“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

sábado, 10 de julio de 2010

EL TORO BUENO FUE EL DE LA MERIENDA

A la hora de la merienda irrumpió en el ruedo pamplonés todo un “pavo”, que es como se denomina en el argot taurino al toro con trapío. “Tramposo”, con 675 kilos de peso armónicamente repartidos dentro de una gran anatomía. Un toro grande -pero no gordo- que no dejó de moverse desde el momento en que apareció por la puerta de chiqueros, con los consiguientes problemas que acarrea a los toreros modernos la movilidad. Pero era el toro de la merienda y, concentrados en la ingestión de las ricas viandas de la tierra, ni los del sol, ni los de la sombra, prestaban atención a lo que sucedía en el redondel.

“Tramposo”, lidiado en 4º lugar, el toro de la merienda, fue el que destacó de entre sus hermanos de la ganadería de Fuente Ymbro que lidió en Pamplona, en el día de ayer, una corrida acorde con el nombre de esta que se denomina “Feria del Toro”. Toros grandes -que no gordos- con trapío y poder para mover su esqueleto durante todos los tercios de la lidia. Toros que, además, tenían nobleza para ser toreados según los cánones del toreo moderno, cosa que hicieron Ferrera y Pinar y por ello obtuvieron la recompensa de la tan ansiada “orejita”, o para triunfar rotundamente con ellos si alguno de los toreros acartelados hubiera echado mano -si es que saben- del repertorio del toreo clásico que, como queda demostrado cada vez que se utiliza -acuérdense de Esplá en Madrid hace un año con otro torazo de muchos kilos, “Beato”; o los detalles de Morante allá donde se siente inspirado- es el que arrebata, el que levanta a la gente de sus asientos y el que te quita, en caso de estar merendando, el bocado de la boca.

Los taurinos y sus cronistas también debían de estar merendando en ese momento y no se quisieron enterar de una evidencia que se estaba manifestando en el ruedo en esos precisos momentos, que un toro con tantos kilos de peso -tantos como 675- se moviera de la forma que lo hacía éste. Se estaba haciendo añicos otro de los tópicos habituales de esta especie humana de negociantes del toro. El toro grande - no gordo- si esta musculado, bien alimentado y sano, se mueve, como lo hicieron los toros de Fuente Ymbro en “La Misericordia” de Pamplona en el día de ayer. La tradicional merienda también tapó esta clara evidencia. El toro, “Tramposo”, fue aplaudido tímidamente en el arrastre. Al torero, Ferrera, le pidieron la oreja los que ya habían terminado de merendar. Y la fiesta siguió su curso… Poco cosa para tan buen toro que, además de encontrarse con un torero que bastante hizo con no verse desbordado, tuvo la desgracia de saltar al ruedo pamplonés en el momento de la merienda.

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