La que durante más de dos siglos ha sido la suerte fundamental de la tauromaquia; la que situaba en los carteles a los picadores al mismo nivel que los propios matadores; la que a lo largo de la historia ha servido para calibrar la bravura y el poder de los toros, para ahormarlos y corregir los problemas que pudieran presentar de cara al tercio final; la que orientaba a los ganaderos en la selección de su ganado; la que provocaba momentos de máxima belleza y emoción en aficionados y espectadores; sobra. Es una suerte sentenciada, condenada a la desaparición.
“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala
viernes, 29 de febrero de 2008
La suerte de varas en la crítica taurina actual
La que durante más de dos siglos ha sido la suerte fundamental de la tauromaquia; la que situaba en los carteles a los picadores al mismo nivel que los propios matadores; la que a lo largo de la historia ha servido para calibrar la bravura y el poder de los toros, para ahormarlos y corregir los problemas que pudieran presentar de cara al tercio final; la que orientaba a los ganaderos en la selección de su ganado; la que provocaba momentos de máxima belleza y emoción en aficionados y espectadores; sobra. Es una suerte sentenciada, condenada a la desaparición.
domingo, 24 de febrero de 2008
El toro clonado
Eso es lo que podemos deducir de las noticias aparecidas recientemente en la prensa, algunos ganaderos se han quitado la venda de los ojos, han roto con la tradición y se han decidido por un paso de gigante hacia el futuro. Apoyándose en los avances de la ciencia quieren proseguir en esa búsqueda en la que llevan empeñados más de dos siglos, ese toro colaborador que minimice los riesgos y ayude a los toreros a desempeñar su trabajo con la mayor garantía posible y, así, puedan mostrarnos su arte con la máxima regularidad cada tarde en la que actúen.
El sistema de selección que se ha venido practicando hasta el momento ha quedado obsoleto y es preciso modernizarse y, puesto que los avances de la ciencia lo posibilitan, es posible hacer un trabajo de selección en el laboratorio, en vez de en el campo o en la plaza de tientas que, además de resultar más barato, ofrecerá muchas más garantía y fiabilidad que los métodos tradicionales. Todo serán ventajas, con la clonación el toro dejara de ser un problema, las corridas estarán absolutamente igualadas, con hechuras perfectas y comportamientos similares, se podrán eliminar los sorteos, porque todos los toros serán iguales y los toreros tendrán todos el mismo material, estaran en igualdad de condiciones, para desarrollar su obra, cosa que redundará en beneficio del espectáculo y del espectador y, además, se pondrá fin a ese axioma popular que tantas veces hemos escuchado en los tendidos y que sostiene que “cuando hay toreros no hay toros”, con el toro clonado se acabará la incertidumbre y ganaremos en seguridad y regularidad.
Pero la ciencia no se detiene y, en este y en otros campos, avanza a pasos agigantados, es preciso seguir por esta senda, profundizar en la aplicación de los adelantos científicos en la cría del toro bravo y, utilizando los modernos métodos de la cirugía para incluir microchips en los organismos vivos que regulan determinadas actividades del cerebro, tratar de conseguir el modelo de toro definitivo, el que asegure, al cien por cien, un comportamiento de las reses acorde con las necesidades del momento y de los diestros actuantes, sería, sin duda alguna, el mayor avance de la historia de la tauromaquia... el toro programado.
¡Sería la repanocha! No me pueden negar que no significaría un avance definitivo y trascendental, el toro dejaría de ser el animal irracional que es, variable en su comportamiento a lo largo de la lidia y capaz, merced a esa irracionalidad, de desbaratar el programa que los diestros puedan llevar preparados para su actuación, y pasaría a convertirse en el colaborador necesario para levantar la obra de arte del toreo tarde tras tarde. Se podrían programar los toros para que respondieran, mediante distintos estímulos, a los estilos y personalidad de cada torero, adecuarlos a lo que su repertorio de faenas demande, de esa forma podríamos contemplar en una misma tarde varios modelos de toros que responderían a las diferentes faenas previamente programadas por los intérpretes de este arte. La variedad en el comportamiento de los toros se garantizaría y enriquecería la tauromaquia del futuro, podría haber tantos programas informáticos para los toros como los que demandaran los diferentes diestros que, de esa forma, podrían abrir los horizontes hacia nuevas suertes y faenas. Piénsenlo señores ganaderos, sean valientes y no cierren los ojos al futuro, con la ciencia al servicio de la tauromaquia todo serán ventajas.
