Cuando hace un año comenzó su andadura el
“Manifiesto de los Aficionados”, una idea estaba presente en todos los que apoyábamos esta iniciativa, conseguir movilizar y agrupar a los diferentes grupos de aficionados, desperdigados por la geografía taurina, que todavía seguían en el empeño de reivindicar una Fiesta digna, en torno a un ideario básico para la defensa de la integridad, autenticidad y justicia en la
"Fiesta de los Toros".
No se trataba, en mi opinión, de crear una macro-organización de agrupaciones de aficionados ni nada por el estilo, hubiera sido demasiado complicado y poco efectivo, la idea era muchos más sencilla. Para defender reivindicaciones tan básicas como las propuestas tan solo hace falta el compromiso personal de hacerlo y, a partir de ese momento, defender ese ideario en el entorno de aficionados que cada uno frecuenta, concretarlo sobre el terreno, luchar por pequeños avances, hacer apología de lo bueno que ocurra, ser críticos ante las injusticias y el fraude y, para que todo ello tenga la máxima repercusión, unirse con otros grupos de aficionados con las mismas inquietudes, extender, como una mancha de aceite, el área de influencia de nuestras opiniones, ganar espacio en la plaza y fuera de ella. En definitiva, trabajar en cada sitio para que el espíritu del Manifiesto este presente y genere a su alrededor un apoyo cada vez mayor entre los aficionados.
Pero antes de seguir adelante es preciso calibrar cual es nuestra posición dentro del entramado actual de la fiesta de los toros. Es una realidad palpable que en estos momentos la afición esta atomizada, dispersa, diluida entre una masa aplastante de espectadores que son mayoría absoluta en los tendidos, sobre todo en los periodos feriales y, como el público sigue siendo soberano en la plaza, y los aficionados somos parte de ese público, tenemos la fiesta que tenemos, la que demanda la mayoría. También está muy claro de que lado están los medios de comunicación y nada, o muy poco, podemos esperar por su parte que tenga que ver con la regeneración de la fiesta, es más, son instrumentos de propaganda que utilizan los taurinos para defender sus intereses, al fin y al cabo no dejan de ser un negocio y lo que cuenta es el balance de resultados al final del ejercicio. Entre negociantes es fácil entenderse y, por eso mismo, no deja de ser curiosa la actual lista de ganaderos, muchos provienen del llamado “mundo de los negocios”, empresarios triunfadores en otros campos que han ido comprando ganaderías y han suplantando la figura clásica del ganadero de toros bravos, de su mano han llegado criterios muy distintos para la cría y venta del ganado. Como podemos fácilmente deducir, este cambio en las filas de los ganaderos tampoco va en la dirección que sería de desear para la recuperación de los diferentes encastes de la cabaña brava, ni la integridad del toro, ni el compromiso por una Fiesta auténtica. Aunque lo más preocupante de la situación actual es la actitud de los políticos que, en distintos grados, se ocupan de la Fiesta y en cuyas manos está la gestión y el control de la mayoría de las plazas de toros. Si esa actitud estuviera del lado de los postulados eternos, que no son otros que toros íntegros y toreros valientes, podríamos entrever una luz al final del camino y, como por lógica debería de ocurrir, estar aliados en ese viaje; pero, por desgracia, la mayoría de las actuaciones que siguen nuestros representantes públicos van en la dirección contraria, en vez de defender una Fiesta que forma parte de nuestra cultura y que, para asegurar su futuro, debería recobrar la pureza que la ha mantenido vigente durante siglos, se disfrazan de vulgares negociantes y subastan las plazas al mejor postor, con la nariz tapada, los ojos vendados, la mano tendida y sin importarles para nada las consecuencias de sus decisiones.
Ante esta situación ¿Qué podemos hacer un puñado de aficionados comprometidos con una idea de la
"Fiesta de los Toros" que irremediablemente se está perdiendo? Poca cosa. Ojala tuviéramos la fuerza que, según cuentan las crónicas, tuvieron los aficionados en otras épocas, pero esto, hoy en día, no es así. Pero tampoco podemos quedarnos callados, resignados ante la catástrofe, de brazos cruzados o, simplemente, abandonar, como han hecho tantos y tantos aficionados que se fueron aburridos de la Fiesta. Los que todavía seguimos ilusionándonos, esperando, buscando y creyendo en la regeneración de la Fiesta de los Toros, por pocos que seamos, debemos alzar la voz, que se oigan nuestras razones, aún nos queda el arma de la palabra y esa no nos la pueden quitar.
