Motivado por la lectura del documento recientemente publicado en el Blog del Manifiesto, “La suerte de varas es el eje de la lidia”, he realizado una comprobación del tratamiento informativo que esta recibiendo esta suerte, basándome en las crónicas de las primeras corridas de la Feria de Castellón, por parte de los principales profesionales del periodismo taurino y, aunque sospechaba que iba a ser muy poco el espacio dedicado a ello, he podido comprobar que, aún partiendo de esa premisa, estaba equivocado, pues no dedican ni una sola línea, ni una, a este tema, es algo totalmente ignorado, es como si la suerte de varas no existiese.La que durante más de dos siglos ha sido la suerte fundamental de la tauromaquia; la que situaba en los carteles a los picadores al mismo nivel que los propios matadores; la que a lo largo de la historia ha servido para calibrar la bravura y el poder de los toros, para ahormarlos y corregir los problemas que pudieran presentar de cara al tercio final; la que orientaba a los ganaderos en la selección de su ganado; la que provocaba momentos de máxima belleza y emoción en aficionados y espectadores; sobra. Es una suerte sentenciada, condenada a la desaparición.
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