“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

martes, 2 de noviembre de 2010

MIKAELA CANTA: ¡EH! TORO, REY DE LA FIESTA ESPAÑOLA

Este pasodoble es un canto al auténtico protagonista de la Fiesta que lleva su nombre: El toro. Es la historia de una ganadera que ve crecer sus toros en el campo y que, con pena, asiste a su muerte en la plaza. El tema está firmado por C. Murillo y A. Segovia. Mikaela lo interpreta en los momentos álgidos de su carrera, en los primeros años sesenta, cuando tenía gran cartel en México, donde por esa época grabó numerosas películas y era una reconocida interprete de la canción española. Está incluido en un disco de larga duración, grabado en los Estados Unidos, con el acompañamiento de la prestigiosa “Orquesta Montilla”, dirigida por Manuel García Matos. En dicho LP, además de este, se incluyen otros temas de contenido taurino, lo que demuestra la afición de Mikaela por la Fiesta de los Toros, interés que se irá incrementado a lo largo de su carrera, sobre todo con el disco que grabó con poemas de Rafael Alberti, musicados por Antón García Abril, en el que se incluyen nada menos que cuatro temas taurinos. Uno de estos cuatro, “Chuflillas del Niño de la Palma”, fue objeto de una entrada anterior en este blog, y por ello, sobre este disco, publicado en 1970, y sobre la propia interprete, ya se escribió entonces. Si el lector está interesado en este asunto, lo remito a dicho lugar para aquí tomar otros derroteros.

Tras finalizar la temporada se ha producido, no sé si espoleados por la “situación catalana“, una contraofensiva de las “gentes del toro”, como se autodenominan los que comen de este pastel, para sentar las bases, dicen, de la tauromaquia del futuro. Está clara la situación de crisis por la que atraviesa de Fiesta, y no precisamente por la “situación catalana”, que se refleja de forma drástica en la escasa asistencia de público a los festejos en el resto de comunidades. Es para estar más que preocupados. Es para plantearse seriamente que es lo que ocurre y por qué ese desapego social hacia las corridas de toros que se produce en España, algo que cada día es más notorio. No ocurre lo mismo con los festejos populares que año tras año tienen más adeptos. Es para planteárselo, no está en crisis ni la cultura, ni las fiestas del toro en nuestro país, lo que está en una profunda crisis son las corridas de toros. Pero tampoco es este el camino por el que pensaba continuar, es demasiado serio el tema y tiempo habrá a lo largo del invierno para ocuparse de ello.

Para lo que quería aprovechar esta entrada es para hablar del protagonista de este pasodoble que, como dice su estribillo, es el “rey de la fiesta española”, del toro. Cada vez surgen más voces, incluso entre profesionales retirados, que ponen el dedo en la llaga, el toro actual no aporta la emoción que necesita la Fiesta para seguir viva. Curiosamente, en todos los conciliábulos de los profesionales - de los que mandan- que están proliferando estos días, el toro es el gran olvidado. Y si hablan, no lo manifiestan públicamente. Aunque yo creo que del toro, seguro que hablaran, y no poco… pero en privado y, visto lo visto, nos podemos imaginar de lo que hablan cuando los que mandan hablan del toro. Pongámonos a temblar.

Al único profesional que he oído hablar alto y claro sobre la situación del toro en la Fiesta actual ha sido Tomás Prieto de la Cal que -en un foro mucho más modesto que el Congreso celebrado en las Islas Azores, o las reuniones con los ministros, o la de los empresarios y los toreros, que es donde el toro tendría que haber sido defendido con ardor como el eje de la Fiesta que lleva su nombre y de la cual todos ellos viven- mantuvo con firmeza que, desgraciadamente, el toro ya no ocupa ese lugar de privilegio que nunca debería de haber perdido. Es la auténtica realidad y el primero de los problemas que le aquejan a la Fiesta, mucho más que el de la escasez de público, pues lo único que puede devolver a la gente a las plazas es el toro que ponga emoción en el ruedo. La gente ha cambiado, los ciudadanos de ahora no son como paisanos de antaño que acudían a las Ferias a trapichear y a los toros, pero lo que no ha cambiado, lo que sigue llevando a la gente a ver un espectáculo, lo que la mueve de su casa y de su butaca es la búsqueda de emociones fuertes, y el toro, por fortuna, si se presenta en las condiciones óptimas para la lidia, la trae a raudales, es más, es su mayor caudal.

Este pasodoble, en esta época en la que el toro es un actor secundario de su propia fiesta, quiere reivindicar al verdadero protagonista de la misma, el toro, y a los ganaderos que todavía los crían pensando en el honor de su profesión. Mikaela, acompañada por la "Orquesta Montilla", dirigida por don Manuel García Matos, en una interpretación magistral cargada de fuerza y temperamento, le canta al "rey de la fiesta española": El Toro.

¡Eh! Toro 
(C. Murillo - A. Segovia) 

Tus finas manos de ganaera 
al toro dio de comer, 
y se sentía casi torera 
al ver que llegó a crecer. 

En la dehesa los mayorales 
se entusiasmaban jalandole. 
Y era un ensueño pa los erales 
porque soñaba con su poder 

¡Toro!
¡Toro!
Toro bonito y bravío,
toro color de noche oscura,
estampa de bravura, 
ciclón de poderío. 
Tu vivirás en mis sentíos 
como un volar de banderolas. 
¡Toro!
¡Toro!
Rey de la fiesta española. 

Entre clarines se abrió el chiquero 
y el ruedo de alrededor. 
Y fue su toro pa aquel torero 
bandera de triunfador. 

Cubrió sus ojos con el pañuelo 
viendo el orgullo con que cobró. 
Y como un grito cayó del cielo 
el ¡ay! de angustia de su dolor.

¡Toro!
¡Toro!
Toro bonito y bravío. 
Toro color de noche oscura. 
Estampa de bravura, 
ciclón de poderío. 
Tu vivirás en mis sentío 
cuando la plaza ya este sola 
¡Toro!
¡Toro!
Rey de la fiesta española.

miércoles, 27 de octubre de 2010

HACE 10 AÑOS QUE CURRO ROMERO SE FUE DE LOS TOROS

Por estas fechas se cumplen 10 años de la retirada de Curro Romero. Lo hizo con sencillez, sin ruido, en silencio. Lo había comentado muchas veces con sus amigos: "Me iré un día y punto. No sé cuando". Ese día llegó y lo comunicó, una noche de domingo al poco darse por cerrada la temporada del 2000, mediante una llamada telefónica al programa taurino “Clarín”, de RNE. Fue una sorpresa que pilló desprevenidos tanto a los informadores como a los aficionados. No por esperada, dada su longeva edad, fue menor la sorpresa. Curro dijo que se iba… y se fue. Como forma de recordar esta década sin el “Faraón de Camas” en los ruedos, quiero rescatar una secuencia de su vida torera, la de su primera temporada como matador de alternativa en Madrid, las tres corridas que toreo en "Las Ventas" en el año1959.

