“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

viernes, 24 de diciembre de 2010

DON PEPE Y DON JOSÉ SE ENCUENTRAN POR NAVIDAD

- Hola don Pepe.
- Hola don José.
- ¿Cómo le va? ¡Es usted caro de ver! No nos vemos desde la Feria.
- Pues vamos tirando.
- ¿Nada más que tirando? Esta usted parco en palabras.
- ¿Y qué quiere que le diga?
- Pues ya que estamos en Navidad , y para no perder la costumbre, vamos a tomarnos unos vinitos y charlamos un poco de toros, de lo pasado y de lo por venir. 
- Sea… Pero no crea que tengo muchas ganas de hablar de toros…
- ¡No me diga! ¿Qué usted no tiene ganas de hablar de toros?... 
- Es la verdad… Estoy decepcionado, don José. La pasada temporada ha sido de las más vergonzosas y desalentadoras desde hace mucho tiempo en nuestra Plaza de “La Misericordia”. Y no sólo eso, en el resto de España, con Madrid a la cabeza, las cosas han ido por la misma senda, hacia el precipicio. Pero lo grave del asunto, y los profesionales parece que no quieren enterarse, es que cada vez va menos gente a los toros, los aficionados se alejan aburridos de la farsa en que se ha convertido el noble arte de la lidia, y los espectadores se aburren de la pantomima y cada vez acuden menos a las plazas. Y por si eso fuera poco…
- Menos mal que no tenia muchas ganas de hablar de toros de toros, don Pepe, porque si no le corto no para usted 
- Así están las cosas, don José.
- En parte, y en el fondo de la cuestión, estoy de acuerdo con usted. Peor no ha podido ser la Feria del Pilar de Zaragoza de este año, y en el resto del estado las cosas han ido como aquí, de mal en peor, pero algún detalle ha quedado para la historia. 
- Detalles… Solo detalles y algún que otro toro destacable. En cuanto a la torería andante, salvando los "detalles" que usted dice, y lo de Juan Mora en el otoño madrileño, más de lo mismo, vulgaridad, miseria, incapacidad e impotencia.
- Alguna cosa más podríamos destacar, ¿no le parece? No sea usted tan rácano. La temporada de “El Juli” ha sido de mandón, siendo de los pocos que, asumiendo su responsabilidad de figura, compareció incluso en nuestra Feria, cosa que suelen evitar con excusas varias otros. La temporada del hijo del “fino torero alicantino”, J. M. Manzanares, también ha sido importante. Los “pellizcos” de Morante. “El Cid” ha resucitado y, por supuesto, Juan Mora que, como el homónimo histórico del anterior, ha ganado su última batalla cuando muchos lo daban por muerto. 
- El gran problema de la mayoría de los toreros modernos, don José, es su desconocimiento de lo que es la lidia. Si el toro no es de “carril”, como se decía antiguamente, ya no saben que hacer, y más si el toro conserva algo de la casta brava que se le supone, se ven desbordados. Ello conlleva que muchos toros que tendrían su lidia si el torero fuera diestro en esa técnica se vayan al desolladero sin torear, y es una pena cuando eso sucede con los toros de las que, malintencionadamente, los taurinos llaman “ganaderías duras”, tan solo porque están regidas por ganaderos comprometidos con su oficio de criar toros que embistan y no se atienen a sus requerimientos fraudulentos.
- Pero no me negará que hay toros que son imposibles y si, como dice usted, don Pepe, los toreros de ahora se han acomodado a una forma de torear más plástica, aunque menos dominadora, es normal que eso ocurra… 
- Pues si, ya que salen pocos toros con interés, se desperdician los que salen… apañados vamos. Cada vez se van más toros sin torear entre excusas banales de los profesionales y el silencio cómplice de los que controlan la información taurina que, en vez de contar la verdad y aleccionar con su críticas a los aficionados y espectadores interesados en esta noble Fiesta, se dedican a “marear la perdiz” y justificar lo injustificable.
- No sea tan negativo, don Pepe. 
- Mire usted, don José, lo que ha mantenido viva esta Fiesta de los Toros desde hace siglos ha sido la emoción, y la emoción se fabrica entre un toro con poder que pelea y un torero con conocimientos que le puede. En la actualidad la mayoría de los toros, en vez de peleadores, son colaboradores, y eso no emociona a nadie, por más plasticidad y pinturería que aporten los toreros, eso aburre porque siempre es lo mismo. Si el riesgo y el peligro de la pelea entre toro y torero no trasciende a los tendidos no se produce la emoción y el espectáculo de los toros se desploma sin remedio. Pero cuando hay un toro con poder y ganas de pelea en el ruedo, y un torero le planta cara, la chispa de la emoción se enciende y, como un reguero de pólvora, se extiende de inmediato desde la Barrera hasta la última fila de la Andanada. Y no le digo nada si encima torea… Eso, la emoción, que es el principal valor de esta Fiesta nuestra de los Toros, y la magia del toreo puro, que es lo que hace que se te grabe una faena en la memoria, son cada vez más escasas en las plazas de toros y con su desaparición se desmorona…
- Ya, ya ya…¡Y decía que no quería usted hablar de toros, don Pepe! Ande, que me está largando una letanía que ni en la “Misa del Gallo” que, por cierto, se celebra esta misma noche. 
- Pues que nos saquen otro vino para celebrarlo.
- Sea… Y unas gambitas de Huelva. 
- No es mala la sugerencia, don José. Se aprueba ¡Camarero!
- ¿Y qué me dice de los avances informativos de la Empresa para la temporada zaragozana del 2011? Parece ser que este año se lo quieren tomar con más interés. 
- Ya veremos.
- Escueta y lacónica es su respuesta, pero esta vez dicen que van en serio y que ya tienen reseñados toros para el Pilar y… 
- ¡Que digan misa! Yo hasta que no lo vea no me lo creo. Mucho tienen que cambiar las cosas para recobrar la ilusión de acudir a “La Misericordia”, don José. Además el problema ya no es esta Empresa u otra, el problema es la fiesta en sí, el sistema que la controla, los que manejan los hilos y quitan o ponen toreros y ganaderías a su antojo, los políticos que consienten, la mafia que la maneja…
- Pare ya, don Pepe, pare usted… Déjese de amarguras y vamos ha degustar estas gambitas tranquilamente. 
- Pues era usted el que quería que habláramos de toros, don José.
- Ya ha largado usted bastante. Ahora lo que le voy a proponer, en un día tan señalado como este, es un brindis por nosotros, por nuestras familias y amigos, y por todos los aficionados que no siguen en este Blog que mantenemos a medias. 
- No me parece mala idea. Alcemos nuestras copas y brindemos por todo eso que usted ha dicho, don José,  a la vez que les deseamos unas Felices Fiestas a todos ellos…
- … Y que el 2011 sea un buen año en lo taurino. 
- ¡Ojala! aunque eso ya lo veo más negro, don José, pero no está de más desearlo. Lo que si deseo de verdad es que el 2011 nos traiga salud y algo de ánimo para no decaer, y que el próximo año, tal día como hoy, volvamos a encontrarnos para tomar unos vinicos, unas tapas y hablar de toros.
- Así lo deseo yo también, don Pepe. 
- Pues eso… ¡Pa’dentro!

martes, 30 de noviembre de 2010

¿PORQUÉ LOS TOREROS NUEVOS NO SE FIJAN EN ESTOS EJEMPLOS?

En las dos últimas temporadas han quedado escritas con letras de oro en la historia de la Plaza de “Las Ventas” de Madrid, y en la memoria de todos los que lo vieron, las actuaciones de Luís Francisco Esplá, el 5 de junio del pasado año, y la de Juan Mora, el 2 de octubre de este. Fueron dos triunfos rotundos, de verdad, de los que levantan a público y aficionados de sus asientos y hacen brotar el “olé” de forma espontánea de sus gargantas. Queda corroborada la excepcionalidad de estos dos triunfos porque los toreros, en ambas ocasiones, fueron paseados y sacados de la plaza en hombros de aficionados, no de los “capitalistas”, como es lo habitual en los triunfos normales que se dan en esta y en todas las demás plazas de toros.

En ambos casos lo que puso de acuerdo y enloqueció a todos los presentes fue el toreo clásico y el conocimiento de la lidia que desplegaron sus intérpretes, así como la capacidad para ejecutarlo con naturalidad y habilidad. Quizás porque ambos están de vuelta -el uno, Esplá, era la tarde de su despedida de la plaza madrileña, y el otro, Mora, olvidado por las empresas, apenas si torea en los últimos años- se dejaron llevar de su inspiración y dictaron dos lecciones que deberían servir de ejemplo y ser de estudio obligado para todos los nuevos aspirantes a ser alguien en esta profesión. Estos son los espejos en los que deberían mirarse y no en los de los modernos “pegapases” que, a pesar de sus difundidos triunfos, solo consiguen aburrir a la concurrencia y, al paso que llevan, acabaran echándola de las plazas de toros.

Ahí está la diferencia, unos triunfan arrolladoramente tarde tras tarde, según proclaman sus publicistas, y son sacados a hombros a lomos de “capitalistas”, pero su triunfo se difumina, se olvida al poco de terminar la función. Esplá y Mora fueron acartelados como dos toreros de relleno, para abrir la tarde, puesto menospreciado en la actualidad, pero eclipsaron a sus compañeros de cartel y salieron de la plaza en volandas de los aficionados que, como antaño, se lanzaron al ruedo para izarlos en hombros y, como a los héroes, llevárselos por la puerta grande. Ha diferencia del triunfo efímero de los “figuras” del momento, el de estos dos toreros veteranos queda grabado en la memoria de los aficionados para siempre.

Es por lo que me pregunto porqué los nuevos toreros, y sus profesores y mentores, no se fijan en estos ejemplos. Esta Fiesta es para emocionar y está demostrado que el “toreo moderno”, y el toro que hace falta para ejecutarlo, no emociona, al contrario, aburre y aleja al público y a los aficionados de los festejos taurinos, como queda demostrado por la escasa asistencia de público que acude a los toros, aunque se acartelen los nombres más importantes del escalafón actual, en la gran mayoría de las corridas. En cambio, cuando se torea como lo hicieron Luís Francisco Esplá y Juan Mora en Madrid este y el pasado año, público y aficionados salen de su modorra, se emocionan, se ponen de acuerdo rápidamente sobre lo que esta sucediendo en el ruedo y, ni cortos ni perezosos, bajan al ruedo al final de la corrida para tocar a sus héroes, para llevarse en hombros a los toreros y, seguramente, las emociones vividas habrán renovado su afición y su ilusión por la Fiesta de los Toros para unos cuantos años más. Ahí esta la diferencia.

martes, 2 de noviembre de 2010

MIKAELA CANTA: ¡EH! TORO, REY DE LA FIESTA ESPAÑOLA

Este pasodoble es un canto al auténtico protagonista de la Fiesta que lleva su nombre: El toro. Es la historia de una ganadera que ve crecer sus toros en el campo y que, con pena, asiste a su muerte en la plaza. El tema está firmado por C. Murillo y A. Segovia. Mikaela lo interpreta en los momentos álgidos de su carrera, en los primeros años sesenta, cuando tenía gran cartel en México, donde por esa época grabó numerosas películas y era una reconocida interprete de la canción española. Está incluido en un disco de larga duración, grabado en los Estados Unidos, con el acompañamiento de la prestigiosa “Orquesta Montilla”, dirigida por Manuel García Matos. En dicho LP, además de este, se incluyen otros temas de contenido taurino, lo que demuestra la afición de Mikaela por la Fiesta de los Toros, interés que se irá incrementado a lo largo de su carrera, sobre todo con el disco que grabó con poemas de Rafael Alberti, musicados por Antón García Abril, en el que se incluyen nada menos que cuatro temas taurinos. Uno de estos cuatro, “Chuflillas del Niño de la Palma”, fue objeto de una entrada anterior en este blog, y por ello, sobre este disco, publicado en 1970, y sobre la propia interprete, ya se escribió entonces. Si el lector está interesado en este asunto, lo remito a dicho lugar para aquí tomar otros derroteros.

