“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

martes, 26 de mayo de 2009

IMPRESENTABLE

La novillada que lidió la ganadería de “Rehuelga” en Zaragoza el pasado domingo fue impresentable, al menos en tres ejemplares de los que saltaron al ruedo de “La Misericordia” (3º, 4º y 5º) que lucían unas defensas corneas, como se puede observar en las fotografías, impropias de una plaza de primera. De los otros tres, tampoco muy descarados de cuerna: el 2º fue un inválido total y fue sustituido tras derrumbarse al salir de la segunda entrada al caballo; el 1º demasiado bizco del cuerno izquierdo y muy escaso de todo; y el 6º que fue el único novillo que, en mi opinión, tuvo la presencia exigida para una plaza como la de Zaragoza. Todos resultaron, unos más que otros, escasos de fuerza, escasos de bravura, escasos de casta y muy nobles.

La novillada venía precedida de gran expectación entre la afición zaragozana por el excelente juego de la que, esta misma ganadería, presentó el año pasado, con dos novillos excelentes de los que aún recuerdo su nombre -“Caralegre” y “Olivero”- y que dieron un juego excepcional. Pero además de estos dos novillos, toda la novillada estuvo muy bien presentada, tanto de cara como de tipo, y encastada. Por eso duele más que la de este año haya salido al revés en todo, del comportamiento de los novillos podemos achacarlo a ese dicho famoso de que “los toros son como los melones...”, pero de la presentación no, porque eso se ve antes de salir al ruedo y tres de los que salieron el pasado domingo en “La Misericordia” nunca debieron de haber salido.

El juego de la novillada, presentación aparte, también fue decepcionante. Los cornigachos resultaron muy flojos, de escasa bravura y demasiada bobez en la embestida, siempre con la cara alta y sin entregarse en ningún momento. El único que se salvó de la quema fue el 6º, “Fabricante”, de octubre de 2005 y 502 kilos de peso. Este novillo se fue hacia el montado en cuanto lo divisó y empujó hacia las afueras, metiendo los riñones, en una vara larga, en la segunda se abrió de naja en cuanto sintió el palo. No humilló en ningún momento pero fue noble y obediente en la muleta y sirvió para que al tercero de la terna, José Manuel Más, después de un pinchazo y una estocada baja, le concedieran otra oreja, pues en el tercero, ante la petición de la mitad del público, ya le habían concedido una.

Este novillero demostró que sabe lo quiere y supo aprovechar las oportunidades que se le presentaron. Practica el destoreo moderno: pases despegados y hacia afuera que sabe vender bien a la concurrencia. Al finalizar cada serie de vulgares muletazos se alejaba de la cara del novillo en plan triunfal y con cara de satisfacción y los espectadores le correspondían con grandes ovaciones. Así es el toreo moderno, como la vida misma en esta época que estamos viviendo, mucho envoltorio y poco contenido. Al menos demostró ser el más placeado de los tres y que, de momento, tiene claras las ideas y obedece las consignas. De sus compañeros de terna, Mario Aguilar y Juan Luis Rodríguez, poco que decir. Ambos resultaron cogidos, más por su impericia que por otra cosa, a pesar de la nobleza de los novillos que les tocaron en suerte. No se puede uno quedar destapado y descolocado en la cara del novillo porque te cogen, al menos estos que, a pesar de su escasez, aún conservaban un puntito de casta santacolomeña en su sangre.

En resumen, decepcionante novillada de la ganadería que más destacó el pasado año en nuestra plaza de “La Misericordia”, y lo que es más grave, impresentable para una plaza de primera como pretende ser la de Zaragoza, porque la mitad de los novillos que saltaron al ruedo nunca debieron de haberlo hecho. De la otra mitad, en mi opinión, sólo se salva uno.

miércoles, 20 de mayo de 2009

NOVILLEROS

A diferencia de la pasada semana en donde la terna de novilleros parecían imitar a la torería andante en el escalafón superior, al que están próximos a ascender, y durante toda la tarde no pudimos ver ni un solo quite, en la de este domingo los hubo en todos los toros. Presenciar algo que anda tan escaso en los tiempos que corren es digno de agradecer. No vamos a entrar en si fueron mejores o peores los que realizaron unos y con los que les contestaron otros, lo importante, lo relevante del caso, en primer lugar, es su abundancia en tiempos de tanta escasez. Es lo menos que se les puede pedir a los novilleros, que estén en “novilleros”, que se "piquen" entre ellos y que vengan con la disposición de aprender, de poner en práctica todas las cosas que les han enseñado, las que se han inventado, o las que han soñado, y que arriesguen hasta la temeridad con la finalidad de poner en juego -de verdad y ante el toro- su técnica y su concepción del toreo.

De los tres que actuaron el pasado domingo el que más se comprometió con su papel de novillero fue Javier Cortés. Lo intentó todo: toreo con el capote en abundancia y con variedad, hizo quites en los novillos de sus compañeros, replicó en los suyos, trató de hacer las cosas bien con la muleta, ensayó todos los pases que sabía, puso toda su voluntad y dejó algún detalle y la impresión de que quiere ser torero, eso, para un novillero ya es un buen aval. En cambio “Josete” estuvo más desangelado, o es que es así su toreo, porque parecía estar a gusto toreando de la forma en que lo hacía: despegado y hacía afuera. Pablo Lechuga fue el agraciado con la “perita en dulce” que fue su segundo novillo, el quinto de la tarde, noble y colaborador en la muleta que sirvió para comprobar la solvencia técnica y el arte que atesora este aspirante a matador. Lo intentó, en algunas tandas con la derecha logró ligar los pases y llevar al toro largo, porfío con la zurda y consiguió algún buen natural, preparó al novillo con mando y torería para la muerte pero... falló estrepitosamente con la espada: tres pinchazos en los bajos sin soltar, un meti-saca en las profundidades, que hirió de muerte al novillo, y media estocada caída, trasera y perpendicular que hizo doblar a su oponente. Lo que menos me gustó de su actitud es que, ante los aplausos del respetable en reconocimiento por su faena de muleta, después del recital ofrecido con la espada, hiciera un amago de dar la vuelta al ruedo.

También fueron destacables, y en estos tiempos de escasez tampoco suele ser lo habitual, los buenos tercios de banderillas que pudimos presenciar, hasta siete banderilleros se desmonteraron por su buena labor con los garapullos. En general, la lidia de los novillos se llevó con cierto orden y eso permitió el lucimiento de los novilleros en los sucesivos quites que se produjeron. Esa debería ser la tónica general en las novillas, la disposición de los subalternos que, y con más razón en esta categoría, además de ayudar a su torero en el curso de la lidia, deberían ser maestros de la técnica de lidiar que todo el que pretenda ser torero debe conocer y dominar a la perfección. No es que ejercieran esa maestría el pasado domingo en “La Misericordia” zaragozana, pero sí es de justicia decir que, en determinados pasajes de la lidia, los subalternos hicieron las cosas bien, también es preciso denunciar los abusos habituales a los que someten a los novillos y que, muchas veces, les provocan lesiones irreparables. Es el caso, por tomar un ejemplo de la novillada del domingo, de la costumbre de sacar la punta del capote por la bocana del burladero y hacer que los novillos se estrellen contra las tablas. El pasado domingo, a un solo novillo, el tercero, se lo hicieron media docena de veces.

De los novillos de “La Quinta” destacaron los de pelo cárdeno, primero, tercero y quinto, que ofrecieron condiciones de lucimiento, y de entre estos tres el último, “Florecio”, de tres años y medio y 520 kilos de peso, feo de cuerna, bizco y cubeto, en tipo, bien rematado y con culata. Empujó en el primer encuentro con el caballo, pero hizo amagos de huir en la segunda vara, aunque se dejó pegar. En la muleta fue noble hasta decir basta, un “bombón” para hartarse de torear, con prontitud, recorrido y docilidad en la embestida... ¡Vamos! Nada que envidiar a los más afamados “toros artistas” de las ganaderías más selectas. No lo hizo mal Pablo Lechuga que, en varios pasajes de la faena de muleta, consiguió llevar al novillo dominado, pero luego vino el desastre con la espada ya relatado. De los negros, segundo, cuarto y quinto, dos fueron devueltos por inválidos -y sustituidos por dos no mucho más válidos de “Jaralta”- y el otro resultó de la especie del toro soso y bobo tan en boga. En general, a la novillada le faltó picante -con otras palabras, casta- y le sobró nobleza -o dicho de otra forma, bobez-. Dependiendo de lo que busque el ganadero tendrá razones para estar contento o disgustado, él lo sabrá y el tiempo nos lo dirá. Yo, como aficionado, y visto lo visto, quedé más decepcionado que satisfecho.

sábado, 16 de mayo de 2009

JOSELITO: "SILENCIO POR UN TORERO", POR JUANITA REINA

Cuando sucedió la desgracia de Talavera se decía que Joselito se quería retirar de los toros. Cansado de sostener sobre sus hombros la pasión taurina de media España, hastiado de tantos viajes, tantas plaza, tantas tardes de responsabilidad, harto de las exigencias y la incomprensión de los aficionados madrileños, su plaza preferida y en donde había entregado lo mejor de sí mismo, empezaba ha abrirse paso en su cabeza un sueño que venía acariciado desde niño para el momento en el que le faltasen las ganas, como declaró en una entrevista concedida a El Caballero Audaz, seudónimo con el que firmaba sus trabajos el periodista José María Carretero: “... Dentro de unos pocos años, si he perdido facultades y vienen detrás empujando, entonces sí... A pesar de mis pocos años, yo siento dentro de mí la emoción de la vida del hogar... Una vida en el campo..., labrando una dehesa, de ganado manso, por supuesto, y sin perder una corrida de toros como espectador... Ésa es la idea que, como suprema dicha de mi vida, acaricio para lo por venir.”

