“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

martes, 15 de enero de 2008

Las escuelas taurinas

- Feliz año, don Pepe.
- Feliz año, don José.
- ¿Cómo hemos pasado las fiestas?

- Hemos sobrevivido…
- ¿Qué me dice usted? ¿Acaso no le gustan las fiestas navideñas?

- No es que no me gusten, es que son excesivas…
- Tampoco es para tanto, don Pepe, son unos días familiares, entrañables, de celebraciones, encuentros y recogimiento…

- No se enrolle, don José, que ya se a donde quiere ir a parar… ¡Y no se engañe usted! Estas fiestas navideñas, que tan entrañables le parecen, se han convertido en un mercado persa y todo se mide por los índices de consumo.
- Pues si que viene usted fuerte este año, don Pepe…

- ¡Es la verdad!
- Bueno, bueno… vayamos a lo nuestro. Aprovechando una de esas celebraciones navideñas que a usted tan poco le gustan…

- Pues usted también viene dando, don José… yo no he dicho eso…
- Vale, vale, don Pepe… dejémonos de fiestas y vayamos a lo nuestro. Como le decía, en una de esas celebraciones navideñas mi nieto me busco una noticia que publicaban en la página web de “La Cabaña Brava”, hablaba de las primeras gestiones para la creación de una Escuela Taurina en Aragón y, créame usted, me pareció una información muy interesante, ya era hora de plantearse este tema en serio de una vez.

- Si enseñan bien el oficio.
- Se supone ¿no?... Los profesores tendrán que ser profesionales de reconocido prestigio.

- ¿Y?... Porque eso no garantiza nada, depende de lo que enseñen.
- ¡Es usted la monda! Siempre desconfiando de todo… En algún sitio tendrán que aprender el oficio los chavales. Ahora ya no es como antes que los aspirantes a toreros se curtían en las capeas, los tiempos han cambiado y hay que adaptarse a los tiempos.

- Yo no le digo que no, pero en las escuelas taurinas tienen que enseñar a lidiar, que no es otra cosa que aprender los recursos para solventar los problemas que plantea cada toro en el ruedo, porque cada toro plantea una ecuación diferente y necesita una lidia adecuada a sus condiciones, y aún le digo más, los toros cambian a lo largo de su estancia en el ruedo y hay que saber leer esos cambios de comportamiento para ajustarse a ellos y darles solución.
- ¡Pero si hoy se torea mejor que nunca, don Pepe!

- Pero solo a una misma clase de toro, el pastueño, el bobalicón, el colaborador, el artista, el carretón…
- ¡Ya estamos con el toro!… Parece usted un disco rayado.

- No debe olvidarse usted que el toro es la materia prima de esta fiesta, por eso mismo lleva su nombre, Fiesta de los Toros.
- Pero hay toros que no se pueden torear, que son alimañas…

- Y para eso se creo la ciencia de la lidia, eso es lo primero que deben aprender en las escuelas los aspirantes a toreros, luego ya vendrá lo de ponerse bonito y realizar las suertes con majeza.
- Pero don Pepe, la labor de las escuelas…

- Debe ser enseñar a torear toda clase de toros y hoy en día vemos, tarde tras tarde, que en el momento que un toro crea un mínimo de dificultades, que no se ajusta al guión, los matadores pierden los papeles y no saben lo que hacer. ¿Y sabe usted porque pasa eso, don José? Porque no tienen recursos, porque no han aprendido, o no les han enseñado, bien el oficio. Me viene a la memoria una escena de la serie "Juncal" que resume en una frase todo cuanto le digo, el momento en el que el maestro, entrenando a su hijo Manolo para la alternativa en la Maestranza sevillana, le grita impaciente a su amigo el limpiabotas, que le hace un toro pastueño al aspirante a matador: “¡El pregonao, Búfalo, el pregonao! ¡Búscale los tobillos como si estuvieras toreao!”.

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