Tras finalizar la temporada se ha producido, no sé si espoleados por la “situación catalana“, una contraofensiva de las “gentes del toro”, como se autodenominan los que comen de este pastel, para sentar las bases, dicen, de la tauromaquia del futuro. Está clara la situación de crisis por la que atraviesa de Fiesta, y no precisamente por la “situación catalana”, que se refleja de forma drástica en la escasa asistencia de público a los festejos en el resto de comunidades. Es para estar más que preocupados. Es para plantearse seriamente que es lo que ocurre y por qué ese desapego social hacia las corridas de toros que se produce en España, algo que cada día es más notorio. No ocurre lo mismo con los festejos populares que año tras año tienen más adeptos. Es para planteárselo, no está en crisis ni la cultura, ni las fiestas del toro en nuestro país, lo que está en una profunda crisis son las corridas de toros. Pero tampoco es este el camino por el que pensaba continuar, es demasiado serio el tema y tiempo habrá a lo largo del invierno para ocuparse de ello.

Para lo que quería aprovechar esta entrada es para hablar del protagonista de este pasodoble que, como dice su estribillo, es el “rey de la fiesta española”, del toro. Cada vez surgen más voces, incluso entre profesionales retirados, que ponen el dedo en la llaga, el toro actual no aporta la emoción que necesita la Fiesta para seguir viva. Curiosamente, en todos los conciliábulos de los profesionales - de los que mandan- que están proliferando estos días, el toro es el gran olvidado. Y si hablan, no lo manifiestan públicamente. Aunque yo creo que del toro, seguro que hablaran, y no poco… pero en privado y, visto lo visto, nos podemos imaginar de lo que hablan cuando los que mandan hablan del toro. Pongámonos a temblar.

Al único profesional que he oído hablar alto y claro sobre la situación del toro en la Fiesta actual ha sido Tomás Prieto de la Cal que -en un foro mucho más modesto que el Congreso celebrado en las Islas Azores, o las reuniones con los ministros, o la de los empresarios y los toreros, que es donde el toro tendría que haber sido defendido con ardor como el eje de la Fiesta que lleva su nombre y de la cual todos ellos viven- mantuvo con firmeza que, desgraciadamente, el toro ya no ocupa ese lugar de privilegio que nunca debería de haber perdido. Es la auténtica realidad y el primero de los problemas que le aquejan a la Fiesta, mucho más que el de la escasez de público, pues lo único que puede devolver a la gente a las plazas es el toro que ponga emoción en el ruedo. La gente ha cambiado, los ciudadanos de ahora no son como paisanos de antaño que acudían a las Ferias a trapichear y a los toros, pero lo que no ha cambiado, lo que sigue llevando a la gente a ver un espectáculo, lo que la mueve de su casa y de su butaca es la búsqueda de emociones fuertes, y el toro, por fortuna, si se presenta en las condiciones óptimas para la lidia, la trae a raudales, es más, es su mayor caudal.

Este pasodoble, en esta época en la que el toro es un actor secundario de su propia fiesta, quiere reivindicar al verdadero protagonista de la misma, el toro, y a los ganaderos que todavía los crían pensando en el honor de su profesión. Mikaela, acompañada por la "Orquesta Montilla", dirigida por don Manuel García Matos, en una interpretación magistral cargada de fuerza y temperamento, le canta al "rey de la fiesta española": El Toro.

¡Eh! Toro 
(C. Murillo - A. Segovia) 

Tus finas manos de ganaera 
al toro dio de comer, 
y se sentía casi torera 
al ver que llegó a crecer. 

En la dehesa los mayorales 
se entusiasmaban jalandole. 
Y era un ensueño pa los erales 
porque soñaba con su poder 

¡Toro!
¡Toro!
Toro bonito y bravío,
toro color de noche oscura,
estampa de bravura, 
ciclón de poderío. 
Tu vivirás en mis sentíos 
como un volar de banderolas. 
¡Toro!
¡Toro!
Rey de la fiesta española. 

Entre clarines se abrió el chiquero 
y el ruedo de alrededor. 
Y fue su toro pa aquel torero 
bandera de triunfador. 

Cubrió sus ojos con el pañuelo 
viendo el orgullo con que cobró. 
Y como un grito cayó del cielo 
el ¡ay! de angustia de su dolor.

¡Toro!
¡Toro!
Toro bonito y bravío. 
Toro color de noche oscura. 
Estampa de bravura, 
ciclón de poderío. 
Tu vivirás en mis sentío 
cuando la plaza ya este sola 
¡Toro!
¡Toro!
Rey de la fiesta española.

miércoles, 27 de octubre de 2010

HACE 10 AÑOS QUE CURRO ROMERO SE FUE DE LOS TOROS

Por estas fechas se cumplen 10 años de la retirada de Curro Romero. Lo hizo con sencillez, sin ruido, en silencio. Lo había comentado muchas veces con sus amigos: "Me iré un día y punto. No sé cuando". Ese día llegó y lo comunicó, una noche de domingo al poco darse por cerrada la temporada del 2000, mediante una llamada telefónica al programa taurino “Clarín”, de RNE. Fue una sorpresa que pilló desprevenidos tanto a los informadores como a los aficionados. No por esperada, dada su longeva edad, fue menor la sorpresa. Curro dijo que se iba… y se fue. Como forma de recordar esta década sin el “Faraón de Camas” en los ruedos, quiero rescatar una secuencia de su vida torera, la de su primera temporada como matador de alternativa en Madrid, las tres corridas que toreo en "Las Ventas" en el año1959.

Curro era un novillero que venía arropado con excelentes credenciales. Tanto Belmonte como Rafael "El Gallo" se habían visto sorprendidos y se habían pronunciado sobre el toreo de aquel chaval de Camas que toreaba diferente. Confirmaba su alternativa, que había tomado en Valencia, por Fallas, en la séptima de abono de la Feria de “San Isidro” y, para la ocasión, se confeccionó un atractivo cartel de toreros sevillano. Pepe Luís Vázquez y su hermano Manolo, como padrino y testigo respectivamente, harían de oficiantes de la ceremonia de confirmación de Curro Romero. El ganado también sería de garantías, los codiciados galaches de doña Eusebia, tan dulces eran que en el mundillo se los conocía como los guirlaches. La lluvia arruinó la tarde y en el tercer toro se suspendió la corrida. Había que esperar otra ocasión. Volvió Romero a “Las Ventas” el 11 de junio, en la corrida del “Montepío de Policía”. Según cuenta Álvaro Arias, “Don Justo”, el de Camas, fin forzar en el toreo de capa, dejó sabrosos detalles “con la muleta, pases largos, hondos, majestuosos, que extendieron por los graderíos un ¡uh…, uh…!, prolongado y profundo. Pero el toro iba a menos y todo quedó en eso” . Pero llegó el 20 de septiembre y las esperanzas en el nuevo torero sevillano se vieron confirmadas, Curro Romero, a la tercera, salía por primera vez por la puerta grande de “Las Ventas”. Fue una corrida que levantó gran expectación, pues se repetía el cartel del día de la confirmación, que hubo de ser suspendida. Pepe Luís y Manolo Vázquez, con gran predicamento en Madrid, y el novel Curro Romero, que ya había desparramado algunas gotas de su esencia en su anterior comparecencia venteña, se anunciaban de nuevo. La reventa hizo su agosto en septiembre. Los toros de Antonio Álvarez imposibilitaron cualquier lucimientos de los tres toreros sevillanos, pero salio el sobrero, “Regatero”, de los temidos “Aleas”, y Curro Romero lo bordó. Le cedo los trastos a don Antonio Díaz-Cañabate, que fue testigo, para que lo explique: "Los espectadores abrieron los ojos nada más ver los dos ayudados por alto iniciales de la faena de Curro Romero. Espatarrado, cimbreante el cuerpo, cargando la suerte con majeza y empaque. Y de aquí para adelante. Una faena de toreo puro. Una faena llena de hermosura, la sin igual hermosura del toreo clásico realizado y realzado con la arrogancia, la finura, y el temple de un muchacho con gran planta de torero. Naturales con la derecha. El solo adorno de dos molinetes. ¡Pero qué molinetes! Lentos, lentísimos, suaves rítmicos, armoniosos. Se despertó Curro Romero y tan luminoso fue su despertar que el crepúsculo vespertino parecía un amanecer. El amanecer del toreo puro, casi siempre nublado por las nubes de lo monótono, de lo vulgar. Mató de una estocada, le concedieron una oreja y salió a hombros".

Esta es la secuencia taurina de Curro Romero, en su primera temporada de alternativa, en la plaza de “Las Ventas” de Madrid. Han pasado más de cincuenta años y ya hace diez que don Francisco Romero López, “Curro Romero” en los carteles, se fue de los toros y nos dejó con una referencia menos de lo que es el toreo puro y eterno. Es mi modesta aportación para reconocer su paso por el toreo y lo lejana que se encuentra ya la fecha de su retirada. El vídeo que enlazo recoge imágenes de la segunda de las corridas, la del 11 de junio, la que pasó más desapercibida de las tres pero de la que existen algunas imágenes grabadas. Compartió cartel con Curro Girón y Luís Segura para lidiar toros de doña Agustina López Flores. Curro fue el más destacado de los tres y dio sendas vueltas al ruedo en sus dos toros. Es un breve reportaje de lo que hizo el “Faraón” esa tarde en la que dejó algunas gotas de su perfume torero en el coso venteño. Aunque quizás sería más interesante poder ver algo de su quehacer con el “aleas” en septiembre… da gusto ver a un Curro con 27 años, en los comienzos de su carrera, presentando sus credenciales en Madrid. Salud y larga vida, maestro.



lunes, 18 de octubre de 2010

POR UNA REGENERACIÓN MORAL DEL TOREO

Cada vez se escuchan más voces autorizadas que apuntan hacia dentro del sistema taurino como el mayor problema que tiene la Fiesta de los Toros en la actualidad. El último, el filósofo Fernando Savater que lo manifestó claramente y sin tapujos en la presentación de su último libro, “TAUROETICA”. Es una opinión que hasta hace muy poco tiempo solo mantenían los aficionados tachados por el sistema de “radicales” y “reventadores” por el simple hecho de decir la verdad. Ahora son muchos más los que sostienen esta opinión que apunta directamente hacia quienes controlan los hilos del negocio taurino, los “figuras” y el equipo que lo rodea, que son los máximos responsables del funcionamiento fraudulento que cada vez es más visible tanto para destacados personajes de la cultura y el pensamiento que, hasta ahora, con su silencio parecian apoyar el mantenimiento del sistema, como para el público ignorante que, ante la evidencia, empieza a sospechar del engaño del que está siendo víctima.

Ha llegado tan lejos la adulteración del espectáculo taurino, tal ha sido su deterioro, que se enfrenta a otras consecuencias con las que seguramente no contaban los “profesionales”, como es el descastamiento generalizado al que se han sometido las ganaderías que no querían quedarse sin una parte del pastel. Ahora los toros que matan los figuras son unos ejemplares enfermos y sin poder que facilitan el trabajo de los toreros al disminuir el riesgo, pero por contra, se quedan parados más pronto que tarde, lo que imposibilita una labor de lucimiento, con lo que el aburrimiento, el peor enemigo de la fiesta, se apodera del público que, en muchas ocasiones, no vuelve jamás a una plaza de toros.

