
- Lo que uno pretende, al empezar la faena, es poder con el toro. Poderle es estar siempre por encima de él. Esto es lo que se debe tener bien claro. Después, cada uno discurre a su manera, haciendo lo que le vaya apeteciendo con el toro. Pero antes hay que ir compenetrándose con el toro, hay que ir estudiándolo, porque no se acaba de estudiarlo cuando se coge la espada y la muleta. Los toros cambian en el transcurso de la faena… Es un estudio continuo hasta que el toro muere.
- Al principio es el toro el que marca la pauta, y le da al torero la velocidad. Pero poco a poco el torero, si es bueno, va reduciendo la velocidad del toro, y éste termina por acoplarse al temple del torero. Ese temple de verdad lo tiene muy poca gente. En él está metida la inteligencia, la sabiduría y la historia del toreo. El que es incapaz de reducir la velocidad del toro, y torea rápido, deja muy pocos recuerdos. El temple es el toreo puesto en pie. Todo lo que se haga con un toro despacio es lo que tiene verdadera importancia, y queda en el recuerdo del que lo ve.

- La emoción del toro siempre tiene que darse; yo no estoy muy de acuerdo en que el torero haga desaparecer el peligro del toro. Cuando los toreros se entregan de verdad, por muy bueno que sea el toro, se tiene que poner en el sitio donde el toro pueda coger. Y eso no cabe duda de que da una gran emoción al público, porque se da cuenta de que, como se equivoque el toro, o el torero, sobreviene la cogida. No se puede estar bien sin dar esa sensación de que te pueda coger el toro, y para dar esa emoción hay que ponerse en el sitio donde el toro es capaz de coger.
- La gracia no está reñida con la profundidad. No es una gracia cascabelera, sino que parece que es un don sobrenatural.

- El hombre que es torero no tiene otra forma de expresividad que con el toro delante. Allí desenvuelve todo su sentimiento y su sabiduría. Lo que quiere es poderle al toro para poder desarrollar su interioridad, su manera de pasar por la vida. Esa es la meta del torero, el decirse: “¡A ver si esto llega! Aunque sea una cosa en el aire, que se va, y que desaparece, que por lo menos quede en el pensamiento de alguien y en su cabeza”.
-Siempre nos ha gustado torear, y que el toro se venga, que se mueva, que es lo bonito.

- Puede ser el toro el que haya puesto el toreo así de monótono, pero no cabe duda de que surge muy poca sorpresa. Hay poca imaginación. Los toreros se acoplan a una faena muy igual. Pero el toro es el que trasmite y te sorprende. Es el principal protagonista, y cuando vuelve de distinta manera de una a otra vez, y tiene alguna agresividad, alguna dificultad, pone a la gente muy pendiente, y el torero, naturalmente, mucho más pendiente. Antes esa compenetración necesaria entre el toro y el torero, para trasmitir al público, no producía faenas monótonas, por muy deslucidas que fueran.
Las palabras puestas en boca de Pepe Luis están entresacadas de la entrevista que aparece en el libro "El torero y su sombra" de François Zumbiehl. El vídeo es una producción de "La Cabaña Brava" y está alojado en su contenedor de YouTube "La Cabaña Brava Va de Toros".
… y todo eso lo dice Pepe Luis, uno de los más grandes … ¿o el más grande?, uno de esos que dicen “torero de arte” … ¿de arte? … y todos los años mataba la de Miura en Sevilla …
ResponderEliminar¿Torero de arte? ¡Qué leches de arte! … ¡TORERO!
LUPIMON