Curro era un novillero que venía arropado con excelentes credenciales. Tanto Belmonte como Rafael "El Gallo" se habían visto sorprendidos y se habían pronunciado sobre el toreo de aquel chaval de Camas que toreaba diferente. Confirmaba su alternativa, que había tomado en Valencia, por Fallas, en la séptima de abono de la Feria de “San Isidro” y, para la ocasión, se confeccionó un atractivo cartel de toreros sevillano. Pepe Luís Vázquez y su hermano Manolo, como padrino y testigo respectivamente, harían de oficiantes de la ceremonia de confirmación de Curro Romero. El ganado también sería de garantías, los codiciados galaches de doña Eusebia, tan dulces eran que en el mundillo se los conocía como los guirlaches. La lluvia arruinó la tarde y en el tercer toro se suspendió la corrida. Había que esperar otra ocasión. Volvió Romero a “Las Ventas” el 11 de junio, en la corrida del “Montepío de Policía”. Según cuenta Álvaro Arias, “Don Justo”, el de Camas, fin forzar en el toreo de capa, dejó sabrosos detalles “con la muleta, pases largos, hondos, majestuosos, que extendieron por los graderíos un ¡uh…, uh…!, prolongado y profundo. Pero el toro iba a menos y todo quedó en eso” . Pero llegó el 20 de septiembre y las esperanzas en el nuevo torero sevillano se vieron confirmadas, Curro Romero, a la tercera, salía por primera vez por la puerta grande de “Las Ventas”. Fue una corrida que levantó gran expectación, pues se repetía el cartel del día de la confirmación, que hubo de ser suspendida. Pepe Luís y Manolo Vázquez, con gran predicamento en Madrid, y el novel Curro Romero, que ya había desparramado algunas gotas de su esencia en su anterior comparecencia venteña, se anunciaban de nuevo. La reventa hizo su agosto en septiembre. Los toros de Antonio Álvarez imposibilitaron cualquier lucimientos de los tres toreros sevillanos, pero salio el sobrero, “Regatero”, de los temidos “Aleas”, y Curro Romero lo bordó. Le cedo los trastos a don Antonio Díaz-Cañabate, que fue testigo, para que lo explique: "Los espectadores abrieron los ojos nada más ver los dos ayudados por alto iniciales de la faena de Curro Romero. Espatarrado, cimbreante el cuerpo, cargando la suerte con majeza y empaque. Y de aquí para adelante. Una faena de toreo puro. Una faena llena de hermosura, la sin igual hermosura del toreo clásico realizado y realzado con la arrogancia, la finura, y el temple de un muchacho con gran planta de torero. Naturales con la derecha. El solo adorno de dos molinetes. ¡Pero qué molinetes! Lentos, lentísimos, suaves rítmicos, armoniosos. Se despertó Curro Romero y tan luminoso fue su despertar que el crepúsculo vespertino parecía un amanecer. El amanecer del toreo puro, casi siempre nublado por las nubes de lo monótono, de lo vulgar. Mató de una estocada, le concedieron una oreja y salió a hombros".

Esta es la secuencia taurina de Curro Romero, en su primera temporada de alternativa, en la plaza de “Las Ventas” de Madrid. Han pasado más de cincuenta años y ya hace diez que don Francisco Romero López, “Curro Romero” en los carteles, se fue de los toros y nos dejó con una referencia menos de lo que es el toreo puro y eterno. Es mi modesta aportación para reconocer su paso por el toreo y lo lejana que se encuentra ya la fecha de su retirada. El vídeo que enlazo recoge imágenes de la segunda de las corridas, la del 11 de junio, la que pasó más desapercibida de las tres pero de la que existen algunas imágenes grabadas. Compartió cartel con Curro Girón y Luís Segura para lidiar toros de doña Agustina López Flores. Curro fue el más destacado de los tres y dio sendas vueltas al ruedo en sus dos toros. Es un breve reportaje de lo que hizo el “Faraón” esa tarde en la que dejó algunas gotas de su perfume torero en el coso venteño. Aunque quizás sería más interesante poder ver algo de su quehacer con el “aleas” en septiembre… da gusto ver a un Curro con 27 años, en los comienzos de su carrera, presentando sus credenciales en Madrid. Salud y larga vida, maestro.



lunes, 18 de octubre de 2010

POR UNA REGENERACIÓN MORAL DEL TOREO

Cada vez se escuchan más voces autorizadas que apuntan hacia dentro del sistema taurino como el mayor problema que tiene la Fiesta de los Toros en la actualidad. El último, el filósofo Fernando Savater que lo manifestó claramente y sin tapujos en la presentación de su último libro, “TAUROETICA”. Es una opinión que hasta hace muy poco tiempo solo mantenían los aficionados tachados por el sistema de “radicales” y “reventadores” por el simple hecho de decir la verdad. Ahora son muchos más los que sostienen esta opinión que apunta directamente hacia quienes controlan los hilos del negocio taurino, los “figuras” y el equipo que lo rodea, que son los máximos responsables del funcionamiento fraudulento que cada vez es más visible tanto para destacados personajes de la cultura y el pensamiento que, hasta ahora, con su silencio parecian apoyar el mantenimiento del sistema, como para el público ignorante que, ante la evidencia, empieza a sospechar del engaño del que está siendo víctima.

Ha llegado tan lejos la adulteración del espectáculo taurino, tal ha sido su deterioro, que se enfrenta a otras consecuencias con las que seguramente no contaban los “profesionales”, como es el descastamiento generalizado al que se han sometido las ganaderías que no querían quedarse sin una parte del pastel. Ahora los toros que matan los figuras son unos ejemplares enfermos y sin poder que facilitan el trabajo de los toreros al disminuir el riesgo, pero por contra, se quedan parados más pronto que tarde, lo que imposibilita una labor de lucimiento, con lo que el aburrimiento, el peor enemigo de la fiesta, se apodera del público que, en muchas ocasiones, no vuelve jamás a una plaza de toros.

La oferta del espectáculo taurino actual, después de ver los resultados, queda muy por debajo de lo que el público exige de un espectáculo de masas que no es, precisamente, barato. Si para ser el campeón en cualquier deporte de élite se requieren, además de las condiciones físicas precisas, el esfuerzo y la entrega para competir al más alto nivel, lo que conlleva largas horas de entrenamiento y muchos sacrificios. Los toreros actuales, cuando consiguen un triunfo, no dan esa sensación de competir al máximo nivel enfrentándose a un riesgo claro y definido, como es un toro con trapío y poder, sino de comodidad cuando se enfrentan a unos animales mínimos, despitorrados e incapaces de moverse. Ocurre lo contrario lo que tendría que ser, los pocos toros de verdad que se lidian en la actualidad no los ven los que mandan en el negocio ni en pintura. El toro bobo y casi domesticado que imponen los “figuras” no trasmite sensación de peligro o riesgo, ni a los aficionados, ni al público ocasional. Como en los deportes, el campeón -el héroe- debe de salir del enfrentamiento con los mejores: los toros más serios que existan en el campo. 

Es por ello urgente una regeneración moral del toreo, derribar los falsos iconos levantados a golpe de propaganda y talonarios y volver a los orígenes, al toro que inspire miedo a entendidos y profanos en los tendidos, y el torero que con su saber lidiador y su valor se enfrente a él, le gane la pelea y, si es posible y tiene el duende preciso, lo haga con arte. El torero debe recuperar su condición de héroe popular, no por los líos de faldas o campañas publicitarias, sino en la plaza y frente al toro de verdad.

Pero regenerar moralmente el toreo, si no imposible, puede ser un proceso largo y tortuoso que requiere la colaboración de todos. La sociedad ha cambiado y los gusto de la gente también han ido cambiando con el paso del tiempo, pero de lo que no ha renegado el género humano es de la emoción. En busca de la emoción se hacen miles de kilómetros para asistir a un gran campeonato. Lo mismo ocurre con los verdaderos aficionados a los que no les importan las distancias cuando se desplazan a presenciar una corrida de toros que pueda resultar interesante. La emoción no ha perdido vigencia y el gran caudal de la Fiesta de los Toros es, precisamente, ese, generar emoción. Para ello hay que volver a poner las cosas en su sitio y devolverle a la Fiesta su verdad. Que el ganadero críe los toros bravos y fuertes, y que los toreros se ganen la condición de “figuras” matando los mejores toros. Difícil tarea que requiere el sacrificio de la comodidad de los toreros, pero, posiblemente, sea la única solución para que la Fiesta de los Toros sobreviva.