Cuando sucedió la tragedia de Talavera eran noticias habituales en periódicos y revistas, y tema de conversación popular, la vida privada de Joselito. Corrían como la pólvora algunos de los escarceos amorosos que, como personaje público y famoso que era en la sociedad de la época, se le atribuyeron con algunas de las más famosas cupletistas. Se decía que si Consuelito Hidalgo, si Adelita Lulú, que si la actriz Irene López Heredia... Y también era sabido que al menor de los Gallos le gustaban las mujeres, como le confesó en alguna ocasión: “Las mujeres me gustan más que nada: eso por sabido se calla; como que si yo no torease más que para hombres, ya me habría cortado la coleta... Algunas veces, en esas tardes fatales que tiene uno, cuando casi con las lágrimas saltadas se dejan los trastos de matar y se refugia uno en la barrera..., al volver la cara al tendido, en medio de la hostilidad de los que gritan, se tropiezan nuestros ojos con los ojos bonitos de una gachí que, con la caricia de su mirada compasiva, quiere consolarnos... A mí me ha ocurrido algunas veces esto, y entonces me he ido al toro, como un jabato, con el capote, y animado por el calor de los ojos de la desconocida y he levantado al público haciendo todo lo que sabía y algo más. Mandan mucho fluido unos ojos gitanos.” Pero, por propia experiencia, tenía muy claro el peligro que encerraba distraerse pensando en una mujer estando delante del toro, por eso decía: “En cuanto empiezo la temporada, ni acercarme a unas faldas... La cosa es mortal... La cogida que tuve en Barcelona, que me partí la clavícula, fue por causa de unos ojos negros... había pasado toda la noche anterior mirándome en ellos... Hay veces que se prefiere una cornada ha desperdiciar ciertas cosas...”.

Cuando sucedió la desgracia de Talavera se decía que una pena muy grande le reconcomía por dentro, una pena que no le dejaba vivir. Se comentaba que una muchachita sevillana algo más joven que él era el centro de su pasión y que José era correspondido en ese sentimiento. Una pared se alzaba en el camino de ambos pretendientes, los padres de la novia, familia de la alta sociedad sevillana y perteneciente a una importante dinastía ganadera, no toleraban el casamiento de su hija con un personaje que no se correspondía con su clase social. Al cabo de muchos años se pudo saber que aquella muchacha era Guadalupe, hija de Pablo Romero. Se sabe que Guadalupe Romero lloró amargamente la muerte de Joselito y siempre se negó ha contar públicamente sus penas. Murió en la década de los ochenta siendo ya octogenaria y nunca se casó ni se le conoció pretendiente. Quizás, cuando le sorprendió Bailador en la plaza de Talavera estuviera pensando en ella, en dejarlo todo y, aún en contra de la negativa paterna, casarse con su prometida en el momento en que ésta llegara a la mayoría de edad... Quizás ese sueño que lo perseguía desde niño, ese hogar alejado de mundanal ruido en el que “muchas veces quisiera pasar inadvertido”, como confesaba el propio José. Quizás ese sueño, el recuerdo de los ojos de Guadalupe, el anhelo de un hogar y una vida familiar, y más después de la desagradable situación que había tenido que soportar en Madrid el día anterior, en donde rechazaban su presencia, empezaba a tomar cuerpo en su mente y lo veía como algo cada vez más cercano y real. Quizás eso nublase su entendimiento y distrajese su atención en el preciso instante en que Bailador, quinto de la tarde, hirió de muerte a Joselito en la plaza que un día inaugurara su propio padre.

Cuando sucedió la tragedia de Talavera, aquel 16 de mayo de 1920, no se podía imaginar José Gómez Ortega Joselito, que 89 años después del triste suceso que conmocionó -aficionados o no, partidarios o contrarios- a todo el país, seguiría vigente su memoria. Desde entonces existe la costumbre de recordar este día en todas las plazas de toros en las que se dan festejos taurinos y, en señal de respeto, los matadores y sus cuadrillas lucen lazos negros en sus chaquetillas. Desde este Blog nos sumamos a este homenaje y lo hacemos aportando un pasodoble compuesto en su memoria, “Silencio para un torero”, de Quintero, León y Quiroga, e interpretado en su honor por su creadora, la gran artísta sevillana Juanita Reina. Lo estrenó el día que presentó su espectáculo “Olé con olé”, en el teatro Cervantes, de Málaga, el día11 de octubre de 1962. Completamos la entrada con un vídeo en el que la música del pasodoble, interpretado magistralmente por la cantante sevillana, sirve de soporte musical a imágenes de Joselito y de su multitudinario entierro.

Silencio por un torero
(Quintero-León-Quiroga)

Aquella tarde Sevilla
se puso toda amarilla
quebraíta de color.
Y por el aire caliente
su voz clamó de repente
hay que pena y qué dolor.
Silencio en Andalucía,
rezadle un Ave María
y quitarse los sombreros.
Silencio el patio y la fuente,
que está de cuerpo presente
el mejor de los toreros.

"¡Parece que está dormío, Dios mío,
en su capote de brega!"
Y por Gelves viene el río, teñío,
con sangre de los Ortega.
Suspira bajo su velo
la Virgen de la Esperanza
y arría en señal de duelo
banderas la Maestranza.
Y Sevilla, enloquecida,
repetía a voz en grito:
"¡Pá que quiero mi alegría!
¡Pá que quiero mi alegría,
si se ha muerto Joselito!"

Silencio por un minuto,
pintad los campos de luto
el ciprés y el olivar.
De luto las amapolas
de luto Carmen y Lola
Concha, Pepa y Soledad.
Silencio guarda el romero
silencio el torito fiero
y los bravos mayorales.
Crespones en las divisas
silencio pide la brisa
al pasar por los trigales.

"¡Parece que está dormío, Dios mío,
en su capote de brega!"
Y por Gelves viene el río, teñío,
con sangre de los Ortega.
Suspira bajo su velo
la Virgen de la Esperanza
y arría en señal de duelo
banderas la Maestranza.
Y Sevilla, enloquecida
repetía a voz en grito:
"¡Pá que quiero mi alegría!
¡Pá que quiero mi alegría,
si se ha muerto Joselito!"


martes, 12 de mayo de 2009

SI ESTOS SON LOS TOREROS QUE VIENEN, APAÑADOS VAMOS

La terna de novilleros que hizo el paseíllo el pasado domingo, 10 de mayo, en “La Misericordia” zaragozana, venía con el aval de ser punteros en su escalafón y con fecha cerrada para su próximo doctorado. Para ello se había preparado una novillada de Javier Molina -Domecq por vía FuenteYmbro- que venía precedida de su éxito en la pasada Feria del “Zapato de Oro”, en la riojana localidad de Arnedo, y el buen sabor de boca que dejó a los aficionados madrileños el pasado año. Todo parecía preparado para pasar una buena tarde de toros, los novillos cumplieron con su cometido y ofrecieron posibilidades de lucimiento, al menos cuatro de los ejemplares presentados, pero los novilleros, que ya deberían de estar cuajados para dar el paso que se disponen a dar, no supieron aprovecharlos.

Después de lo visto me temo que les ocurrirá como a la inmensa mayoría de los que toman la alternativa, que se diluirán en el escalafón superior como un azucarillo en un vaso de agua, porque tuvieron material para salir triunfantes los tres, y los tres fracasaron. En especial el primero de la terna, Miguel Tendero, que venía precedido de cierta fama y al que le tocó un novillo, el cuarto, para bordar el toreo, noble, pronto, con movilidad, que metía la cara y llevaba el morro por el suelo, claro por ambos pitones y, en vez de torear como mandan los cánones, se dedicó a poner posturitas y hacer una faena deslavazada y falta de ligazón que remató con un pinchazo y una estocada contraria de efecto retardado que, por su negligencia para rematar al utrero con el descabello, que para eso está, casi le cuesta el tercer aviso.

Román Pérez, el francés afincado en Salamanca que en su día declaró que nunca iría a los toros con uno del “7” de Madrid, pudo aprovechar su dos novillos, pues ambos tenían condiciones para ello, pero demostró ser un especialista en el trapazo y el trallazo. En su segundo, que derribó en su primer encuentro con el caballo sin llegar a ser picado, y al que le administraron una vara demoledora en su segundo encuentro, lo cambio de forma precipitada y el novillo se vino arriba en banderillas poniendo en dificultades a la cuadrilla. Por el pitón derecho ofrecía algún problema y el novillero no lo quiso ni ver, pero por el izquierdo embestía con claridad y largura y, aunque lo intentó, nada de nada. Le dio un aparatoso revolcón sin consecuencias y lo mató, tónica habitual de toda la tarde, mal. En su primer oponente, un colorado pequeño, bien armado y noble, tampoco hizo nada destacable y pasó por “La Misericordia”, en donde había cortado una orejita la pasada temporada, con más pena que gloria.

Alejandro Esplá, el tercero en discordia, demostró que esta verde... muy verde. Si bien el primero de su lote fue el que más dificultades ofreció, que tampoco fueron tantas, en su segundo, el de la jota, que fue el más bravo del encierro, estuvo a merced del utrero y el miedo transcendió a los tendidos. El novillo de salida se lanzó al galope y, siguiendo el señuelo de un capote que asomo por el burladero de cuadrillas, se estrelló contra las tablas partiéndose un pitón y saliendo rebotando como si de una pelota se tratara. Pensábamos que se había matado, pero se levantó raudo y siguió galopando como un loco como si nada hubiera pasado. En varas fue el más bravo de los seis, empujó con fuerza y metió los riñones en un primer encuentro en el que le castigaron de lo lindo y estuvo a punto de derribar al montado. En la segunda vara también empujó con clase y sacó al picador más halla de la segunda raya. En banderillas no paró de embestir y puso en aprietos a los banderilleros. Llegó a la muleta con recorrido y necesitando mando, mano baja y ligazón, pero se encontró con un novillero falto de técnica y conocimientos, y algo escaso de valor, al que desbordó por completo. Como suele ocurrir cuando hay un toro bravo en el ruedo, quedaron al descubierto todas las carencias del novillero alicantino.

