del espectáculo, que no es otro que el toro y, en vez de masacrar al animal para destruir su poder y evitar o minimizar posibles riesgos, se mide el castigo, se le pica en el sitio recomendado, se le ahorma y predispone para el resto de los tercios, muchos de los profesionales que hoy por hoy se llevan la mayor parte de los beneficios no estarían en este negocio pues, ni por condiciones, ni conocimientos tendrían la capacidad de ejercer la profesión que ejercen.
Pero el mayor riesgo que conlleva para los taurinos un espectáculo como el vivido el pasado día 26 en el coso de “
Quizá por eso no sea tan extraño que los periodistas ligados, por las razones y los intereses que sean, al negocio taurino y que en la actualidad son la mayoría de los que se ocupan de hacer las crónicas de los festejos, no tengan el decoro de hacer honor a su profesión e informar con la máxima veracidad de lo que realmente sucede en el ruedo. Esto es lo que ocurre en casi todos los medios de comunicación que se dedican a informar de toros y, por desgracia, también es lo que ha ocurrido con la información de la “Corrida Concurso de Zaragoza” que han ofrecido los medios locales, y no entro en la opinión subjetiva que el espectáculo taurino produce en cada uno -público, aficionados y periodistas-, sino en faltar a la verdad, falsear los datos y escribir pensando en la defensa de unos intereses que nada tienen que ver con los de los consumidores del espectáculo de los toros.
Pero de este tema, por su cercanía y gravedad, me ocuparé con más amplitud en otra ocasión, tiempo habrá para ello, por ejemplo, el día en que se magnifiquen positivamente acontecimientos que estén en el límite de lo permitido o rayen en el fraude y, tengan ustedes por seguro, que no tardarán mucho en producirse. Ahora, y para dar por finalizada esta entrada, querría apuntar con rotundidad que las falsificaciones que pretender vendernos como auténticas los voceros mediáticos de los taurinos no resisten ni un momento la comparación con
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