- Hola don Pepe.
- Hola don José.
- ¿Qué de bueno le pasa? Lo veo contento, sonriente, bien arreglado y con la maleta preparada. ¿A dónde va usted?
- Al Bocho, don José.
- ¿A dónde dice…?
- Al Bocho le he dicho, es el apelativo cariñoso con el que se conoce popularmente la ciudad de Bilbao en el mundo entero. Parece mentira que usted, tan sabiondo en tantos temas, no lo supiera…
- Yo es que no domino ese lenguaje popular. ¿Sabe usted…?
- Pues para que se entere usted, hasta don Miguel de Unamuno utilizaba dicho término para referirse a Bilbao hace ya más de cien años y, precisamente, ese personaje no era un ignorante. Yo pienso que la cultura y el saber no están reñidos con lo popular, y usted se cree que…
- Bueno, bueno, don Pepe... déjelo, déjelo ya... no podemos hablar de nada que no acabe con alguna reprimenda por su parte…
- Pero es que, a veces, dice usted unas cosas, don José…
- Ya, ya… y, ¿a qué va al Bocho, si puede saberse?
- ¿A qué voy a ir…? ¡A los toros! A las Corridas Generales.
- ¿De propio?... ¿Usted sólo?
- Voy en compañía de unos amigos de
- Lo pasaran bien. Bilbao lleva fama de exigir los toros grandes, los más grandes y cornalones del campo bravo, vamos…como a usted y a sus amigos les gustan.
- Como tiene que ser en una plaza de la categoría de primera como es la de Bilbao, toros con el trapío exigido en esos cosos, ni más ni menos, y el que se quiera anunciar que se anuncie.
- Pero esos toros preparados para Bilbao, con unos pitones de aúpa y pasados de kilos, imponen respeto, crean dificultades y no facilitan el triunfo de los toreros…
- ¿Y para qué están los diestros? Su obligación es hacer frente a las dificultades que les presente el astado y, en base a la técnica de la lidia aprendida, solucionar la papeleta, sí así lo hacen el triunfo vendrá por añadidura.
- Pero los toreros de arte no pueden lucirse con ese ganado, don Pepe... y los espectadores que van a divertirse, a pasar una tarde de feria en los toros, se aburren.
- Los toreros de arte, don José, si consiguen imponerse a las dificultades del toro y al respeto que impone su trapío, pueden triunfar con mucha más fuerza que cualquier otro diestro que no posea ese don, porque, además de la calidad artística de su faena, la habrá realizado ante un toro que, por su misma presencia, impone respeto y emoción, y eso revalorizará su triunfo mucho más.
- Eso no ocurre todas las tardes. La experiencia de haber visto muchas corridas me dice que, con ese ganado, para divertirse un día te aburres un ciento.
- No se trata de divertirse o aburrirse, don José, los toros son otra cosa, requieren entendimiento, análisis, conocimiento…
- ¡Ya está usted con la filosofía! Los espectadores no va a los toros para pensar, están en fiestas, van con los amigos, muchas veces como prolongación de una comida de empresa, con su puro, su copa, entre risas y chascarrillos…
- Y luego pasa lo que pasa, que no se enteran, que no entienden ni papa, que se fijan en lo anecdótico y pasan por alto lo fundamental, que no les importa que el torero -utilizando las herramientas más propias de un albañil- tire del toro con el pico, en la pala y hacia fuera, que les da lo mismo en donde caiga la espada con tal de que entre entera… Todo les da igual hasta que llega el momento de sacar el pañuelo para solicitar el triunfo, y si así no lo consiguen, tornan su espíritu festivo en insultante para espetar a los ocupantes del palco, sin razón, los improperios más groseros que imaginarse puedan.
- No será para tanto, don Pepe. Las fiestas, una copa de más, ya se sabe… ¿Y ese ambiente de feria se respira en el Bocho?
- No lo sé, es la primera vez que voy a estar en el coso de Vista Alegre.
- Al menos, toros bien presentados verán, dicen que allí siempre van las cabeceras de camada de las ganaderías.
- Eso dicen.
“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala
viernes, 24 de agosto de 2007
Al "Bocho"
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