La oferta del espectáculo taurino actual, después de ver los resultados, queda muy por debajo de lo que el público exige de un espectáculo de masas que no es, precisamente, barato. Si para ser el campeón en cualquier deporte de élite se requieren, además de las condiciones físicas precisas, el esfuerzo y la entrega para competir al más alto nivel, lo que conlleva largas horas de entrenamiento y muchos sacrificios. Los toreros actuales, cuando consiguen un triunfo, no dan esa sensación de competir al máximo nivel enfrentándose a un riesgo claro y definido, como es un toro con trapío y poder, sino de comodidad cuando se enfrentan a unos animales mínimos, despitorrados e incapaces de moverse. Ocurre lo contrario lo que tendría que ser, los pocos toros de verdad que se lidian en la actualidad no los ven los que mandan en el negocio ni en pintura. El toro bobo y casi domesticado que imponen los “figuras” no trasmite sensación de peligro o riesgo, ni a los aficionados, ni al público ocasional. Como en los deportes, el campeón -el héroe- debe de salir del enfrentamiento con los mejores: los toros más serios que existan en el campo. 

Es por ello urgente una regeneración moral del toreo, derribar los falsos iconos levantados a golpe de propaganda y talonarios y volver a los orígenes, al toro que inspire miedo a entendidos y profanos en los tendidos, y el torero que con su saber lidiador y su valor se enfrente a él, le gane la pelea y, si es posible y tiene el duende preciso, lo haga con arte. El torero debe recuperar su condición de héroe popular, no por los líos de faldas o campañas publicitarias, sino en la plaza y frente al toro de verdad.

Pero regenerar moralmente el toreo, si no imposible, puede ser un proceso largo y tortuoso que requiere la colaboración de todos. La sociedad ha cambiado y los gusto de la gente también han ido cambiando con el paso del tiempo, pero de lo que no ha renegado el género humano es de la emoción. En busca de la emoción se hacen miles de kilómetros para asistir a un gran campeonato. Lo mismo ocurre con los verdaderos aficionados a los que no les importan las distancias cuando se desplazan a presenciar una corrida de toros que pueda resultar interesante. La emoción no ha perdido vigencia y el gran caudal de la Fiesta de los Toros es, precisamente, ese, generar emoción. Para ello hay que volver a poner las cosas en su sitio y devolverle a la Fiesta su verdad. Que el ganadero críe los toros bravos y fuertes, y que los toreros se ganen la condición de “figuras” matando los mejores toros. Difícil tarea que requiere el sacrificio de la comodidad de los toreros, pero, posiblemente, sea la única solución para que la Fiesta de los Toros sobreviva.

Nota: Artículo aparecido en el número 32 del Fanzine Taurino que publica "La Cabaña Brava" y que ya se puede descargar, en formato PDF, desde su página web picando aquí.

viernes, 15 de octubre de 2010

LA CARA Y LA CRUZ

La cruz fue la corrida de Valdefresno. Después de varios días sin poder acudir a los toros, en mala hora lo hice el 13 de octubre. Tenía cierta esperanza en que algún toro pudiera embestir pues, a lo largo de la temporada, habían dejado detalles para la esperanza, recuerdo uno muy bravo en Valencia, por Fallas, o el juego interesante de algún toro en Madrid, por San Isidro. No es que espera mucho, es la verdad, pero algún detalle… Nada de nada. Mansedumbre a raudales y descastamiento generalizado más que preocupante. El único que ofreció posibilidades, el primero de la tarde, mostraba tal invalidez que imposibilitaba cualquier lucimiento. El cuarto, un novillote con cuatro años justitos, no debió nunca de salir al ruedo pues estaba lesionado de las manos. Todos tenían querencia a las tablas y cinco se rajaron descaradamente y se desentendieron de la pelea. En definitiva, aburrimiento, un desastre de corrida que puede ser la peor de todo el ciclo -y mira que ha habido corridas malas- y que debería hacer reflexionar muy seriamente a los propietarios de esta divisa. Hasta que no muestre claros signos de recuperación, no debería volver a “La Misericordia”.

La cara fue la corrida de Cuadri. Y con ella la ilusión, que prende en el aficionado con facilidad en cuanto un toro se muestra como tal, volvió al día siguiente con los toros de don Fernando Cuadri. Lo primero decir que no hubo espacio para el aburrimiento pues cada ejemplar tuvo su ecuación que resolver. Hubo dos corridas, las de los toros herrados con el “4”, cercanos a cumplir los seis años en apenas dos meses, y los del “5”, más en el tipo de la casa y que ofrecieron mejor juego. Pero vayamos por partes porque después de tantos días de sequía la ocasión lo merece.

De los del “5”, noble y encastado fue el primero, “Berreón” de nombre. Un toro importante desaprovechado por Rafaelillo. A las primeras de cambio se vio que el pitón izquierdo, por el que iba largo y humillado, era una mina y el murciano pareció no haberse enterado. Se empeñó en torearlo por el derecho y solo al final de la faena se echo la franela a la izquierda, cuando el toro ya empezaba a quedarse más parado. Se confirmó una vez más que este torero no da la talla cuando tiene un toro claro. El quinto, “Remendón”, pedía los papeles y López Chaves no los tenía. Después de un primer tercio en el que el toro campó por sus respetos, el salmantino perdió la batalla nada más comenzar la faena, pues no consiguió poderle y se vio desbordado totalmente por las encastadas embestidas del “cuadri” de ahí en adelante. Con la espada un desastre, un compañero de localidad que se entretuvo en contar los intentos con la tizona y el verduguillo contó 8 pinchazos y 8 descabellos… casi nada. Mucho toro para un torero que desde hace años parece que no está en esto. Una pena. El sexto, el más joven y más complicado de la corrida, fue mal picado, mal banderilleado y peor lidiado. Javier Castaño mostró sus carencias como lidiador pues el toro, con peligro y malas intenciones, se revolvía raudo por los dos pitones. Merecía una faena de aliño, doblándose por bajo, pudiéndole… y a matar.

De los del “4”, más fuera de tipo, el tercero que, siguiendo los vuelos de un capote que asomó por un burladero, remató en tablas y se dejó el pitón derecho en el intento, resultó flojo, noble y colaborador. Castaño se empeño en realizar su clásica faena de arrimón y péndulo cuando el toro pedía otra cosa. No me gustó. El segundo fue el más deslucido de la corrida y el cuarto acabó echándose al final de la faena. En resumidas cuentas, y en mi opinión, dos corridas en una que mantuvieron la atención de aficionados y espectadores, en lo bueno y en lo malo, durante toda la tarde, algo que no había ocurrido en los festejos que, hasta el momento, he podido presenciar en esta Feria del Pilar del 2010. Esperemos que las dos corridas que quedan sigan en esta línea de interés, la de Alcurrucén de hoy, que no la podré ver, y la de mañana, de Partido de Resina, que por los signos de recuperación mostrados esta temporada, la espero con expectación. Ojalá que así sea.

domingo, 10 de octubre de 2010

POR ESTE CAMINO VAMOS DIRECTOS AL DESPEÑADERO

Lo que hemos tenido que soportar en la plaza de Toros de Zaragoza ayer, con la corrida de Juan Manuel Criado, y hoy, con la de Montalvo, es una vergüenza que no admite defensa alguna. No nos ha cogido desprevenidos porque, observando la trayectoria de estas ganaderías, ha sido la constatación de un fracaso anunciado de antemano, pero no por eso deja de ser menos vergonzoso. De trece toros que han salido al ruedo, trece inválidos que se han arrastrado por el albero de “La Misericordia”. Y los toreros, en vez de matarlos para que no sufran más, que sería lo más humano que se podría hacer con semejantes muertos vivientes, poniendo posturitas, intentando lucimientos imposibles, alargando faenas sin conmiseración ni misericordia alguna, y aburriendo al personal sin compasión… Y los presidentes, el de ayer y el de hoy, que tienen la obligación de velar por la integridad del espectáculo y defender a los paganos consumidores, ante la manifiesta invalidez de todos los toros que han pisado el albero zaragozano hasta el momento, haciéndose el longuis, mirando para otro lado, consintiendo la estafa y contribuyendo para que esta fiesta se despeñe del todo… Y los empresarios, más atentos del balance económico que de ofrecer un espectáculo con un mínimo de dignidad que asegure su clientela de cara al futuro, abaratando costos y trayendo saldos infumables… Y los dueños de la plaza, en este caso la Diputación Provincial de Zaragoza, callando, consintiendo y llevándose calentito el dinero del canon de arrendamiento, que no es poco... Y luego dicen que esto se muere… ¿Cómo no se va morir si la están matando a traición, con nocturnidad y alevosía los que viven de ella y que, precisamente, son los primeros que la debieran defender?

viernes, 8 de octubre de 2010

LOS TOROS AL MINISTERIO DE CULTURA COMO UNA FORMA DE HUIR HACIA DELANTE

Cuando los toreros y los profesionales de distintas especies que habitan a su lado están volcados en una campaña para conseguir que la Fiesta de los Toros pase a depender del Ministerio de Cultura -nos podemos imaginar con que intenciones-, son cada vez más las voces de toreros retirados, periodistas e intelectuales que se identifican como aficionados, que consideran esa iniciativa como un error que podría resultar catastrófico.

Pero lo más llamativo de los razonamientos que sostienen es que plantean sin tapujos que la mayor amenaza para la Fiesta está dentro de sí misma, que no son los animalistas ni los movimientos abolicionistas su mayor peligro para su desaparición, ni los políticos que se manifiestan en su pro o en su contra con la vista puesta en la recolección de votos, sino los que, desde dentro, están convirtiéndola en una pantomima exenta del contenido que la ha mantenido viva desde hace siglos y que están consiguiendo que los aficionados y el público estén desertando de las plazas de toros. El último Luís Francisco Esplá, que recibirá este año la Medalla de las Bellas Artes que concede el Ministerio de Cultura -el argumento más sólido de los que plantean el trasvase de Ministerio- ha declarado: "Lo que queremos es llevar a un tullido a agonizar a un hospital. El toreo está en un estado catastrófico y necesita una depuración. Sería una insensatez llevar el toreo a Cultura." 

Ese es el auténtico problema y no pueden solucionarlo los que lo han creado porque forman parte del mismo. No se cual será la solución, si es que la tiene, pero está claro que ese no es el camino. Quizás sería más acertado, como ha ocurrido en otros momentos de crisis por los que ha pasado la Fiesta, dejar que fuera el propio toro -en su total integridad y con todo el poder que su naturaleza le da- el que pusiera las cosas en su sitio. Muchos, si no casi todos de los que están, saldrían por patas, pero… ¿Quién le pone el cascabel al gato?

martes, 5 de octubre de 2010

NUESTRO GOZO EN UN POZO

Durante los dos últimos fines de semana se ha celebrado en Zaragoza un pequeño certamen de novilladas sin picadores. El último del mes de septiembre dos festejos con carácter de semifinales, y el primero de octubre una final entre los novilleros más destacados de ambas. Sobre el papel, y teniendo en cuenta lo sucedido en el año anterior, una cita interesante pues el premio de volver a torear al domingo siguiente acicató a los participantes en los dos primeros festejos, en ambos se vieron detalles más que interesantes, y a los aficionados que, después de lo ocurrido los días 25 y 26 de septiembre, teníamos ganas de volver a ver a los triunfadores.

