Tras finalizar la temporada se ha producido, no sé si espoleados por la “situación catalana“, una contraofensiva de las “gentes del toro”, como se autodenominan los que comen de este pastel, para sentar las bases, dicen, de la tauromaquia del futuro. Está clara la situación de crisis por la que atraviesa de Fiesta, y no precisamente por la “situación catalana”, que se refleja de forma drástica en la escasa asistencia de público a los festejos en el resto de comunidades. Es para estar más que preocupados. Es para plantearse seriamente que es lo que ocurre y por qué ese desapego social hacia las corridas de toros que se produce en España, algo que cada día es más notorio. No ocurre lo mismo con los festejos populares que año tras año tienen más adeptos. Es para planteárselo, no está en crisis ni la cultura, ni las fiestas del toro en nuestro país, lo que está en una profunda crisis son las corridas de toros. Pero tampoco es este el camino por el que pensaba continuar, es demasiado serio el tema y tiempo habrá a lo largo del invierno para ocuparse de ello.
Para lo que quería aprovechar esta entrada es para hablar del protagonista de este pasodoble que, como dice su estribillo, es el “rey de la fiesta española”, del toro. Cada vez surgen más voces, incluso entre profesionales retirados, que ponen el dedo en la llaga, el toro actual no aporta la emoción que necesita la Fiesta para seguir viva. Curiosamente, en todos los conciliábulos de los profesionales - de los que mandan- que están proliferando estos días, el toro es el gran olvidado. Y si hablan, no lo manifiestan públicamente. Aunque yo creo que del toro, seguro que hablaran, y no poco… pero en privado y, visto lo visto, nos podemos imaginar de lo que hablan cuando los que mandan hablan del toro. Pongámonos a temblar.
Al único profesional que he oído hablar alto y claro sobre la situación del toro en la Fiesta actual ha sido Tomás Prieto de la Cal que -en un foro mucho más modesto que el Congreso celebrado en las Islas Azores, o las reuniones con los ministros, o la de los empresarios y los toreros, que es donde el toro tendría que haber sido defendido con ardor como el eje de la Fiesta que lleva su nombre y de la cual todos ellos viven- mantuvo con firmeza que, desgraciadamente, el toro ya no ocupa ese lugar de privilegio que nunca debería de haber perdido. Es la auténtica realidad y el primero de los problemas que le aquejan a la Fiesta, mucho más que el de la escasez de público, pues lo único que puede devolver a la gente a las plazas es el toro que ponga emoción en el ruedo. La gente ha cambiado, los ciudadanos de ahora no son como paisanos de antaño que acudían a las Ferias a trapichear y a los toros, pero lo que no ha cambiado, lo que sigue llevando a la gente a ver un espectáculo, lo que la mueve de su casa y de su butaca es la búsqueda de emociones fuertes, y el toro, por fortuna, si se presenta en las condiciones óptimas para la lidia, la trae a raudales, es más, es su mayor caudal.
Este pasodoble, en esta época en la que el toro es un actor secundario de su propia fiesta, quiere reivindicar al verdadero protagonista de la misma, el toro, y a los ganaderos que todavía los crían pensando en el honor de su profesión. Mikaela, acompañada por la "Orquesta Montilla", dirigida por don Manuel García Matos, en una interpretación magistral cargada de fuerza y temperamento, le canta al "rey de la fiesta española": El Toro.
¡Eh! Toro
(C. Murillo - A. Segovia)
Tus finas manos de ganaera
al toro dio de comer,
y se sentía casi torera
al ver que llegó a crecer.
En la dehesa los mayorales
se entusiasmaban jalandole.
Y era un ensueño pa los erales
porque soñaba con su poder
¡Toro!
¡Toro!
Toro bonito y bravío,
toro color de noche oscura,
estampa de bravura,
ciclón de poderío.
Tu vivirás en mis sentíos
como un volar de banderolas.
¡Toro!
¡Toro!
Rey de la fiesta española.
Entre clarines se abrió el chiquero
y el ruedo de alrededor.
Y fue su toro pa aquel torero
bandera de triunfador.
Cubrió sus ojos con el pañuelo
viendo el orgullo con que cobró.
Y como un grito cayó del cielo
el ¡ay! de angustia de su dolor.
¡Toro!
¡Toro!
¡Toro!
Toro bonito y bravío.
Toro color de noche oscura.
Estampa de bravura,
ciclón de poderío.
Tu vivirás en mis sentío
cuando la plaza ya este sola
¡Toro!
¡Toro!
Rey de la fiesta española.
¡Qué fuerte y cuán cierto es esta verdad que anotáis aquí y que hace eco de lo dicho por Dn. Tomás Prieto de la Cal! Ciertamente, hay que redoblar esfuerzos por salvar la calidad e importancia vitales del VERDADERO TORO de lidia, el que continúe la trascendencia de la fiesta brava. Bien sabemos que, afortunadamente, existen personas de valor y gesta, con conciencia y con vergüenza, trabajando en la más fundamental de las causas taurinas pero falta un buen número de otros que se unan a estas filas de batalla, incluso más figuras del toreo. Gracias Dn. Mariano. // Atte., Torotino.
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