Es una buena noticia para la Tauromaquia en general el que en Francia se haya dado un paso para defensa y conservación de una cultura importada de España, cuando en el país que tiene el honor de haberla inventado nos debatimos entre el “sí” o el “no” a las corridas de toros. Debemos tener en cuanta que en el país vecino se dan toros allí donde existe tradición, y que los aficionados son tenidos en cuenta, como consumidores que son, y participan activamente en el montaje y difusión de los festejos, sobre todo en pequeñas localidades que organizan sus festejos con la colaboración de los poderes municipales, las comisiones de aficionados, y la gestión del papeleo por parte de algún taurino contratado a tal efecto. Es, paradójicamente, en los lugares en que la organización de los festejos se rigen por los patrones similares a los de los taurinos españoles, donde más cojea la Fiesta, tanto por el ganado que se lidia, los toreros que se acartelan, como por la respuesta del público.
En cambio, en España, acomplejados desde hace siglos con respecto a Europa, e incapaces de defender nuestra cultura y nuestra particular idiosincrasia, el debate sobre los toros se ha recrudecido a raíz de la prohibición de la Corridas en Cataluña. Parte de culpa de que este proceso de debate haya tomado fuerza es consecuencia de la decadencia de las Corridas de Toros en nuestro país. Decadencia visible, sobre todo, por la escasa presencia de publico en las plazas de toros, que tiene relación muy directa con la escasa presencia social de la Fiesta en la actualidad. Una cultura que ha sido seña de identidad de nuestro país, hasta el extremo de que se conoce en el mundo como “la piel de toro” y considerar los toros como “fiesta nacional”, la estamos dejando perder por el acomplejamiento y el querer ser, sin poder, los más modernos del planeta. Pero no quiero entrar en este debate del que, en mi opinión, los mayores culpables son los taurinos y todos los que les han consentido, desde el poder que tenían en sus manos para controlarlos, los desmanes que han venido haciendo y que, como en otros espacios de este Blog se dice con reiteración, han conseguido convertir una FIESTA, con mayúsculas, en una pantomima carente de sentido.
A lo que venía este artículo, a propósito de la declaración de la Tauromaquia como “Patrimonio Inmaterial Cultural” de Francia, era para recordar el “Himno a la libertad torera”, que compuso el ilustre periodista aragonés don Mariano de Cavia, para hacer frente a una “Ley de descanso dominical”, aprobada por el gobierno de entonces, y con la cual se intentaban abolir las corridas de toros. Un numero grupo de artistas, intelectuales y políticos levantaron “Acta de Defensa de la Fiesta Nacional” y don Mariano de Cavia, proclive a incluir algún verso en sus crónicas, colaboró con la composición de este Himno que, en una de sus primeras estrofas, ya hace mención del creciente interés que se percibía en Francia por la Fiesta Española de los Toros. A más de cien años vista, resulta casi profético. A continuación reproduzco el primer fragmento de este “Himno a la libertad torera”. La música con la que se cantaba esta letra, por si alguno de los lectores quiere entonarlo, era la del “Himno de Riego”:
Cuando el arte de Montes y “El Tato”
hasta en Francia se ve prosperar,
en España un puñado de ilusos
con el arte pretende acabar.
Pero el chasco que van a llevarse
los del figle va a ser de chipén,
por un cuerno que ahora nos quiten,
la afición les pondrá más de cien.
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