“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala
lunes, 5 de julio de 2010
LA MENTIRA ES DEMASIADO EVIDENTE
Lo que más daño hace a cualquier manifestación artística o deportiva, si nos atenemos a su aceptación por el público que paga por estar presente en ella, es que la mentira, la trampa, sea demasiado visible. Eso es, precisamente, lo que esta aconteciendo con la Fiesta de los Toros en la actualidad. Los taurinos, en su afán por llevárselo todo y de la forma más fácil posible, están acabando, si no han acabado ya, con su particular gallina de los huevos de oro. La representación de la corrida se ha convertido en una pantomima totalmente previsible y aburrida en donde, ni hay toros, tal y como se entiende que deben ser los toros para ser de lidia, ni hay toreros con el saber de las reglas del toreo para torearlos adecuadamente. El toro, actor principal de esta fiesta y el que le debe aportar su valor fundamental, la emoción, ha desaparecido, lo que ahora sale a los ruedos por tal es otra cosa parecida en la forma pero sin ningún contenido, pues lo han vaciado conveniente en la ganadería. Es demasiado evidente la manipulación, demasiado evidente el afeitado, demasiado evidente la falta de recursos... la mentira es demasiado visible. Esa es una de las razones, sin duda, por las que el público está dejando de ir a los toros, porque es demasiado evidente la mentira y no le gusta que le mientan.
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¡Totalmente de acuerdo! Si bien es innegable la evidencia de que se ha criticado (alta y baja, justificada e injustificadamente) la fiesta de los toros a lo largo de su historia -y más con el aspecto turístico que aumentó la popularidad de las corridas, sí, también es penosamente patente la mentira inherente de la fiesta brava de hoy día: diluída y no rara vez insípida. Desde la ganadería hasta el paseíllo, desde la presidencia hasta el público "triunfalista". // Por otra parte, he visto aquí varios artículos vuestros que apuntan de manera excelente y VERDADERA estos tristes síntomas de franca decadencia taurina (aparte de la lamentable falta de público como bien decíais por ahí) que considero deben llegar a los ojos y a la conciencia de los responsables, por muy política y alargada que sea la vía. Sería formidable y creo que útil que tales escritos suyos lleguen de manera directa a tales personas, grupos, peñas, administraciones, organizaciones, y demás entes que pugnan por la integridad y continuidad de la fiesta de los toros. Ojalá que la ventaja Internet favorezca hacia este fin. // Atte., Torotino.
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