- Hola don Pepe.
- Hola don José.
- ¿Cómo usted por aquí? Imaginaba que, como todos los veranos, estaría en el pueblo.
- Y no anda descaminado, pero unos asuntillos familiares me han traído hasta este horno en que se ha convertido Zaragoza… con lo fresquico que se está en el pueblo. ¿Y usted? Por estas fechas siempre anda por la playa.
- Mi señora que tenía una revisión en el médico… ya sabe, cosas de viejos… pero en un par de días nos volvemos porque aquí no hay quien viva.
- Me alegro de verlo.
- Lo mismo le digo, además ya hacía tiempo que no nos veíamos.
- Pues desde la última… Si tiene usted tiempo, nos sentamos en esta terraza y, ahora que el calor nos da una tregua, tomamos un vinico y charlamos un rato.
- Sea, don Pepe. Además quería pulsar su opinión sobre un asunto que me tiene un poco mosca.
- Usted dirá, don José.
- Se trata de esas corridas sin sangre que se han programado en la ciudad estadounidense de Las Vegas…
- … ¡¡¡Eso es una aberración!!!
- Ya me imaginaba su reacción, don Pepe pero, aunque me preocupa y no lo veo claro, querría estudiar la idea con frialdad y ver si contiene algo positivo para la Fiesta.
- Una cosa así nada bueno puede traer para la Fiesta, don José. Es una adulteración tomando, una vez más, al toro como chivo expiatorio. Para empezar, que no lo llamen corrida de toros. Eso es otra cosa. Y que no degraden más la condición del toro de lidia que bastante por los suelos está ya.
- Pero quizás sirva como promocionar la Fiesta y abrir nuevos mercados.
- ¿Nuevos mercados? ¿Para qué? ¿Para esa patochada? ¡No diga tontadas!
- Pero si consideramos la posibilidad de que muchos de los espectadores que asistan a esos festejos, desconocedores hasta el momento de la Fiesta, se aficionan y…
- Pero se aficionaran a esa farsa, no a las corridas de toros. Además, si no se les puede hacer sangre a los toros, ya que no se les puede picar ni banderillear, no se podrán lidiar toros, serán a lo sumo erales como los que se lidian en las novilladas sin picadores, o añojos. Porque, dígame usted, don José, quien será el guapo de los figuras que se anuncian -y ese es otro tema grave de este asunto del que luego hablaremos- que se ponga delante de toros, con la edad reglamentaria para ser llamados así, si no se pueden picar ni banderillear...
- Pero…
- … Y si no puede haber sangre en esa pantomima ¿Qué hacemos con los pitones de los toros? Porque no debemos olvidar que los pitones están para herir y, si hieren, suelen hacer sangre. Hasta un pitón afeitado puede hacer sangre… Ya se puede imaginar la solución: fundas acolchadas en los pitones para que no puedan ocasionar ni un rasguño…
- Pero…
- ¿Esa fiesta es la qué queremos exportar? ¿Eso queremos vender en el extranjero?: Una adulteración en la que el protagonista fundamental que le da nombre, el toro, no es ni siquiera novillo, sino un animalejo de reducida edad, con fundas en los cuernos, o simplemente sin ellos, y cubierto de una superficie textil en la que se queden pegados unos palitroques que simulen ser banderillas y que, después de unas cuantas monerías del espada de turno, vuelva el bicho a los chiqueros para ser sacrificado en la oscuridad.
- Pero…
- … Todo este disparate no puede servir sino para asestar una puñalada más a la Fiesta y lo peor de todo, como antes le apuntaba, lo más grave de este asunto es que los mandamases del escalafón, las denominadas figuras del momento, se presten y, de esta forma, den carta de naturaleza a esta sinrazón sin vergüenza ni remordimiento alguno.
- Pero… y gracias por no interrumpirme otra vez… los toreros van a donde los contratan, no debe de olvidarse usted, don Pepe, que son profesionales y viven de esto.
- Y por eso mismo, para esta charlotada no pueden, no deben apuntarse, don José. Ellos, que son los que tendrían que llevar el peso y la seriedad de la Fiesta de los Toros, son los primeros que deberían poner el grito en el cielo y denunciar este atropello que se pretende con la profesión de la que viven y, se supone, deberían defender de adulteraciones y falsificaciones. Eso no es una corrida de toros, a lo sumo es una capea y como tal debería de ser tratada.
- A mi la duda que me crea es que a lo mejor…
- ¡Ni a lo mejor ni a lo peor! Esa pantomima que desvirtúa la esencia de las corridas de toros no me merece ninguna consideración. Si de las corridas de toros desaparece el peligro y la emoción esto se ha acabado, don José. Los empresarios americanos que hagan lo que quieran, pero ni los toreros ni los ganaderos de toros bravos pueden prestarse a este juego, y si lo hacen es que poco amor profesan a esta Fiesta que les ha dado todo lo que tienen. Aunque por lo que estamos viendo ahora aquí -y esto es lo que me preocupa de verdad- la fiesta que nos pretender imponer en estos tiempos casi está más cerca de la que proponen los americanos que de la auténtica Fiesta de los Toros. Pero eso es harina de otro costal y sería tema de otra conversación.
- Ya veo que lo tiene muy claro, don Pepe. Yo pienso parecido a usted. Me cabe la duda de que si el espectáculo gusta pudiera plantearse la celebración de corridas con todos sus argumentos, pero lo que se pretende hacer poco tiene que ver con la fiesta de los toros. Ya sabe que antes de pronunciarme sobre un tema me gusta recabar la opinión de la gente y, en este caso, por las opiniones que voy pulsando, los aficionados muestran muchos reparos, cuando no indignación, como usted, ante esta iniciativa.
- Es que se las trae. ¡¡¡Corridas de toros sin toros!!! Mire usted, don José, los empresarios americanos, los toreros, los ganaderos y los taurinos que hagan lo que quieran, puesto que son libres de hacerlo, allá cada uno con su conciencia, pero que no engañen a nadie y que no utilicen el nombre de “corrida de toros” en vano. Para empezar que llamen a las cosas por su nombre y lo que pretenden hacer no tiene nada que ver con las corridas de toros. Hay otras palabras que se ajustan más para definir el espectáculo que quieren montar, como por ejemplo: capea o, como mucho, becerrada.
“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala
viernes, 7 de agosto de 2009
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Ya escribio sobre este tema D Mariano de Cavia . En el libro de Sobaquillo de Piton a Piton 3 historias van sobre festejos de este tipo. Uno en parís, que se monto una gorda porque el torero mato al toro. otra en Marsella que se monto una gorda porque el torero no mato al toro y el publico lo exigia y la 3º creo que es en oran. en un plaza de africa.
ResponderEliminaraqui demuestran los toreros lo que les importa la fiesta . Son mas tiburones que los de wall street . venderian a su abuela por 2 perras gordas