“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala
Mostrando las entradas para la consulta roncando y sin manta ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta roncando y sin manta ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

miércoles, 23 de mayo de 2007

Paco Apaolaza

A Paco Apaolaza lo conocí durante la Feria del Pilar del 97. Después de la corrida, unos cuantos aficionados, entre los que me encontraba, habíamos quedado con Paco y con Javier Villán para tomar unos vinos, hablar de toros y darles nuestro Fanzine. Fue una tarde-noche agradable, el tiempo estaba bueno y pudimos alargar la charla en una terraza hasta bien entrada la madrugada.
Para nosotros fue una conversación reconfortante, eran dos de los periodistas de referencia, de los que podías fiarte, porque los avalaba una trayectoria irreprochable de independencia y compromiso, y cada día, con sus crónicas lo demostraban. Además en aquellos años no estaban solos, los acompañaban en la labor de la crítica taurina firmas tan importantes e independientes como Joaquín Vidal, Alfonso Navalón, Mariví Romero o Vicente Zabala. Cada uno analizaba los festejos desde su óptica, y entre las opiniones de todos, los aficionados podíamos hacernos una idea muy cercana la verdad.
Desde siempre he pensado que los periodistas taurinos son imprescindibles para la Fiesta de los Toros porque crean opinión, su visión de la corrida se convierte en una lección, pero para poder ejercer este magisterio, primero, y antes que periodista, hay que ser aficionado, y Paco, Alfonso, Vicente y Joaquín, lo eran.
La Feria del Pilar se acabó, el invierno pasó, y con la primavera llegó la mala noticia desde Sevilla.
Como homenaje, en “El Aficionado” nº 8, correspondiente al mes de Octubre de 1998, un año después de habernos conocido, publicamos íntegramente su última crónica. Hoy, desde este espacio, y coincidiendo con la presentación de la Vª edición de premio periodistico taurino que lleva su nombre, quiero brindarle mi particular homenaje a su recuerdo y vuelvo a sentir la necesidad de que las últimas palabras escritas por Paco Apaolaza desde la Real Maestranza de Sevilla cobren vida de nuevo. Ahí van.

"Roncando y sin manta"
Sevilla - Jueves, 23 de Abril de 1998.

"Cuarta de Feria. Dos tercios de entrada. La corrida comenzó con tres cuartos de hora de retraso debido a la lluvia y al estado del ruedo, que tuvo que ser acondicionado, y terminó pasadas las 21,30 horas. Presidencia desapercibida. Perdonó avisos en la primera parte.

Cinco toros de José Luís Pereda, desigualmente presentados, bajos de raza, de movilidad y de emoción. La mayoría rajados y cortos en sus embestidas. Un sobrero de Gavira, lidiado en cuarto lugar, justo de presentación, con hechuras y rajado. Todos dieron la sensación de trámite, tanto en el caballo como en la muleta.

David Luguillano: Corta desprendida. Saludos. Estocada. Saludos.
Manuel Díaz “El Cordobés”: Pinchazo, aviso y estocada. Silencio. Estocada. Saludos.
Víctor Puerto: Tres pinchazos. Silencio. Estocada. Silencio.
La luz se encendió en el tercero.

Nos movemos a veces duros, expectantes, densos; silencios premonitorios de chispazos geniales de toreo. Ese es el tópico. Lo que pocas veces había pasado era que la Maestranza roncara. Sí, sí, roncar. Grrr, grrr, grrr. Ah, y sin manta. Al final es todo cuestión de actitudes. De actitudes de los mismos toros, pobrecillos, que no saben lo que están haciendo con ellos y vagan por el ruedo como si no tuvieran otra misión que dejar el palmito, y eso muy poco, porque bien se cuidan de que salgan perfectamente medidos.
La corrida de ayer fue absolutamente lamentable y condenar a esta maravilla de plaza al ronquido es un pecado que quizá en esa noche cerrada en que terminó el paripé de corrida de toros se haya olvidado. Al final nadie sabía ya si tenía que ir a cenar, si tenía que pedir un café con leche con churros o un chocolate con calentitos porque todo era absolutamente igual.
David Luguillano por ejemplo adoptó el gesto torero, adoptó la postura pero todo fue inútil a pesar de que no desentonó con esos dos animales a los que llaman toros y que, de verdad, el día que salga uno embistiendo, corriendo y al que haya que dominar, esto va a ser la debacle.
El Cordobés quiso ponerse también en lo serio, en lo templado pero con semejante morucherío y con la muleta retrasada poco o nada se puede parir toreramente. En todo caso, dejar que los espectadores sigan roncando (grrr, grrr) e implorando con la mirada una manta para sobrellevar la crisis.
En el último toro pareció que Víctor Puerto, después de brindar al doctor Ramón Vila iba a despertar al personal que miraba los focos de la plaza encendidos pensando que, quizá, en la fría noche podría repetirse lo de Morante de La Puebla del día anterior. Mala cosa. Quizá no fue culpa de nadie. Este espectáculo, esta corrida de toros, nunca debió celebrarse. Si a mí me dicen que en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla iba a oír roncar jamás lo hubiera creído. A partir de ahora seré más crédulo.”