Si estos son los toreros que vienen, apañados vamos. Pero es que, además, esto es lo habitual, y lo grave, actualmente en el escalafón novilleril. Lo que debería ser una escuela de aprendizaje para curtirse en esta dificil profesión, se convierte en un mero trámite obligatorio que hay que salvar cuanto antes para convertirse en matador y ver si suena la flauta por casualidad. Luego ocurre lo que ocurre, que la inmensa mayoría se pierden en el anonimato en cuanto dan el paso al escalafón superior y si, por casualidad, alguna vez se les presenta una oportunidad la desaprovechan, porque ni saben los fundamentos de la lidia, ni tienen idea del arte de torear, ni nadie se ha preocupado de enseñarselo. El pasado domingo en “La Misericordia” zaragozana se les presentó una clara oportunidad para el triunfo a los tres y -“como el agua que entre las manos se nos va”, que cantaba Bambino- los tres la perdieron.

sábado, 2 de mayo de 2009

CACEROLITO O PAJARRACO

- Hola don Pepe.
- Hola don José.
- Hoy, y sin que sirva de precedente, creo que vamos ha estar de acuerdo usted y yo.
- Depende, don José. Depende de lo que me diga usted.
- Ya le digo, de antemano, que vamos ha ser de la misma opinión en el asunto que le voy a plantear.
- Usted dirá, pero no le de más rodeos a la cosa y vaya al grano.
- Pues quiero hablarle del toro que resultó ganador de la Corrida Concurso celebrada el pasado domingo en nuestra querida plaza de “La Misericordia”, don Pepe, de “Cacerolito”, ese bravo ejemplar de la ganadería de Ana Romero.
- Pues mire usted, don José, me parece que va a ser que no, que esta vez tampoco vamos ha estar de acuerdo, porque yo me quedo con el toro de Prieto de Cal, con “Pajarraco”, que me pareció mejor presentado, más bravo y más completo.
- Pero ese toro llegó a la muleta con poca fuerza y se apagó antes, en cambio “Cacerolito”, al que se le dio la vuelta al ruedo por petición del público, se creció en banderillas, se vino arriba en la muleta y fue una máquina de embestir.
- Pero no debe usted de olvidar que llevó una lidia mucho más ordenada, se le dieron los capotazos justos y, por esa razón, llegó más boyante a la faena de muleta. En cambio “Pajarraco” sufrió un sin fin de capotazos deslavazados que le restaron fuerza para los tercios posteriores de la lidia. Pero vayamos por partes y empecemos por el principio, por el tercio de varas en donde, yo creo, el de Prieto de la Cal fue muy superior.
- ¡Ya estamos con el tercio de varas! No se puede centrar todo en la suerte de varas, don Pepe, porque también cuenta el juego del toro en los restantes tercios de la lidia, pero si usted lo quiere así, hablemos primeramente de eso, porque “Cacerolito” recibió cuatro varas en toda la regla arrancándose de largo y al galope.
- Pero hizo sonar los estribos, no empujó, se repuchó del caballo, no lo castigaron tan apenas y en la última, la cuarta, le costo dios y ayuda acudir al montado, haciendo amagos de no querer ir, pensándoselo mucho y saliendo suelto nada más sentir el hierro. En cambio “Pajarraco”, tomo cinco varas, la segunda al relance de un capote del subalterno que no supo sacarlo hacia los medios para volver a colocarlo en suerte, pero en las otras cuatro se arrancó de largo y empujó con fuerza, no hizo amagos de querer irse y recibió mucho más castigo, además, como le decía anteriormente, de la desastrosa lidia que tuvo que soportar en ese tercio.
- Ni exagere con el suyo, ni menoscabe el mio, don Pepe, porque “Cacerolito” en banderillas se vino arriba y fue bravo y noble en la muleta, y lo que es más importante, llegó al último tercio con más fuerza que el de Prieto de la Cal y ofreció mucho juego a su matador, lastima que...
- .... Alberto Álvarez, que en el papel de lidiador estuvo correcto toda la tarde, intentando hacer las cosas como se tienen que hacer en una Corrida Concurso, no estuvo a la altura de la bravura y la clase del toro.
- Tenga usted en cuenta que para toreros tan poco placeados como los que hicieron el paseíllo el pasado domingo es un compromiso enfrentarse a toros como los que saltaron al ruedo y si, además, salen un par de toros bravos pues...
- Pues pasa lo que pasó... Pero no desviemos la conversación hacia ese terreno porque aún me queda algo que decir sobre “Pajarraco” para completar mi argumentación sobre las razones que me llevan a afirmar que fue más bravo y completo que el que resultó agraciado con el premio.
- Siga usted con su razonamiento, don Pepe, aunque no me negara que, si bien en varas puede que fuera más completo el de Prieto de la Cal, en banderillas y en muleta mi defendido lo superó con creces y, según mi opinión, la bravura de un toro no se debe medir sólo en la suerte de varas, sino en el conjunto de la lidia.
- En mi opinión, don José, en eso también superó “Pajarraco” a “Cacerolito”, pues si bien es cierto que el primero llegó más justo de fuerzas al último tercio -no debemos olvidarnos de la desastrosa lidia a la que se le sometió que le restó muchos de los muletazos que el toro tenía, y el mayor castigo que recibió en varas-, en banderillas estuvieron a una altura similar, y en el tercio de muleta, el de Prieto de la Cal, tuvo tres o cuatro series embistiendo con largura y nobleza que su matador, Ricardo Torres, no supo conducir en ningún momento. Otro gallo hubiera cantado si en vez de encontrarse con el matador que le tocó en desgracia hubiera estado en otras manos.
- Pero la prontitud y la entrega de las embestidas de “Cacerolito” llevaron la emoción a los tendidos y, quizás por eso, el público se inclinó por este toro y solicitó la vuelta al ruedo unánimemente, y el jurado le concedió el premio.
- Y porque, no se olvide usted, veníamos de ver tres toros que defraudaron, como fueron los de Escolar, Alcurrucén y, sobre todo, el de FuenteYmbro. Y otra cosa más que debemos tener presente, después de un tercio de varas menos emocionante que el del segundo toro, cuando se vino arriba en banderillas y en la muleta el público, que estaba con ganas, quedó más impresionado y volcó sus preferencias hacia “Cacerolito”.
- Pero no me puede negar usted, don Pepe, que fue un gran toro, como también lo fue “Pajarraco”.
- De eso no caben dudas. En eso, y sin que sirva de precedente, estamos de acuerdo, ambos fueron dos buenos toros, y como ocurrió el pasado año con “Farolero” y “Lanudo”, tardaremos tiempo en olvidarlos.
- Y más con lo que está saliendo por las principales plazas, don Pepe. Yo que sigo la feria sevillana por la televisión estoy decepcionado con el juego de los toros que están saliendo al albero de la “Real Maestranza”, con esos toros inválidos no se puede torear, la cosa se está pasando de castaño oscuro, y de todas las corridas que he visto no han salido dos toros que se acerquen ni de lejos a los que pudimos ver aquí, en “La Misericordia”, el pasado domingo.
- En eso también estamos de acuerdo, don José, lo de Sevilla está siendo de vergüenza, porque además de inválidos los toros son impresentables para una plaza de primera categoría como la sevillana, y en toda la feria no han salido dos toros que se acerquen en presentación y en juego al ofrecido por “Pajarraco” y Cacerolito”. Ambos fueron dos grandes toros, bravos y nobles que, después de los fuertes tercios de varas que soportaron, sirvieron para la muleta, echando por tierra las teorías de esos periodistas modernos que descalifican las corridas de este tipo aduciendo que se sacrifica el toro en el primer tercio dejándolos inservibles para el toreo actual que, según esos nuevos profetas de la tauromaquia moderna, se basa única y exclusivamente en la faena de muleta. El pasado domingo en la Corrida Concurso de Zaragoza quedó demostrado todo lo contrario, si los toros tienen el poder que debe tener un toro de lidia aguantan perfectamente el primer tercio y llegan al último con la fuerza suficiente, y si además, como ocurrió en “La Misericordia” con nuestros dos protagonistas, resulta que son bravos y nobles, quedan aptos para el lucimiento en la faena de muleta que, entonces, ante toros íntegros y con poder, si que toma la dimensión de faena grande.

miércoles, 29 de abril de 2009

APUNTES SOBRE LA CORRIDA CONCURSO Y LA "OTRA"

Este fin de semana tuvimos la oportunidad de ver en Zaragoza las dos Fiestas; el sábado 25, el festejo de las figuritas de la "prensa del corazón", con los hermanos Rivera Ordóñez acartelados con toritos de procedencia bodeguera; el domingo 26, la Corrida Concurso de Ganaderías con cinco toros muy bien presentados y otro, precisamente de la misma procedencia que los del día anterior, que no estuvo a la altura de las circunstancias, y con tres toreros modestos en el cartel.

Después de ambos festejos llama poderosamente la atención el diferente trato que se ha dado, por parte de la prensa local, a una y otra corrida. De la primera -la de Fran “el medallista” y Cayetano “el modelo”- no se ha hablado para nada del juego de los toros de Algarra que, estando bien presentados, fueron fieles a lo que se espera del toro comercial: escasez de fuerza, docilidad, nobleza borreguil, colaboracionismo... y ha pesar de eso, poco o nada se pudo ver de toreo artístico. Los toros recibieron, como reclaman los profetas de la nueva tauromaquia del muletazo, un par de picotazos y llegaron a la muleta, salvo el último que tuvo cierto poder, aptos para el torero moderno. Pues ni por esas. Cayetano se hartó de dar muletazos deslavazados y sin ninguna ligazón y le concedieron una oreja, solicitada mayoritariamente por voces femeninas poco habituales de los tendidos de las plazas de toros cuando no torea el "modelo de Armani", en su primer oponente. En el sexto, un manso grandón y con algo más de fuerza que sus hermanos, naufragó por falta de conocimientos. El toro metía la cara con clase cuando se le obligaba, pero Cayetano fue incapaz de ligar dos muletazos seguidos. A la salida de la plaza le escuché a más de un aficionado: “Si ha ese toro lo coge Ponce pone la plaza boca abajo”. Porque el toro era de esos mansos que si los obligas se entregan... o se rajan. Con este torero, que domina las posturitas pero no tienen ni idea de la técnica del toreo, no vimos ni lo uno ni lo otro. Su hermano Fran, “el medallista”, que había entrado de rondón sustituyendo a Miguel Ángel Perera, se dice que por imposición familiar, estuvo como acostumbra, como la chata y fue despedido con una bronca monumental. El tercero en discordia, Luís Francisco Esplá, estuvo pero no estuvo, se pasó la tarde sin molestar, y eso que tuvo un segundo toro para hartarse de torear.

Mientras que para alguno de los críticos locales esa tarde habíamos tenido a Juan Belmonte redivivo en el Coso de "La Misericordia", para la mayoría de aficionados había sido una tarde plúmbea y sin relieve, como la mayoría de las que se suceden en las distintas ferias en las que se anuncian figuras del momento con toritos comerciales al uso, como, por ejemplo, lo que está sucediendo tarde tras tarde en la feria sevillana, en donde, según los críticos destacados en la ciudad hispalense, después de un montón de corridas, solo se puede salvar el juego de tres o cuatro toros. En cambio de la segunda, la Corrida Concurso de Ganaderías, la crítica local ha sido unánime en su descalificación. Desde toros mal presentados, limpieza de corrales, inservibles para el lucimiento, sujetos a tercios de varas asesinos que inutilizan los toros para la faena de muleta, santo y seña del toreo moderno, que es el sambenito con el que nos machacan los profetas de la nueva tauromaquia.