El primer fin de semana se lidiaron erales de ganaderías aragonesas, la del sábado 25, de los Hnos. Marcén, de procedencia Baltasar Ibán, en donde destacó un bravo novillo que permitió ver detalles de un valiente novillero colombiano, Luis Miguel Castrillón, que mereció su paso a la final. El domingo 26, una más que interesante novillada de “Los Maños”, de procedencia santacolomeña, vía Pablo Mayoral, en donde cuatro erales ofrecieron buen juego y posibilidades a los novilleros, destacando de entre todos un novillero vallisoletano, Ricardo Maldonado, que demostró cabeza y conocimiento para aplicar a sus dos oponentes, de características diferentes, dos lidias distintas, y mostrando un toreo de corte clásico, tan difícil de ver hoy en día en medio de la invasión de pegapases que nos inunda, y de otro aspirante, Juan Bellido “Chocolate”, al que podríamos encuadrar dentro del nuevo toreo que se esta implantando, despegado, citando con el pico, pasándoselo muy lejos, de abajo arriba y de dentro a fuera y cuya máxima fundamental, teorizada recientemente por los figuras del momento, de descargar la suerte para, dicen, alargar más la embestida del toro. En resumen, podemos decir que no nos aburrimos en ninguno de los dos festejos, sobre todo en el de “Los Maños” que, después de dos años lidiando buenas novilladas sin caballos en “La Misericordia”, se merecen que los podamos ver con caballos para valorar con más certeza su progresión.

Estos tres novilleros citados fueron los que se acartelaron en la final ante novillos de Mari Carmen Camacho. Imagino que los tres vendrían con ganas de dar un paso más en su carrera y demostrar que lo apuntado en su primera cita tenía continuación en la segunda. De la misma forma, los aficionados íbamos a la plaza con la ilusión prendida de ratificar lo visto. Yo, personalmente, por ver de nuevo a Ricardo Maldonado, un novillero en la línea del toreo que me gusta, el clásico, el de siempre, el de mantener los pies firmes en la arena, citar con la muleta planchada, pasarse a su oponente lo más cerca posible y llevarlo lo más atrás posible, hasta el culo, como decían los viejos revisteros.

Pues bien, nuestro gozo en un pozo. ¿Y por qué?, se preguntaran ustedes. Pues, como casi siempre, por culpa del ganado, principalmente por la invalidez de cinco de los seis que saltaron al ruedo, y por la mansedumbre y el descastamiento de todos. ¿Cómo puede ser que unos erales, casi utreros, se derrumben a las primeras de cambio? Se preguntaba acalorado un compañero de localidad. Pues así fue. Tan solo Castrillón, en el de la jota, pudo hacer algo, y a fe que lo logró al principio de la faena cuando consiguió dominar al eral que cerraba la tarde, el único que se mantenía en pie, y que en cuanto se vio podido se rajó y derivó en peligroso.

Al final, nada de nada. Las ilusiones de novilleros y aficionados por los suelos. Y yo me pregunto: ¿Tan difícil era buscar una eralada que ofreciera un mínimo juego? El año pasado así ocurrió, hasta uno de los erales de entonces fue premiado con la vuelta al ruedo y, en general, la novillada de José Vázquez mereció la aprobación de aficionados y espectadores y posibilitó el triunfo de los noveles que la torearon. ¿No podían haber traído una del mismo hierro que tan buen resultado ofreció? Hubiera sido lo justo, aunque, en el corrompido mundillo de los toros, la justicia hace mucho tiempo que anda desaparecida. En resumen, como reza el titulo, nuestro gozo en un pozo y la fiesta de mal en peor, seguramente por los intereses creados que se anteponen a la razón, la dedicación y la afición -aunque con ello se tiren piedras sobre su tejado- que se les debería exigir a todos los que se dedican a organizar funciones de toros.

viernes, 24 de septiembre de 2010

A LOS POLÍTICOS CATALANES SE LES VE EL PLUMERO

Con la decisión adoptada el pasado 22 de septiembre por el Parlamento catalán, aprobada casi por unanimidad, de blindar los “correbous” que se celebran en la tierras del Bajo Ebro, los que es su día, hace tan sólo dos meses, votaron en contra de la celebración de corridas de toros en la Comunidad Catalana han caído en una profunda contradicción. Si se suprimen las corridas por el sufrimiento durante la lidia y la muerte del toro en el ruedo, en buena lógica, la misma suerte deberían sufrir los “correbous” porque el sufrimiento es posible que sea el mismo o mayor en las calles que en el ruedo. La única diferencia, en lo que se agarra el mayor promotor de este blindaje, el presidente de CIU, con la cobertura de Ezquerra Republicana, es que el toro no muere públicamente. De este comportamiento podemos deducir que los dirigentes nacionalistas catalanes están en contra de la muerte del toro, pero a favor de torturarlo.

Y si eso no es así, necesariamente tendremos que pensar que las dos decisiones -la prohibición de una y el blindaje de la otra- son de carácter político e identitario, lo que nos conduce a una peligrosa pendiente hacia una sociedad dirigida, controlada y con un serio recorte de libertades que se sitúa en la senda de regímenes del pasado que no quisiera recordar. Aunque no creo que llegue tan lejos la cosa y se quede en simple oportunismo político. No hay que olvidar que en las comarcas en donde se celebran “correbous” ambas fuerzas nacionalistas tienen un buen granero de votos que no es cosa de perder. El problema es que este oportunismo político también conlleva graves contradicciones, pues si se declara a los toros en la calle de interés catalán porque forma parte de sus tradiciones, no se entiende porque se niega esta condición a las corridas de toros, tradición que se remonta en Cataluña al siglo XII, como se puede comprobar en uno de los más viejos documentos conservados con referencia a los toros fechado, concretamente, en el año 1128, cuando el Conde Barcelona, Ramón Berenguer III, encargó una corrida de toros para celebrar la boda de su hija Berenguela con el rey de Castilla y León, Alfonso VII. Pero es que además, cuando las corridas a pie se reglamentaron a finales del siglo XVII, Barcelona fue una de las plazas fuertes, llegando a tener, a comienzos del siglo XX, hasta tres plazas de toros en funcionamiento. No se puede negar, con la frivolidad e hipocresía con que lo hacen los dirigentes nacionalistas catalanes, que Cataluña no tiene una tradición taurina tan profunda, o incluso más, que el resto de comunidades españolas. 

Lo que queda meridianamente claro, después del blindaje de los “correbous” por el Parlamento catalán, es que la prohibición de las corridas de toros en Cataluña poco tiene que ver con las tesis animalistas que ardorosamente defendieron los nacionalistas en julio, y sí con el oportunismo político a corto y medio plazo. No debemos olvidar, entre otras cosas, que las próximas elecciones catalanas se celebraran dentro de dos meses. Lo grave de estos políticos nacionalistas, su corteza de miras, es que no les importa renegar de su propia historia y de sus propias tradiciones cuando pueden ser lesivas para sus intereses electorales. La Fiesta de los Toros no tiene patria, es internacional, y desprenderse de la misma como una forma de alejarse de España es un error que, con el tiempo, los historiadores tendrán que subsanar. Es una paradoja que los catalanes del norte, los que viven al otro lado de los Pirineos, reclaman su catalanidad, entre otras cosas, por la tradición taurina que defienden. ¿Quién lo entiende? Si cuando adoptaron la decisión de prohibir las corridas de toros en Cataluña, hace dos meses, no estaba suficientemente clara  la intención política de la medida, ahora, después del blindaje de los "correbous", no caben dudas de ello. En resumidas cuentas, como reza el título de esta entrada: A los políticos nacionalistas catalanes se les ve el plumero.

martes, 14 de septiembre de 2010

LA CUADRILLA GALÁCTICA

El toreo, como todo en la vida, tiene que evolucionar al ritmo que le marcan los tiempos. Es una ley de vida que deja en fuera de juego al que no la cumple. El toreo, uno de los espectáculos de masas más viejo y arraigado de entre los que se ofrecen en la actualidad, si ha resistido el paso del tiempo para mantenerse vigente, es debido a su capacidad para adaptarse a los gustos y las modas de cada época. Muchos avatares ha tenido que afrontar a lo largo de su historia la fiesta de los toros y, hasta el momento, de todos ha salido victorioso. Pero en la actualidad, a comienzos del siglo XXI, presiento que estamos en un momento importante, crucial para el arte del toreo -parecido al que tuvo lugar con la irrupción de “Joselito” y Belmonte hace, precisamente, un siglo y que ha pasado a la historia como la “edad de oro del toreo”- en el que se avecinan importantes cambios que deben situar esta vieja manifestación artística, de nuevo, en condiciones de seguir compitiendo por un lugar de privilegio entre las preferencias del gran público en este siglo que, recién, acaba de comenzar.

Las exigencias de las masas de espectadores que llenan estadios y campos de fútbol para ser testigos de un acontecimiento único son claras: demandan espectáculo, emoción, suspense, arte, sorpresas... A eso guión se deben ceñir cualquier espectáculo que pretendan ser centro de la atención del gran público y, por tanto, hay que adaptarse a estas exigencias pues no debemos olvidar el viejo refrán que sigue teniendo total vigencia de que “el cliente siempre tiene razón”. Este esquema de espectáculo funciona tanto en los eventos musicales como deportivos aquí, en Europa, allá, en América, y en muchos otros países de los cinco continentes. La fiesta de los toros tiene el potencial suficiente para convertirse en un espectáculo de masas moderno, de esta época y, si se vende convenientemente -que para eso existe una ciencia llamada marketing y profesionales que la dominan- no tiene que envidiar a ninguna otra disciplina artística o deportiva, si acaso no supera a las dos. Es por lo que viene mi reflexión en estos momentos de zozobra en el mundo del toro, de un lado, por el rechazo del que son objeto por parte de amplios sectores de una sociedad más civilizada que la de hace un siglo, y por el otro, mucho más grave, por el escaso interés que despierta y la escasa asistencia de público, salvo cada vez menos excepciones, a la mayoría de los festejos.

El espectáculo taurino, tal y como se ofrece ahora, está caduco y anquilosado. No responde a los paramentos modernos de los grandes eventos de masas. Es lento y atravesado por demasiados momentos aburridos que el publico de ahora no entiende ni tiene paciencia para soportar. Esos pasajes de dominio que antes eran necesarios para ahormar los toros y encontrar alguna posibilidad de lucimiento en la faena, y que tanto valoraban los viejos aficionados, ahora no son precisos porque los toros, gracias a la genética y el sabio tratamiento que de ella hacen los ganaderos, son más bravos que nunca y ya salen convenientemente ahormados de los chiqueros. Con el toro moderno es posible empezar el lucimiento desde el momento en que sale al ruedo. Espectáculo desde el primer minuto. Es preciso estrujarse la imaginación para sustituir los tiempos muertos y los poco lucidos por otros que capten la atención del público y lo mantengan enganchado desde el comienzo de la función. Es por lo que no hay que tener miedo ha romper los corsés del clasicismo que maniatan a la fiesta y que con tanto ahínco defienden los aficionados puristas, y dar un paso decidido y sin complejos hacia el porvenir. Sin duda, debido al gran retraso con que se acomete, será un proceso complejo pero no dudo que dentro del mundo del toro, acuciados como están por una situación cada vez más asfixiante, tomaran cartas en el asunto porque en ello les va su futuro. No voy ha entrar en esos terrenos de la organización y comercialización del espectáculo porque ni entiendo, ni me incumbe, ni quiero, … pero si dejar escritas algunas ideas -ya que como aficionado a los toros si que tengo una opinión personal y subjetiva sobre los que se ofrece en el ruedo- de como podría desarrollarse la corrida de toros en un futuro no muy lejano.