Paco Apaolaza.

lunes, 23 de mayo de 2011

EL DÍA Y LA NOCHE

En Zaragoza, este pasado fin de semana, en cuanto a lo taurino, podríamos decir que hemos vivido dos días en uno. Me explico. En “La Misericordia” se lidiaban dos novilladas que resultaron, como la noche y el día, contrarias en todo. Una de un hierro legendario, en cuanto al nombre, con la vitola de ser, además, el que más veces ha lidiado en nuestra plaza a lo largo de toda su historia, el de “Concha y Sierra”, que resultó negro como la noche más oscura que pueda imaginarse; y otro de una ganadería aragonesa de reciente creación, “Los Maños”, por la que corre sangre santacolomeña, que venía destacando en las novillas sin picadores de los últimos años y que, por méritos propios, se había ganado la oportunidad de dar un paso adelante y lidiar una novillada picada, que resultó como un rayo de luz claro y diáfano en un panorama en que las ganaderías, las unas y las otras, se hallan en uno de los peores momentos de la historia de la Fiesta de los Toros.

El día fue el sábado, 21 de mayo. Se lidiaba una novillada de “Los Maños”, ganadería aragonesa con poco más de 20 años de historia que, desde el comienzo, apostó por el encaste “santacoloma”. Primero con ganado de Pablo Mayoral, y desde hace cosa de un lustro con un refrescamiento de sangre de “Bucaré”. Entre lo aficionados zaragozanos había expectación por ver los resultados del cruce, y más después de las eraladas lidiadas en los dos últimos años que daban margen para la esperanza. Los 6 novillos lidiados fueron una buena y variada muestra de la evolución de esta ganadería, pues hubo de todo: 3 de procedencia “mayoral”, 1 de procedencia “bucaré” y 2 producto de la mezcla de ambas líneas. Personalmente, y sin entrar en detalles, me gustaron los productos del cruce, que se lidiaron en 2º y 6º lugar y que, si no se tuerce la cosa, puede ser un buen camino para seguir adelante. En general fue una novillada que, a pesar de andar justa de edad y, en consecuencia, de trapío (el propio ganadero lo decía en la entrevista concedida a “LcbTV”, cuando afirmaba que hubiera preferido lidiarla en Octubre, para la Feria del Pilar, porque hubiera estado rematada… pero se la habían comprado para lidiarla en mayo), fue brava, encastada y ofreció posibilidades de triunfo a los novilleros. En general, el juego de los utreros de “Los Maños”, 4 de 6, más que aprobado. El tiempo paso rápido, no hubo tregua, todos los novillos tuvieron sus cosas, buenas y malas, y los novilleros posibilidades. A la salida tertulia que se extendió más de lo habitual pues había muchas cosas de las que hablar. Esta novillada fue el día, un claro y transparente día en donde se respira aire fresco y los aficionados ven reconfortada su afición, y sus esperanzas, porque han conseguido ver algo de lo que buscan y que, cada vez, es más difícil de encontrar. 

Pero tras el día llega la noche, y eso fue la tarde del domingo, 22 de mayo, noche cerrada en "La Misericordia", negra como las fauces de un lobo. La novillada de “Concha y Sierra” fue un tostón tan grande y presentó tales carencia que, por más historia que tenga a sus espaldas, su recuperación parece una tarea imposible. Falta absoluta de fuerza y, lo que es más definitivo, de casta. Mala solución tiene esta ganadería que, en la pasada corrida concurso de Zaragoza, presentó un toro de las mismas características que sus hermanos pequeños lidiados ayer. En consecuencia, aburrimiento en los graderios en una tarde que, al contrario del día de antes, se alargaba y se alargaba y parecía que nunca iba a terminar. Una muestra, cuando “el de la jota” fue devuelto por invalidez total, ya se solicitó su devolución con desgana, y cuando el sobrero se derrumbó escandalosamente, ya no había ganas más que de que aquello acabase de una vez. Es lo que tiene el aburrimiento, que produce somnolencia y te dan ganas de echarte a dormir, y la noche, en la plaza de Toros de Zaragoza, había comenzado a las dieciocho horas y diez minutos de la tarde.

Pdata: A raíz de este escrito, me ha venido a la memoria la última crónica de Paco Apaolaza que reproduje en este mismo Blog tal día como hoy de hace, exactamente, 4 años, el 23 de mayo de 2007 -haciéndome eco del homenaje que se le tributó en Madrid con motivo de la presentación de la Vª edición de premio periodistico taurino que lleva su nombre- que llevaba por título "Roncando y sin manta". No se si será una coincidencia o cosas del azar, pero el mismo día de cuatro años después, y tras el sopor producido por la novillada del pasado domingo en Zaragoza, esa crónica ha vuelto a mi memoria, y con ella, el recuerdo de un periodista taurino que nos haría falta en estos tiempos tan escasos de crítica independiente y comprometida.