Nota: Artículo aparecido en el número 32 del Fanzine Taurino que publica "La Cabaña Brava" y que ya se puede descargar, en formato PDF, desde su página web picando aquí.

viernes, 15 de octubre de 2010

LA CARA Y LA CRUZ

La cruz fue la corrida de Valdefresno. Después de varios días sin poder acudir a los toros, en mala hora lo hice el 13 de octubre. Tenía cierta esperanza en que algún toro pudiera embestir pues, a lo largo de la temporada, habían dejado detalles para la esperanza, recuerdo uno muy bravo en Valencia, por Fallas, o el juego interesante de algún toro en Madrid, por San Isidro. No es que espera mucho, es la verdad, pero algún detalle… Nada de nada. Mansedumbre a raudales y descastamiento generalizado más que preocupante. El único que ofreció posibilidades, el primero de la tarde, mostraba tal invalidez que imposibilitaba cualquier lucimiento. El cuarto, un novillote con cuatro años justitos, no debió nunca de salir al ruedo pues estaba lesionado de las manos. Todos tenían querencia a las tablas y cinco se rajaron descaradamente y se desentendieron de la pelea. En definitiva, aburrimiento, un desastre de corrida que puede ser la peor de todo el ciclo -y mira que ha habido corridas malas- y que debería hacer reflexionar muy seriamente a los propietarios de esta divisa. Hasta que no muestre claros signos de recuperación, no debería volver a “La Misericordia”.

La cara fue la corrida de Cuadri. Y con ella la ilusión, que prende en el aficionado con facilidad en cuanto un toro se muestra como tal, volvió al día siguiente con los toros de don Fernando Cuadri. Lo primero decir que no hubo espacio para el aburrimiento pues cada ejemplar tuvo su ecuación que resolver. Hubo dos corridas, las de los toros herrados con el “4”, cercanos a cumplir los seis años en apenas dos meses, y los del “5”, más en el tipo de la casa y que ofrecieron mejor juego. Pero vayamos por partes porque después de tantos días de sequía la ocasión lo merece.

De los del “5”, noble y encastado fue el primero, “Berreón” de nombre. Un toro importante desaprovechado por Rafaelillo. A las primeras de cambio se vio que el pitón izquierdo, por el que iba largo y humillado, era una mina y el murciano pareció no haberse enterado. Se empeñó en torearlo por el derecho y solo al final de la faena se echo la franela a la izquierda, cuando el toro ya empezaba a quedarse más parado. Se confirmó una vez más que este torero no da la talla cuando tiene un toro claro. El quinto, “Remendón”, pedía los papeles y López Chaves no los tenía. Después de un primer tercio en el que el toro campó por sus respetos, el salmantino perdió la batalla nada más comenzar la faena, pues no consiguió poderle y se vio desbordado totalmente por las encastadas embestidas del “cuadri” de ahí en adelante. Con la espada un desastre, un compañero de localidad que se entretuvo en contar los intentos con la tizona y el verduguillo contó 8 pinchazos y 8 descabellos… casi nada. Mucho toro para un torero que desde hace años parece que no está en esto. Una pena. El sexto, el más joven y más complicado de la corrida, fue mal picado, mal banderilleado y peor lidiado. Javier Castaño mostró sus carencias como lidiador pues el toro, con peligro y malas intenciones, se revolvía raudo por los dos pitones. Merecía una faena de aliño, doblándose por bajo, pudiéndole… y a matar.

De los del “4”, más fuera de tipo, el tercero que, siguiendo los vuelos de un capote que asomó por un burladero, remató en tablas y se dejó el pitón derecho en el intento, resultó flojo, noble y colaborador. Castaño se empeño en realizar su clásica faena de arrimón y péndulo cuando el toro pedía otra cosa. No me gustó. El segundo fue el más deslucido de la corrida y el cuarto acabó echándose al final de la faena. En resumidas cuentas, y en mi opinión, dos corridas en una que mantuvieron la atención de aficionados y espectadores, en lo bueno y en lo malo, durante toda la tarde, algo que no había ocurrido en los festejos que, hasta el momento, he podido presenciar en esta Feria del Pilar del 2010. Esperemos que las dos corridas que quedan sigan en esta línea de interés, la de Alcurrucén de hoy, que no la podré ver, y la de mañana, de Partido de Resina, que por los signos de recuperación mostrados esta temporada, la espero con expectación. Ojalá que así sea.

domingo, 10 de octubre de 2010

POR ESTE CAMINO VAMOS DIRECTOS AL DESPEÑADERO

Lo que hemos tenido que soportar en la plaza de Toros de Zaragoza ayer, con la corrida de Juan Manuel Criado, y hoy, con la de Montalvo, es una vergüenza que no admite defensa alguna. No nos ha cogido desprevenidos porque, observando la trayectoria de estas ganaderías, ha sido la constatación de un fracaso anunciado de antemano, pero no por eso deja de ser menos vergonzoso. De trece toros que han salido al ruedo, trece inválidos que se han arrastrado por el albero de “La Misericordia”. Y los toreros, en vez de matarlos para que no sufran más, que sería lo más humano que se podría hacer con semejantes muertos vivientes, poniendo posturitas, intentando lucimientos imposibles, alargando faenas sin conmiseración ni misericordia alguna, y aburriendo al personal sin compasión… Y los presidentes, el de ayer y el de hoy, que tienen la obligación de velar por la integridad del espectáculo y defender a los paganos consumidores, ante la manifiesta invalidez de todos los toros que han pisado el albero zaragozano hasta el momento, haciéndose el longuis, mirando para otro lado, consintiendo la estafa y contribuyendo para que esta fiesta se despeñe del todo… Y los empresarios, más atentos del balance económico que de ofrecer un espectáculo con un mínimo de dignidad que asegure su clientela de cara al futuro, abaratando costos y trayendo saldos infumables… Y los dueños de la plaza, en este caso la Diputación Provincial de Zaragoza, callando, consintiendo y llevándose calentito el dinero del canon de arrendamiento, que no es poco... Y luego dicen que esto se muere… ¿Cómo no se va morir si la están matando a traición, con nocturnidad y alevosía los que viven de ella y que, precisamente, son los primeros que la debieran defender?

viernes, 8 de octubre de 2010

LOS TOROS AL MINISTERIO DE CULTURA COMO UNA FORMA DE HUIR HACIA DELANTE

Cuando los toreros y los profesionales de distintas especies que habitan a su lado están volcados en una campaña para conseguir que la Fiesta de los Toros pase a depender del Ministerio de Cultura -nos podemos imaginar con que intenciones-, son cada vez más las voces de toreros retirados, periodistas e intelectuales que se identifican como aficionados, que consideran esa iniciativa como un error que podría resultar catastrófico.

Pero lo más llamativo de los razonamientos que sostienen es que plantean sin tapujos que la mayor amenaza para la Fiesta está dentro de sí misma, que no son los animalistas ni los movimientos abolicionistas su mayor peligro para su desaparición, ni los políticos que se manifiestan en su pro o en su contra con la vista puesta en la recolección de votos, sino los que, desde dentro, están convirtiéndola en una pantomima exenta del contenido que la ha mantenido viva desde hace siglos y que están consiguiendo que los aficionados y el público estén desertando de las plazas de toros. El último Luís Francisco Esplá, que recibirá este año la Medalla de las Bellas Artes que concede el Ministerio de Cultura -el argumento más sólido de los que plantean el trasvase de Ministerio- ha declarado: "Lo que queremos es llevar a un tullido a agonizar a un hospital. El toreo está en un estado catastrófico y necesita una depuración. Sería una insensatez llevar el toreo a Cultura." 

Ese es el auténtico problema y no pueden solucionarlo los que lo han creado porque forman parte del mismo. No se cual será la solución, si es que la tiene, pero está claro que ese no es el camino. Quizás sería más acertado, como ha ocurrido en otros momentos de crisis por los que ha pasado la Fiesta, dejar que fuera el propio toro -en su total integridad y con todo el poder que su naturaleza le da- el que pusiera las cosas en su sitio. Muchos, si no casi todos de los que están, saldrían por patas, pero… ¿Quién le pone el cascabel al gato?

martes, 5 de octubre de 2010

NUESTRO GOZO EN UN POZO

Durante los dos últimos fines de semana se ha celebrado en Zaragoza un pequeño certamen de novilladas sin picadores. El último del mes de septiembre dos festejos con carácter de semifinales, y el primero de octubre una final entre los novilleros más destacados de ambas. Sobre el papel, y teniendo en cuenta lo sucedido en el año anterior, una cita interesante pues el premio de volver a torear al domingo siguiente acicató a los participantes en los dos primeros festejos, en ambos se vieron detalles más que interesantes, y a los aficionados que, después de lo ocurrido los días 25 y 26 de septiembre, teníamos ganas de volver a ver a los triunfadores.