Para empezar hay que partir de la base de que la cuadrilla actual no es la formación más apropiada para fijar el interés del público desde el primer momento. En el alto nivel de profesionalización y exigencias en los que se mueven los grandes eventos de masas hay que fichar a los mejores para cada fase de la lidia. Es la forma de conseguir captar la atención del publico a lo largo de todo el festejo, como ocurre en los grandes conciertos de artistas consagrados o en las competiciones deportivas de élite mundial. Para eso no sirven las cuadrillas actuales. Ahora lo que se impone es formar un equipo equilibrado y capaz de brillar en todos los tercios. Desde el momento que salta el toro al ruedo es preciso aprovechar todas sus embestidas, de eso se debe ocupar un especialista en el manejo de la capa que domine un amplio repertorio de lances. Los picadores y sus jamelgos forrados de guata sobran en la fiesta del futuro, su función debe ser sustituida por caballeros montados en bonitos caballos que claven los rejones de castigo necesarios para ahormar al toro con precisión y elegancia. Para clavar las banderillas, la suerte que más condiciones físicas necesita, se precisa un banderillero que, además de entender al toro, los sepa correr y recortar con solvencia y facultades físicas. La faena, momento cumbre de la lidia actual, debe de estar en manos de los grandes muleteros, los que consiguen parar el tiempo y dibujar ese trazo en el aire que se queda grabado para siempre en la memoria de los espectadores. Y de la estocada, que es la suerte suprema, la que da y quita trofeos, se debe ocupar un gran estoqueador que, además, sea seguro en su ejecución. Toda la lidia del toro, desde su salida al ruedo hasta su muerte, debe ser un espectáculo y mantener en vilo la atención del público. Para ello hace falta una cuadrilla -un equipo- de artistas para cada uno de los tercios de la lidia, una “cuadrilla galáctica”.

Para finalizar, me voy a permitir un pequeño juego que los lectores que lleguen hasta aquí también pueden jugar si lo desean. Seguro que, como ocurre con la selección de fútbol, que cada hincha tenemos un equipo diferente, no coincide con los toreros que selecciona un servidor para esta “cuadrilla galáctica”. Mi alineación sería: Para recibir el toro y dejar un ramillete de verónicas esparcidas por el ruedo, Morante de la Puebla; para clavar los rejones de castigo, la elegancia y el señorío de Pablo Hermoso de Mendoza; para convertir el tercio de banderillas en un juego emocionante y atlético, David Fandila “El Fandi”; para la faena de muleta, con ese empaque y esa hondura que no se recuerda desde que Antonio Ordóñez abandonara la profesión de torero, José María Manzanares II; y para la estocada, suerte suprema y decisiva para la consecución del triunfo, un matador seguro, Julián López “El Juli”… y su “julipie”… ¡Qué!... ¿Buen equipo, no?... ¡Para ganar la "Champions League" del toreo!

Antes de colocar el punto final de este artículo, porque ya se ha alargado más de lo que debía, agradecer a don José, gran amigo y compañero desde los tiempos de la escuela, y a su compadre don Pepe, la amabilidad de prestarme un espacio, en este su Blog, para poder manifestar, con total libertad y sinceridad, mis proyecciones de futuro y mis opiniones, muchas veces contrarias y divergentes de las de los titulares del mismo, sobre todo de don Pepe, buena persona pero uno de esos aficionados anclados en el pasado, defensores de un clasicismo aburrido y trasnochado que se resisten ha aceptar con naturalidad el inexorable paso del tiempo. Espero que algún día lo entiendan, don José es más receptivo y abierto de mente que su amigo, que sepan adaptarse a los nuevos tiempos que vienen y que miren con ilusión el porvenir. 

Leandro Gado Más 
Científico jubilado y Futurólogo taurino.

martes, 7 de septiembre de 2010

SALDOS "LA MISERICORDIA"

- Hola don Pepe. 
- Hola don José.
- Buen color trae usted… Parece ser que le han sentado bien las vacaciones. 
- Como todos los veranos, en el pueblo con la parienta y los chicos, allí el tiempo es más fresquito y se vive más sanamente.
- Pues yo vengo negro.
- Ya se le ve, como todos los años vuelve usted de la playa torrao.
- No exagere que no es para tanto, don Pepe. Ya sabe que mi señora prefiera la playa y, como todos los años, hemos pasado los calores a la orillita del mar. Pero es que vengo quemado por dentro… 
- ¿Y a que se debe su quemazón, don José?
- ¡Cómo!... ¿Es que no se ha enterado usted de los carteles que nos han preparado para la Feria del Pilar? 
- Claro que estoy enterado don José, precisamente con eso me he desayunado esta mañana.
- ¿Y no se le ha indigestado el desayuno…? 
- Pues no. Me espera algo parecido aunque tengo que decirle que han desbordado mis perores presagios por lo malo. Sobretodo en las combinaciones de toreros, menos imaginación no se puede tener.
- Pues yo estoy indignado. Esto no nos lo merecemos.
- Pues eso es sí que es raro en usted, don José, siempre tan complaciente y benévolo.
- Pues esta vez no, don Pepe. Me parece una tomadura de pelo que nos hayan colado en los carteles a toreros de saldo como: “Paquirri II” -antes, Rivera Ordóñez-, Javier Valverde, Matías Tejela, César Jiménez, Javier Castaño, Alberto Álvarez, Salvador Vega, López Chaves… 
- Pare usted que nos quedamos sin toreros...
- Pero estos nombres que le he citado no han justificado en ningún momento su presencia en nuestra Feria, es más, la última vez que compareció Rivera Ordóñez -en la actualidad “Paquirri II”- en “La Misericordia” quedó como para no volver nunca jamás. 
- Y a quién hubiera puesto usted en su lugar, porque ya sabe que los “figuras”, si pueden, evitan nuestra Feria.
- Lo de los “figuras” es otro cantar, y más en estos tiempos en que esta condición no se dirime en las plazas sino en los despachos al principio de la temporada. Lo único que les puede hacer cambiar su determinación de no presentarse en la ultima Feria importante del año es una buena oferta económica y, por los nombres anunciados, parece ser que la empresa se ha decidido por lo barato. De esta forma es imposible mover la voluntad de Ponce, Morante, Castella, El Fundi… o de otros toreros jóvenes que están en todas las Ferias, como Bolivar, Luque o Pinar… ni conseguir que algunos de los que están un día, como Manzanares y “El Juli”, repitan dos tardes. 
- ¿Y a quién hubiera puesto usted en lugar de sus descartes?
- Además de incluir alguno de los nombres citados en el párrafo anterior, que si no están es, seguramente, por la cicatería de la empresa, hay toreros que se lo han ganado en el ruedo a lo largo de esta temporada. En primer lugar, un torero de La Rioja que este año ha seguido en esa línea ascendente que viene manteniendo desde hace varias campañas, Diego Urdiales, que practica un toreo de corte clásico tan escaso en estos tiempos de pegapases. Otro torero que merece premio este año es Sergio Aguilar, y tampoco debe ser muy caro de contratar. O Alberto Aguilar, que se ha labrado un nombre en Francia en las últimas temporadas y ha despertado el interés de la afición española. Y supongo que a nadie le hubiera importado la inclusión del veterano Juan Mora en alguno de los carteles, o "Torres Jerez", que ha triunfado en Almería...
- Pues si que lo veo contrariao y quemao, don José. Y ya que lo veo lanzao y largando por los codos…¿Qué me dice usted de las ganaderías?
- Ese es su terreno, don Pepe. Debería ser usted el que opinara de eso. 
- Y opinaré, don José, pero ya que usted es hoy la estrella, largue primero.
- Pues así lo haré. Me sobra la de “Montalvo”, que fracasó con estrépito el año pasado, y algunas de las ganaderías anunciadas las sustituiría por otras como las de “Fuente Ymbro”, “El Pilar” o Victoriano del Río, que han dado juego esta temporada.
- No esta mal pensado, don José, yo también creo que un par de estas tres que usted nombra tendrían que haber estado. Esta vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con usted en la mayoría de sus opiniones. De las ganaderías contratadas me gusta la comparecencia de “Cuadri”, premiada este año en San Isidro; “Partido de Resina”, por si confirma su recuperación; y confío en que la de “Alcurrucén” salga como la de Bilbao. “Bañuelos” se lo ganó el pasado año, veremos lo que trae este. De “Valdefresno” ha salido algún toro bueno este año. Lo de “Montalvo” es una tomadura de pelo que...
- ... Y otra cosa, don Pepe, la Feria es demasiado larga para tan pocos alicientes, creo que la Diputación debería plantearse seriamente la cuestión y rediseñar la temporada zaragozana potenciando la calidad antes que la cantidad porque…
- … La Diputación, propietaria de la plaza y responsable última de su gestión, por desgracia, ni esta ni se le espera, don José. Ellos cobran el canon y… “si te he visto no me acuerdo”.
- No sea usted negativo, don Pepe, ante la pobreza de los carteles y la deriva de la empresa deberían de tomar cartas en el asunto y...
- ... Espere usted sentado, don José.
- Estoy decepcionado. Esto no nos lo merecemos.
- Grave debe ser para que usted, tan conformado de normal, este decepcionado.
- ¡¡¡Es una feria de saldos!!!
- ¡¡¡Saldos “La Misericordia”!!!
- Y luego dicen que no va gente a los toros…
- Eso.

lunes, 6 de septiembre de 2010

PAQUIRRI, RIVERA ORDÓÑEZ O "PAQUIRRI II"

Hace algo más de dos meses, con motivo de la tradicional corrida de Asprona que se celebra anualmente en Albacete, al coincidir en el cartel con dos compañeros cuyos padres alternaron juntos hace unos cuantos años y se acartelaban con el mismo nombre que sus progenitores -José María Manzanares y Dámaso González- Rivera Ordóñez decidió suplantar el de su padre para anunciarse ese día de forma extraordinaria y repetir, una generación después, los mismos nombres en el cartel que entonces. Como curiosidad tiene su gracia. Posteriormente, el protagonista de esta historia comentó que en más de una ocasión había pensado en cambiar su nombre artístico por el de su progenitor. Ahora, al final del verano, parece ser que el cambio se ha producido y Rivera Ordóñez ya se anuncia en los carteles con el mismo nombre que su padre: “Paquirri”.

Vayamos por partes. Por un lado, lo que haga Francisco Rivera Ordóñez con su nombre me trae sin cuidado, valoro su carrera por lo que le he visto hacer en el ruedo y mi valoración es, más bien, baja, pero a estas alturas, después de 15 años de alternativa y con una dilatada trayectoria a sus espaldas, me parece, más que oportuno, oportunista este cambio de nombre. Por otra parte, pienso que es la usurpación de un nombre -por muy padre suyo que sea- y de una carrera taurina que no le pertenece pues, Francisco Rivera "Paquirri", con su estilo, que no es cosa de la que tratar aquí, y con sus partidarios y sus detractores, fue una figura indiscutible en su momento y estuvo muchos años mandando en los puestos altos del escalafón y, por derecho, tiene su capítulo en la historia de la Tauromaquia. Al menos, si se anuncia con el nombre de su progenitor, Rivera Ordóñez debería dejar claro que es el número II de esa dinastía y, para evitar confusiones -ahora y en el futuro- y diferenciarse de su padre, debería tener el decoro de anunciarse como: “Paquirri II”.

jueves, 2 de septiembre de 2010

CORRIDA SUSPENDIDA POR FALTA DE CLIENTES

La noticia de la suspensión de la corrida de toros que debería de haberse lidiado en Calahorra el pasado 31 de agosto, día grande de sus fiestas patronales, ha pasado prácticamente desapercibida en los medios de comunicación taurinos. Tan solo en la comarca ha tenido cierta repercusión y los medios de La Rioja se han ocupado de ella. El empresario, Fermín Vioque, dio una rueda de prensa en donde adujo, como razón primordial para la suspensión, la ruina económica que iba a suponer la celebración del festejo por las pocas entradas vendidas. Al no verse apoyado por el Ayuntamiento para hacerse cargo del roto que iba a producirse en la taquilla, tiró por la calle del medio y suspendió la corrida. Como dijo en su comparecencia ante los medios de comunicación: «...cierra su negocio como se cierran cafeterías porque no entran clientes. En este caso, la gente no ha querido ir a los toros».