Pues bien, en la Corrida Concurso de Zaragoza del día 26 hubo dos toros que echan por tierra todas estas teorías. Dos toros -la mitad de los que han salido en Sevilla hasta el momento- que, cada uno con sus matices, aguantaron un tercio de varas de concurso y luego sirvieron para la muleta. La lástima es que los toreros a los que les tocaron en suerte no estuvieron a la altura de las circunstancias, pero eso es harina de otro costal. Pero vayamos por partes.

En segundo lugar saltó al ruedo un toro cinqueño de Prieto de la Cal, “Pajarraco” que, entre un sinfín de capotazos, tomó cuatro varas arrancándose de largo, galopando y empujando, y una segunda al relance del capote de un subalterno que no supo volver a sacarlo a los medios, se creció en banderillas y tuvo tres o cuatro series embistiendo con prontitud, largura y nobleza. Al final el toro se resintió, más que del castigo recibido en varas, por la mala lidia que tuvo que soportar en los primeros tercios y la falta de oficio de su matador en la muleta pues, no en vano, Ricardo Torres hacia años que no toreaba en España y menos ganado de estas características. “Pajarraco” fue un gran toro que tomó cinco puyazos en regla y llegó a la muleta con muy buenas condiciones para el lucimiento de su matador, pero tuvo la desgracia de que éste no estuviera al nivel exigido por el toro. En sexto lugar se corrió un cuatreño de Ana Romero, “Cacerolito”, que a la postre resultó el ganador del concurso y que fue otro toro excelente. Tomó cuatro varas tardeando pero arrancándose al galope hacia el montado, tuvo menos fijeza e hizo sonar los estribos, se dio una costalada, más por empuje que por debilidad, y salió suelto en la última vara, pero luego en banderillas se vino arriba de forma espectacular y en la muleta fue una máquina de embestir. Como todos los toros bravos tenía sus dificultades y había que llevarlo sometido y toreado. Alberto Álvarez, que se había esforzado en hacer una lidia adecuada hasta el momento, aunque sacó buenos pases sueltos, se vio desbordado por la bravura de su oponente y falló estrepitosamente con la espada. Al toro se le dio la vuelta al ruedo y, a juicio del jurado, se llevó el premio al toro más bravo. En resumidas cuentas, dos toros excelentes en una misma corrida, cosa que no ha ocurrido en la presente temporada en ninguna de las ferias de pedigrí que hasta el momento se han celebrado, y que no encontraron los toreros adecuados para lucirse con ellos.

Pues esto a la crítica especializada zaragozana, de forma unánime, le ha parecido una corrida infame que no se debería volver a programar. Lo mismo dijeron, parece que las crónicas estén calcadas, en la Corrida Concurso del año pasado en la que también brillaron dos toros con luz propia: “Farolero”, de Prieto de la Cal; y “Lanudo", de FuenteYmbro. Prefieren el medio-toro bobo, dócil y, la mayoría de las veces, lisiado al que se apuntan los figuritas del momento y con el que no son capaces, como ocurrió el sábado con material apropiado, de sacarle ni una serie rematada. Como dice el refrán: “Para gustos están los colores”. Si ustedes se divirtieron el sábado, deslumbrados por los flash de las fan de los hermanos Rivera, viendo como naufragaban con una corrida a modo, yo lo pase en grande viendo el juego de dos toros -“Cacerolito” y “Pajarraco”- a pesar de los lidiadores que les tocaron en suerte que no consiguieron estar a la altura de la bravura de sus oponentes. Como digo en una entrada anterior, en esta Corrida Concurso faltaron Toreros de Concurso, ese fue el mayor problema, pero eso no es achacable a los toros que se lidiaron sino a quién la programó de esta forma.

Y para concluir una reflexión sobre la entrada registrada en “La Misericordia” en ambos festejos que, por los juicios emitidos, parece ser que es culpa de los que asistimos a ellos. El problema de los aficionados que acudimos a los festejos programados fuera de feria, en Zaragoza, en Madrid, en Sevilla y en cualquier otra plaza española, es que somos pocos, y menos que vamos a ser si periodistas y propagandistas se dedican, en vez de apoyar y publicitar los festejos taurinos, a desacreditar a los que asistimos a ellos asiduamente. Al festejo de la “prensa rosa” que tuvo lugar el sábado, contando con la presencia casi diaria de los hermanos Rivera en revistas y televisiones hablando de sus amoríos, pasarelas y actividades extra-taurinas, acudimos poco más de un tercio del aforo, a ojo de buen cubero, unas 3.500 personas. En la Corrida Concurso del domingo, con un cartel de toreros modestos, poco placeados y poco conocidos, sobre un cuarto de plaza, unas 2.500 personas. Pocas, muy pocas, es cierto. Pero comparando la entrada de un festejo con el otro, el auténtico batacazo, de público y económico, es el de la corrida del sábado. Si el cartel del primer día, con toda la campaña publicitaria de la “prensa rosa” y "programas televisivos del corazón”, sumado a la pegada de carteles de Cayetano por toda la ciudad, sólo es capaz de llevar 1.000 personas más a la plaza, el problema, y gordo, está ahí. No es de extrañar que las figuras no quieran anunciarse fuera de las ferias, y en estas tan sólo en los días señalados. Los figuras solo quieren ir a plaza llena cuando su obligación, si figuras son, sería llenar las plazas.

Considero un fracaso mucho mayor el tercio de asistentes que estuvimos en el festejo del sábado, que el cuarto de plaza que se cubrió en la Corrida Concurso del domingo que, además, fue televisada para Aragón y Castilla-La Mancha. También debemos tener presente que para desplazarse hasta Zaragoza para asistir a los toros, por motivos laborales, es mucho peor día el domingo que el sábado y muchos de los que hubieran venido no lo hicieron por ese motivo. Pero parece ser que a los críticos taurinos zaragozanos estas razones no les importan y que la culpa de todos los males que aquejan a la Fiesta en Zaragoza, como dice uno de ellos de forma ingeniosa en su crónica, la tengan “los cuatro del cuatro”. Pues esos “cuatro del cuatro”, y unos cuantos más que no nos sentamos en ese tendido, también tendremos la culpa de los dos toros bravos que pudimos ver el pasado domingo en el Coso de “La Misericordia” y que es posible que, cuando acabe la temporada tras la Feria del Pilar, ante la escasez de ejemplares semejantes, sigamos recordándolos.

miércoles, 22 de abril de 2009

TOROS Y TOREROS DE CONCURSO

En la Corrida Concurso de Ganaderías celebrada el pasado domingo en Madrid se puso de manifiesto que los matadores de turno y sus cuadrillas no estaban a la altura de las circunstancias para enfrentarse a esta modalidad de corridas de toros. Lo que debería ser básico en cualquier profesional que se dedique a este trabajo, como es realizar una lidia adecuada a las condiciones de cada animal que salte al ruedo, y que tendría que ser la primera lección que aprendiera cualquier aspirante a figurar en los escalafones de toreros, subalternos y picadores, no supieron hacerlo. Con ello dieron al traste con todas las expectativas puestas en tan interesante festejo tanto por los ganaderos, como por los aficionados que estuvimos presentes en el coso venteño el pasado 19 de abril.

No voy a entrar en juzgar lo visto ni lo ocurrido en la referida tarde porque ya han sido muchos los que se han ocupado de ello, pero si quiero dejar algunas reflexiones sobre un par de puntos que de haberse planteado de otra forma podrían haber cambiado radicalmente el rumbo del festejo: la incapacidad de los lidiadores y sus cuadrillas para solventar este tipo de corridas, y la elección de los mismos por parte de la empresa encargada de contratarlos.

Empecemos por el segundo punto. Es habitual que cuando se anuncia una Corrida Concurso, en donde se supone que irán los mejores toros de las ganaderías anunciadas, el cartel de toreros sea, como vulgarmente se dice, barato. En vez de contratar a los toreros más capacitados para realizar una lidia adecuada y de acuerdo con las normas que rigen este tipo de festejos, nos encontramos con toreros poco placeados y con escasa experiencia que, antes que dejar ver las condiciones de los toros, buscan su oportunidad. Puede que esta lógica de los empresarios sea debida a dos razones: que la contratación de toreros más placeados y experimentados encarezca el cartel, o que no se encuentren toreros de categoría reconocida que estén dispuestos a participar en este tipo de festejos en el que deben dejar parte de su protagonismo al toro. Si he de tomar partido por alguna de las dos razones lo hago por la primera, porque a un profesional de reconocido prestigio si se le paga lo que se merece seguro que no pone objeciones para figurar en este tipo de carteles.

En cuanto a los profesionales que deben ponerse delante de los toros concursantes debemos destacar, salvo escasísimas excepciones, la falta de recursos para solventar la papeleta que se les presenta con suficiencia. Esto es altamente preocupante porque la labor que deben realizar en este tipo de festejos, que no es otra cosa que aplicar la técnica de la lidia, debería ser considerada lección básica y primera de todo aspirante a torero, sin cuyo conocimiento y dominio no deberían de tener el permiso para ejercer la profesión de toreros. Es como si a un conductor se le concediera el carné de conducir sin conocer el manejo del coche ni el código de circulación. Pero esto nos lleva a un problema más profundo, y que ya muchas veces hemos tratado en este blog, como es la forma en que se enseña en la actualidad la difícil profesión de torero y con qué finalidad se enseña. De esta forma lo que debería ser el “a e i o u” de la profesión, como es dominar los recursos de la lidia, se convierte en algo accesorio porque lo que se pretende no es formar toreros sino triunfadores. A esta situación se ha llegado porque el toro actual, en su abrumadora mayoría, ya sale lidiado, sometido, dominado, a la plaza. En esta premisa se basa todo el entramado de la tauromaquia moderna. Con el toro disminuido, bobo y dócil que se cría en la actualidad se puede prescindir de aprender la técnica y los recursos de la lidia y centrarse en la fabricación de toreros de salón.

