“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

lunes, 11 de febrero de 2008

Pepín Martín Vázquez y "Currito de la Cruz"

Va esta entrada para hablar de un torero, Pepín Martín Vázquez, diestro sevillano que tuvo su momento de esplendor en la mitad de la década de los cuarenta; y de una película de toros, Currito de la Cruz, dirigida en el año 1948 por Luís de Lucía. A ambos, película y torero, les unió, desde entonces, una estrecha relación.

Este torero, al que podemos incluir entre los más representativos de la llamada escuela sevillana, fue el elegido para protagonizar una de las versiones cinematográficas, la tercera, de Currito de la Cruz. El guión estaba basado en la novela homónima de Alejandro Pérez Luguín que, curiosamente, fue quien también dirigió la primera versión, con la ayuda del técnico cinematográfico Fernando Delgado. Se rodó en 1925 y su estreno tuvo lugar en el Teatro San Fernando de Sevilla, el 25 de enero de 1926. La segunda versión, y primera hablada, fue rodada, en 1936, bajo la dirección del propio Fernando Delgado y protagonizada por Antonio García Maravilla encarnando el papel de Currito. Como curiosidad apuntar que el coste del rodaje de esta película ascendió a 1.200.000 pesetas de las de entonces.

Es la tercera versión, la dirigida en 1948 por Luís de Lucía, en la que quiero fijar la atención con más detenimiento, pero antes de ello es preciso decir que aún se grabó una cuarta versión posteriormente, en 1965, dirigida por Rafael Gil y protagonizada por Manuel Cano El Pireo, torero que despertó cierto interés en su etapa de novillero y que, tras tomar la alternativa en 1964, trató de apuntalar su carrera taurina con el cine, como muchos otros en aquella época, utilizando el personaje de Currito para su promoción.

La característica principal de la tercera versión de Currito de la Cruz, a diferencia de las restantes, es que director y guionista, el escritor taurino Antonio Abad Ojuel, se propusieron recortar la parte del melodrama folletinesco y potenciar la parte documental, en la que se recogían algunos de los trabajos que se llevan a cabo con los toros; tanto en el campo, a tienta en plaza o en campo abierto, o las labores de embarque de una corrida; como en la plaza, desencajamiento, sorteo o enchiqueramiento, además, estas imágenes documentales se subrayan con comentarios y explicaciones acertados y oportunos.
Aunque lo más importante, según mi punto de vista, es el tratamiento que les dieron a las secuencias que tienen lugar en la plaza de toros, se recogen las suertes fundamentales de los tres tercios, se pica a los toros como debía de ocurrir en esa época, y con aquel peto mínimo de entonces, que yo no vi, y se recrea la lidia de un toro en la plaza de Las Ventas. Para ello, y aquí esta el mayor acierto, se elige un torero ya cuajado, que en aquellos años estaba en plena sazón y cuyo nombre estaba en la boca de los aficionados del momento.

Pero el nexo más firme entre Currito de la Cruz y Pepín Martín Vázquez, el que los mantiene ligados a lo largo del tiempo -y se cumplen este año sesenta de su rodaje- fue algo más que el éxito de la película tras su estreno, fue algo que no se podía prever entonces. Se da el caso que de este diestro sevillano, por las razones que sea, no existen imágenes grabadas de su labor en el ruedo -o se conservan muy pocas y las desconozco- salvo las que se recogen en esta película y, por lo tanto, este es el único testimonio -o de los pocos- que se han conservado para poder hacernos una idea de su forma de torear. De esta forma trasciende su valor como película, incluso en su parte documental, y adquiere la categoría de documento.

José Martín Vázquez Bazán, nació en Sevilla el 6 de agosto de 1927. Torero de dinastía, ya que tanto su padre, Francisco, como sus hermanos Manuel y Rafael, fueron matadores de toros. Inspirado en la escuela sevillana, de la que fue uno de sus máximos exponentes, desde muy pronto centró la atención de los
aficionados. Se presentó en Madrid, como novillero, el 1 de abril de 1944, para estoquear ganado del vizconde de Garci-Grande, en unión de Paco Lara y Manuel Torres Bombita. Tras una campaña exitosa, toma la alternativa ese mismo año, el 3 de septiembre, en Barcelona. Cartel de lujo para la ocasión, Domingo Ortega, que ejerció de padrino, le cede la muerte del primer toro, Partidario, de la ganadería de don Alipio Pérez-Tabernero, les acompañanban Pepe Luís Vázquez y Carlos Arruza. Su triunfo en la Maestranza sevillana, durante la feria de abril del año siguiente, le catapultó para confirmar la alternativa ese mismo mes, el 29 de mayo, apadrinado por Pepe Bienvenida y en presencia de Morenito de Talavera, esta con toros de doña Maria Montalvo.

El cartel de Pepín Martín Vázquez se mantuvo en todo lo alto hasta su primera cornada grave, la que le infirió un toro de Concha y Sierra en Valdepeñas, Ciudad Real, el 8 de agosto de 1947, que le apartó de los ruedos durante casi un año, hasta el 12 de mayo de 1948. Este percance influyó decisivamente en su carrera taurina y a partir de entonces; otra cornada grave en Madrid el año de su reaparición; una más, en 1949, en Peñaranda de Bracamonte, Salamanca; otra herida grave en Lima, el 17 de diciembre, en el invierno de 1950, le van minando el ánimo y alejando de los redondeles. En 1951 permaneció inactivo, al año siguiente ajusto doce corridas y, por fin, se despidió del toreo el 22 de febrero de 1953 en Caracas, Venezuela, lidiando toros de Guayabita junto a Emilio Ortuño Jumillano y César Girón.

Pepín Martín Vázquez, como he dicho anteriormente, fue considerado uno de los más genuinos y claros exponentes de la escuela sevillana, en la línea de Pepe Luís, Chicuelo y Belmonte. Los que lo vieron cuentan y no paran, aunque se lamentan de la cortedad de una carrera acosada por las cornadas, para los que no pudimos verlo, solo nos queda el consuelo de poder visionar estas imágenes -de las pocas, si no las únicas que existen- de Pepín Martín Vázquez en su intervención en la película Currito de la Cruz, una de las más serias que se han producido de temática taurina, aunque de eso hablaremos en otra ocasión. De momento enlazamos el vídeo que presenta "La Cabaña Brava" en su página de YouTube y que extracta las secuencias de la película que recogen su toreo.

       

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