Ya se demostró antes de la retirada del torero de Galapagar, tras su gravísima cogida en Aguascalientes que lo ha mantenido fuera de los ruedos algo más de un año, que su presencia tiraba del abono tanto que suponía, a pesar de los altos honorarios que exige cobrar, una tabla de salvación para los empresarios. Al anunciar su reaparición este año, los empresarios hacen cola ante su representante para conseguir una actuación suya que signifique, ante las paupérrimas entradas de público en la mayor parte de los festejos, un revulsivo para sacarse el abono, pues aunque el día que actúa José Tomás pierdan dinero, lo recuperan e incrementan sus ganancias con la venta de abonos para el resto de los festejos de la feria que se dispara.
A tal extremo ha llegado la grave situación que atraviesa la Fiesta de los Toros, que depende de la presencia de un solo torero para llevar público a las plazas, cosa que el resto de toreros -“figuras” les llaman- por más empeño y triunfalismo que pongan los medios de comunicación a su servicio al narrar sus ¿hazañas?, no lo consiguen y, en consecuencia, solo reportan pérdidas a los empresarios que, además, se ven obligados a contratarlos para que los informadores cataloguen la feria como buena y el ente televisivo que trata de hacer negocio televisándolas les aporte algo de dinero.
Pero vamos a la pregunta del título de esta entrada y lo quiero hacer con otra pregunta: ¿No será porque José Tomás pone en el ruedo, con el mismo tipo de toro que quieren torear todos, lo que no ponen el resto de toreros considerados “figuras”? Ustedes mismos, queridos lectores, pueden poner la palabra que yo me callo.
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