... Si desde el principio el animal se dispone a galopar porque cree que ha recobrado la libertad pronto se da cuenta de que el ruedo es redondo, y después de dar una o dos vueltas comprueba que no existe ninguna salida que le lleve a la tan ansiada libertad. Algunos toros intentan saltar la barrera por estar convencidos de que tiene que haber una puerta de salida. Es hecho, que es signo de mansedumbre, no es grave si se hace al poco de saltar al ruedo. Lo que sí es grave es que lo siga intentando durante la lidia...
... Muchos toros, sin embargo, se ponen a embestir desde el principio, derrotando en los burladeros y acudiendo allí donde algo se mueve. Esta acción es muy frecuente en el encaste Santa Coloma. Una actitud más reposada, más tranquila, es propia del encaste Parladé. Incluso hay toros que salen muy parados, tanto que llegan a exasperar a los espectadores y piden su devolución a los corrales por mansos. Son toros poco codiciosos...
... Lo cierto es que cuanto más rematen los toros en los burladeros y lo hagan con más fuerza y acudan a cuantas citas se les soliciten, más bravos serán de salida. Un animal en el ruedo tiene como objetivo fundamental quitarse de encima todo lo que le moleta, liberarse de cualquier agobio, aunque sólo sea el simple movimiento de los subalternos en el ruedo.
Una vez que el toro ha inspeccionado el nuevo recinto, llega el momento de emplearse con el capote. Hay que tener en cuenta que los toros de salida sólo saben, o deben saber, acometer. El toro trae la bravura del campo, el comportamiento y el estilo lo adquiere en el ruedo. Es el torero quien debe enseñarle a embestir de manera repetida y sostenida. El animal debe repetir la embestida cuantas veces se le cite, es conveniente que humille, que tenga fijeza, que galope en cada encuentro, que pase largo.
El toro de salida, toro levantado, tiene menos peligro porque pasa rápido, no se para y, si coge al torero, apenas se entretiene con él.
El torero no debe recortarle demasiado el final de cada pase, aunque es muy interesante que la cargue la suerte y le gane terreno en cada pase, para que por una parte lo llefve embebido en el capote y por otro produzca belleza, ya que de ese modo el toro se ciñe al cuerpo del torero produciendo emoción y arte.
Esto es lo que han hecho verdaderos maestros de la tauromaquia como Antonio Bienvenida, Curro Romero, Antoñete... que, a una edad avanzada, han conseguido torear muy bien con el capote porque después de cada lance daban 2 o 3 pasos hacia adelante hacia las afueras, obligando al toro a realizar un semicírculo alrededor del torero en cada pase. Hay que tener cuidado, sin embargo, de no quebrantar demasiado la fortaleza del toro.
A veces los toros se emplazan de salida en los medios y les cuesta abandonarlos, buscan la querencia lejos de los hombres de a pie y de las tablas. Si una vez citado sigue sin responder al estímulo es sinónimo de falta de lucha y de mansedumbre, de cobardía. Este toro no es bravo por mucho que se encampane desafiante en el centro del ruedo.
Hay toros que después del primer encuentro con el espada buscan el refugio de las tablas o el de su mayor querencia, que no es otra que la puerta de chiqueros, de donde no es fácil sacarlos. Es otro signo claro de mansedumbre.
En este primer momento se da mucho en la actualidad un tipo de calambres musculares, especialmente en los cuartos traseros, que hacen que el toro cojee e incluso se caiga, lo que es motivo de gran escándalo y de petición de devolución del toro.
Como ha sido ampliamente descrito en un capítulo anterior, el estrés que padece el toro en los primeros lances de la lidia es tan acusado que, mientras busca en su organismo la respuesta adecuada, se produce un desmorone muscular que le provoca falta de fuerza y caídas subsiguientes. Si la falta de fuerza no es excesiva y el toro posee suficiente casta y fiereza conseguirá superar el estrés de salida y recomponer la masa muscular ligeramente dañada. De lo contrario, se producirá un desfondamiento general y caídas prolongadas.
Una prueba fehaciente de falta de fuerza es que el toro, al pasar por el capote, eche las manos por delante, se frene y arquee de forma cóncava la línea dorso-lumbar, dejando ligeramente retrasados e incluso arrastrando los cuartos traseros.”
Nota: Extractos del capítulo referente al comportamiento del toro a su salida al ruedo del libro: “Comportamiento del toro de lidia. En el campo, en el ruedo”. Su autor, el Dr. Antonio Purroy Unanua, Ingeniero Agrónomo, Catedrático de Producción Animal y Vicerrector de la Universidad Pública de Navarra, une, a sus conocimientos científicos y profesionales, su afición y su pasión por el toro de lidia. Un libro sumamente recomendable.
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