No quiero entrar en las consecuencias de esta decisión ni en sus derivaciones legales o penales ni, ante la gravedad del problema que pone a la luz esta suspensión, me importa mucho lo que pase. Si la empresa “Taurosur” y su representante, Fermín Vioque, han incumplido el pliego o han cometido delito, que paguen por ello, y la justicia, se supone, hará su trabajo. Pero lo realmente importante de esta noticia, y lo grave, son las razones aducidas para cerrar el garito: “…porque no entran clientes”. Es la primera vez que se dicen las cosas tan claramente, no hay toros porque no va la gente. Es la cruda realidad de lo que esta pasando en todas las plazas, la gente esta dejando de ir a los toros tanto en plazas de primera como en las de capitales de provincia y en las de pueblo. Este año ha bajado considerablemente el numero de asistentes en todas las plazas de toros.

Los taurinos, que son los que realmente viven de esto, perspicaces y pícaros como son para imponer sus marrullerías, deberían plantearse seriamente este problema que es mucho más grave que todos los demás que puedan aquejar a la Fiesta porque afecta directamente a su fuente de ingresos, que provienen del dinero que dejan en taquilla el público que asiste a los festejos. Sería preciso preguntarse porque ocurre esto, si es a causa de una tendencia social que esta desplazando la Fiesta de los Toros hacia una esfera minoritaria o, por el contrario, si ha sido tanto el descafeinamiento a que ha sido sometida por los propios taurinos que la han convertido en una pantomima previsible y aburrida que esta dejando de interesar a los públicos. Ese es el quid de la cuestión y ahí está el nudo del debate. Combatir la realidad de los tendidos semivacíos con el triunfalismo de los propagandistas del taurinismo actual, como va quedando claro conforme pasan las ferias, no sirve. Llevan años haciéndolo y las plazas siguen vaciándose. Sería preciso plantearse el problema seriamente. No se trata de si toros en Cultura o en Interior. Los taurinos llevan años mangoneando en la Fiesta sin oposición de nadie y vamos de mal en peor. Tampoco se trata de eso.

Lo único que falta, el único camino que queda para comprobar que la Fiesta de los Toros tiene aún vigencia y que todavía no ha sido arrinconada por el cambio de los gustos y las modas de la sociedad actual, es devolverle su verdad, su autenticidad, su grandeza, que no es otra que la del toro en su total integridad y fiereza como componente fundamental de este rito. Hay indicios que señalan este camino porque, cuando la gente espera encontrarse con la emoción y el riesgo, o con la belleza y el arte, las plazas se llenan. Aunque escasos, hay ejemplos recientes. Ya sea en feria, o en cualquier otra fecha del calendario, los aficionados se tragan los kilómetros que hagan falta para estar en la cita, los lugareños se pelean por una entrada, los reventas hacen su agosto… ¿No se les habrá ocurrido a los taurinos, tan perspicaces para otras cosas, plantearse esta ecuación? Los toros no tienen ningún sentido, y dejan de ser un negocio, si no va nadie a las corridas. ¿Serán tan torpes los que controlan este negocio que amenaza ruina si sigue por estos derroteros de llegar hasta la bancarrota? En sus manos está.

miércoles, 11 de agosto de 2010

LA COGIDA Y LA MUERTE - LOLA FLORES (del "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías" de Federico García Lorca)

A las cinco de la tarde de hoy he puesto en marcha el ordenador y directamente, como guiado por una fuerza interna, he ido a la carpeta “canciones de toros”. Entre el montón de grabaciones allí recogidas he parado directamente en una: “La cogida y la muerte”, el primer poema del “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” que le escribiera su gran amigo Federico García Lorca y que, según los expertos en poesía, es la mejor elegía escrita en español desde las “Coplas a la muerte de mi padre” de Jorge Manrique. Era la versión de Gabriela Ortega rescatada de un viejo disco de 1960. Le he dado al play y ha empezado a soñar: “A las cinco de la tarde / eran las cinco en punto de la tarde…”. De repente he mirado el calendario, 11 de agosto… el día en que se cumple el 76 aniversario de la cogida, en Manzanares, que le ocasionó la muerte dos días después, el 13 de agosto, a Ignacio Sánchez Mejías. Seguidamente he buscado en YouTube alguna versión de este poema y he tenido la fortuna de encontrarme con un vídeo de Lola Flores interpretándolo.

Estaba claro, ha sido toda una concatenación de pequeños acontecimientos que me conducían ha publicar una entrada en recuerdo de este hombre polifacético que, además de torero, fue aventurero, escritor de obras de teatro, actor de cine, jugador de polo, automovilista, presidente del Real Betis Balompié, mecenas e impulsor de la “generación del 27” y promotor de espectáculos musicales y teatrales. A su muerte no sólo escribió en su memoria García Lorca. También lo hicieron Miguel Hernández, Rafael Alberti, Gerardo Diego, Luís Fernández Ardavín, José María de Cossío, Mariano Brull, Benjamín Peret, José del Rio o Domingo Manfredi Cano… Su relación con la “generación del 27” es algo más que de amistad pues fue él, según el testimonio de Gerardo Diego, el que costeo el viaje y la estancia en Sevilla de los siete escritores que se desplazaron desde Madrid a la capital hispalense para participar en los actos de homenaje a Góngora, con motivo de su 300 aniversario, que organizó el Ateneo sevillano los días 16 y 17 de diciembre de 1927: José Bergamín, Federico García Lorca, Rafael Albertí, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Juan Chabás y Jorge Guillén. Este acto fue el que dio nombre a esta generación de poetas, la más importante desde el "siglo de oro".

Es necesario recordar, para los amantes de la música española, que fue el promotor e impulsor, por su amistad con García Lorca y su relación con Encarnación López “La Argentinita”, de la recuperación de la “Colección de canciones populares antiguas”, armonizadas e interpretadas al piano por el poeta granadino y cantadas por la popular bailarina y tonadillera, que fueron grabadas en 1931, un auténtico tesoro de la canción popular española. Una de ellas, “En el Café de Chinitas” es, precisamente, utilizada como sintonía de la tertulia que varios aficionados de “La Cabaña Brava” grabamos semanalmente y que puede escucharse en el reproductor situado en la columna izquierda de este blog.

Como torero, dicen los que le vieron, no fue un artista ni gran dominador de la técnica lidiadora, fue un torero valiente y uno de los mejores, si no el mejor, banderilleros de la historia de la tauromaquia. Aprendió el oficio, como se hacía antiguamente, como banderillero de su cuñado Joselito, pues se había casado con su hermana en 1915. Tomó la alternativa en Barcelona en 1919, su padrino fue Joselito y el testigo Juan Belmonte. La confirmó un año más tarde en Madrid. En Talavera de la Reina, actuando mano a mano el 16 de mayo, fue testigo de la muerte de su cuñado. A mediados de los años 20, siendo figura del toreo, se retiró de los toros y se dedicó a desarrollar sus otras aficiones intelectuales y de mecenazgo. En 1934, a la vez que su amigo Juan Belmonte, volvió a los toros. El 10 de agosto, día de San Lorenzo, cuando volvía de torear de Huesca, recibió la llamada de Domingo Dominguín para torear Manzanares sustituyendo a Domingo Ortega que, volviendo de La Coruña había sufrido un accidente de trafico que le impedía cumplir su compromiso en la plaza manchega. Allí se encontró con “Granaino”, un toro pequeño, manso y astifino que le dio una gran cornada en el muslo derecho al iniciar la faena de muleta sentado en el estribo. No quiso que le operaran en la plaza y pidió que lo llevaran a Madrid para ser intervenido allí. El viaje, por aquellas carreteras, se alargó más de lo previsto. A los dos días, el 13 de agosto, se le declaró la gangrena y murió en Madrid.

De Lola Flores, poco que decir en esta ocasión. Véanla y escúchenla interpretando este poema: “La cogida y la muerte”, el primero de la elegía “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, de Federico García Lorca, desde el Teatro "Álvarez Quintero" de Sevilla en los años ochenta.

lunes, 9 de agosto de 2010

UNA ESTRATEGIA QUE NO SE PUEDE TOLERAR

Escuchando en la noche del pasado domingo el programa taurino “Clarín”, de RNE, y según un aficionado autorizado para estar presente en el reconocimiento, que fue testigo de todo lo ocurrido, uno de los protagonistas del bochornoso espectáculo vivido en el Puerto de Santa María el pasado fin de semana, venía a decir que, en estos momentos por lo que atraviesa la Fiesta, a raíz de la prohibición de las corridas de toros en Cataluña, había que dejar de lado las diferencias y apoyar sin fisuras el espectáculo de los toros.

No voy a entrar en lo ocurrido porque hay suficiente información en los diferentes blog’s que mantienen los aficionados, pero si quiero detenerme en esta idea que, desde que se produjo la decisión del parlamento catalán, mantienen los taurinos profesionales y los medios de comunicación que los apoyan. No es más que una estrategia para, aprovechando estos momentos en que los aficionados están sensibilizados con esa medida, tratar de colar lo de siempre: “el toro a modo” que, en vez de emocionar, aburre y que, tarde tras tarde, imponen los “figuras” de turno en la mayoría de las plazas en las que se anuncian.

Según mi opinión, reflejada en entradas anteriores de este blog, ese es el auténtico problema que atraviesa la Fiesta de los Toros y no el de la prohibición. Lo que me parece una sirvengozonería -más gorda si cabe que todas las que acostumbran a perpetrar los taurinos profesionales a diario- es aprovechar esta situación para dar un paso más en sus propósitos de convertir esta Fiesta, que durante siglos a resistido los embates de todo tipo de prohibiciones, en una pantomima sin contenido y emoción alguna. Con estos apoderados y toreros no hace falta ninguna “Iniciativa Legislativa Popular” para acabar con los toros porque, más pronto que tarde, como se puede comprobar viendo las paupérrimas entradas que registran las plazas de toros, casi nadie acudirá a las corridas de toros y los que vayan es posible que no vuelvan. Ese es el auténtico problema, la pobres entradas que se registran en los cosos aunque se anuncien los “figuras” que mandan en el escalafón y que amenazan de ruina el negocio taurino. Siguen sin quererlo ver, la Fiesta de los toros es una Fiesta de la emoción y si esta desaparece no tiene ningún sentido. Pues nada, como aquella película de Paco Martínez Soria… “erre que erre”.

Pero lo más preocupante de esta ceguera de los taurinos es que, si bien los aficionados nos quedaremos sin nuestra Fiesta preferida, cosa que ya casi han conseguido pues cada vez son más los que no acuden a las plazas a presenciar estos montajes, ellos: los toreros, los subalternos, los apoderados, los ganaderos, los empresarios, los periodistas… y todos los que viven de los toros, se van a quedar sin trabajo.

viernes, 6 de agosto de 2010

¿QUÉ FIESTA DEFENDEMOS?

La prohibición de las corridas de toros en Cataluña debería servir para abrir, de una vez por todas, un debate serio y consecuente, por parte de los profesionales y los aficionados, sobre la Fiesta que queremos y debemos defender. Es una oportunidad que no deberíamos desperdiciar porque el proceso que ha llevado a esta prohibición está más relacionado con la situación de deterioro que atraviesan los valores fundamentales de la fiesta de los toros que los argumentos partidistas y oportunitas que han llevado al parlamento catalán a tomar esta determinación. Si la Fiesta de los toros gozara de la salud de antaño, cuando en Barcelona se daban corridas en dos plazas a la vez, en doble sesión semanal y con los tendidos llenos, los políticos no se hubieran atrevido ni siquiera a plantearse su prohibición, es más, seguramente se pelearían, conocido su oportunismo, por aparecer en la barrera de la Monumental barcelonesa como un elemento más de afianzar su popularidad. La prueba la tenemos en la defensa que estos mismos políticos -en flagrante contradicción con los argumentos que les llevan a prohibir- hacen de los festejos populares que, como en el resto de España, se celebran en numerosos pueblos y ciudades de Cataluña ya que les podrían restar votos a sus candidaturas locales.