El primer fin de semana se lidiaron erales de ganaderías aragonesas, la del sábado 25, de los Hnos. Marcén, de procedencia Baltasar Ibán, en donde destacó un bravo novillo que permitió ver detalles de un valiente novillero colombiano, Luis Miguel Castrillón, que mereció su paso a la final. El domingo 26, una más que interesante novillada de “Los Maños”, de procedencia santacolomeña, vía Pablo Mayoral, en donde cuatro erales ofrecieron buen juego y posibilidades a los novilleros, destacando de entre todos un novillero vallisoletano, Ricardo Maldonado, que demostró cabeza y conocimiento para aplicar a sus dos oponentes, de características diferentes, dos lidias distintas, y mostrando un toreo de corte clásico, tan difícil de ver hoy en día en medio de la invasión de pegapases que nos inunda, y de otro aspirante, Juan Bellido “Chocolate”, al que podríamos encuadrar dentro del nuevo toreo que se esta implantando, despegado, citando con el pico, pasándoselo muy lejos, de abajo arriba y de dentro a fuera y cuya máxima fundamental, teorizada recientemente por los figuras del momento, de descargar la suerte para, dicen, alargar más la embestida del toro. En resumen, podemos decir que no nos aburrimos en ninguno de los dos festejos, sobre todo en el de “Los Maños” que, después de dos años lidiando buenas novilladas sin caballos en “La Misericordia”, se merecen que los podamos ver con caballos para valorar con más certeza su progresión.

Estos tres novilleros citados fueron los que se acartelaron en la final ante novillos de Mari Carmen Camacho. Imagino que los tres vendrían con ganas de dar un paso más en su carrera y demostrar que lo apuntado en su primera cita tenía continuación en la segunda. De la misma forma, los aficionados íbamos a la plaza con la ilusión prendida de ratificar lo visto. Yo, personalmente, por ver de nuevo a Ricardo Maldonado, un novillero en la línea del toreo que me gusta, el clásico, el de siempre, el de mantener los pies firmes en la arena, citar con la muleta planchada, pasarse a su oponente lo más cerca posible y llevarlo lo más atrás posible, hasta el culo, como decían los viejos revisteros.

Pues bien, nuestro gozo en un pozo. ¿Y por qué?, se preguntaran ustedes. Pues, como casi siempre, por culpa del ganado, principalmente por la invalidez de cinco de los seis que saltaron al ruedo, y por la mansedumbre y el descastamiento de todos. ¿Cómo puede ser que unos erales, casi utreros, se derrumben a las primeras de cambio? Se preguntaba acalorado un compañero de localidad. Pues así fue. Tan solo Castrillón, en el de la jota, pudo hacer algo, y a fe que lo logró al principio de la faena cuando consiguió dominar al eral que cerraba la tarde, el único que se mantenía en pie, y que en cuanto se vio podido se rajó y derivó en peligroso.

Al final, nada de nada. Las ilusiones de novilleros y aficionados por los suelos. Y yo me pregunto: ¿Tan difícil era buscar una eralada que ofreciera un mínimo juego? El año pasado así ocurrió, hasta uno de los erales de entonces fue premiado con la vuelta al ruedo y, en general, la novillada de José Vázquez mereció la aprobación de aficionados y espectadores y posibilitó el triunfo de los noveles que la torearon. ¿No podían haber traído una del mismo hierro que tan buen resultado ofreció? Hubiera sido lo justo, aunque, en el corrompido mundillo de los toros, la justicia hace mucho tiempo que anda desaparecida. En resumen, como reza el titulo, nuestro gozo en un pozo y la fiesta de mal en peor, seguramente por los intereses creados que se anteponen a la razón, la dedicación y la afición -aunque con ello se tiren piedras sobre su tejado- que se les debería exigir a todos los que se dedican a organizar funciones de toros.

viernes, 24 de septiembre de 2010

A LOS POLÍTICOS CATALANES SE LES VE EL PLUMERO

Con la decisión adoptada el pasado 22 de septiembre por el Parlamento catalán, aprobada casi por unanimidad, de blindar los “correbous” que se celebran en la tierras del Bajo Ebro, los que es su día, hace tan sólo dos meses, votaron en contra de la celebración de corridas de toros en la Comunidad Catalana han caído en una profunda contradicción. Si se suprimen las corridas por el sufrimiento durante la lidia y la muerte del toro en el ruedo, en buena lógica, la misma suerte deberían sufrir los “correbous” porque el sufrimiento es posible que sea el mismo o mayor en las calles que en el ruedo. La única diferencia, en lo que se agarra el mayor promotor de este blindaje, el presidente de CIU, con la cobertura de Ezquerra Republicana, es que el toro no muere públicamente. De este comportamiento podemos deducir que los dirigentes nacionalistas catalanes están en contra de la muerte del toro, pero a favor de torturarlo.

Y si eso no es así, necesariamente tendremos que pensar que las dos decisiones -la prohibición de una y el blindaje de la otra- son de carácter político e identitario, lo que nos conduce a una peligrosa pendiente hacia una sociedad dirigida, controlada y con un serio recorte de libertades que se sitúa en la senda de regímenes del pasado que no quisiera recordar. Aunque no creo que llegue tan lejos la cosa y se quede en simple oportunismo político. No hay que olvidar que en las comarcas en donde se celebran “correbous” ambas fuerzas nacionalistas tienen un buen granero de votos que no es cosa de perder. El problema es que este oportunismo político también conlleva graves contradicciones, pues si se declara a los toros en la calle de interés catalán porque forma parte de sus tradiciones, no se entiende porque se niega esta condición a las corridas de toros, tradición que se remonta en Cataluña al siglo XII, como se puede comprobar en uno de los más viejos documentos conservados con referencia a los toros fechado, concretamente, en el año 1128, cuando el Conde Barcelona, Ramón Berenguer III, encargó una corrida de toros para celebrar la boda de su hija Berenguela con el rey de Castilla y León, Alfonso VII. Pero es que además, cuando las corridas a pie se reglamentaron a finales del siglo XVII, Barcelona fue una de las plazas fuertes, llegando a tener, a comienzos del siglo XX, hasta tres plazas de toros en funcionamiento. No se puede negar, con la frivolidad e hipocresía con que lo hacen los dirigentes nacionalistas catalanes, que Cataluña no tiene una tradición taurina tan profunda, o incluso más, que el resto de comunidades españolas. 

Lo que queda meridianamente claro, después del blindaje de los “correbous” por el Parlamento catalán, es que la prohibición de las corridas de toros en Cataluña poco tiene que ver con las tesis animalistas que ardorosamente defendieron los nacionalistas en julio, y sí con el oportunismo político a corto y medio plazo. No debemos olvidar, entre otras cosas, que las próximas elecciones catalanas se celebraran dentro de dos meses. Lo grave de estos políticos nacionalistas, su corteza de miras, es que no les importa renegar de su propia historia y de sus propias tradiciones cuando pueden ser lesivas para sus intereses electorales. La Fiesta de los Toros no tiene patria, es internacional, y desprenderse de la misma como una forma de alejarse de España es un error que, con el tiempo, los historiadores tendrán que subsanar. Es una paradoja que los catalanes del norte, los que viven al otro lado de los Pirineos, reclaman su catalanidad, entre otras cosas, por la tradición taurina que defienden. ¿Quién lo entiende? Si cuando adoptaron la decisión de prohibir las corridas de toros en Cataluña, hace dos meses, no estaba suficientemente clara  la intención política de la medida, ahora, después del blindaje de los "correbous", no caben dudas de ello. En resumidas cuentas, como reza el título de esta entrada: A los políticos nacionalistas catalanes se les ve el plumero.