Antes de poner el punto y final a estas reflexiones quiero agradecer la oportunidad que me han brindado don Pepe y don José cediéndome un espacio en este su Blog para que pueda exponer mis ideas, atrevidas ideas, sin duda, sin cortapisas y con absoluta libertad, ante la docta afición que se da cita en la lectura del mismo, y también agradecer su ofrecimiento y disposición para que en el futuro pueda disponer de una sección propia en esta página, invitación que no dejaré de aprovechar, pues nuevas ideas se abren paso por mi mente y en este espacio pueden ir desarrollándose, por ejemplo, la posibilidad de atajar las críticas de los antitaurinos que se oponen a esta fiesta por el derramamiento de sangre que conlleva la muerte del animal mediante un dispositivo colocado en el morrillo del toro, un botón, que al tocarlo con la mano, o con un simulacro de espada, se active y desencadene la muerte instantánea del bóvido sin derramamiento de sangre, pero esa es otra historia y, amparado en la generosidad de don Pepe y don José al poner a mi servicio una parte de este Blog, en otro momento lo podremos desarrollar con más amplitud y detenimiento.
Científico jubilado y Futurólogo taurino.
miércoles, 20 de febrero de 2008
El primer ciclo en "La Misericordia"
- Hola don José.
- Supongo que ya se habrá enterado usted de los carteles del primer ciclo de “
- Por supuesto don José, claro que estoy al tanto.
- Yo estoy ilusionado, sobre todo por el cartel de los artistas, Aparicio y Morante juntos… Que gran tarde se presenta ese día, ya lo verá usted, si les sale su toro…
- Ya empezamos con “su toro”… ¿Qué es eso de “su toro”? ¿Esos torillos solícitos y obedientes, disminuidos e inválidos que más que imponer respeto dan lástima? ¿A eso le llama usted “su toro”?
- Pero don Pepe, ya sabe usted que los toreros artistas necesitan, para que brote su inspiración, ese toro noble y colaborador que les de confianza y les facilite las cosas.
- ¿Y para qué se inventó la ciencia del toreo, don José?... Se lo voy a decir en pocas palabras y hasta poéticamente: para convertir en brisa el huracán de la embestida del toro. Esa es su mayor grandeza, cuando el torero consigue vencer las dificultades que le presenta el toro, cuando lo entiende, cuando lo domina y consigue llevarlo por donde no quiere ir. Si, además, consigue hacerlo artísticamente, miel sobre hojuelas, es entonces cuando este espectáculo se convierte en grandioso, inolvidable, sublime y majestuoso.
- Da gusto oírle hablar así, don Pepe, pero tengo que insistirle que con esos toros que a usted le gustan, como los morlacos que han anunciado para
- ¿Cómo qué conceptos anticuados?... Son las reglas eternas de la ciencia de lidiar toros, don José, si se vulneran se pierde la esencia de esta fiesta, y con ella su grandeza. Pero para que puedan ser llevadas a la práctica se necesitan toros íntegros, con poder y edad. Aunque a usted le parezcan de otra época, son toros de ahora, y eso precisamente es lo que se anuncia, en principio, en la mentada Corrida Concurso. En esa corrida querría ver anunciados a sus "toreros artistas" para poder ver la dimensión de su toreo.
- Pero eso sería un fracaso anunciado… no están acostumbrados, son toros a contra estilo, además no tienen la necesidad y se pueden permitir el lujo de exigir…
- … Monas con plátanos por cuernos.
- No se pase, don Pepe… que todos los toros tienen su peligro y, además, ¿cuando se ha visto en la historia del toreo a ese tipo de toreros enfrentarse con alimañas?
- Lo de "alimañas" vamos a dejarlo a un lado, don José, porque igual que usted dice que todos lo toros tienen su peligro, y aunque unos tengan mucho menos que otros, se lo acepto, también le digo que todos los toros tienen su lidia, y el deber de un torero, que se precie de llamarse así, es saber resolver los problemas que presenta cada toro, poderle y sacarle el máximo partido. Y en cuanto a los "toreros artistas", como usted los llama, serán los de esta época que nos ha tocado vivir, porque, a lo largo de la historia del toreo, muchos han sido los que se han anunciado con todo tipo de ganaderías. Así… a bote pronto, me viene a la memoria Pepe Luís, torero artista donde los haya, que solía apuntarse a la de Miura en casi todas las ferias y ni exigía ni renegaba de ninguna ganadería.
