El que cada comunidad autónoma tenga su propio Reglamento Taurino me parece un auténtico despropósito. Es la única disciplina competitiva del mundo que en vez de unir criterios para que tanto los participantes, ganaderos y toreros, como los espectadores, sepamos a lo que atenernos, se diversifica en cada espacio geográfico. Viene esto a cuento de la aprobación del Reglamento Taurino de Euskadi y que, inmediatamente, ha sido contestado por las agrupaciones profesionales de los toreros que se oponen a él y amenazan con no ir a torear a las plazas vascas si no se atienden sus reivindicaciones.
No quiero entrar en si este reglamento es mejor o peor que otros, o en si defiende mejor los intereses de los que están en el ruedo o de los que se sitúan en los tendidos -aunque algo de esto debe de haber por la reacción inmediata de todos los sectores profesionales en su contra- porque pienso que lo que necesita la Fiesta de los Toros para su regeneración y para luchar contra el fraude de manera clara y contundente es un REGLAMENTO ÚNICO para todos los países en la que se celebran festejos taurinos. Vamos, ni más ni menos que lo que sucede en fútbol, en donde todas las competiciones de todos los países se rigen por un único reglamento. ¿Acaso no sería un despropósito que lo que es penalti en España no lo sea en Francia? ¿O lo que es fuera de juego en Zaragoza no lo sea en Madrid?
En la actualidad, con la proliferación de diferentes Reglamentos para cada comunidad autónoma, lo único que se ha conseguido es crear un auténtico galimatías, tanto para los profesionales, que van a tener que incorporar a sus cuadrillas un experto en leyes que los asesore sobre la particularidades de cada uno de los reglamentos vigentes en cada ciudad, como para los aficionados, pues lo que en unos sitios es válido en otros es rechazado. ¿A quién beneficia toda esta proliferación de Reglamentos? Seguro que a los aficionados y espectadores no, pues lo único que se genera con tanta norma distinta es confusión. A la Fiesta tampoco, porque en vez de atajar los diferentes problemas que se le presentan de frente y por derecho en base a una única norma clara y concreta, se diluyen en las procelosas aguas de las diferentes reglamentaciones y se abren resquicios legales por los que se cuele el fraude siempre acechante. A los profesionales, tanto toreros como ganaderos, tampoco debería de gustarles una reglamentación cambiante en cada comunidad o país, aunque nunca se sabe, pues como dice el refranero popular: “A río revuelto ganancia de pescadores”, y en este caso los pescadores, los que manejan y se benefician de la Fiesta, son precisamente ellos.
“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala
martes, 18 de noviembre de 2008
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ya os comentare en detalle cuando se publique el texto integro.
ResponderEliminarDe momento tenemos la impresion de que todo va a seguir igual, por mucho que cambien las cosas.
Los que han protestado (como siempre) no son los matadores sino los picadores y banderilleros, pues lo que si es cierto es que el nuevo reglamento va a contemplar alguna sancion más de la cuenta, y eso si que ¡les jode!
No puedo estar más de acuerdo con su artículo. No solamente es absurdo que el mismo espectáculo se rija por distintos patrones según donde se dé, sino que, además, cada modificación reglamentaria está significando una piedra más para la lápida de la fiesta. Es una forma de abolición por capítulos que está llegando inexorablemente, propugnada y aceptada por los propios taurinos a los que la búsqueda de la comodidad excesiva los ha llevado a hipotecar los valores esenciales, sin preocuparse de que así van camino a la extinción.
ResponderEliminarNo me refiero específicamente al Reglamento vasco sino a otros, tanto españoles como americanos, que han dejado la puerta abierta al ocaso definitivo todavía más que la Ley Corcuera, lo que ya es harto decir.
El mismo asunto me ha estado causando dudas. En el Reglamento Taurino del Municipio de Guadalajara (Estado de Jalisco. Rep. Mexicana) dice que ahí donde el mismo no disponga nada específico, deberán acatarse los "usos y costumbres taurinas de aplicación universal". ¿Pero de qué "usos y costumbres" de "aplicación universal" hablamos, si en una Plaza se hace una cosa de un modo y en otra de otro? ¿A qué usos y costumbres habremos de atenernos siempre que surga un asunto no contemplado por el Reglamento? Muy bueno sería que que hubiese un Reglamento único, que no por serlo le quite el sabor local a la Fiesta. Salud.
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