martes, 14 de septiembre de 2010

LA CUADRILLA GALÁCTICA

El toreo, como todo en la vida, tiene que evolucionar al ritmo que le marcan los tiempos. Es una ley de vida que deja en fuera de juego al que no la cumple. El toreo, uno de los espectáculos de masas más viejo y arraigado de entre los que se ofrecen en la actualidad, si ha resistido el paso del tiempo para mantenerse vigente, es debido a su capacidad para adaptarse a los gustos y las modas de cada época. Muchos avatares ha tenido que afrontar a lo largo de su historia la fiesta de los toros y, hasta el momento, de todos ha salido victorioso. Pero en la actualidad, a comienzos del siglo XXI, presiento que estamos en un momento importante, crucial para el arte del toreo -parecido al que tuvo lugar con la irrupción de “Joselito” y Belmonte hace, precisamente, un siglo y que ha pasado a la historia como la “edad de oro del toreo”- en el que se avecinan importantes cambios que deben situar esta vieja manifestación artística, de nuevo, en condiciones de seguir compitiendo por un lugar de privilegio entre las preferencias del gran público en este siglo que, recién, acaba de comenzar.

Las exigencias de las masas de espectadores que llenan estadios y campos de fútbol para ser testigos de un acontecimiento único son claras: demandan espectáculo, emoción, suspense, arte, sorpresas... A eso guión se deben ceñir cualquier espectáculo que pretendan ser centro de la atención del gran público y, por tanto, hay que adaptarse a estas exigencias pues no debemos olvidar el viejo refrán que sigue teniendo total vigencia de que “el cliente siempre tiene razón”. Este esquema de espectáculo funciona tanto en los eventos musicales como deportivos aquí, en Europa, allá, en América, y en muchos otros países de los cinco continentes. La fiesta de los toros tiene el potencial suficiente para convertirse en un espectáculo de masas moderno, de esta época y, si se vende convenientemente -que para eso existe una ciencia llamada marketing y profesionales que la dominan- no tiene que envidiar a ninguna otra disciplina artística o deportiva, si acaso no supera a las dos. Es por lo que viene mi reflexión en estos momentos de zozobra en el mundo del toro, de un lado, por el rechazo del que son objeto por parte de amplios sectores de una sociedad más civilizada que la de hace un siglo, y por el otro, mucho más grave, por el escaso interés que despierta y la escasa asistencia de público, salvo cada vez menos excepciones, a la mayoría de los festejos.

El espectáculo taurino, tal y como se ofrece ahora, está caduco y anquilosado. No responde a los paramentos modernos de los grandes eventos de masas. Es lento y atravesado por demasiados momentos aburridos que el publico de ahora no entiende ni tiene paciencia para soportar. Esos pasajes de dominio que antes eran necesarios para ahormar los toros y encontrar alguna posibilidad de lucimiento en la faena, y que tanto valoraban los viejos aficionados, ahora no son precisos porque los toros, gracias a la genética y el sabio tratamiento que de ella hacen los ganaderos, son más bravos que nunca y ya salen convenientemente ahormados de los chiqueros. Con el toro moderno es posible empezar el lucimiento desde el momento en que sale al ruedo. Espectáculo desde el primer minuto. Es preciso estrujarse la imaginación para sustituir los tiempos muertos y los poco lucidos por otros que capten la atención del público y lo mantengan enganchado desde el comienzo de la función. Es por lo que no hay que tener miedo ha romper los corsés del clasicismo que maniatan a la fiesta y que con tanto ahínco defienden los aficionados puristas, y dar un paso decidido y sin complejos hacia el porvenir. Sin duda, debido al gran retraso con que se acomete, será un proceso complejo pero no dudo que dentro del mundo del toro, acuciados como están por una situación cada vez más asfixiante, tomaran cartas en el asunto porque en ello les va su futuro. No voy ha entrar en esos terrenos de la organización y comercialización del espectáculo porque ni entiendo, ni me incumbe, ni quiero, … pero si dejar escritas algunas ideas -ya que como aficionado a los toros si que tengo una opinión personal y subjetiva sobre los que se ofrece en el ruedo- de como podría desarrollarse la corrida de toros en un futuro no muy lejano.

Para empezar hay que partir de la base de que la cuadrilla actual no es la formación más apropiada para fijar el interés del público desde el primer momento. En el alto nivel de profesionalización y exigencias en los que se mueven los grandes eventos de masas hay que fichar a los mejores para cada fase de la lidia. Es la forma de conseguir captar la atención del publico a lo largo de todo el festejo, como ocurre en los grandes conciertos de artistas consagrados o en las competiciones deportivas de élite mundial. Para eso no sirven las cuadrillas actuales. Ahora lo que se impone es formar un equipo equilibrado y capaz de brillar en todos los tercios. Desde el momento que salta el toro al ruedo es preciso aprovechar todas sus embestidas, de eso se debe ocupar un especialista en el manejo de la capa que domine un amplio repertorio de lances. Los picadores y sus jamelgos forrados de guata sobran en la fiesta del futuro, su función debe ser sustituida por caballeros montados en bonitos caballos que claven los rejones de castigo necesarios para ahormar al toro con precisión y elegancia. Para clavar las banderillas, la suerte que más condiciones físicas necesita, se precisa un banderillero que, además de entender al toro, los sepa correr y recortar con solvencia y facultades físicas. La faena, momento cumbre de la lidia actual, debe de estar en manos de los grandes muleteros, los que consiguen parar el tiempo y dibujar ese trazo en el aire que se queda grabado para siempre en la memoria de los espectadores. Y de la estocada, que es la suerte suprema, la que da y quita trofeos, se debe ocupar un gran estoqueador que, además, sea seguro en su ejecución. Toda la lidia del toro, desde su salida al ruedo hasta su muerte, debe ser un espectáculo y mantener en vilo la atención del público. Para ello hace falta una cuadrilla -un equipo- de artistas para cada uno de los tercios de la lidia, una “cuadrilla galáctica”.

Para finalizar, me voy a permitir un pequeño juego que los lectores que lleguen hasta aquí también pueden jugar si lo desean. Seguro que, como ocurre con la selección de fútbol, que cada hincha tenemos un equipo diferente, no coincide con los toreros que selecciona un servidor para esta “cuadrilla galáctica”. Mi alineación sería: Para recibir el toro y dejar un ramillete de verónicas esparcidas por el ruedo, Morante de la Puebla; para clavar los rejones de castigo, la elegancia y el señorío de Pablo Hermoso de Mendoza; para convertir el tercio de banderillas en un juego emocionante y atlético, David Fandila “El Fandi”; para la faena de muleta, con ese empaque y esa hondura que no se recuerda desde que Antonio Ordóñez abandonara la profesión de torero, José María Manzanares II; y para la estocada, suerte suprema y decisiva para la consecución del triunfo, un matador seguro, Julián López “El Juli”… y su “julipie”… ¡Qué!... ¿Buen equipo, no?... ¡Para ganar la "Champions League" del toreo!

Antes de colocar el punto final de este artículo, porque ya se ha alargado más de lo que debía, agradecer a don José, gran amigo y compañero desde los tiempos de la escuela, y a su compadre don Pepe, la amabilidad de prestarme un espacio, en este su Blog, para poder manifestar, con total libertad y sinceridad, mis proyecciones de futuro y mis opiniones, muchas veces contrarias y divergentes de las de los titulares del mismo, sobre todo de don Pepe, buena persona pero uno de esos aficionados anclados en el pasado, defensores de un clasicismo aburrido y trasnochado que se resisten ha aceptar con naturalidad el inexorable paso del tiempo. Espero que algún día lo entiendan, don José es más receptivo y abierto de mente que su amigo, que sepan adaptarse a los nuevos tiempos que vienen y que miren con ilusión el porvenir. 