Con todo ello perdemos los aficionados que nos vemos privados de un espectáculo que, por los ingredientes que lo conforman, debería ser el más cuidado de todos los festejos taurinos que se programan. Pero los empresarios actuales, guiados por el negocio rápido antes que por la conservación, difusión y engrandecimiento de la Fiesta, no se preocupan de organizar las cosas como debieran, es más, por lo visto, parecen ser que apuestan por el desprestigio de los mismos en vez de por su cuidado y relanzamiento, lo que les daría crédito y prestigio entre los aficionados. Para los toreros modestos que se anuncian en ellos, dada su incapacidad y desconocimiento de la técnica, es un compromiso, un mal trago que deben de pasar, y no se dan cuenta de que una lidia correcta y adecuada les puede hacer ganar muchos enteros en la consideración de los aficionados y abrirles nuevas puertas. Pero todo esto parece no importarles ni a unos ni a otros cegados por los cantos de sirena de los apologistas del toreo moderno que se esfuerzan en desprestigiar este tipo de festejos y todo lo que tenga que ver con la auténtica Fiesta de los Toros. Por eso no es de extrañar que estos nuevos profetas de la tauromaquia moderna carguen contra todo lo que se aparte de lo que se considera actualmente el súmmun de la toreria, como son esas faenas de muleta interminables, monótonas y calcadas las unas de las otras que nada, o muy poco, tienen que ver con los valores eternos de la Fiesta íntegra, auténtica y emocionante que reivindicamos los aficionados y que, no lo debemos olvidar, son los que han permitido su pervivencia durante más de dos siglos.

miércoles, 15 de abril de 2009

LAS CHUFLILLAS Y LA ALTERNATIVA DE CAYETANO

De acontecimiento taurino extraordinario podemos calificar la alternativa de Cayetano en Sevilla pues, además del doctorado del torero de Ronda, ese día reaparecía en la Real Maestranza, tras su vuelta a los ruedos, Juan Belmonte. En la tradicional corrida del Día del Corpus, el 11 de junio de 1925, El Pasmo de Triana, haciendo realidad el sueño del toricantano que un día, siendo camarero en el “Café Cinco Minutos”, de la Línea de la Concepción, del que era propietario su padre, y mientras atendía al trianero, le comunicó su deseo de que algún día fuera el padrino de su alternativa.

Así ocurrió en el día reseñado. La corrida fue un éxito de público, en donde hicieron su agosto los reventas, y artístico. Belmonte consiguió las dos orejas y el rabo en el toro de su reaparición sevillana y, a su muerte, lo pasearon en hombros por el ruedo. Algabeño, que era el tercero en discordia, cortó una oreja en su primer oponente. Y Cayetano, que había estado discreto en el del doctorado, se la jugó en el sexto y también consiguió trofeo. Estuvo bien colocado, oportuno en el quite, templado y dominador con la muleta y certero con el estoque. Le concedieron una oreja y dejaba abierta la puerta de la esperanza. ¿Y los toros? Recogemos lo escrito por Sánchez Guerra: “¿Los toros? De Félix Suárez, salieron manejables y bravitos. Eran muy monos y muy simpáticos. Lo única lamentable es que no hubieran tenido dos o tres años y diez o doce arrobas más cada uno. Lo cual, dadas las circunstancias, es sin duda un buen punto de referencia. Se nota, sin duda, el retorno de Juan”.

Cayetano irrumpió en el planeta de los toros como un ciclón, pasó de becerrista a matador de toros en poco más de seis meses y se doctoró con un bagaje escaso de novilladas en su haber, veinticinco. Mucha culpa de ese rápido encumbramiento la tuvo la célebre frase con que tituló don Gregorio Corrochano, en ABC, la crónica de su presentación en Madrid: “Es de Ronda y se llama Cayetano”. Muchos fueron los aficionados que vieron en El Niño de la Palma a Joselito redivivo, quizás el propio Corrochano, joselitista hasta la medula, escribió esta crónica con esa esperanza, y muchos fueron los que se alistaron en el partido del nuevo fenómeno que, aún antes de demostrarlo en el ruedo, confiaban ciegamente en el torero rondeño. Pero no era el objeto de este artículo extenderme en demasía en el día de la alternativa, ni mucho menos en la trayectoria taurina de Cayetano, sino complementar la entrada precedente dedicada a la intérprete de "Las Chuflillas", la cantante trianera Mikaela, y en cuanto al origen del poema y el título del mismo.

Entre sus admiradores declarados se encontraba Rafael Alberti, joven poeta gaditano, gran aficionado a los toros y que, según sus propias palabras, también cobijo alguna vez el sueño de ser torero y hasta, a instancias de Ignacio Sánchez Mejías, hizo el paseíllo vestido de luces en la cuadrilla de éste, en la plaza de Pontevedra, en junio de 1927, el día que el diestro sevillano se retiró de los toros por primera vez, pero esa es otra historia y en su momento, si se tercia, tendrá su espacio. Ahora centrémonos en el título de los versos dedicados a Cayetano, que en aquellos momentos era el ídolo taurino de Rafael. Esa admiración se concretó en un poema. Con sus versos recién escritos pero aún sin título, fue a visitar a El Niño de la Palma en compañía de José María de Cossío y le explicó a su admirado torero el significado de su poesía:

- Como ve usted, le dijo Rafael, se trata de unos versos ligeros, juguetones, donde el torero le toma el pelo al toro...

- Vamos, le contestó Cayetano, que son unas chuflillas...

Desde aquel momento Alberti adoptó la palabreja utilizada por el protagonista de sus versos y la utilizó como título del poema a él dedicado. Las “Chuflillas de El Niño de la Palma” fueron incluidas en el libro “El Alba del Alhelí”, publicado en 1927. Años más tarde, en el transcurso de una conferencia pronunciada en Berlín, en noviembre de 1932, Rafael dirá: “Este jugar con fuego, este burlarse de la muerte, esquivándola y provocándola a un mismo tiempo, este arriesgar el cuerpo bailando, esta fiesta española del gana y pierde, yo la he visto encarnada en el toreo”.

miércoles, 8 de abril de 2009

MIKAELA - CHUFLILLAS DEL NIÑO DE LA PALMA

Mikaela, “con k de kilo”, como ella misma recalcaba en sus primeros tiempos, era el nombre artístico de Micaela Rodríguez Cuesta. Nació en el sevillano barrio de Triana en 1936, en la calle Castilla, en “Chapina”, cerca de donde vivían toreros como Belmonte o Gitanillo de Triana, y artistas de la canción como Gracia de Triana y, como demuestra su amplio repertorio de coplas taurinas, era muy aficionada a los toros.

Debutó en la compañía del Príncipe Gitano con el nombre artístico de Rocío del Carmen recorriendo toda Andalucía. Después de este periplo por tierras andaluzas dio el salto a Madrid, en donde actuó durante 32 semanas seguidas en el programa radiofónico “Cabalgata de fin de semana”, en donde alcanzo gran popularidad y cosechó sus primeros éxitos. Fue el presentador de este programa, Bobby Deglané, quién la bautizó con su nombre artístico definitivo: Mikaela. Por esa época también debutó en el teatro con el espectáculo musical: “El pleito del último cuplé”. Durante tres meses ininterrumpidos actuó, como primera figura, en el Teatro Goya de Madrid. A raíz de este éxito fue contratada para viajar a México, en donde permaneció seis semanas en el Teatro Afro. Y allí, en el país azteca, se le abrieron las puertas del cine. En 1960 fue contratada para una película sobre la vida del gran compositor Agustín Lara. En total fueron trece las películas en las que participó. Pero dejemos a un lado sus andanzas cinematográficas y centrémonos en su vertiente musical, y con más detenimiento en su repertorio taurino, que es el que nos interesa en este Blog.

A lo largo de su carrera grabó alrededor de trescientas canciones de los principales compositores de la copla española. En un disco grabado y editado en EEUU a comienzos de los años sesenta, con un exquisito acompañamiento instrumental a cargo de la Orquesta Montilla bajo la dirección del maestro Manuel García Matos, se incluyen varios cortes de ambiente taurino: Unas “Coplas a Paquiro”, de García Padilla y García Matos, dedicadas al legendario Francisco Montes; el pasodoble “¡Eh, toro!”, de Camilo Murillo y A. Segovia, que cuenta la historia de una ganadera; y “El ganadero”, pasodoble de Segovia y San Julián, que relata las peripecias del hijo de un ganadero que no quería ser torero, como su padre pretendía, y acaba muriendo en un tentadero en presencia de su arrepentido progenitor. En sucesivos trabajos siguió grabando canciones de tema taurino, como la copla dedicada a Manolete “Córdoba tuvo un torero”; el popular tema “La luna y el toro”, de Sarmiento y Castellanos, del que tantas versiones se han realizado; o el curioso “Tengo miedo torero”, original de Augusto Algueró padre, la música, y del austriaco afincado en España en los años cuarenta Arthur Kaps, la letra, y que en 1946 estrenara la gran cantante aragonesa Raquel Meller.

Pero merece la pena detenerse en dos producciones muy concretas que tienen relación con dos grandes poetas españoles olvidados por el régimen surgido de la guerra civil y que demuestran la valentía de esta cantante trianera en una época en que hablar de estos dos personajes era considerado delito. Según confesó la propia Mikaela en una entrevista en TVE en 1988, estos dos trabajos fueron los más interesantes de toda su carrera. El primero de ellos, grabado en 1966, eran las “Canciones populares españolas” recogidas por Federico García Lorca y grabadas en los primeros años treinta por Encarnación López La Argentinita y el propio Federico al piano, con la financiación del torero Ignacio Sánchez Mejías. En esta ocasión lo hace con los arreglos y la dirección de Rafael Ibarbia. El otro es al Lp publicado en 1970 bajo el título “Mikaela canta poesías de Rafael Alberti” y en donde se recoge la canción que es el objeto de esta entrada, las “Chufillas de El Niño de la Palma”.

En ese año el poeta gaditano aún se hallaba exiliado, desde el final de la guerra civil, en Roma. Hasta allí viajaron Mikaela y su representante para convencer a Rafael Alberti de que le autorizara la grabación de alguno de sus poemas. Entre la doce de poemas escogidos figuraban cuatro de temática taurina: “El toro azul de Picasso”, que abría el disco; “Joselito en su gloria”, que Alberti escribió a instancias del cuñado de José, Sánchez Mejías, cuando éste lo invitó a Sevilla y lo encerró en la habitación de un hotel hasta que el poeta terminó el trabajo requerido; “Verte y no verte”, una elegía dedicada al propio Ignacio al poco tiempo de morir en Madrid a causa de la cogida de Manzanares; y estas “Chuflillas de El Niño de la Palma” que nos ocupan. Estos y el resto de poemas incluidos en el citado Lp fueron musicados por el excelente compositor Antón García Abril y grabados con el soporte de una Orquesta Sinfónica que él mismo dirigió.

Mikaela era una mujer de gran personalidad, guapa, con unos grandes y profundos ojos negros, alta, mucho más que la media de las mujeres españolas de aquella época, y valiente. Estuvo en activo hasta finales de los años 80. La causa de su retiro se debió a que le fue diagnosticada una leucemia. Se sometió a un autotrasplante de médula ósea y hasta el final mantuvo un mano a mano con la muerte con la entereza, la valentía y la sonrisa que le caracterizaron durante toda su vida. Murió, con cincuenta y cinco años, en la mañana de Viernes Santo de 1991, en Madrid.

