Cuando sucedió la tragedia de Talavera eran noticias habituales en periódicos y revistas, y tema de conversación popular, la vida privada de Joselito. Corrían como la pólvora algunos de los escarceos amorosos que, como personaje público y famoso que era en la sociedad de la época, se le atribuyeron con algunas de las más famosas cupletistas. Se decía que si Consuelito Hidalgo, si Adelita Lulú, que si la actriz Irene López Heredia... Y también era sabido que al menor de los Gallos le gustaban las mujeres, como le confesó en alguna ocasión: “Las mujeres me gustan más que nada: eso por sabido se calla; como que si yo no torease más que para hombres, ya me habría cortado la coleta... Algunas veces, en esas tardes fatales que tiene uno, cuando casi con las lágrimas saltadas se dejan los trastos de matar y se refugia uno en la barrera..., al volver la cara al tendido, en medio de la hostilidad de los que gritan, se tropiezan nuestros ojos con los ojos bonitos de una gachí que, con la caricia de su mirada compasiva, quiere consolarnos... A mí me ha ocurrido algunas veces esto, y entonces me he ido al toro, como un jabato, con el capote, y animado por el calor de los ojos de la desconocida y he levantado al público haciendo todo lo que sabía y algo más. Mandan mucho fluido unos ojos gitanos.” Pero, por propia experiencia, tenía muy claro el peligro que encerraba distraerse pensando en una mujer estando delante del toro, por eso decía: “En cuanto empiezo la temporada, ni acercarme a unas faldas... La cosa es mortal... La cogida que tuve en Barcelona, que me partí la clavícula, fue por causa de unos ojos negros... había pasado toda la noche anterior mirándome en ellos... Hay veces que se prefiere una cornada ha desperdiciar ciertas cosas...”.
Cuando sucedió la desgracia de Talavera se decía que una pena muy grande le reconcomía por dentro, una pena que no le dejaba vivir. Se comentaba que una muchachita sevillana algo más joven que él era el centro de su pasión y que José era correspondido en ese sentimiento. Una pared se alzaba en el camino de ambos pretendientes, los padres de la novia, familia de la alta sociedad sevillana y perteneciente a una importante dinastía ganadera, no toleraban el casamiento de su hija con un personaje que no se correspondía con su clase social. Al cabo de muchos años se pudo saber que aquella muchacha era Guadalupe, hija de Pablo Romero. Se sabe que Guadalupe Romero lloró amargamente la muerte de Joselito y siempre se negó ha contar públicamente sus penas. Murió en la década de los ochenta siendo ya octogenaria y nunca se casó ni se le conoció pretendiente. Quizás, cuando le sorprendió Bailador en la plaza de Talavera estuviera pensando en ella, en dejarlo todo y, aún en contra de la negativa paterna, casarse con su prometida en el momento en que ésta llegara a la mayoría de edad... Quizás ese sueño que lo perseguía desde niño, ese hogar alejado de mundanal ruido en el que “muchas veces quisiera pasar inadvertido”, como confesaba el propio José. Quizás ese sueño, el recuerdo de los ojos de Guadalupe, el anhelo de un hogar y una vida familiar, y más después de la desagradable situación que había tenido que soportar en Madrid el día anterior, en donde rechazaban su presencia, empezaba a tomar cuerpo en su mente y lo veía como algo cada vez más cercano y real. Quizás eso nublase su entendimiento y distrajese su atención en el preciso instante en que Bailador, quinto de la tarde, hirió de muerte a Joselito en la plaza que un día inaugurara su propio padre.
Cuando sucedió la tragedia de Talavera, aquel 16 de mayo de 1920, no se podía imaginar José Gómez Ortega Joselito, que 89 años después del triste suceso que conmocionó -aficionados o no, partidarios o contrarios- a todo el país, seguiría vigente su memoria. Desde entonces existe la costumbre de recordar este día en todas las plazas de toros en las que se dan festejos taurinos y, en señal de respeto, los matadores y sus cuadrillas lucen lazos negros en sus chaquetillas. Desde este Blog nos sumamos a este homenaje y lo hacemos aportando un pasodoble compuesto en su memoria, “Silencio para un torero”, de Quintero, León y Quiroga, e interpretado en su honor por su creadora, la gran artísta sevillana Juanita Reina. Lo estrenó el día que presentó su espectáculo “Olé con olé”, en el teatro Cervantes, de Málaga, el día11 de octubre de 1962. Completamos la entrada con un vídeo en el que la música del pasodoble, interpretado magistralmente por la cantante sevillana, sirve de soporte musical a imágenes de Joselito y de su multitudinario entierro.
