“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

jueves, 2 de septiembre de 2010

CORRIDA SUSPENDIDA POR FALTA DE CLIENTES

La noticia de la suspensión de la corrida de toros que debería de haberse lidiado en Calahorra el pasado 31 de agosto, día grande de sus fiestas patronales, ha pasado prácticamente desapercibida en los medios de comunicación taurinos. Tan solo en la comarca ha tenido cierta repercusión y los medios de La Rioja se han ocupado de ella. El empresario, Fermín Vioque, dio una rueda de prensa en donde adujo, como razón primordial para la suspensión, la ruina económica que iba a suponer la celebración del festejo por las pocas entradas vendidas. Al no verse apoyado por el Ayuntamiento para hacerse cargo del roto que iba a producirse en la taquilla, tiró por la calle del medio y suspendió la corrida. Como dijo en su comparecencia ante los medios de comunicación: «...cierra su negocio como se cierran cafeterías porque no entran clientes. En este caso, la gente no ha querido ir a los toros».

No quiero entrar en las consecuencias de esta decisión ni en sus derivaciones legales o penales ni, ante la gravedad del problema que pone a la luz esta suspensión, me importa mucho lo que pase. Si la empresa “Taurosur” y su representante, Fermín Vioque, han incumplido el pliego o han cometido delito, que paguen por ello, y la justicia, se supone, hará su trabajo. Pero lo realmente importante de esta noticia, y lo grave, son las razones aducidas para cerrar el garito: “…porque no entran clientes”. Es la primera vez que se dicen las cosas tan claramente, no hay toros porque no va la gente. Es la cruda realidad de lo que esta pasando en todas las plazas, la gente esta dejando de ir a los toros tanto en plazas de primera como en las de capitales de provincia y en las de pueblo. Este año ha bajado considerablemente el numero de asistentes en todas las plazas de toros.

Los taurinos, que son los que realmente viven de esto, perspicaces y pícaros como son para imponer sus marrullerías, deberían plantearse seriamente este problema que es mucho más grave que todos los demás que puedan aquejar a la Fiesta porque afecta directamente a su fuente de ingresos, que provienen del dinero que dejan en taquilla el público que asiste a los festejos. Sería preciso preguntarse porque ocurre esto, si es a causa de una tendencia social que esta desplazando la Fiesta de los Toros hacia una esfera minoritaria o, por el contrario, si ha sido tanto el descafeinamiento a que ha sido sometida por los propios taurinos que la han convertido en una pantomima previsible y aburrida que esta dejando de interesar a los públicos. Ese es el quid de la cuestión y ahí está el nudo del debate. Combatir la realidad de los tendidos semivacíos con el triunfalismo de los propagandistas del taurinismo actual, como va quedando claro conforme pasan las ferias, no sirve. Llevan años haciéndolo y las plazas siguen vaciándose. Sería preciso plantearse el problema seriamente. No se trata de si toros en Cultura o en Interior. Los taurinos llevan años mangoneando en la Fiesta sin oposición de nadie y vamos de mal en peor. Tampoco se trata de eso.

Lo único que falta, el único camino que queda para comprobar que la Fiesta de los Toros tiene aún vigencia y que todavía no ha sido arrinconada por el cambio de los gustos y las modas de la sociedad actual, es devolverle su verdad, su autenticidad, su grandeza, que no es otra que la del toro en su total integridad y fiereza como componente fundamental de este rito. Hay indicios que señalan este camino porque, cuando la gente espera encontrarse con la emoción y el riesgo, o con la belleza y el arte, las plazas se llenan. Aunque escasos, hay ejemplos recientes. Ya sea en feria, o en cualquier otra fecha del calendario, los aficionados se tragan los kilómetros que hagan falta para estar en la cita, los lugareños se pelean por una entrada, los reventas hacen su agosto… ¿No se les habrá ocurrido a los taurinos, tan perspicaces para otras cosas, plantearse esta ecuación? Los toros no tienen ningún sentido, y dejan de ser un negocio, si no va nadie a las corridas. ¿Serán tan torpes los que controlan este negocio que amenaza ruina si sigue por estos derroteros de llegar hasta la bancarrota? En sus manos está.

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