Escuchado, ayer domingo, los programas taurinos de la radio, un par de asuntos, que son altamente preocupantes para la Fiesta de los Toros, me hicieron reflexionar. De un lado, que en todas las ferias de las capitales de provincia y pueblos que se celebran en estos días, y son bastantes, se anunciaban los mismos toreros -los considerados actualmente como "figuras" por sus propagandistas- y, prácticamente, las mismas ganadería o sus sucedáneos de encaste bodeguero. Por otro, y esto es mucho más grave, la escasa presencia de público en los tendidos, una constante que se viene dando este año en todos los sitios, en donde predomina un descenso en la venta de localidades, aún estando acartelados los mandones del escalafón, que amenaza seriamente -por ruinosa- la continuidad de la Fiesta misma.
No son más de una docena los nombres que se repiten en todos los carteles, tanto en plazas de segunda como de tercera, siempre los mismos, rellenando alguna de las combinaciones con algún torero local. De esta forma se cierra la puerta a la gran mayoría de los profesionales que quedan condenados al ostracismo y que, por regla general, torean uno o ningún festejo a lo largo de toda la temporada. Los más afortunados de este pelotón de toreros en paro, como mucho, pueden ser anunciados alguna tarde en la plaza de Madrid para que se estrellen contra un ganado imposible y ante la mirada de muy pocos espectadores y mucho cemento en los tendidos. Si antes podían foguearse toreando varias corridas en plazas de segunda y tercera, ahora ya no pueden hacerlo porque la docena de elegidos por las empresas copan todos los carteles. Por supuesto con toros impresentables, anovillados y afeitados que, escuchando a los diferentes corresponsales de las distintas emisoras, es otra de las características de este verano taurino. Eso sí, las orejas, los indultos y el triunfalismo -una vez pasado el trago de San Isidro, al que acuden, si no pueden evitarlo, a salvar el compromiso- van que vuelan.
Aunque lo verdaderamente preocupante, para la Fiesta y para los propios “figuras”, es las escasas entradas que se registran en los cosos. Preocupante para la Fiesta porque sin dinero en la taquilla poco tiempo de vida le queda a esto. Y para los “figuras”, al darse cuenta de lo insignificante que es su condición al no ser capaces de llevar gente a las plazas. Aunque este es un problema que viene de lejos ya que, desde hace mucho tiempo -y al contrario de lo que sucedía en otras épocas en la que los mandamases se anunciaban en las tardes más flojas de las Ferias Taurinas para llevar más gente a la plaza- exigen figurar en los carteles de los días del santo que, normalmente, va más público a los toros por tradición. Los más optimistas pueden pensar que esto es cosa de la crisis económica y que cuando todo vuelva a su cauce las cosas se arreglaran por sí mismas. No digo que no, que algo tiene que influir, pero me temo que la auténtica crisis que afecta a la Fiesta es la de la mentira y el engaño que la rodea. Los aficionados, cansados de tanta falsedad, están dejando de acudir a las plazas de toros, y los espectadores, que acuden con la sola pretensión de divertirse, se aburren con el espectáculo anodino que tarde tras tardes les ofrecen los pretendidos “figuras” y sus toros de pitiminí.
“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala
lunes, 28 de junio de 2010
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La regeneración de la fiesta es necesaria. Y se hará. ¿ como hacerla?
ResponderEliminar- o activamente con la implicación de los interesados: autoridad, ganaderos, empresarios y toreros.
- o pasivamente que costará mucho más tiempo y será más gravosa. esto se hace no haciendo nada y que la gente deje de ir a los toros.
si las plazas vacias sirven para picar el orgullo y bolsillo de los que mandan en la fiesta y que hagan algo por ella , será hasta bueno