No quiero entrar en las razones que aportan unos y otros para la defensa o prohibición de las corridas de toros, ni en recordar la historia de los toros en Cataluña que se remonta, según los documentos conocidos, al siglo XIV. Negar la propia historia es un problema que, con el tiempo, pasara factura a los que han tomado esta medida… allá ellos con sus decisiones. Tampoco en los argumentos simplistas de los animalistas, que equiparan al hombre, como ser inteligente, a los animales en general, ni en las contradicciones de los ecologistas que, al apoyar esta decisión, están condenando a su desaparición a una especie, el toro de lidia, y el medio natural en el que se crían con su indudable valor ecológico. En lo que me quiero centrar es en las razones que, según mi punto de vista, han influido de manera más decisiva para que se pudiera plantear, siquiera, esta votación.

Pienso que el motivo principal de haber llegado ha esta situación es el deterioro de los valores de la Fiesta que no son otros que la autenticidad y la emoción. Los tejemanejes de los taurinos, con los matadores a la cabeza, han conseguido desnaturalizar hasta tal punto la Fiesta de los Toros que en nada o poco se parece, en la actualidad, a la que conocieron nuestros antepasados, y en esa desnaturalización se han perdido sus valores fundamentales. En su lugar ha quedado evidente el fraude y la mentira que supone, salvo contadísimas excepciones, una corrida de toros en esta época. Este proceso ha llevado a los aficionados -principales defensores y propagandistas de la Fiesta- a dejar de acudir a las plazas de toros. A los profesionales, este proceso de abandono de los aficionados, en vez de preocuparles y tratar de ponerle solución, no les disgustaba, prueba de ello son las acometidas que desde hace bastantes años dedican a este colectivo que, no lo deberían olvidar, era el sostén principal de su negocio. Confiados en sustituir esta clientela, fiel pero intransigente, por espectadores sin criterio que les permitiera llevar a cabo sus planes de desnaturalización de la Fiesta sin oposición, se han encontrado con que las plazas, no sólo las catalanas, se han ido vaciado de aficionados y de espectadores. Solo hay que fijarse en las paupérrimas entradas que, salvo en contadísimos días de feria, se registran en todas las plazas de toros.

Y ahora, ante la oportunista decisión del parlamento catalán de prohibir las corridas de toros, los taurinos profesionales se llevan las manos a la cabeza y reclaman la unidad en la defensa de la Fiesta. ¿Pero qué fiesta? Ahí esta el problema y ahí la solución. Si lo que defienden, y para lo que piden el apoyo, es seguir perpetuando el fraude y el engaño, que no cuenten conmigo. Si en cambio se plantea un cambio en el modelo y se busca la regeneración de los valores que han mantenido la Fiesta de los Toros viva durante siglos -resistiendo a las diversas prohibiciones que ha tenido que soportar a lo largo de su historia- como son la integridad y la emoción, este pequeño espacio, sin dudarlo, y como viene haciendo desde hace tiempo, estará en esa lucha. No se trata de reivindicar una fiesta que se ha convertido en una pantomima previsible y, por lo tanto, aburrida, sino devolverle su esencia que no es otra que el toro, núcleo sobre el que gira, como su propio nombre indica, todo el entramado de la tauromaquia.

sábado, 10 de julio de 2010

EL TORO BUENO FUE EL DE LA MERIENDA

A la hora de la merienda irrumpió en el ruedo pamplonés todo un “pavo”, que es como se denomina en el argot taurino al toro con trapío. “Tramposo”, con 675 kilos de peso armónicamente repartidos dentro de una gran anatomía. Un toro grande -pero no gordo- que no dejó de moverse desde el momento en que apareció por la puerta de chiqueros, con los consiguientes problemas que acarrea a los toreros modernos la movilidad. Pero era el toro de la merienda y, concentrados en la ingestión de las ricas viandas de la tierra, ni los del sol, ni los de la sombra, prestaban atención a lo que sucedía en el redondel.

“Tramposo”, lidiado en 4º lugar, el toro de la merienda, fue el que destacó de entre sus hermanos de la ganadería de Fuente Ymbro que lidió en Pamplona, en el día de ayer, una corrida acorde con el nombre de esta que se denomina “Feria del Toro”. Toros grandes -que no gordos- con trapío y poder para mover su esqueleto durante todos los tercios de la lidia. Toros que, además, tenían nobleza para ser toreados según los cánones del toreo moderno, cosa que hicieron Ferrera y Pinar y por ello obtuvieron la recompensa de la tan ansiada “orejita”, o para triunfar rotundamente con ellos si alguno de los toreros acartelados hubiera echado mano -si es que saben- del repertorio del toreo clásico que, como queda demostrado cada vez que se utiliza -acuérdense de Esplá en Madrid hace un año con otro torazo de muchos kilos, “Beato”; o los detalles de Morante allá donde se siente inspirado- es el que arrebata, el que levanta a la gente de sus asientos y el que te quita, en caso de estar merendando, el bocado de la boca.

Los taurinos y sus cronistas también debían de estar merendando en ese momento y no se quisieron enterar de una evidencia que se estaba manifestando en el ruedo en esos precisos momentos, que un toro con tantos kilos de peso -tantos como 675- se moviera de la forma que lo hacía éste. Se estaba haciendo añicos otro de los tópicos habituales de esta especie humana de negociantes del toro. El toro grande - no gordo- si esta musculado, bien alimentado y sano, se mueve, como lo hicieron los toros de Fuente Ymbro en “La Misericordia” de Pamplona en el día de ayer. La tradicional merienda también tapó esta clara evidencia. El toro, “Tramposo”, fue aplaudido tímidamente en el arrastre. Al torero, Ferrera, le pidieron la oreja los que ya habían terminado de merendar. Y la fiesta siguió su curso… Poco cosa para tan buen toro que, además de encontrarse con un torero que bastante hizo con no verse desbordado, tuvo la desgracia de saltar al ruedo pamplonés en el momento de la merienda.

lunes, 5 de julio de 2010

LA MENTIRA ES DEMASIADO EVIDENTE

Lo que más daño hace a cualquier manifestación artística o deportiva, si nos atenemos a su aceptación por el público que paga por estar presente en ella, es que la mentira, la trampa, sea demasiado visible. Eso es, precisamente, lo que esta aconteciendo con la Fiesta de los Toros en la actualidad. Los taurinos, en su afán por llevárselo todo y de la forma más fácil posible, están acabando, si no han acabado ya, con su particular gallina de los huevos de oro. La representación de la corrida se ha convertido en una pantomima totalmente previsible y aburrida en donde, ni hay toros, tal y como se entiende que deben ser los toros para ser de lidia, ni hay toreros con el saber de las reglas del toreo para torearlos adecuadamente. El toro, actor principal de esta fiesta y el que le debe aportar su valor fundamental, la emoción, ha desaparecido, lo que ahora sale a los ruedos por tal es otra cosa parecida en la forma pero sin ningún contenido, pues lo han vaciado conveniente en la ganadería. Es demasiado evidente la manipulación, demasiado evidente el afeitado, demasiado evidente la falta de recursos... la mentira es demasiado visible. Esa es una de las razones, sin duda, por las que el público está dejando de ir a los toros, porque es demasiado evidente la mentira y no le gusta que le mientan.

lunes, 28 de junio de 2010

MADRE MíA COMO ESTÁ EL PATIO

Escuchado, ayer domingo, los programas taurinos de la radio, un par de asuntos, que son altamente preocupantes para la Fiesta de los Toros, me hicieron reflexionar. De un lado, que en todas las ferias de las capitales de provincia y pueblos que se celebran en estos días, y son bastantes, se anunciaban los mismos toreros -los considerados actualmente como "figuras" por sus propagandistas- y, prácticamente, las mismas ganadería o sus sucedáneos de encaste bodeguero. Por otro, y esto es mucho más grave, la escasa presencia de público en los tendidos, una constante que se viene dando este año en todos los sitios, en donde predomina un descenso en la venta de localidades, aún estando acartelados los mandones del escalafón, que amenaza seriamente -por ruinosa- la continuidad de la Fiesta misma.

No son más de una docena los nombres que se repiten en todos los carteles, tanto en plazas de segunda como de tercera, siempre los mismos, rellenando alguna de las combinaciones con algún torero local. De esta forma se cierra la puerta a la gran mayoría de los profesionales que quedan condenados al ostracismo y que, por regla general, torean uno o ningún festejo a lo largo de toda la temporada. Los más afortunados de este pelotón de toreros en paro, como mucho, pueden ser anunciados alguna tarde en la plaza de Madrid para que se estrellen contra un ganado imposible y ante la mirada de muy pocos espectadores y mucho cemento en los tendidos. Si antes podían foguearse toreando varias corridas en plazas de segunda y tercera, ahora ya no pueden hacerlo porque la docena de elegidos por las empresas copan todos los carteles. Por supuesto con toros impresentables, anovillados y afeitados que, escuchando a los diferentes corresponsales de las distintas emisoras, es otra de las características de este verano taurino. Eso sí, las orejas, los indultos y el triunfalismo -una vez pasado el trago de San Isidro, al que acuden, si no pueden evitarlo, a salvar el compromiso- van que vuelan.

Aunque lo verdaderamente preocupante, para la Fiesta y para los propios “figuras”, es las escasas entradas que se registran en los cosos. Preocupante para la Fiesta porque sin dinero en la taquilla poco tiempo de vida le queda a esto. Y para los “figuras”, al darse cuenta de lo insignificante que es su condición al no ser capaces de llevar gente a las plazas. Aunque este es un problema que viene de lejos ya que, desde hace mucho tiempo -y al contrario de lo que sucedía en otras épocas en la que los mandamases se anunciaban en las tardes más flojas de las Ferias Taurinas para llevar más gente a la plaza- exigen figurar en los carteles de los días del santo que, normalmente, va más público a los toros por tradición. Los más optimistas pueden pensar que esto es cosa de la crisis económica y que cuando todo vuelva a su cauce las cosas se arreglaran por sí mismas. No digo que no, que algo tiene que influir, pero me temo que la auténtica crisis que afecta a la Fiesta es la de la mentira y el engaño que la rodea. Los aficionados, cansados de tanta falsedad, están dejando de acudir a las plazas de toros, y los espectadores, que acuden con la sola pretensión de divertirse, se aburren con el espectáculo anodino que tarde tras tardes les ofrecen los pretendidos “figuras” y sus toros de pitiminí.

sábado, 19 de junio de 2010

EMILIO EL MORO - MI TORO NEVAO

Emilio El Moro era el nombre artístico de Emilio Jiménez Gallego, nacido en Melilla en 1924. Con 15 años ganó un concurso en su ciudad natal y durante siete años consecutivos repitió como triunfador. Tanto en su ciudad, como en protectorado español del norte de África, alcanzó gran popularidad, por lo que se deicidio a dar el salto a la península. Al darse cuenta de que en el mundo del flamenco y la copla era muy difícil competir con las primeras figuras del momento, y al estar dotado de sentido del humor, en sus actuaciones alternaba los números flamencos con alguna parodia humorísticas, de esa forma creo un personaje que salia al escenario vestido con chilaba, babuchas y un fez, el gorro típico marroquí, que le cubría la cabeza y, guitarra en ristre, se dedicaba a parodiar los grandes temas de la copla cambiando la letra original por otras de contenido humorístico cargado de sarcasmo. Así se presentó en Madrid en 1949 y de esa forma iba a encauzar su carrera que alcanzó grandes cotas de popularidad en los años cincuenta y sesenta.