Chuflillas de “El Niño de la Palma”
(Rafael Alberti - Antón García Abril)

¡Qué revuelo!

¡Aire, que al toro torillo
lo pica el pájaro pillo
que no pone el pie en el suelo!

¡Qué alegría!
¡Qué revuelo!

Ángeles con cascabeles
arman la marimorena,
plumas nevando en la arena
rubí de los redondeles.
La Virgen de los Caireles
baja una palma del cielo.

¡Qué revuelo!
¡Qué alegría!
¡Qué salero!

Vengas o no en busca mía,
torillo mala persona,
dos cirios y una corona
tendrás en la enfermería.

¡Qué alegría!
¡Cógeme, torillo fiero!
¡Qué salero!

De la gloria, a tus pitones,
bajé, gorrión de oro,
a jugar contigo al toro,
no a pedirte explicaciones.
¡A ver si te las compones
y vuelves vivo al chiquero!

¡Qué alegría!
¡Cógeme, torillo fiero!
¡Qué salero!

Alas en las zapatillas,
céfiros en las hombreras,
canario de las barreras
vuelas con las banderillas.
Campanillas, campanillas
que nacen en las chorreras.

¡Qué alegría!
¡Cógeme, torillo fiero!
¡Qué salero!

Te digo y te lo repito,
para no comprometerte,
que tenga cuernos la muerte
a mí se me importa un pito.
Da, toro torillo, un grito
y ¡a la gloria en angarillas!

¡Qué salero!
¡Que te arrastran las mulillas!
¡Qué revuelo!
¡Cógeme, torillo fiero!




miércoles, 1 de abril de 2009

¡VAYA CORRIDÓN!

- Hola don Pepe.
- Hola don José.
- ¡Qué! Como cada año, ha sacar el abono ¿no?
- Eso mismo. Y usted... Supongo que vendrá a lo mismo ¿no?
- Pues claro. ¡Que cosas tiene!
- Las cosas las tiene usted, don José. ¿Qué voy a hacer si no en esta fila?
- Era una forma de entablar conversación, don Pepe.
- ¡Pues eso! Entablada queda.
- ¿Y qué me dice usted del comienzo de la temporada? Apunta bien ¿No le parece?
- Sobre todo la corrida de toros. ¡Vaya corridón!
- Eso mismo digo yo. ¡Vaya corridón!
- Ya tengo ganas de que llegué el día de marras...
- Pues no vea las que tengo yo, don Pepe, es un comienzo de temporada importante.
- En eso, y sin que sirva de precedente, estamos de acuerdo, don José, un comienzo de categoría.
- Un cartel de lujo.
- En cuanto a los toros, porque los toreros dejan un poco que desear...
- ¿Cómo que los toreros, si precisamente ahí es donde radica la fuerza del cartel?
- ¿Pero es qué se ha vuelto usted regionalista, o qué?
- ¿Cómo qué regionalista? No le entiendo.
- Porque de Aragón son todos los que torean ese día, don José.
- Vamos a ver, don Pepe. ¿De qué me está hablando usted?
- Del pedazo de corrida de toros que se programa para el domingo 26 de abril, de la Concurso...
- Yo no le hablo de la Corrida Concurso, don Pepe. Me refiero a la del dia 25 de abril, día de San Marcos, el santo más taurino de los que existen en el santoral...
- Ya sabe que yo de santos entiendo poco, don José... Y ya me parecía extraño estar de acuerdo a las primeras de cambio.
- Pero no me puede negar que es un cartelón, uno de los buenos que se pueden programar esta temporada: Con el aliciente de la presencia del torero más mediático del momento, "Cayetano"; la del que causó sensación el pasado año y que por mor de no se qué desavenencias no compareció en la pasada Feria del Pilar, Miguel Ángel Perera; y la siempre agradable comparecencia de un torero como la copa de un pino, muy querido por los aficionados de Zaragoza, porque aquí tomó la alternativa, y más en esta temporada que anda de despedida, Luís Francisco Esplá.
- ¡Amén! Es que no estamos hablando de la misma corrida, don José. Usted me habla de ese montaje con los 'perritoros' de Algarra...
- ¿Cómo que perritoros? ¡Un respeto, don Pepe, qué todos los toros tienen su peligro!
- Unos más y otros menos, don José. Unos más y otros menos.
- Y para hacer el toreo artístico que a mi me gusta, como a muchos otros aficionados, se necesita el toro...
- Colaborador y convenientemente disminuido que se estila en las corridas de los figuras...
- ¡No se pase, don Pepe...! De lo que estoy seguro es que esos toros que se lidiaran en la Corrida Concurso del día siguiente podrán tener presencia pero no sirven para elaborar el toreo artístico que nos gusta a los que tenemos el paladar acostumbrado a saborear lo bueno.
- Pues le recuerdo que usted, don José, el pasado año bien que se emocionó y disfrutó como un enano en corrida semejante.
- Sí, pero no vaya usted comparar lo uno con lo otro. Me emocioné como se emociona uno contemplando una competición deportiva, pero arte, lo que se dice arte... Para eso se necesitan otros mimbres, don Pepe.
- Y seguro que esos mimbres los tienen los 'perritoros' mencionados ¿no? Pues ya lo veremos y compararemos lo visto uno y otro día después de ver ambos festejos.
- Así lo haremos, don Pepe, porque con las alimañas que suelen salir en ese tipo de corridas que a usted tanto le gustan poco se podrá hacer. Pero si tiene suerte "Cayetano", si rompe a bueno algún toro de su lote, no habrá duda, porque el chico de "Paquirri", cuando está inspirado, tiene el arte y el duende del abuelo y del bisabuelo materno juntos.
- Quisiera recordarle, don José, que tanto “El Niño de la Palma”, que era el bisabuelo; como el abuelo, el gran Antonio Ordóñez, con mucha más asiduidad y poderío, cada uno en su momento, lidiaron toros de estas o parecidas ganaderías sin hacer remilgos ni vetarlas cuando la ocasión lo requería. Vayan un par de ejemplos para ilustrar lo que le digo: El bisabuelo, cuando debutó en Zaragoza en 1925, lo hizo con toros de “Concha y Sierra”; el abuelo, después de tomar la alternativa con toros de Galache, en Madrid, en 1951, en las tres siguientes corridas que toreo, recién estrenado el doctorado, se enfrentó a dos corridas de Pablo Romero y una de Prieto de la Cal que, precisamente, ambas están anunciadas en la Concurso d este año. Y un detalle más, cuando Antonio Ordóñez se presentó en Zaragoza como matador de toros, en la Feria del Pilar de ese mismo año, lo hizo ante toros de Javier Moreno, el 14 de octubre, y de "Concha y Sierra", el 17. ¡Ahí es nada! Y con esos o parecidos toros, abuelo y bisabuelo, han escrito algunas de las páginas más sublimes del arte taurino del siglo XX. Lo mismo que el nieto que, como quién dice, está en esto desde hace dos días y está más verde que una lechuga, y ya anda imponiendo ganaderías y compañeros de cartel.
- Pero los tiempos han cambiado y las cosas no son como antes, don Pepe.
- Pues yo no quiero cambiar, don José. El arte grande se hace con toros importantes, y lo que se hace ahora con los toritos ‘a modo’ del momento, como mucho y siendo benévolo, no pasa de boceto.
- ¿Pero...?
- ¡Ni peros, ni peras...! Esa obra artística que busca sólo la puede encontrar en la Corrida Concurso de Ganaderías del día 26 si un toro embiste con clase y enfrente hay un torero con capacidad y que sepa estar a su altura. Que "Cayetano", como sus antepasados, se apunté a esta corrida y demuestre su capacidad lidiadora y artística. Si eso ocurre seguro que nos poníamos de acuerdo usted y yo.

jueves, 26 de marzo de 2009

EN VALENCIA LA AUSENCIA DE FIGURAS NO INFLUYÓ EN TAQUILLA

En la recientemente terminada Feria de Fallas de Valencia, y a pesar de la crisis económica, se han producido muy buenas entradas de público. En concreto, y según los empresarios del Coso de la calle de Játiva, en siete festejos se llenó la plaza y un día se colgó el cartel de “no hay billetes”. Esto -cuando al anunciarse los carteles se produjeron infinidad de criticas por parte de muchos aficionados y de la prensa por la ausencia de determinadas “figuras” en los mismos- nos lleva a una reflexión sobre la mayor o menor necesidad de que se anuncien los diestros más destacados del escalafón en los carteles de los periodos feriales, con los cachet más abultados que cobran, y la relación que estas presencias o ausencias tienen en el balance económico de la feria.

Después de terminado este ciclo taurino podemos deducir que la ausencia de varios de los más destacados “figuras” del momento no ha significado una merma de público en las taquillas y que, por consiguiente, al resultar las combinaciones más económicas, los empresarios han salido ganando. Y si los empresarios se han visto beneficiados económicamente de su apuesta por unos carteles más baratos, los toreros que no han entrado en este serial por diferencias económicas con la empresa han perdido. Esto es un serio aviso para los diestros y sus pretensiones económicas pues, en las ferias, el público acude a los toros en los días señalados al margen de los toreros que se anuncien en el cartel.

Esta realidad puede tener varias e importantes consecuencias de cara al futuro. La costumbre de acudir a los festejos taurinos durante las ferias y fiestas patronales de cada ciudad está tan arraigada en nuestro país que, como se ha visto en Fallas, poco importa el espectáculo que se ofrece. Ir a los toros es un acto social más del programa de fiestas y el público acuden a los toros como a un acto festivo más con la intención de divertirse y dejarse ver. Los aficionados y espectadores descontentos que no acuden por la pobreza del cartel seguro que reportan menos pérdidas en la taquilla que el beneficio que supone no pagar cachet demasiado elevados a los “figuras” ausentes.

Siguiendo esta lógica los empresarios pueden arriesgarse a programar carteles más baratos durante los periodos feriales, a sabiendas de las críticas que se producirán por parte de la prensa, pero que al grueso de los posibles espectadores que pasaran por taquilla no le importan, y con la confianza de que al final, cuando se haga el balance económico, los resultados serán más beneficiosos. No debemos de olvidar que la fiesta de los toros es un negocio y en los negocios la cuenta de resultados es la que manda. Tampoco debemos olvidar que el público de feria, que es el que paga y va a los toros a divertirse en fechas señaladas, no se preocupará por quien está o quien falta en los carteles, porque acuden a la plaza con otras motivaciones muy diferentes a la de los aficionados.