- Pero estamos en el siglo XXI, don Pepe, la vida ha cambiado mucho y esa clase, esa casta de toreros se han perdido para siempre. De los de ahora, de los carteles que nos han anunciado para este primer ciclo, yo me quedo con los artista, con los de pellizco, porque puede surgir el gesto, el detalle y la gracia… aunque para disfrutar de ellos tenga que salir ese toro fácil que, a cambio de emoción, nos traiga colaboración.
- Con poco se conforma usted, don José... Pues yo tengo la esperanza, porque la esperanza es lo último que se pierde, de que entre los toros que se anuncian para
- Difícil se lo pone usted, don Pepe.
- Ya se que es difícil mi apuesta, don José, pero al menos en ella se pueden dar las condiciones para que brote lo inolvidable, lo majestuoso, lo sublime que encierra en su arca el arte del toreo.
jueves, 14 de febrero de 2008
Donde está el toro, está la corrida
el toreo es función del toro."
Con este párrafo comienza el capítulo 1, "de cómo se deben ver las corridas de toros", del libro "Cuando suena el clarín", escrito por don Gregorio Corrochano, en 1961, en respuesta completa y adecuada, técnica y literaria al libro de Ernest Hemigway, "El verano sangriento", en el que el escritor norteamericano relata la ¿competencia? entre Antonio Ordónez y Luis Miguel Dominguín en aquel verano del cincuenta y nueve.
Ahora, cuando ya ha comenzado la temporada española y estamos cerca del comienzo de las primeras grandes ferias del año, traigo este párrafo a escena porque en el se encierra, ni más ni menos, la teoría completa de la lidia, y lo traigo, como dice la canción:
"para que no te olvides, ni siquiera un momento..."
lunes, 11 de febrero de 2008
Pepín Martín Vázquez y "Currito de la Cruz"
Es la tercera versión, la dirigida en 1948 por Luís de Lucía, en la que quiero fijar la atención con más detenimiento, pero antes de ello es preciso decir que aún se grabó una cuarta versión posteriormente, en 1965, dirigida por Rafael Gil y protagonizada por Manuel Cano El Pireo, torero que despertó cierto interés en su etapa de novillero y que, tras tomar la alternativa en 1964, trató de apuntalar su carrera taurina con el cine, como muchos otros en aquella época, utilizando el personaje de Currito para su promoción.
La característica principal de la tercera versión de Currito de la Cruz, a diferencia de las restantes, es que director y guionista, el escritor taurino Antonio Abad Ojuel, se propusieron recortar la parte del melodrama folletinesco y potenciar la parte documental, en la que se recogían algunos de los trabajos que se llevan a cabo con los toros; tanto en el campo, a tienta en plaza o en campo abierto, o las labores de embarque de una corrida; como en la plaza, desencajamiento, sorteo o enchiqueramiento, además, estas imágenes documentales se subrayan con comentarios y explicaciones acertados y oportunos.
Pero el nexo más firme entre Currito de la Cruz y Pepín Martín Vázquez, el que los mantiene ligados a lo largo del tiempo -y se cumplen este año sesenta de su rodaje- fue algo más que el éxito de la película tras su estreno, fue algo que no se podía prever entonces. Se da el caso que de este diestro sevillano, por las razones que sea, no existen imágenes grabadas de su labor en el ruedo -o se conservan muy pocas y las desconozco- salvo las que se recogen en esta película y, por lo tanto, este es el único testimonio -o de los pocos- que se han conservado para poder hacernos una idea de su forma de torear. De esta forma trasciende su valor como película, incluso en su parte documental, y adquiere la categoría de documento.
José Martín Vázquez Bazán, nació en Sevilla el 6 de agosto de 1927. Torero de dinastía, ya que tanto su padre, Francisco, como sus hermanos Manuel y Rafael, fueron matadores de toros. Inspirado en la escuela sevillana, de la que fue uno de sus máximos exponentes, desde muy pronto centró la atención de los
aficionados. Se presentó en Madrid, como novillero, el 1 de abril de 1944, para estoquear ganado del vizconde de Garci-Grande, en unión de Paco Lara y Manuel Torres Bombita. Tras una campaña exitosa, toma la alternativa ese mismo año, el 3 de septiembre, en Barcelona. Cartel de lujo para la ocasión, Domingo Ortega, que ejerció de padrino, le cede la muerte del primer toro, Partidario, de la ganadería de don Alipio Pérez-Tabernero, les acompañanban Pepe Luís Vázquez y Carlos Arruza. Su triunfo en la Maestranza sevillana, durante la feria de abril del año siguiente, le catapultó para confirmar la alternativa ese mismo mes, el 29 de mayo, apadrinado por Pepe Bienvenida y en presencia de Morenito de Talavera, esta con toros de doña Maria Montalvo.
