Vuelvo de las vacaciones y la temporada ha terminado. Ya todo es historia, noticias viejas, pregunto y casi nadie se acuerda de la última, la de Miura, de Zaragoza, “estuvo entretenida”, me dicen. Se han entregado premios, hecho balance y, aunque todavía quedan con vida algunas polémicas, ya se piensa en la próxima temporada.
También yo quiero contribuir con mi balance y mi opinión sobre un par de cuestiones que me han parecido positivas en esta temporada que acaba de terminar. Los análisis generales, el estudio de los datos, lo dejo en manos de otros aficionados que lo hacen estupendamente, como es el caso del gran aficionado zaragozano José Manuel de la Cruz que publica unos extensos resúmenes, recogiendo hasta el mínimo detalle, sobre todo lo acontecido en el coso de la Misericordia de Zaragoza a lo largo del año, a estos resúmenes se puede acceder, y bajárselos en formato PDF, desde la página web de La Cabaña Brava.
Quiero centrarme en dos puntos muy concretos y, creo, positivos. En primer lugar, la actuación de la Plataforma de Aficionados de Zaragoza, organización que desde hace un par de años tiene abierta una vía de diálogo con autoridades y empresa con la finalidad de hacerles participes de la opinión de los aficionados que se agrupan en dicha Plataforma. En su documento “Valoración de la Feria del Pilar 2007”, recoge lo acordado en la reunión celebrada el pasado 23 de octubre en la Peña Taurina Torrero, hace un breve balance de lo sucedido en la Feria y anuncia sus primeras sugerencias de cara a la próxima temporada.
Considero que es un camino válido, no voy a entrar en si esta Feria ha sido mejor o peor que la pasada, además no he podido asistir a todas las corridas ni este, ni el pasado año. Al margen de los resultados, creo que lo importante ha sido la relación mantenida, el diálogo, el canal de comunicación abierto con quien regenta la plaza para poder exponer claramente nuestras reivindicaciones. El trabajo de cara a la próxima temporada ya ha comenzado, dar un paso más, aprendiendo de los errores y profundizando en los aciertos, hacia la consolidación de la plaza de Zaragoza como plaza de temporada, seria y de primera, es el objetivo. En mi opinión, si echamos la vista unos cuantos años atrás, la cosa ha mejorado, sigamos pues por este camino.
La otra cuestión a la que quiero dedicar mi atención es a la iniciativa propuesta por el Manifiesto de Aficionados. Unidad de los aficionados para reclamar integridad, autenticidad y justicia en la Fiesta de los Toros.
A comienzos del presente año se planteó, entre varias agrupaciones de aficionados, la posibilidad de elaborar un documento de mínimos que sirviera para hacernos tomar conciencia a los aficionados de la situación por la que atraviesa la Fiesta y trabajar conjuntamente en pro de su regeneración. Era un paso importante en un colectivo, los aficionados, caracterizado por la discrepancia y la disparidad de opiniones. Respetando estas características singulares, estábamos de acuerdo en señalar el problema del toro como el primero y más grave que tiene la Fiesta, pues toda la disparidad de criterios, todas las controversias, se estrellan contra el suelo cuando el toro se cae. Sin toro, como reza esa famosa chapa tan cargada de razón, nada tiene importancia. Sin toro, poco se puede discrepar. Sin toro, la Fiesta no tiene sentido.
Es una apuesta de largo alcance, el Manifiesto sólo es el principio, una idea, un objetivo. El trabajo ha de desarrollarse a pie de campo, en cada plaza que organice festejos taurinos, en cada comunidad y en cada uno de sus reglamentos. Tratar de dignificar la Fiesta de los Toros en cada pueblo o ciudad, utilizando en cada caso el camino más adecuado. El Manifiesto ni contiene reglas, ni formas de actuar, es tan solo una idea clara y concreta que anima a trabajar “por una Fiesta íntegra, auténtica y justa”. En cada sitio debe desarrollarse según las particularidades propias del lugar.
Desde el momento de su aparición pública muchos han sido los apoyos recibidos por esta iniciativa, pero son todavía pocos si consideramos la gravedad de los problemas que aquejan a nuestra Fiesta. Ya no son sólo los toros; son los toreros que no saben que hacer cuando no les sale su toro; son los picadores, que destrozan sin misericordia a los toros que todavía no salen inválidos de los chiqueros; son los banderilleros, más atentos a la trampa que ha realizar la lidia adecuada en cada situación; son los negociantes del taurineo que controlan a su antojo este planeta corrompido; son los políticos que, salvo contadísimas excepciones, en vez de cumplir con su obligación de vigilar el cumplimiento de pliegos y reglamentos, hacen la vista gorda, cuando no favorecen oscuros intereses.
Debemos seguir por ese camino, profundizar en los acuerdos y exponer nuestras ideas con la mayor fuerza posible. Asuntos tan graves y determinantes como la suerte de picar, o todo lo relacionado con la organización de los festejos, la autogestión o el control de la gestión, son temas de capital importancia que deberíamos empezar a plantearnos. Iniciativas, como la de la Plataforma de Aficionados de Zaragoza, de abrir una vía de diálogo con autoridades y empresarios también son dignas de tener en consideración. En estos tiempos de democracia y participación ciudadana debería ser un deber de los aficionados, y las autoridades animarlos a ello, el estar al tanto y poder opinar sobre lo que sucede con su Plaza y su Fiesta en los lugares en donde se toman las decisiones. Como esto no ocurre, como en vez de facilidades nos ponen cortapisas, es preciso llamar a la puerta una y otra vez, solicitar audiencia, pues la opinión de los aficionados, como ciudadanos y consumidores que somos, debe ser escuchada y tenida en cuenta, es un derecho, y la obligación de los políticos que rigen los asuntos taurinos en cada lugar, la de escucharnos.
Hasta aquí mi modesto balance. Pienso que ambas cosas, el Manifiesto y la Plataforma, han sido positivas y, por lo tanto, debemos seguir en esa senda, casi todo esta por hacer, pero lo importante es que hemos empezado a caminar y ya no podemos consentir quedarnos parados.