Leandro Gado Más 
Científico jubilado y Futurólogo taurino.

martes, 7 de septiembre de 2010

SALDOS "LA MISERICORDIA"

- Hola don Pepe. 
- Hola don José.
- Buen color trae usted… Parece ser que le han sentado bien las vacaciones. 
- Como todos los veranos, en el pueblo con la parienta y los chicos, allí el tiempo es más fresquito y se vive más sanamente.
- Pues yo vengo negro.
- Ya se le ve, como todos los años vuelve usted de la playa torrao.
- No exagere que no es para tanto, don Pepe. Ya sabe que mi señora prefiera la playa y, como todos los años, hemos pasado los calores a la orillita del mar. Pero es que vengo quemado por dentro… 
- ¿Y a que se debe su quemazón, don José?
- ¡Cómo!... ¿Es que no se ha enterado usted de los carteles que nos han preparado para la Feria del Pilar? 
- Claro que estoy enterado don José, precisamente con eso me he desayunado esta mañana.
- ¿Y no se le ha indigestado el desayuno…? 
- Pues no. Me espera algo parecido aunque tengo que decirle que han desbordado mis perores presagios por lo malo. Sobretodo en las combinaciones de toreros, menos imaginación no se puede tener.
- Pues yo estoy indignado. Esto no nos lo merecemos.
- Pues eso es sí que es raro en usted, don José, siempre tan complaciente y benévolo.
- Pues esta vez no, don Pepe. Me parece una tomadura de pelo que nos hayan colado en los carteles a toreros de saldo como: “Paquirri II” -antes, Rivera Ordóñez-, Javier Valverde, Matías Tejela, César Jiménez, Javier Castaño, Alberto Álvarez, Salvador Vega, López Chaves… 
- Pare usted que nos quedamos sin toreros...
- Pero estos nombres que le he citado no han justificado en ningún momento su presencia en nuestra Feria, es más, la última vez que compareció Rivera Ordóñez -en la actualidad “Paquirri II”- en “La Misericordia” quedó como para no volver nunca jamás. 
- Y a quién hubiera puesto usted en su lugar, porque ya sabe que los “figuras”, si pueden, evitan nuestra Feria.
- Lo de los “figuras” es otro cantar, y más en estos tiempos en que esta condición no se dirime en las plazas sino en los despachos al principio de la temporada. Lo único que les puede hacer cambiar su determinación de no presentarse en la ultima Feria importante del año es una buena oferta económica y, por los nombres anunciados, parece ser que la empresa se ha decidido por lo barato. De esta forma es imposible mover la voluntad de Ponce, Morante, Castella, El Fundi… o de otros toreros jóvenes que están en todas las Ferias, como Bolivar, Luque o Pinar… ni conseguir que algunos de los que están un día, como Manzanares y “El Juli”, repitan dos tardes. 
- ¿Y a quién hubiera puesto usted en lugar de sus descartes?
- Además de incluir alguno de los nombres citados en el párrafo anterior, que si no están es, seguramente, por la cicatería de la empresa, hay toreros que se lo han ganado en el ruedo a lo largo de esta temporada. En primer lugar, un torero de La Rioja que este año ha seguido en esa línea ascendente que viene manteniendo desde hace varias campañas, Diego Urdiales, que practica un toreo de corte clásico tan escaso en estos tiempos de pegapases. Otro torero que merece premio este año es Sergio Aguilar, y tampoco debe ser muy caro de contratar. O Alberto Aguilar, que se ha labrado un nombre en Francia en las últimas temporadas y ha despertado el interés de la afición española. Y supongo que a nadie le hubiera importado la inclusión del veterano Juan Mora en alguno de los carteles, o "Torres Jerez", que ha triunfado en Almería...
- Pues si que lo veo contrariao y quemao, don José. Y ya que lo veo lanzao y largando por los codos…¿Qué me dice usted de las ganaderías?
- Ese es su terreno, don Pepe. Debería ser usted el que opinara de eso. 
- Y opinaré, don José, pero ya que usted es hoy la estrella, largue primero.
- Pues así lo haré. Me sobra la de “Montalvo”, que fracasó con estrépito el año pasado, y algunas de las ganaderías anunciadas las sustituiría por otras como las de “Fuente Ymbro”, “El Pilar” o Victoriano del Río, que han dado juego esta temporada.
- No esta mal pensado, don José, yo también creo que un par de estas tres que usted nombra tendrían que haber estado. Esta vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con usted en la mayoría de sus opiniones. De las ganaderías contratadas me gusta la comparecencia de “Cuadri”, premiada este año en San Isidro; “Partido de Resina”, por si confirma su recuperación; y confío en que la de “Alcurrucén” salga como la de Bilbao. “Bañuelos” se lo ganó el pasado año, veremos lo que trae este. De “Valdefresno” ha salido algún toro bueno este año. Lo de “Montalvo” es una tomadura de pelo que...
- ... Y otra cosa, don Pepe, la Feria es demasiado larga para tan pocos alicientes, creo que la Diputación debería plantearse seriamente la cuestión y rediseñar la temporada zaragozana potenciando la calidad antes que la cantidad porque…
- … La Diputación, propietaria de la plaza y responsable última de su gestión, por desgracia, ni esta ni se le espera, don José. Ellos cobran el canon y… “si te he visto no me acuerdo”.
- No sea usted negativo, don Pepe, ante la pobreza de los carteles y la deriva de la empresa deberían de tomar cartas en el asunto y...
- ... Espere usted sentado, don José.
- Estoy decepcionado. Esto no nos lo merecemos.
- Grave debe ser para que usted, tan conformado de normal, este decepcionado.
- ¡¡¡Es una feria de saldos!!!
- ¡¡¡Saldos “La Misericordia”!!!
- Y luego dicen que no va gente a los toros…
- Eso.

lunes, 6 de septiembre de 2010

PAQUIRRI, RIVERA ORDÓÑEZ O "PAQUIRRI II"

Hace algo más de dos meses, con motivo de la tradicional corrida de Asprona que se celebra anualmente en Albacete, al coincidir en el cartel con dos compañeros cuyos padres alternaron juntos hace unos cuantos años y se acartelaban con el mismo nombre que sus progenitores -José María Manzanares y Dámaso González- Rivera Ordóñez decidió suplantar el de su padre para anunciarse ese día de forma extraordinaria y repetir, una generación después, los mismos nombres en el cartel que entonces. Como curiosidad tiene su gracia. Posteriormente, el protagonista de esta historia comentó que en más de una ocasión había pensado en cambiar su nombre artístico por el de su progenitor. Ahora, al final del verano, parece ser que el cambio se ha producido y Rivera Ordóñez ya se anuncia en los carteles con el mismo nombre que su padre: “Paquirri”.

Vayamos por partes. Por un lado, lo que haga Francisco Rivera Ordóñez con su nombre me trae sin cuidado, valoro su carrera por lo que le he visto hacer en el ruedo y mi valoración es, más bien, baja, pero a estas alturas, después de 15 años de alternativa y con una dilatada trayectoria a sus espaldas, me parece, más que oportuno, oportunista este cambio de nombre. Por otra parte, pienso que es la usurpación de un nombre -por muy padre suyo que sea- y de una carrera taurina que no le pertenece pues, Francisco Rivera "Paquirri", con su estilo, que no es cosa de la que tratar aquí, y con sus partidarios y sus detractores, fue una figura indiscutible en su momento y estuvo muchos años mandando en los puestos altos del escalafón y, por derecho, tiene su capítulo en la historia de la Tauromaquia. Al menos, si se anuncia con el nombre de su progenitor, Rivera Ordóñez debería dejar claro que es el número II de esa dinastía y, para evitar confusiones -ahora y en el futuro- y diferenciarse de su padre, debería tener el decoro de anunciarse como: “Paquirri II”.

jueves, 2 de septiembre de 2010

CORRIDA SUSPENDIDA POR FALTA DE CLIENTES

La noticia de la suspensión de la corrida de toros que debería de haberse lidiado en Calahorra el pasado 31 de agosto, día grande de sus fiestas patronales, ha pasado prácticamente desapercibida en los medios de comunicación taurinos. Tan solo en la comarca ha tenido cierta repercusión y los medios de La Rioja se han ocupado de ella. El empresario, Fermín Vioque, dio una rueda de prensa en donde adujo, como razón primordial para la suspensión, la ruina económica que iba a suponer la celebración del festejo por las pocas entradas vendidas. Al no verse apoyado por el Ayuntamiento para hacerse cargo del roto que iba a producirse en la taquilla, tiró por la calle del medio y suspendió la corrida. Como dijo en su comparecencia ante los medios de comunicación: «...cierra su negocio como se cierran cafeterías porque no entran clientes. En este caso, la gente no ha querido ir a los toros».