Si los empresarios siguen por esta senda, y se deciden por el abaratamiento de los carteles en todas las ferias en el mismo sentido que en Valencia, a los “figuras” solo les quedaran dos opciones, o rebajar su cachet o no torear. Dependiendo de las circunstancias de cada plaza, bastará con incluir dos o tres nombres de los que suenan en los carteles y rellenar el resto con toreros locales y baratos. Quizás esto suponga, a la larga, el final de la dictadura de los “figuras” que imponen fechas, compañeros y ganado. Si esto ocurre quizás se modifiquen muchas más cosas, por ejemplo, cambiar las ganaderías que solicitan los “mandones”, y que por esa exigencia seguro que son mucho más caras que cualquier otra, con lo que seguirían abaratándose los costes del espectáculo y aumentarían los beneficios. Y por soñar que no quede... Si los “figuras” pierden la influencia que tienen en la actualidad, porque pocos son los espectadores ocasionales que acuden a los toros durante las ferias que saben quienes son y que méritos los sostienen en ese pedestal, quizás se abra paso de nuevo la Fiesta íntegra y auténtica, esa que ahora está desterrada de los cosos taurinos y que, además de más barata, contiene el elemento que genera la adicción a la Fiesta de los Toros: La emoción.

Pero dejémonos de soñar y volvamos a la cruda realidad, el tiempo y el transcurso de la temporada irá confirmando o no esta tendencia. De momento prestaremos atención a lo que suceda en la Feria sevillana pues también se ha producido un fenómeno parecido al de Valencia, con la ausencia de varios de los “figuras” del momento y la dura crítica de la prensa especializada por este motivo. Veremos si en el coso de la "Real Maestranza de Sevilla" se resiente la taquilla con estas ausencias.

viernes, 20 de marzo de 2009

SOBRE LA CORRIDA CONCURSO DE ZARAGOZA

Una buena noticia. Según lo adelantado por algunos medios, y aunque los carteles no son todavía oficiales, la Corrida Concurso de Zaragoza cambia de fecha y, en vez del jueves 23, se dará el domingo 26 de abril. Una buena noticia y, como digo en el último párrafo del artículo anterior, es preciso rectificar la opinión de lo allí dicho sobre la fecha elegida para ese festejo y así se hace. Ahora, y una vez rectificado el error, pasemos a ocuparnos de otras cosas que, por la gravedad del bajonazo que se le asestaba a la Corrida Concurso programándola el día elegido en primera instancia, se quedaron en el tintero.

Lo principal de una Corrida Concurso de Ganaderías, como su propio nombre indica, es ver el juego de los toros, ellos son los protagonistas principales -y más en estos tiempos en los que la inmensa mayoría de los que saltan al ruedo son esos animalejos disminuidos y colaboradores al servicio de la toreria andante que, más que miedo, dan lástima- y las cosas, en ese tipo de festejos, deben de hacerse para lucimiento del toro. Por eso es preciso cuidar todos los detalles de la lidia y de eso se deben ocupar los matadores, los subalternos y, sobre todo, los picadores. Los profesionales encargados de lidiarla deben ponerse en situación y preocuparse de hacer las cosas como deben de hacerse. Todos saldremos ganando si así ocurre: los ganaderos, que porque podrán ver el comportamiento de su toro, seguramente escogido, en una lidia completa y exigente; los toreros, porque si demuestran su capacidad lidiadora, corten orejas o no, saldrán muy fortalecidos en su reputación; los aficionados, porque nos habremos dado a nuestro pasatiempo favorito, tratar de entender las seis ecuaciones planteadas en el ruedo por los diversos toros participantes; y los espectadores, porque tendrán la ocasión de comparar la diferencia entre una corridita para figuras -como la que, precisamente, se programa para el día anterior, sábado 25 de abril- y una corrida de toros.

Por eso adquiere gran importancia la elección de los matadores que se anuncian en este tipo de festejos y en este aspecto, en mi opinión, la corrida flojea. Por desgracia, en estos tiempos, no andamos muy sobrados de toreros capaces de afrontar con solvencia un festejo de este tipo, lo que debería ser enseñanza obligatoria para todos los aspirantes a toreros, como son los conocimientos básicos de la lidia de reses bravas, sin cuyo dominio ningún aspirante debería poder doctorarse, se ha convertido en algo accesorio. En las Escuelas de Tauromaquia actuales se priman otras enseñanzas, porque el objetivo no es crear toreros sino figuras. La técnica de la lidia se aprende después, por necesidad, cuando los aspirantes a figuras que se van quedando en el camino, si siguen conservando el valor y la afición, se tienen que buscar la vida toreando el ganado que les toque en suerte por todo tipo de plazas. Es entonces cuando se aprenden, a sangre y fuego, los recursos fundamentales de la lidia. Esos toreros, de los que hay unos cuantos en el escalafón, son los que se necesitan para lidiar una Corrida Concurso, y de esos no se anuncia ninguno para la de Zaragoza. No voy a entretenerme en ponerles nombre, háganlo ustedes mismos si lo desean.

Pero si quiero nombrar a dos toreros que compartieron cartel en la Corrida Concurso del pasado año: Jesús Millán y Serafín Marín. Ambos tuvieron una actuación destacada, aunque en sentido divergente. El catalán estuvo bien en sus dos toros, los lidió con conocimiento de causa, y si su primer toro se acabó después de un gran tercio de varas, en el que tomó siete puyazos, y no pudo realizar faena, en su segundo hizo lo propio, y como después de cinco varas el toro llegó con aire a la muleta, le instrumentó una faena sólida y emocionante hasta que resulto cogido aparatosamente y tuvo que ser retirado a la enfermería. Triunfo en toda la regla, porque además de hacer las cosas bien en sus dos toros, cuando pudo, toreó. El aragonés, en cambio, estaba en otra fiesta, a su primero lo cambio, ¡en una Corrida Concurso!, con dos puyazos... y el presidente asintió, ninguno de los dos debía saber en que clase de festejo estaban. Mientras tanto, en el callejón, el ganadero se tiraba de los pelos, los aficionados trinaban y el torero hacía gestos de que no lo entendía. A su segundo, que hacía quinto de la corrida, lo mandó masacrar en varas y el toro, después de ese trámite, quedó para el arrastre, tanto el ganadero, como los aficionados, nos quedamos compuestos y sin toro. Fracaso total, pero lo más grave del tema es que el torero estaba convencido de haber hecho las cosas bien, según declaró al final de su actuación. Pues paradojas de la vida: Jesús Millán, que no se lo merecía, está anunciado de nuevo en la de este año; Serafín Marín, que se lo ganó por su buena labor en el ruedo, que triunfó y hasta lo pagó con sangre, no está en el cartel. No sé las razones por las que Serafín no está anunciado este año, pero si no es por decisión propia es una injusticia.

Lo importante de la Corrida Concurso es la filosofía con la que se enfoque. Tan importante como darla es la forma como se desarrolle y el cuidado que se ponga en su organización. Debe ser un festejo modelo en donde se cuide, sobre todo, la selección del ganado y el compromiso de los ganaderos de venir a competir con lo mejor de su casa; deben escogerse los toreros más adecuados y, tanto las cuadrillas como los picadores, deben esforzarse por realizar las suertes con la mayor pureza posible; y la autoridad debe cumplir su papel y hacer que las cosas se hagan con el mayor rigor posible. Seguramente este enfoque significará un aumento en los gastos, pero si se quieren los mejores toros, y los toreros más adecuados para lidiarlos, habrá que pagarlos. Con el cartel de toreros que se anuncia para este año parece que la filosofía de la empresa es la contraria, una forma de cumplir el expediente y tratar de que resulte lo más barato posible, mediante la contratación de toreros regionales con poca experiencia y, en principio, poca solvencia para semejante reto.

En mi opinión, el camino es el primero, invertir, reforzar, consolidar la Corrida Concurso, ampararla dentro de un fin de semana de carácter torista, rodearla de actividades relacionadas, conseguir que un fin de semana de abril “La Misericordia” sea el centro de atención de los aficionados españoles y franceses. No hay que olvidar que Zaragoza se encuentra en una situación geográfica privilegiada, en un radio de trescientos kilómetros con respecto del suroeste francés, Cataluña, Euskadi, Navarra, La Rioja, Castellón, Valencia y Madrid, sitios en los que aún queda algún rescoldo de afición. Volviendo la vista a lo sucedido el pasado año, fueron muchos los aficionados de estas zonas reseñadas que se dieron cita en nuestra plaza durante el fin de semana de la Concurso, y lo que es más importante, algunos de los que estuvieron entonces volvieron para la Feria del Pilar. Seguir por ese camino de recuperación del prestigio y la seriedad de nuestra plaza será bueno para los aficionados, tanto de aquí como de los alrededores, beneficioso para los empresarios y fenomenal para la Fiesta.

En los últimos años, sobre todo en Francia donde tienen más influencia los aficionados, han proliferado las Corridas Concurso de Ganaderías. Quizás sea una forma de revelarse contra la pantomima repetitiva y falta de emoción en que se han convertido la corridas en la actualidad, en la que el toro ha perdido todo el protagonismo y está condenado a jugar un papel secundario de mero comparsa. Quizás la ocasión para volver a darle la importancia que tiene, la que nunca debió perder, al toro. Quizás una forma de comprometer a los pocos ganaderos románticos que todavía siguen criando el toro bravo y que, como vulgarmente se dice, se tienen que comer sus toros con patatas. Quizás una salida para esos toreros curtidos que se ven condenados al ostracismo porque no están en la rueda del negocio. Quizás otra forma de despertar la afición en los espectadores ocasionales. Quizás una forma más de recuperar la Fiesta íntegra y auténtica que reclamamos los aficionados. Por eso la Corrida Concurso debe ser una corrida modelo, un punto álgido de la temporada zaragozana y cita obligada de los aficionados. Para conseguir ese objetivo no deben escatimarse medios ni esfuerzos.

sábado, 14 de marzo de 2009

LA CONCURSO DE ZARAGOZA EN LA PICOTA

Programar la Corrida Concurso el día 23 de abril, jueves, como parece ser la intención de los nuevos empresarios del coso de “La Misericordia”, es condenarla al fracaso. Las razones para programarla ese día solo pueden ser dos: O por un total desconocimiento de los antecedentes de nuestra plaza; o por mala fe. Si es por la primera razón, malo, pues poco se puede esperar de unos empresarios que no conocen, ni se preocupada de hacerlo, el pasado reciente de la plaza que tienen que administrar. Si es por la segunda, peor que malo, pues confirmaría que, a los taurinos, lo que realmente les molesta es la Fiesta íntegra y los aficionados que la defendemos, por lo tanto, acontecimientos tan emotivos como los vividos el pasado año durante la Corrida Concurso de Zaragoza, que son buenos para la Fiesta, deben de ser malos para sus negocios.