El cartel de Pepín Martín Vázquez se mantuvo en todo lo alto hasta su primera cornada grave, la que le infirió un toro de Concha y Sierra en Valdepeñas, Ciudad Real, el 8 de agosto de 1947, que le apartó de los ruedos durante casi un año, hasta el 12 de mayo de 1948. Este percance influyó decisivamente en su carrera taurina y a partir de entonces; otra cornada grave en Madrid el año de su reaparición; una más, en 1949, en Peñaranda de Bracamonte, Salamanca; otra herida grave en Lima, el 17 de diciembre, en el invierno de 1950, le van minando el ánimo y alejando de los redondeles. En 1951 permaneció inactivo, al año siguiente ajusto doce corridas y, por fin, se despidió del toreo el 22 de febrero de 1953 en Caracas, Venezuela, lidiando toros de Guayabita junto a Emilio Ortuño Jumillano y César Girón.
Pepín Martín Vázquez, como he dicho anteriormente, fue considerado uno de los más genuinos y claros exponentes de la escuela sevillana, en la línea de Pepe Luís, Chicuelo y Belmonte. Los que lo vieron cuentan y no paran, aunque se lamentan de la cortedad de una carrera acosada por las cornadas, para los que no pudimos verlo, solo nos queda el consuelo de poder visionar estas imágenes -de las pocas, si no las únicas que existen- de Pepín Martín Vázquez en su intervención en la película Currito de la Cruz, una de las más serias que se han producido de temática taurina, aunque de eso hablaremos en otra ocasión. De momento enlazamos el vídeo que presenta "La Cabaña Brava" en su página de YouTube y que extracta las secuencias de la película que recogen su toreo.
miércoles, 6 de febrero de 2008
¿Quién es ese chalao que está toreando?
Ese “chalao” que estaba toreando era Nicanor Villalta que, recién llegado de Cuba, acudía a entrenarse a mis dependencias en aquella mañanas veraniegas, con vistas a prepararse para su compromiso en la próxima novillada económica en la que compartía cartel con los “Charlot’s”, ese trío de toreo cómico-bufo compuesto por Llapisera, Charlot y el Botones, que hacían reír a la gente con sus payasadas delante de los novillos.
Era un buen tipo Nicanor, se le notaba a primera vista. En seguida se integró en el grupo de los que venían a practicar, Morenito de Zaragoza, Braulio Lausín, Manolo Navarro, Saulo Ballesteros, Robertito y algún que otro banderillero con los que mantuvo una gran amistad. Pero con el que trabó lazos más estrechos fue con don José Gracia -un apellido ligado por muchos años a mi historia y del que tiempo habrá para hablar-, conserje de la plaza, y con su señora doña Rosario, y no digamos con sus hijos, que le hacían de toro en sus entrenamientos y alegraban la monotonía de mis mañanas.
Pero centrémonos, no perdamos el hilo, estábamos en su presentación como novillero en Zaragoza, que tuvo lugar, como ya he dicho anteriormente, en una de aquellas novilladas económicas que se programaron durante el verano del diecinueve. Pero, antes de ese día, aún ocurrió otra anécdota digna de reseñar y que sería decisiva para su nombre, pues en los carteles, por un error de imprenta, su apellido, que en realidad era “Vilalta”, se había transformado en “Villalta”, y así se quedó para siempre.
El día de la novillada Nicanor se presentó en el espacio de reunión de las cuadrillas, allí ya estaban Llapisera, vestido de frac y chistera, Charlot, con traje negro y un sombrero de hongo y el Botones, con pantalón corriente y chaquetilla blanca. Su llegada fue recibida con malévolas sonrisillas y comentarios en voz baja. La verdad es que tenía una pinta algo estrafalaria, la taleguilla y la casaquilla le quedaban cortas, y eso, sumado a físico -alto de estura, desgarbado y con un cuello demasiado largo-, que no era el más apropiado para la imagen que se tenía entonces de un torero, inducía a la risa. Lo mismo ocurrió durante el paseíllo, la gente no paraba de reír, más tarde le oí comentar a Villalta como vivió esta situación, decía: “Creí que reían al ver un perrito, que acompañaba a los Charlot’s, tirando de un carro y por lo exagerado y grotesco de sus andares. Queriendo y no queriendo miré hacia los tendidos y comprobé que a quien miraban era a mí y yo era la causa de su risa. Sentí un peso que me hacía andar con torpeza de la vergüenza que me daba”.