No quiero entrar en las consecuencias de esta decisión ni en sus derivaciones legales o penales ni, ante la gravedad del problema que pone a la luz esta suspensión, me importa mucho lo que pase. Si la empresa “Taurosur” y su representante, Fermín Vioque, han incumplido el pliego o han cometido delito, que paguen por ello, y la justicia, se supone, hará su trabajo. Pero lo realmente importante de esta noticia, y lo grave, son las razones aducidas para cerrar el garito: “…porque no entran clientes”. Es la primera vez que se dicen las cosas tan claramente, no hay toros porque no va la gente. Es la cruda realidad de lo que esta pasando en todas las plazas, la gente esta dejando de ir a los toros tanto en plazas de primera como en las de capitales de provincia y en las de pueblo. Este año ha bajado considerablemente el numero de asistentes en todas las plazas de toros.

Los taurinos, que son los que realmente viven de esto, perspicaces y pícaros como son para imponer sus marrullerías, deberían plantearse seriamente este problema que es mucho más grave que todos los demás que puedan aquejar a la Fiesta porque afecta directamente a su fuente de ingresos, que provienen del dinero que dejan en taquilla el público que asiste a los festejos. Sería preciso preguntarse porque ocurre esto, si es a causa de una tendencia social que esta desplazando la Fiesta de los Toros hacia una esfera minoritaria o, por el contrario, si ha sido tanto el descafeinamiento a que ha sido sometida por los propios taurinos que la han convertido en una pantomima previsible y aburrida que esta dejando de interesar a los públicos. Ese es el quid de la cuestión y ahí está el nudo del debate. Combatir la realidad de los tendidos semivacíos con el triunfalismo de los propagandistas del taurinismo actual, como va quedando claro conforme pasan las ferias, no sirve. Llevan años haciéndolo y las plazas siguen vaciándose. Sería preciso plantearse el problema seriamente. No se trata de si toros en Cultura o en Interior. Los taurinos llevan años mangoneando en la Fiesta sin oposición de nadie y vamos de mal en peor. Tampoco se trata de eso.

Lo único que falta, el único camino que queda para comprobar que la Fiesta de los Toros tiene aún vigencia y que todavía no ha sido arrinconada por el cambio de los gustos y las modas de la sociedad actual, es devolverle su verdad, su autenticidad, su grandeza, que no es otra que la del toro en su total integridad y fiereza como componente fundamental de este rito. Hay indicios que señalan este camino porque, cuando la gente espera encontrarse con la emoción y el riesgo, o con la belleza y el arte, las plazas se llenan. Aunque escasos, hay ejemplos recientes. Ya sea en feria, o en cualquier otra fecha del calendario, los aficionados se tragan los kilómetros que hagan falta para estar en la cita, los lugareños se pelean por una entrada, los reventas hacen su agosto… ¿No se les habrá ocurrido a los taurinos, tan perspicaces para otras cosas, plantearse esta ecuación? Los toros no tienen ningún sentido, y dejan de ser un negocio, si no va nadie a las corridas. ¿Serán tan torpes los que controlan este negocio que amenaza ruina si sigue por estos derroteros de llegar hasta la bancarrota? En sus manos está.

miércoles, 11 de agosto de 2010

LA COGIDA Y LA MUERTE - LOLA FLORES (del "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías" de Federico García Lorca)

A las cinco de la tarde de hoy he puesto en marcha el ordenador y directamente, como guiado por una fuerza interna, he ido a la carpeta “canciones de toros”. Entre el montón de grabaciones allí recogidas he parado directamente en una: “La cogida y la muerte”, el primer poema del “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” que le escribiera su gran amigo Federico García Lorca y que, según los expertos en poesía, es la mejor elegía escrita en español desde las “Coplas a la muerte de mi padre” de Jorge Manrique. Era la versión de Gabriela Ortega rescatada de un viejo disco de 1960. Le he dado al play y ha empezado a soñar: “A las cinco de la tarde / eran las cinco en punto de la tarde…”. De repente he mirado el calendario, 11 de agosto… el día en que se cumple el 76 aniversario de la cogida, en Manzanares, que le ocasionó la muerte dos días después, el 13 de agosto, a Ignacio Sánchez Mejías. Seguidamente he buscado en YouTube alguna versión de este poema y he tenido la fortuna de encontrarme con un vídeo de Lola Flores interpretándolo.

Estaba claro, ha sido toda una concatenación de pequeños acontecimientos que me conducían ha publicar una entrada en recuerdo de este hombre polifacético que, además de torero, fue aventurero, escritor de obras de teatro, actor de cine, jugador de polo, automovilista, presidente del Real Betis Balompié, mecenas e impulsor de la “generación del 27” y promotor de espectáculos musicales y teatrales. A su muerte no sólo escribió en su memoria García Lorca. También lo hicieron Miguel Hernández, Rafael Alberti, Gerardo Diego, Luís Fernández Ardavín, José María de Cossío, Mariano Brull, Benjamín Peret, José del Rio o Domingo Manfredi Cano… Su relación con la “generación del 27” es algo más que de amistad pues fue él, según el testimonio de Gerardo Diego, el que costeo el viaje y la estancia en Sevilla de los siete escritores que se desplazaron desde Madrid a la capital hispalense para participar en los actos de homenaje a Góngora, con motivo de su 300 aniversario, que organizó el Ateneo sevillano los días 16 y 17 de diciembre de 1927: José Bergamín, Federico García Lorca, Rafael Albertí, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Juan Chabás y Jorge Guillén. Este acto fue el que dio nombre a esta generación de poetas, la más importante desde el "siglo de oro".

Es necesario recordar, para los amantes de la música española, que fue el promotor e impulsor, por su amistad con García Lorca y su relación con Encarnación López “La Argentinita”, de la recuperación de la “Colección de canciones populares antiguas”, armonizadas e interpretadas al piano por el poeta granadino y cantadas por la popular bailarina y tonadillera, que fueron grabadas en 1931, un auténtico tesoro de la canción popular española. Una de ellas, “En el Café de Chinitas” es, precisamente, utilizada como sintonía de la tertulia que varios aficionados de “La Cabaña Brava” grabamos semanalmente y que puede escucharse en el reproductor situado en la columna izquierda de este blog.

Como torero, dicen los que le vieron, no fue un artista ni gran dominador de la técnica lidiadora, fue un torero valiente y uno de los mejores, si no el mejor, banderilleros de la historia de la tauromaquia. Aprendió el oficio, como se hacía antiguamente, como banderillero de su cuñado Joselito, pues se había casado con su hermana en 1915. Tomó la alternativa en Barcelona en 1919, su padrino fue Joselito y el testigo Juan Belmonte. La confirmó un año más tarde en Madrid. En Talavera de la Reina, actuando mano a mano el 16 de mayo, fue testigo de la muerte de su cuñado. A mediados de los años 20, siendo figura del toreo, se retiró de los toros y se dedicó a desarrollar sus otras aficiones intelectuales y de mecenazgo. En 1934, a la vez que su amigo Juan Belmonte, volvió a los toros. El 10 de agosto, día de San Lorenzo, cuando volvía de torear de Huesca, recibió la llamada de Domingo Dominguín para torear Manzanares sustituyendo a Domingo Ortega que, volviendo de La Coruña había sufrido un accidente de trafico que le impedía cumplir su compromiso en la plaza manchega. Allí se encontró con “Granaino”, un toro pequeño, manso y astifino que le dio una gran cornada en el muslo derecho al iniciar la faena de muleta sentado en el estribo. No quiso que le operaran en la plaza y pidió que lo llevaran a Madrid para ser intervenido allí. El viaje, por aquellas carreteras, se alargó más de lo previsto. A los dos días, el 13 de agosto, se le declaró la gangrena y murió en Madrid.