Silencio por un torero
(Quintero-León-Quiroga)
Aquella tarde Sevilla
se puso toda amarilla
quebraíta de color.
Y por el aire caliente
su voz clamó de repente
hay que pena y qué dolor.
Silencio en Andalucía,
rezadle un Ave María
y quitarse los sombreros.
Silencio el patio y la fuente,
que está de cuerpo presente
el mejor de los toreros.
"¡Parece que está dormío, Dios mío,
en su capote de brega!"
Y por Gelves viene el río, teñío,
con sangre de los Ortega.
Suspira bajo su velo
la Virgen de la Esperanza
y arría en señal de duelo
banderas la Maestranza.
Y Sevilla, enloquecida,
repetía a voz en grito:
"¡Pá que quiero mi alegría!
¡Pá que quiero mi alegría,
si se ha muerto Joselito!"
Silencio por un minuto,
pintad los campos de luto
el ciprés y el olivar.
De luto las amapolas
de luto Carmen y Lola
Concha, Pepa y Soledad.
Silencio guarda el romero
silencio el torito fiero
y los bravos mayorales.
Crespones en las divisas
silencio pide la brisa
al pasar por los trigales.
"¡Parece que está dormío, Dios mío,
en su capote de brega!"
Y por Gelves viene el río, teñío,
con sangre de los Ortega.
Suspira bajo su velo
la Virgen de la Esperanza
y arría en señal de duelo
banderas la Maestranza.
Y Sevilla, enloquecida
repetía a voz en grito:
"¡Pá que quiero mi alegría!
¡Pá que quiero mi alegría,
si se ha muerto Joselito!"
(Quintero-León-Quiroga)
Aquella tarde Sevilla
se puso toda amarilla
quebraíta de color.
Y por el aire caliente
su voz clamó de repente
hay que pena y qué dolor.
Silencio en Andalucía,
rezadle un Ave María
y quitarse los sombreros.
Silencio el patio y la fuente,
que está de cuerpo presente
el mejor de los toreros.
"¡Parece que está dormío, Dios mío,
en su capote de brega!"
Y por Gelves viene el río, teñío,
con sangre de los Ortega.
Suspira bajo su velo
la Virgen de la Esperanza
y arría en señal de duelo
banderas la Maestranza.
Y Sevilla, enloquecida,
repetía a voz en grito:
"¡Pá que quiero mi alegría!
¡Pá que quiero mi alegría,
si se ha muerto Joselito!"
Silencio por un minuto,
pintad los campos de luto
el ciprés y el olivar.
De luto las amapolas
de luto Carmen y Lola
Concha, Pepa y Soledad.
Silencio guarda el romero
silencio el torito fiero
y los bravos mayorales.
Crespones en las divisas
silencio pide la brisa
al pasar por los trigales.
"¡Parece que está dormío, Dios mío,
en su capote de brega!"
Y por Gelves viene el río, teñío,
con sangre de los Ortega.
Suspira bajo su velo
la Virgen de la Esperanza
y arría en señal de duelo
banderas la Maestranza.
Y Sevilla, enloquecida
repetía a voz en grito:
"¡Pá que quiero mi alegría!
¡Pá que quiero mi alegría,
si se ha muerto Joselito!"
Muchas gracias a la vida por haber existido José. (Si hubiese vivido la época creo que hubiese sido de Juan, pero desde el respeto a José). Gracias a Juanita Reina por su cantar y gracias a ti por tener la sensibilidad de recordar al Grande en su día.
ResponderEliminarF.Abad
Desde Talavera, donde cada 16 de Mayo le rendimos un sentido homenaje, suscribimos las opiniones vertidas en este artículo y aportamos que en el homenaje de este año 2009 se ha presentado el pasodoble "Pobre Joselito" inédito y escrito por Muñoz Seca y música de Taboada Steger. si Dios quiere la presentación de este pasodoble para banda de música se hará en el 2010
ResponderEliminarDe lo mejor escrito y musicado por estos 3 grandes genios de la cancion española
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