Si hace poco más de un año, a la convocatoria de cuatro agrupaciones al
“I Encuentro de Aficionados”, que tuvo lugar en Madrid, acudieron una veintena que se comprometieron con el ideario del
“Manifiesto de los Aficionados por una Fiesta íntegra, auténtica y justa”, a lo largo del año trascurrido se han ido sumando numerosos apoyos, se han triplicado, y nuestras reivindicaciones están en boca de un mayor número de aficionados. Aunque sea pequeño, es un avance, es un paso más y por ese camino debemos proseguir. Para los más impacientes quizás sea poca cosa, pero si partimos de la situación de atomización en la que se encuentra la afición, cada vez más menguada, con menos peso en la plaza y, en muchos casos, dividida por pequeñas diferencias de concepto que poco tienen que ver con el fondo de la cuestión, conseguir que más de medio centenar de colectivos de aficionados se pongan de acuerdo en algo es un paso que merece la pena ser tenido en cuenta.
Hoy en día las reivindicaciones:
"Nada tiene importancia si no hay toro. No al fraude" y
“Por una Fiesta íntegra, auténtica y justa”, que resumen el ideario del Manifiesto, están presentes en muchas publicaciones impresas, Web’s y Blog’s de aficionados comprometidos con estas ideas y, en base a ellas, se articulan muchas de las informaciones y opiniones que se publican en nuestros modestos medios alternativos. En el
“II Encuentro de Aficionados”, que tuvo lugar en Zaragoza durante el pasado mes de abril, se aprobó un
“Decálogo de la Suerte de Varas”, como desarrollo y anexo del Manifiesto, que recoge nuestras ideas y propuestas para la regeneración de este tercio fundamental en el desarrollo de la lidia. De momento no podemos aspirar a mucho más, nuestros objetivos deben de ser, en la plaza y fuera de ella, generar debate, ofrecer información propia y aportar opiniones en base a nuestro ideario. Necesitamos ensanchar la base de los apoyos entre los aficionados, crear una corriente de opinión que cada día sea más fuerte, generar un movimiento que, desde los distintos puntos de la geografía del toro, y con las particularidades propias de cada uno, converjan en un mismo objetivo.
Para generar esa corriente de opinión, ese movimiento de los aficionados, es preciso hacer un trabajo, seguir un proceso. Es fundamental la labor de informar y opinar libremente, dar a conocer y defender nuestras razones y, para eso, contamos con las posibilidades que nos ofrecen los adelantos tecnológicos que, tanto en las publicaciones impresas, como en las digitales, nos han facilitado en gran medida este trabajo. Quiero centrarme, ante todo, en Internet, cada día más presente como medio de comunicación. Es un arma que ya utilizamos pero que debemos de reforzar todavía más. Estando presentes, como estamos, en muchos de los festejos que se dan a lo largo de la temporada, no podemos renunciar a ofrecer nuestra propia información y opinión sobre lo que vemos. Ya se hace, pero necesitamos más. Las fotografías, que desde hace tiempo cumplen una función destacada en la información digital, siguen siendo útiles, necesarias y nunca serán bastantes. Pero hay un elemento, el vídeo que -con la aparición de YouTube y similares, más las prestaciones de las nuevas grabadoras, la facilidad para la edición de las películas y el ADSL- ha cobrado gran protagonismo y se ha convertido en un instrumento de comunicación indispensable, en un arma de gran valor que debemos de potenciar. La utilización de todos estos recursos nos permiten mantener un frente de información y opinión alternativa en la Red, casi de tú a tú, con los medios oficiales, cosa que no es posible mantener con los medios impresos.
Es preciso utilizar todos los recursos, todos los medios de los que disponemos, buscar otros, imaginar nuevos cauces para remar a favor de nuestro ideario, para ensanchar nuestra zona de influencia. En cada sitio, con las particularidades propias del mismo, debemos trabajar por una misma idea de fondo, la integridad de la Fiesta, todos lo pasos que demos en esa dirección serán buenos, pero no creo que sea apropiado hacer una relación de actividades, slogan's o medidas de obligado cumplimiento, por todos y cada uno, en todos los lugares, es preferible intentar orientar el curso que la Fiesta sigue en cada plaza hacia nuestros postulados y ajustar las reivindicaciones a cada caso concreto. El trabajo particular de cada colectivo de aficionados en su zona de influencia, tanto en la plaza como fuera de ella; el agrandamiento de su base de apoyos; las conquistas, por pequeñas que sean, que se puedan lograr en cada sitio; la utilización de los resquicios que nos dejen abiertos; en definitiva, todo lo que hagamos por la regeneración de la
"Fiesta de los Toros" será lo que dará fuerza a nuestras palabras, lo que consolidara nuestra postura, lo que irá generando esa corriente de opinión, ese movimiento de los aficionados
"por una Fiesta íntegra, auténtica y justa".