De Lola Flores, poco que decir en esta ocasión. Véanla y escúchenla interpretando este poema: “La cogida y la muerte”, el primero de la elegía “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, de Federico García Lorca, desde el Teatro "Álvarez Quintero" de Sevilla en los años ochenta.

lunes, 9 de agosto de 2010

UNA ESTRATEGIA QUE NO SE PUEDE TOLERAR

Escuchando en la noche del pasado domingo el programa taurino “Clarín”, de RNE, y según un aficionado autorizado para estar presente en el reconocimiento, que fue testigo de todo lo ocurrido, uno de los protagonistas del bochornoso espectáculo vivido en el Puerto de Santa María el pasado fin de semana, venía a decir que, en estos momentos por lo que atraviesa la Fiesta, a raíz de la prohibición de las corridas de toros en Cataluña, había que dejar de lado las diferencias y apoyar sin fisuras el espectáculo de los toros.

No voy a entrar en lo ocurrido porque hay suficiente información en los diferentes blog’s que mantienen los aficionados, pero si quiero detenerme en esta idea que, desde que se produjo la decisión del parlamento catalán, mantienen los taurinos profesionales y los medios de comunicación que los apoyan. No es más que una estrategia para, aprovechando estos momentos en que los aficionados están sensibilizados con esa medida, tratar de colar lo de siempre: “el toro a modo” que, en vez de emocionar, aburre y que, tarde tras tarde, imponen los “figuras” de turno en la mayoría de las plazas en las que se anuncian.

Según mi opinión, reflejada en entradas anteriores de este blog, ese es el auténtico problema que atraviesa la Fiesta de los Toros y no el de la prohibición. Lo que me parece una sirvengozonería -más gorda si cabe que todas las que acostumbran a perpetrar los taurinos profesionales a diario- es aprovechar esta situación para dar un paso más en sus propósitos de convertir esta Fiesta, que durante siglos a resistido los embates de todo tipo de prohibiciones, en una pantomima sin contenido y emoción alguna. Con estos apoderados y toreros no hace falta ninguna “Iniciativa Legislativa Popular” para acabar con los toros porque, más pronto que tarde, como se puede comprobar viendo las paupérrimas entradas que registran las plazas de toros, casi nadie acudirá a las corridas de toros y los que vayan es posible que no vuelvan. Ese es el auténtico problema, la pobres entradas que se registran en los cosos aunque se anuncien los “figuras” que mandan en el escalafón y que amenazan de ruina el negocio taurino. Siguen sin quererlo ver, la Fiesta de los toros es una Fiesta de la emoción y si esta desaparece no tiene ningún sentido. Pues nada, como aquella película de Paco Martínez Soria… “erre que erre”.

Pero lo más preocupante de esta ceguera de los taurinos es que, si bien los aficionados nos quedaremos sin nuestra Fiesta preferida, cosa que ya casi han conseguido pues cada vez son más los que no acuden a las plazas a presenciar estos montajes, ellos: los toreros, los subalternos, los apoderados, los ganaderos, los empresarios, los periodistas… y todos los que viven de los toros, se van a quedar sin trabajo.

viernes, 6 de agosto de 2010

¿QUÉ FIESTA DEFENDEMOS?

La prohibición de las corridas de toros en Cataluña debería servir para abrir, de una vez por todas, un debate serio y consecuente, por parte de los profesionales y los aficionados, sobre la Fiesta que queremos y debemos defender. Es una oportunidad que no deberíamos desperdiciar porque el proceso que ha llevado a esta prohibición está más relacionado con la situación de deterioro que atraviesan los valores fundamentales de la fiesta de los toros que los argumentos partidistas y oportunitas que han llevado al parlamento catalán a tomar esta determinación. Si la Fiesta de los toros gozara de la salud de antaño, cuando en Barcelona se daban corridas en dos plazas a la vez, en doble sesión semanal y con los tendidos llenos, los políticos no se hubieran atrevido ni siquiera a plantearse su prohibición, es más, seguramente se pelearían, conocido su oportunismo, por aparecer en la barrera de la Monumental barcelonesa como un elemento más de afianzar su popularidad. La prueba la tenemos en la defensa que estos mismos políticos -en flagrante contradicción con los argumentos que les llevan a prohibir- hacen de los festejos populares que, como en el resto de España, se celebran en numerosos pueblos y ciudades de Cataluña ya que les podrían restar votos a sus candidaturas locales.

No quiero entrar en las razones que aportan unos y otros para la defensa o prohibición de las corridas de toros, ni en recordar la historia de los toros en Cataluña que se remonta, según los documentos conocidos, al siglo XIV. Negar la propia historia es un problema que, con el tiempo, pasara factura a los que han tomado esta medida… allá ellos con sus decisiones. Tampoco en los argumentos simplistas de los animalistas, que equiparan al hombre, como ser inteligente, a los animales en general, ni en las contradicciones de los ecologistas que, al apoyar esta decisión, están condenando a su desaparición a una especie, el toro de lidia, y el medio natural en el que se crían con su indudable valor ecológico. En lo que me quiero centrar es en las razones que, según mi punto de vista, han influido de manera más decisiva para que se pudiera plantear, siquiera, esta votación.

Pienso que el motivo principal de haber llegado ha esta situación es el deterioro de los valores de la Fiesta que no son otros que la autenticidad y la emoción. Los tejemanejes de los taurinos, con los matadores a la cabeza, han conseguido desnaturalizar hasta tal punto la Fiesta de los Toros que en nada o poco se parece, en la actualidad, a la que conocieron nuestros antepasados, y en esa desnaturalización se han perdido sus valores fundamentales. En su lugar ha quedado evidente el fraude y la mentira que supone, salvo contadísimas excepciones, una corrida de toros en esta época. Este proceso ha llevado a los aficionados -principales defensores y propagandistas de la Fiesta- a dejar de acudir a las plazas de toros. A los profesionales, este proceso de abandono de los aficionados, en vez de preocuparles y tratar de ponerle solución, no les disgustaba, prueba de ello son las acometidas que desde hace bastantes años dedican a este colectivo que, no lo deberían olvidar, era el sostén principal de su negocio. Confiados en sustituir esta clientela, fiel pero intransigente, por espectadores sin criterio que les permitiera llevar a cabo sus planes de desnaturalización de la Fiesta sin oposición, se han encontrado con que las plazas, no sólo las catalanas, se han ido vaciado de aficionados y de espectadores. Solo hay que fijarse en las paupérrimas entradas que, salvo en contadísimos días de feria, se registran en todas las plazas de toros.

Y ahora, ante la oportunista decisión del parlamento catalán de prohibir las corridas de toros, los taurinos profesionales se llevan las manos a la cabeza y reclaman la unidad en la defensa de la Fiesta. ¿Pero qué fiesta? Ahí esta el problema y ahí la solución. Si lo que defienden, y para lo que piden el apoyo, es seguir perpetuando el fraude y el engaño, que no cuenten conmigo. Si en cambio se plantea un cambio en el modelo y se busca la regeneración de los valores que han mantenido la Fiesta de los Toros viva durante siglos -resistiendo a las diversas prohibiciones que ha tenido que soportar a lo largo de su historia- como son la integridad y la emoción, este pequeño espacio, sin dudarlo, y como viene haciendo desde hace tiempo, estará en esa lucha. No se trata de reivindicar una fiesta que se ha convertido en una pantomima previsible y, por lo tanto, aburrida, sino devolverle su esencia que no es otra que el toro, núcleo sobre el que gira, como su propio nombre indica, todo el entramado de la tauromaquia.