Pero el gran año de Emilio fue 1952, en el que se consagró. A raíz de la gran popularidad que tenía en España se lanzó, como cabecera de compañía, a la conquista de América en un espectáculo titulado "Tambores sobre América" en el que le escoltaban Tomás de Antequera y Amalia Molina. Su decenio de oro es el que va del año 1958 a 1969. Durante esos años participó en los siguientes espectáculos: En 1958 protagonizaba en el Teatro Calderón de Barcelona "El Congreso del Humor" que le tenia como máxima figura. En el 59 inició una gira, con compañía propia, con "El último tupé", deformación, según su costumbre, del famoso "Último cuplé" de Sara Montiel. Y en 1960 era la segunda figura del montaje "Cita de estrellas" que encabezaban Juanito Valderrama y Dolores Abril. Ese año lo ficha la compañía de Juanita Reina para el espectáculo de Quintero, León y Quiroga "Olé con olé”. 1964 fue otro año importante para Emilio el Moro pues, encabezando su propia compañía, se presenta en el Price de Madrid con el montaje "Flamenco... verano ... y olé" junto a Enrique Montoya. En 1965 sigue en el Price pero, esta vez, con la Niña de la Puebla en un espectáculo de alto nivel flamenco titulado "Así canta Andalucía" con el que haría gira por España. Un año más tarde regresa a Madrid, al Teatro Calderón, con el mismo espectáculo pero potenciado con el añadido de Pepe Marchena como primera figura y Manolo el Malagueño reforzando el elenco. En 1968 era la segunda figura del espectáculo "Buenas noches, España" que encabezaba el Príncipe Gitano. Y para completar el largo decenio que hemos citado, en el 69 Emilio cantaba con el histórico Angelillo y Marisol Reyes en la obra "Flamenco y olé".

Tuve conocimiento de Emilio El Moro escuchando sus discos en casa de un tío mío que se partía de risa con sus bromas, también pude ver algunas de sus actuaciones en TVE y, mucho más tarde, con mayor conciencia musical, pude comprobar que las cualidades del artista melillense no se quedaban en la broma y la parodia solamente pues dominaba todos los palos del flamenco, cantaba con clase y tocaba la guitarra, único instrumento con el que acompañaba sus cantes en muchas de sus actuaciones, estupendamente. En la década de los setenta la estrella de Emilio El Moro fue apagándose lentamente y, cuando murió en Orito, Alicante, en 1987, a causa de una explosión de gas en su casa, ya casi nadie se acordaba de él. Carlos Cano fue de los pocos que se acordaron de esta singular figura de la canción y le dedico una canción, “Las murgas de Emilio El Moro” que apareció en su disco “Cuaderno de Coplas, del año 1984, en el que hacía una sentida dedicatoria: "Para don Emilio Jiménez, Emilio el Moro, que me alegró las colas de la leche americana y el cartón de pobre. ¡A su salud!".

Pero centrémonos en la canción objeto de esta entrada que, con el paso del tiempo, se ha convertido en pura actualidad pues, en su adaptación de “Mi toro nevao”, un tema original de Manuel Villacañas y Francisco Almagro, muy popular en su momento, que estrenó Pablo del Río y que fue interpretado por muchos de los copleros de la época, entre los que habría que destacar la versión de Pepe Mairena, en su letra se acerca, casi proféticamente, a la realidad de lo que sucede hoy en día en el mundo de los toros. Si, como en todas las parodias humorísticas, la exageración es una de sus características, en este momento, y desde el punto de vista de los aficionados, la exageración se ha convertido, casi, en una realidad. Encontré esta canción incrustada en los minutos musicales del último podcast de la “Tertulia de aficionados En el Café de Chinitas” y me propuse hacer un vídeo combinando una actuación de Emilio El Moro en TVE con fotos publicadas, en el último año, en algunos de los blog de aficionados que hay en Internet. A continuación van, la adaptación de la letra para su parodia, el vídeo y el recuerdo para este singular artista de la canción española.

Mi toro nevao 
(Villacañas/Almagro)

Ya está el torito completamente afeitao
pa la Feria de Antequera,
en un cajón del pescao.
El asco de la ribera y es mi torito,
toro nevao.

Lo tengo educao.
Igual pega coces que tira bocaos,
y to lo que sabe yo se lo he enseñao.
Yo soy el maestro
del toro nevao.

Soy el peor ganaero
de los campo de Coruña.
Mis toros no tienen cuernos,
no tienen más que pezuñas.
Y este que tengo apartao
yo quisiera, yo quisiera
que no fuera degollao,
que de un dolor se muriera
este torito nevao.

Empiece usté la corría.
(No me da la gana)
Por Dios, señor presidente,
empiece usté la corría.
Debiera darle vergüenza
haberme traío esa porquería.

La gente pedía
que a tiros los guardias le quiten la vía,
y el toro en la arena pingaba y mordía,
mandando toreros pa la enfermería.

Soy el peor ganaero
de los campos de la Mancha.
Mis toros son tan mansitos
como gambas a la plancha.
Y este torito nevao
que no ara y que no tira
por un burro lo he cambiao
y me ha buscao la ruina
este torito nevao.

viernes, 4 de junio de 2010

ESPLÁ Y BEATO - HACE UN AÑO

Mañana, 5 de junio, se cumple el aniversario de la despedida de Luís Francisco Esplá de “Las Ventas” madrileñas. Aquel día dio una lección de toreo que puso de acuerdo, y volvió locos, a todos los presentes en el coso venteño. ¿Qué es lo que había hecho Esplá para conseguir tan súbitamente convencer y rendir a todos ante su labor con el toro “Beato”? Torear. Ni más, ni menos. Simplemente torear. Lo que no había hecho nadie a lo largo de todo aquel ciclo de “San Isidro” que agonizaba y lo que, en la actualidad, no hace ninguno de los pegapases del escalafón. De ahí la importancia de aquel momento. De los presentes entonces en la plaza madrileña, una mayoría apabullante no había visto torear de verdad en su vida, lo que habían visto era una novedad absoluta para ellos y debieron sentir en su cuerpo una sensación que jamás habían sentido. Esto es lo único que los diferenciaba de los aficionados veteranos que, aún a pesar de la degradación del espectáculo y el tostón de todos los días, seguían acudiendo a la plaza con la ilusión de sentir lo que se siente cuando se ve torear así, con un toro y sin trampa ni cartón. El alicantino, más dominador que artista, y con un conocimiento total de los secretos de la lidia, no se ha distinguido nunca por el pellizco artístico ni por la plasticidad, y ese día también fue fiel a su estilo, pero explicó en unas pocas tandas de muletazos como se domina y torea a un toro bravo. La explosión de júbilo que se produjo en los tendidos solo se explica si para la mayoría, acostumbrada al encimismo y los pases de uno en uno de la torería moderna, era nuevo y sorprendente lo que veían. Ambos, aficionados veteranos y espectadores de feria, normalmente enfrentados, se pusieron de acuerdo ese día y declararon triunfador a Esplá por el simple hecho de torear como se debe torear.

       

Pero este artículo no estaba pensado para hablar de aquella faena a un año vista, ya se ha hablado mucho y más que se hablará, sino para recomendar la visión del vídeo que lo acompaña, que recoge la actuación del maestro alicantino aquel día con el toro "Beato", y plasmar las reflexiones que me produce la letra de la canción que lo acompaña. El tema es una ranchera interpretada por Cuco Sánchez que lleva por título “Hace un año”:

Hace un año que yo tuve una ilusión,
hace un año que hoy se cumple en éste día, 
recordando que en tus brazos me dormía
que yo inocente, muy confiado, te entregué mi corazón.

Porque la faena de Esplá al toro “Beato” significó para los aficionados un reencuentro con el toreo puro y les devolvió la ilusión después de un ciclo nefasto en donde, salvo aislados detalles de "Morante", nada se había visto. Después de una sobredosis de pegapasismo sin otro fundamento que estar diez minutos delante de la cara del toro durante más de un mes de toros, ver a un torero que hace lo que tiene que hacer: parar al toro, templar su embestida y ligarle varias tandas de muletazos, fue un regalo que ya no esperaban a esas alturas del ciclo madrileño. Sirvió para recargar las pilas de la ilusión por la Fiesta y la justificación para volver a los toros una temporada más.

Ese tiempo tan feliz no volverá,
mi cariño lo pagaste con traiciones,
me has dejado sólo crueles decepciones
pero anda ingrata, como pagas otro así te pagará.

Pero la Fiesta, traicionera como la protagonista de la canción, ha seguido el curso impuesto por los apologistas y propagandistas del “toreo moderno” y lo de Esplá y “Beato” ha quedado en un mero espejismo, en una tarde que fue afortunada porque ese día, un torero que se retiraba después de más de 30 años de profesión se cruzó con un toro que le permitió dictar su última lección de toreo. Pura casualidad. Después, más de lo mismo: ponerse al hilo del pitón, citar con la muleta retrasada, descargar la suerte -dicen- para alargar la embestida, dar los pases de uno en uno, el arrimón… y el toro parado, inválido, a ser posible sin cuernos y, como mucho, chochón… porque en el momento que se mueve con algo de casta cunde el pánico. En lo que ahora es considerado como el momento principal de la lidia, la faena de muleta, se ha reducido el repertorio de pases hasta quedarse tan solo en dos… y de ligar ni hablamos. Aunque todavía es más preocupante el empobrecimiento de la técnica de la lidia porque los jóvenes matadores, y no digamos los novilleros, son incapaces de resolver el mínimo problema que les presentan sus oponentes. Todo esto es fruto del nuevo toreo y nos lleva a un espectáculo soporífero en donde, incluso con los toros que eligen los “figuras” para lucirse, fracasan estrepitosamente y aburren tanto a los aficionados -cosa que no les preocupa y ojala que no volvieran más- como a los espectadores de feria que van a divertirse y pedir orejas… y ese ya es otro cantar.

El recuerdo de tu amor quiero olvidar,
me quisiera emborrachar de sentimiento,
te quisiera yo borrar del pensamiento
pero es inútil, que borracho más y más me he de acordar.

Ha pasado un año entero y estamos peor que el pasado. Este año, todavía menos. Solo se puede salvar una faena de “El Cid”, atornillado por la responsabilidad, y un tercio de quites, en la última del ciclo, que resultó ser la de Beneficencia, en donde "Morante de la Puebla" no solo cuajo muy buenos pases con el capote, y una media verónica llevando el toro hasta donde la espalda pierde su casto nombre, sino que también hizo despertar del letargo a sus compañeros que le respondieron con orgullo y torería en los quites. Pasado ese momento volvieron a la vulgaridad y el aburrimiento al respetable. Ahí esta la diferencia entre el uno y los otros. Morante de la Puebla, posiblemente sea el único torero con vitola de “figura” que conserva la torería clásica que ha sido condenada por el “toreo moderno” a desaparecer. Algunos pocos más quedan, es el caso de Juan Mora, toreros veteranos a los que se les cierran las puertas no sea que vayan a destapar, en una tarde cualquiera, las carencias de los nuevos fenómenos. Craso error. ¿No se dan cuenta los taurinos modernos que lo que emociona, engancha, y hace enloquecer de verdad a la gente es el toreo clásico? ¿No son claros los ejemplos de Esplá hace un año, “El Cid” hace unos días, o "Morante" en el tercio de quites del último día? Nada. Como Paco Martínez Soria en la película “Don Erre que Erre”, los que controlan el cotarro taurino, están manoseando y corrompiendo los valores que han mantenido viva a la Fiesta durante siglos y, como un amor descarriado, la están encaminando hacia la pendiente de su propia destrucción.

Pero el tiempo es justiciero y vengador,
y a pesar de tu hermosura placentera,
si hoy te sobran muchos hombres que te quieran,
verás más tarde, no habrá nadie que se acuerde de tu amor.

Hace un año que yo tuve una ilusión.

Ojala que estas reflexiones solo sean una ensoñación metafórica producida por el letargo de tantas tardes soporíferas soportadas y que la Fiesta de los Toros tome un nuevo rumbo ilusionante para todos los aficionados recuperando y fortaleciendo sus señas de identidad. Mientras tanto, siempre se puede volver a ver el vídeo.