Después que los toreros bufos acabaran con sus cuatro novillos, le tocó el turno a Nicanor. Hacía mucho aire, como ocurre con asiduidad en esta ciudad, y toreó su primer novillo con el capote recogido, el público ni chilló ni aplaudió, con la muleta lo toreo de mala manera, con la espada le dio dos estocadas, una delantera y otra trasera. El respetable guardó silencio. En el segundo las cosas fueron un poco mejor, incluso sonaron algunas palmas de entre los espectadores al salir el novillo rodado de una estocada.
Así comenzó este torero, de forma tan atribulada, su historia, aunque mejor podríamos situar este festejo en la prehistoria, en mis dependencias, una historia que con el tiempo llegaría a ser gloriosa. En aquel momento Villalta contaba con veintidós años. Había nacido en Cretas, un pueblo del Bajo Aragón, provincia de Teruel, en 1987. Un año después, al regreso de otro viaje a Cuba en donde pasó el invierno recomponiendo, en la zafra, la maltrecha economía que le había dejado su anterior viaje para torear en España, volvió a ser anunciado en Zaragoza, esta vez en una novillada seria, importante, con ganado de Andrés Sánchez, de Coquilla, y con Saulo Ballesteros y Braulio Lausín de compañeros de cartel.
Ese día fue el 16 de mayo, fecha que pasaría a formar parte de la historia de la Tauromaquia porque se produjo la muerte de Joselito en Talavera. Triunfó, a pesar de que los toros de su lote, los dos, fueron devueltos a los corrales, pero en el primer sobrero, un morucho grandote, estuvo muy bien, y en el segundo, un señor toro que produjo una gran aclamación entre el público por su gran presencia, Villalta estuvo hecho un tío, no se amilanó y estuvo bien con el capote y bien en banderillas, y con la muleta, dada su particular forma de torear, se armó un gran alboroto, entre aplausos y aclamaciones, en los tendidos. Una estocada en todo lo alto hizo que el toro, el bravo y buen toro que había sido, saliera rodado sin puntilla. Oreja y salida a hombros. Más de veinte años duro esta relación profesional, hasta bien entrados los años cuarenta, cuando se despidió de los toros en este coso que les habla. Pero esa es otra historia y, no les quepa duda, encontrará su momento, la ocasión, para ser contada.
lunes, 4 de febrero de 2008
¡¡¡Injusticia!!!
Por eso siento indignación cuando al publicarse los carteles de las primeras ferias importantes de la temporada -Castellón, Valencia y Sevilla- veo que Rafaelillo, un TORERO -así, con mayúsculas- que en la pasada temporada se ganó el puesto por su trabajo en el ruedo, no figura en ninguna corrida, ni aún en las duras de pelar. ¿De qué le ha valido el esfuerzo realizado, en Madrid y en las demás plazas en las que ha toreado este TORERO -así, con mayúsculas- si lo que se ha ganado, a sangre y fuego, en los ruedos se lo roban en los despachos? ¿De qué su demostrada honradez y capacidad profesional? ¿De qué su entrega y el valor derrochado en las escasas tardes en las que fue anunciado tras su paso por Las Ventas?
Es, sin duda, una injusticia. Pero es algo más que un acto de injusticia aislado; es una práctica que se viene realizando desde hace años ante la pasividad de los espectadores y la impotencia de los aficionados; y es algo mucho más grave que una injusticia, pues socava uno de los pilares fundamentales de esta Fiesta, porque, no debemos olvidarlo,
Por eso me indigna esta injusticia cometida contra Rafaelillo, y en su nombre incluyo el de todos los toreros que sufren de lo mismo. Ya se que mis palabras se quedaran tan solo en eso, palabras, y que poca influencia van a tener en nada ni en nadie. Ya se que son como un grito en el desierto que ni se escuchará en los despachos de los negociantes taurinos, ni en los de los políticos que les consienten -y hasta les subvencionan- sus tejemanejes. Pero no puedo quedarme callado, no puedo dejar de decirlo... Que, al menos, queden reflejadas en este espacio virtual y que se pierdan o se expandan por
Yo (que en una de las primeras entradas de este Blog dejé escrito, el día después de presenciar su actuación en Madrid, un artículo bajo el titular de “Emoción” en el que trataba de recoger alguna de de las sensaciones que me produjo la visión de su trabajo) opino, que el trato recibido por Rafaelillo, un TORERO -así, con mayúsculas- como la copa de un pino, en los carteles de las primeras ferias importantes de la temporada -Castellón, Valencia y Sevilla- es, para él y para muchos otros toreros del escalafón que reciben el mismo trato,
una gran INJUSTICIA -así, con mayúsculas- .