Pero detengamos en los antecedentes, y más concretamente en los del pasado año. Según el balance económico de la primera parte de la temporada pasada, el fin de semana en que se celebró la Corrida Concurso -el sábado- y se completó con una novillada de interés para el aficionado -el domingo-, fue el más rentable de todo el primer ciclo. Unos buenos empresarios no deberían desconocer este dato y, siguiendo la lógica de los negocios, deberían cuidar todos los detalles y reforzar esa apuesta completando un fin de semana redondo, con una terna más rematada y una novillada de categoría para que, los que vinieron, vuelvan, y los que el año pasado dudaron o se abstuvieron, vengan. No es cosa de buenos empresarios taurinos trasladar una fecha consolidada, y con cierta repercusión entre los aficionados de fuera de nuestra Comunidad, a un día laboral en el que ninguno de los que vinieron el año pasado pueda venir este año... A no ser que lo hagan con alevosía y premeditación.

El año pasado, en los tendidos, además de los habituales aficionados aragoneses, se acomodaron bastantes aficionados de otras latitudes, tanto de nuestro país como del sur de Francia, lo que dio colorido y categoría a nuestra plaza. La corrida, que fue retransmitida por la Televisión Aragonesa, fue seguida con gran interés por los aficionados de todo el orbe taurino y, durante días, antes y después del festejo, se habló de lo acontecido en “La Misericordia” y el nombre de nuestra ciudad estuvo presente en todos los comentarios. Ese prestigio ganado, ese terreno recuperado, ese intento de situar la plaza de Zaragoza en el lugar que le corresponde, esa revalorización de nuestra plaza, que debería ser el interés primero de los políticos que la gestionan, se ve amenazado seriamente si los rumores que circulan sobre la celebración de la Corrida Concurso en jueves, 23 de abril, día de la Comunidad Aragonesa, son ciertos. Eso sería un bajonazo infame a este festejo emblemático y, de paso, a los aficionados que lo defendemos.

Y por si esto fuera poco, precisamente ese jueves, 23 de abril, y con televisión en directo, se celebrará en la Real Maestranza de Sevilla la corrida más atractiva de todo el abono, y una de las citas cumbres de la temporada, con el mano a mano, ante toros de Victorino Martín, entre “El Cid” y “Morante de la Puebla”. Si el pasado año la Televisión Aragonesa captó el interés de los aficionados del mundo entero, este año, y ese día, la atención no estará, precisamente, en nuestra plaza... mal negocio para la televisión. En vista de todo lo anterior, sería mucho más beneficioso para todos, empresa incluida, guiarse por los antecedentes y, como en otros años, programar para ese día una Corrida de Rejones, con más tirón de taquilla y mucho más del gusto de los aragoneses que se trasladan a Zaragoza a pasar el día festivo, y dejar la organización de la Corrida Concurso para un fin de semana especifico y completo.

Si se confirma el despropósito que se rumorea sobre la fecha de la Corrida Concurso -jueves, 23 de abril- todos salimos perdiendo: La plaza, la empresa, la diputación, la televisión, los aficionados y Zaragoza. ¿A quién le interesa semejante destrozo? Ustedes mismos. Lo que será seguro, como siempre, es que los más perjudicados seremos los aficionados -y sobre todos lo que tenían pensado viajar a Zaragoza para semejante evento, pues no se merecen este desprecio-. Una decisión caprichosa, o tomada a conciencia, que nos privará de compartir un buen fin de semana de toros con aficionados de otras latitudes. ¡O quizás sea por eso mismo! Por qué la afición molesta, estorba, fastidia, sabe, exige... y cuanto más dividida y separada esté, cuanto más desunida... mejor para todos los que viven de este negocio fraudulento. La Diputación Provincial de Zaragoza, propietaria de la plaza, y quién ha incluido la Corrida Concurso con caracter obligatorio en el Pliego de Condiciones, tiene el deber de vigilar para que la misma se programe en la fecha adecuada y en la forma apropiada, y si la empresa no rectifica, si sigue en sus trece... no debería consentir semejante desatino.

Ojalá que la cordura y el juicio lleguen a las mentes pensantes de nuestros viejos políticos y de nuestros nuevos empresarios y hagan necesario rectificar esta opinión a la mayor brevedad posible.

miércoles, 4 de marzo de 2009

LA MEDALLA

Para hacer arte con un toro lo primero que se necesita es un toro, pero un toro de verdad. Esa es la premisa primera y fundamental que, por desgracia, casi nunca se cumple. Lo que normalmente suele salir por los chiqueros de las plazas de toros, aunque tenga su apariencia, no es un toro.

Para hacer el arte del toreo se necesita un toro íntegro y con poder. Que dé miedo, que imponga respeto y que traiga la incertidumbre y la emoción a los tendidos con su simple presencia. Un toro con ese aspecto es la primera condición para que fragüen los cimientos de una posible obra de arte, y si cumple en los distintos tercios de la lidia como es debido, el basamento de esa obra que pueda crease tendrá más solidez. Pero si el toro, además, es bravo y embiste con rectitud, tendremos puestos los cimientos de la posible obra artística. Con un toro así el torero que lo intente puede estar bien o mal, pero seguro que tendrá el reconocimiento de la afición, pero si además de lidiador y conocedor de la técnica es artista y, por la gracia de su arte, se inspira en ese preciso momento, puede producirse el milagro de la maravillosa, aunque fugaz y efímera, obra de arte del toreo, esa obra que solo puede darse si confluyen, a la misma hora y en el mismo sitio, el toro idóneo y el torero adecuado.

Una de las caracteristicas que definen a un aficionado es la de ser un soñador, una persona que tiene un sueño, la visión de una faena perfecta en su mente, y la persigue, la busca incansablemente por los diferentes festejos taurinos a los que asiste. La esperanza de que ese sueño se convierta en realidad en la próxima corrida, en el próximo toro, o en el último de la tarde es lo que lo lleva a presenciar todos los festejos que estén a su alcance presenciar. Esa esperanza que nunca le abandona, al contrario, es ella la que le guía, la que le programa, la que le da fuerzas para seguir en la búsqueda interminable de ese arte efímero que sólo se puede producir si en una plaza de toros coinciden, un mismo día y a una misma hora, un toro con las condiciones adecuadas y un torero inspirado. Esa esperanza, tan maltratada por la tozuda realidad; ese sueño, tan difícil de que se convierta en realidad; esa anhelo de ver con tus propios ojos “ese dibujo en el aire”, como definía Pepe Luis Vázquez el arte del toreo; es lo justifica, para uno mismo, su condición de aficionado.

Vienen a cuento estas reflexiones, aunque no lo parezca, a raíz de la concesión de una de las medallas de las bellas artes, que cada año otorga el Ministerio de Cultura, a un torero que suele desparramar el “arte” que le ha hecho merecedor de la consabida “medallita” por plazas de segunda y tercera categoría y ante simulacros de toros sin fuerza, ni cuernos, ni nada de lo que debe tener un toro de lidia. En esas circunstancias, y teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, es imposible que se pueda producir arte de ningún tipo. Y para abundar un poco más en los datos del agraciado, de este torero no se recuerda ninguna faena importante en ninguna plaza importante ni ante ningún toro importante. Con esta medalla flaco favor se le hace a la Fiesta, porque lo que se premia es un simulacro que nada, o poco, tiene que ver con el auténtico arte de lidiar toros. Al despojarla de los valores que la han mantenido vigente más de dos siglos, como son la diversidad, el peligro y la emoción, la llamada fiesta de los toros se convierte en un espectáculo de entretenimiento mentiroso, vulgar y chabacano que nada tiene que ver con los bellas artes.

De un Ministerio de Cultura que engloba a los toros dentro del apartado de la “antropología” y concede medallas, más que por méritos, por pedigrí, poco podemos esperar, ni los aficionados, ni la Fiesta de los Toros. Pero los profesionales, todos los que viven de esto, no se deberían descuidar porque los más perjudicados por decisiones y comportamientos como estos son ellos mismos. Ellos deberían ser los primeros en tomar cartas en un asunto que se les puede ir de las manos, porque la pantomima en que se esta convirtiendo esta fiesta, con su participación y aquiescencia, la está llevando a una situación limite y de posible no retorno. Premios como este devalúan todavía más la profesión y la convierten en un trabajo vulgar, más propio de comediantes y titiriteros de la “prensa rosa” que de auténticos héroes que, como los deportistas de élite, es a lo que deberían aspirar los toreros. Para recuperar ese prestigio, para que esta Fiesta retorne con fuerza a la autenticidad y la emoción cada vez más escasa -en un momento que entre los espectadores de cualquier tipo se aprecian, y se pagan, los deportes de riesgo y de élite- debe ser de verdad, con un toro con poder que imponga respeto y un torero al que se le reconozca el valor y el mérito de ponerse delante y que, en la medida de lo posible, intente dominarlo y así puedan darse las circunstancias para dibujar unos trazos efímeros en el aire.

Por eso es preocupante que, ante la tamaña tomadura de pelo de la "medallita", todos los profesionales -salvo uno, Morante de La Puebla- hayan mantenido la boca cerrada. Y aunque el de La Puebla no se distinga por torear muchos toros como los descritos, a veces, porque tiene la gracia del arte, y en algunas ocasiones, cuando se le enciende la llama de la inspiración, ha dejado pinceladas, detallitos... que han llegado a calar en los aficionados, y no es que quiera decir con esto que la medalla debería haber sido para Morante, ni muchos menos. Una distinción de esta categoría debería premiar lo excepcional y estar avalada por muchos más méritos, una trayectoria mucho más dilatada y el reconocimiento unánime de los aficionados y profesionales.

Seguramente muchos profesionales piensen de forma parecida, pero ninguno se ha atrevido a decirlo, ellos sabrán por qué, pero eso también es torería, esa condición tan olvidada hoy en día y tan escasa entre los profesionales actuales, decir las cosas por su nombre. Morante de la Puebla es el único que ha salido a los medios y ha ligado dos verónicas y una media como mandan los cánones en una frase que suscribo totalmente: «Que le den la medalla a cualquier mérito, porque todos los toreros lo tienen, pero las Bellas Artes son otra cosa. Claro que no todo el mundo puede percibir el toreo ni sentir el arte. Esta decisión es una vergüenza». Más claro no se puede decir.